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Poda y recorte del cedro del Atlas

Linden · 27.07.2025.

El cedro del Atlas es un árbol que, por naturaleza, desarrolla una forma elegante y majestuosa sin necesidad de intervención humana. Su estructura, ya sea la clásica pirámide en su juventud o la imponente copa tabular en su madurez, es uno de sus mayores atractivos. Por esta razón, la poda del cedro del Atlas debe abordarse con una filosofía de minimalismo y precaución. A diferencia de muchos árboles de hoja caduca o arbustos que responden bien a podas regulares, las coníferas como el cedro tienen una capacidad limitada para regenerar nuevo crecimiento a partir de madera vieja. Una poda drástica o incorrecta puede causar daños permanentes en su forma y salud.

El principio fundamental que debe guiar cualquier corte es tener un propósito claro y justificado. La poda nunca debe realizarse por el simple hecho de podar. Los motivos válidos para podar un cedro del Atlas se limitan casi exclusivamente a tres categorías: la eliminación de madera muerta, dañada o enferma (poda de saneamiento); la corrección de problemas estructurales menores en árboles jóvenes; y la eliminación de ramas bajas que puedan obstaculizar el paso o por razones de seguridad. Cualquier intento de reducir significativamente su tamaño o de cambiar drásticamente su forma natural suele estar condenado al fracaso y al deterioro estético del árbol.

Es crucial entender que el cedro del Atlas, como muchas coníferas, no posee yemas latentes en la madera vieja y leñosa de su interior. Esto significa que si se corta una rama hasta una sección sin acículas, esa rama no volverá a brotar y quedará un muñón seco y antiestético para siempre. Cualquier corte de poda debe realizarse de manera que siempre quede follaje verde en la parte de la rama que permanece en el árbol, o bien eliminando la rama por completo desde su punto de unión con el tronco.

Por lo tanto, la mejor estrategia de poda es la prevención. Esto comienza con la elección de un lugar de plantación que pueda acomodar el tamaño maduro del árbol, eliminando así la necesidad futura de podas de reducción de tamaño. Un árbol plantado en el lugar correcto, con suficiente espacio para crecer, requerirá a lo largo de su vida muy poca o ninguna poda, más allá de la limpieza ocasional de alguna rama seca.

Cuándo podar: el momento adecuado

El momento del año en que se realiza la poda puede influir en la respuesta del árbol. La mejor época para podar el cedro del Atlas es a finales del invierno o principios de la primavera, durante el periodo de letargo y justo antes de que comience el nuevo crecimiento. Podar en este momento tiene varias ventajas. El árbol está inactivo, por lo que el estrés del corte es menor, y las heridas de la poda comenzarán a cicatrizar rápidamente con el impulso del crecimiento primaveral.

Realizar la poda durante el letargo también minimiza la pérdida de savia. Los cedros, como muchas coníferas, «sangran» resina por los cortes, lo cual es un mecanismo de defensa natural para proteger la herida de la entrada de patógenos. Si bien esto es normal, una pérdida excesiva de savia durante la temporada de crecimiento activo puede debilitar al árbol. Además, el aroma de la savia fresca puede atraer a ciertos insectos perforadores, por lo que podar en invierno, cuando estos insectos están inactivos, reduce este riesgo.

La única excepción a esta regla es la poda de saneamiento para eliminar ramas muertas, rotas o peligrosas. Este tipo de poda se puede y se debe realizar en cualquier momento del año en que se detecte el problema. Retirar una rama rota inmediatamente evita que se desgarre aún más, causando una herida mayor en el tronco, y eliminar una rama enferma previene la propagación del patógeno al resto del árbol.

Se debe evitar la poda a finales de verano o en otoño. Los cortes realizados en esta época pueden estimular un brote de crecimiento tardío. Este nuevo crecimiento no tendría tiempo suficiente para lignificarse y endurecerse antes de la llegada de las primeras heladas, lo que lo haría extremadamente susceptible a los daños por frío. Esperar al final del invierno es siempre la opción más segura y saludable para el árbol.

Técnicas de poda correctas

La técnica de corte es fundamental para asegurar una cicatrización rápida y prevenir problemas futuros. Para eliminar una rama entera, se debe utilizar la técnica del «corte en tres pasos», especialmente si la rama es pesada. El primer corte se realiza en la parte inferior de la rama, a unos 20-30 cm del tronco, cortando solo un tercio del grosor de la rama. Este corte evita que el peso de la rama desgarre la corteza del tronco al caer.

El segundo corte se realiza en la parte superior de la rama, unos centímetros más afuera que el primer corte. Se corta completamente la rama, que caerá de forma controlada gracias al primer corte de seguridad. Ahora solo queda un muñón corto y manejable. El tercer y último corte consiste en eliminar este muñón, cortando justo por fuera del «cuello de la rama». El cuello es la zona ligeramente engrosada donde la rama se une al tronco, y contiene tejidos especializados en la cicatrización. Es crucial no cortar a ras del tronco ni dejar un muñón demasiado largo.

Para acortar una rama (una práctica que debe hacerse con moderación), el corte siempre debe realizarse justo por encima de una rama lateral o un brote que apunte en la dirección en que se desea que continúe el crecimiento. Esto asegura que haya un punto de crecimiento activo que pueda «tirar» de la savia y convertirse en la nueva punta de la rama, ayudando a cicatrizar el corte. Nunca se debe dejar un muñón sin follaje.

Utiliza siempre herramientas de poda afiladas y limpias. Unas tijeras de podar, un serrucho de poda o unas tijeras de mango largo de buena calidad realizarán cortes limpios que cicatrizan mejor que los cortes desgarrados hechos con herramientas desafiladas. Es una buena práctica desinfectar las herramientas con alcohol o una solución de lejía diluida entre cortes, especialmente si se está podando tejido enfermo, para evitar la transmisión de enfermedades de una parte del árbol a otra, o entre diferentes árboles.

Poda de formación en árboles jóvenes

Aunque la poda debe ser mínima, en los primeros años de vida del árbol se puede realizar una poda de formación muy ligera para corregir posibles defectos estructurales. El objetivo es asegurar que el árbol desarrolle una estructura fuerte y equilibrada que le sirva para toda la vida. Esta es la etapa en la que la intervención puede ser más beneficiosa y menos dañina.

Una de las correcciones más comunes es la eliminación de líderes codominantes. El cedro del Atlas debe crecer idealmente con un único tronco o líder central. A veces, el árbol puede desarrollar dos o más tallos compitiendo por ser el líder principal. Esto crea una unión en forma de «V» muy estrecha que es un punto estructuralmente débil, muy propenso a romperse con el viento o el peso de la nieve en el futuro. En este caso, se debe seleccionar el líder más fuerte y recto y eliminar el competidor lo antes posible.

También se pueden podar las ramas que crecen en ángulos muy cerrados con respecto al tronco, ya que estas uniones también son débiles. De igual manera, se pueden eliminar las ramas que se cruzan o se frotan entre sí, ya que el roce continuo crea heridas que pueden ser puntos de entrada para enfermedades. Al eliminar una de las ramas que se cruzan, se mejora la estructura y la circulación de aire dentro de la copa.

Esta poda de formación debe ser muy sutil y realizarse a lo largo de varios años, eliminando solo una o dos ramas problemáticas cada temporada para no estresar demasiado al árbol. El objetivo no es darle forma artificialmente, sino guiar su crecimiento natural hacia una estructura más sólida y resistente. Una vez que el árbol ha desarrollado una buena estructura básica en sus primeros años, la necesidad de este tipo de poda desaparece.

Lo que nunca se debe hacer

Hay ciertas prácticas de poda que son extremadamente perjudiciales para el cedro del Atlas y que deben evitarse a toda costa. La más dañina es el «topping» o desmochado, que consiste en cortar el líder central o las ramas principales para reducir la altura del árbol. Esta práctica destruye la forma natural del árbol, crea heridas grandes que cicatrizan mal y estimula el crecimiento de una maraña de brotes débiles y mal anclados alrededor del corte, que son muy propensos a romperse en el futuro.

Como se mencionó anteriormente, nunca se debe cortar una rama hasta una sección de madera vieja sin acículas. La falta de yemas latentes significa que esa zona no rebrotará, dejando un vacío permanente en la copa del árbol. Si necesitas reducir la longitud de una rama, siempre debes cortar hasta una rama lateral que tenga suficiente follaje para tomar el relevo como nueva punta.

Tampoco se debe realizar una poda excesiva en una sola temporada. Eliminar más del 25% de la masa foliar de un árbol en un año puede causarle un estrés severo, debilitándolo y haciéndolo vulnerable a plagas y enfermedades. Si es necesaria una poda de reducción significativa (por ejemplo, para levantar la copa), es mejor distribuirla a lo largo de dos o tres años, eliminando unas pocas ramas cada temporada.

Finalmente, evita podar sin una razón clara. El cedro del Atlas es un árbol de bajo mantenimiento que luce mejor cuando se le permite crecer de forma natural. Si no hay ramas muertas, enfermas, dañadas o estructuralmente problemáticas, simplemente no hay necesidad de podar. Disfruta de su belleza natural y reserva las tijeras de podar solo para cuando sea absolutamente necesario para la salud y la seguridad del árbol.

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