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Poda y recorte del arce japonés

Daria · 01.06.2025.

La poda del arce japonés es una de las prácticas de cuidado más artísticas y, a la vez, una de las que más intimida a los jardineros. A diferencia de la poda drástica que se aplica a otros árboles, el enfoque con el arce japonés debe ser sutil, considerado y siempre con el objetivo de realzar su forma natural y elegante, no de someterlo a una forma artificial. Una poda bien ejecutada no solo mejora la belleza escultural del árbol, sino que también promueve su salud al mejorar la circulación de aire y eliminar la madera débil o enferma. Abordar la poda con paciencia, conocimiento y las herramientas adecuadas es esencial para mantener la integridad y el esplendor de tu árbol.

El principio fundamental que debe guiar cada corte es trabajar con la estructura inherente del árbol, no en contra de ella. Cada arce japonés tiene una forma y un hábito de crecimiento únicos, ya sea erguido, en cascada o extendido. Tu objetivo como podador es acentuar esta belleza natural, creando una estructura abierta y aireada que permita ver la elegante ramificación y el juego de luces y sombras a través de su copa. Se trata más de una edición selectiva que de un recorte generalizado, eliminando lo superfluo para revelar la esencia del árbol.

Antes de hacer un solo corte, es crucial dar un paso atrás y observar el árbol desde todos los ángulos. Dedica tiempo a estudiar su silueta, identificar las ramas principales que forman su estructura y visualizar cómo se verá sin las ramas que planeas quitar. La poda impulsiva es el mayor enemigo de un arce japonés. Es mucho mejor ser conservador; siempre puedes quitar más después, pero no puedes volver a poner una rama que has cortado. Un enfoque lento y metódico, a menudo repartido en varias temporadas, producirá los mejores resultados.

La poda cumple tres funciones principales. La primera es la poda de limpieza, que implica eliminar cualquier rama muerta, dañada o enferma. Esta es la forma más básica y necesaria de poda y se puede hacer en cualquier momento del año. La segunda es la poda de aclareo, que se centra en eliminar las ramas que congestionan el interior del árbol, las que se cruzan y rozan entre sí, y los brotes débiles. Esto mejora la penetración de la luz y la circulación del aire. La tercera es la poda de formación, que se utiliza para guiar el crecimiento del árbol y refinar su forma estética, una tarea que requiere una mano más experta.

El mejor momento para podar

El momento en que se realiza la poda es un factor crítico para la salud del arce japonés. El período ideal para la mayoría de los trabajos de poda estructural es durante la fase de dormancia, desde finales de otoño, después de que las hojas hayan caído, hasta finales del invierno, antes de que la savia comience a fluir. Podar durante la dormancia ofrece dos ventajas principales: primero, la ausencia de hojas permite ver la estructura de las ramas con total claridad, lo que facilita la toma de decisiones. Segundo, el árbol está en reposo, por lo que el estrés del corte es mínimo y el riesgo de «sangrado» de savia es bajo.

Dentro de este período de dormancia, muchos expertos prefieren podar a finales del invierno (por ejemplo, en febrero en el hemisferio norte). En este momento, las peores heladas del invierno ya han pasado, lo que reduce el riesgo de que el frío dañe los tejidos recién cortados. Además, los cortes realizados justo antes de que comience el crecimiento de primavera tienden a sanar más rápidamente, ya que el árbol pronto estará en su fase de crecimiento más activo.

Se debe evitar la poda importante durante la primavera, cuando la savia fluye con fuerza y el árbol está dedicando toda su energía a producir nuevas hojas. Los cortes realizados en este momento pueden provocar un «sangrado» excesivo de savia, lo que debilita al árbol y puede atraer insectos y enfermedades. Del mismo modo, se debe evitar la poda drástica en otoño, antes de que las hojas caigan, ya que el árbol está en proceso de reabsorber los nutrientes de sus hojas para almacenarlos en las raíces para el invierno.

Dicho esto, la poda ligera de mantenimiento, como la eliminación de pequeñas ramitas muertas o brotes mal dirigidos (chupones), se puede realizar en cualquier momento del año. De hecho, a veces es más fácil identificar las ramas muertas en verano, cuando el resto del árbol está lleno de hojas. Si necesitas hacer un corte en verano, asegúrate de que sea pequeño y necesario, y hazlo en un día seco para minimizar el riesgo de infección fúngica.

Herramientas y técnicas de corte

La calidad de tus herramientas de poda es tan importante como tu técnica. Utiliza siempre herramientas que estén extremadamente afiladas y limpias. Un corte limpio y preciso realizado por una cuchilla afilada sanará mucho más rápido y de manera más eficiente que un corte desgarrado hecho por una herramienta desafilada, que puede aplastar los tejidos del árbol y crear una herida más grande y propensa a las infecciones. Antes de empezar, y entre un árbol y otro, desinfecta tus herramientas con alcohol isopropílico o una solución de lejía diluida para evitar la propagación de enfermedades.

Las herramientas básicas para la poda del arce japonés incluyen unas tijeras de podar de mano (de tipo bypass, no de yunque) para las ramas pequeñas, unas podadoras de mango largo (loppers) para las ramas de hasta 3-4 cm de diámetro, y una sierra de podar de hoja curva para las ramas más grandes. Asegúrate de que las herramientas sean del tamaño adecuado para la rama que vas a cortar; usar una herramienta demasiado pequeña puede dañarla y resultar en un mal corte.

La técnica de corte es fundamental. Cuando elimines una rama entera, debes hacer el corte justo por fuera del «cuello de la rama». Este es el área ligeramente hinchada donde la rama se une a una rama más grande o al tronco. Esta zona contiene tejidos especializados que ayudan al árbol a cicatrizar la herida de forma natural. Cortar demasiado cerca del tronco (corte a ras) elimina este tejido y crea una herida grande y difícil de sanar. Por otro lado, dejar un tocón demasiado largo impedirá que el árbol cierre la herida y el tocón morirá, convirtiéndose en un punto de entrada para la podredumbre.

Cuando solo quieras acortar una rama, realiza el corte aproximadamente a medio centímetro por encima de una yema que apunte en la dirección en la que deseas que crezca el nuevo brote. El corte debe tener un ligero ángulo, inclinado hacia abajo y lejos de la yema. Esto permite que el agua de la lluvia escurra y no se acumule en la yema, lo que podría provocar que se pudra. Seleccionar la yema correcta es clave para dirigir el crecimiento futuro y dar forma al árbol de manera efectiva.

Qué podar y qué evitar

El primer paso en cualquier sesión de poda es eliminar lo que se conoce como las «tres D»: las ramas muertas (Dead), las dañadas (Damaged) y las enfermas (Diseased). Las ramas muertas no tienen yemas vivas y a menudo tienen un color diferente o una corteza que se desprende. Las ramas dañadas pueden estar rotas por el viento o tener heridas. Estas ramas no solo son antiestéticas, sino que también son puntos de entrada para enfermedades. Elimínalas cortando hasta encontrar madera sana.

A continuación, enfócate en mejorar la estructura del árbol. Busca ramas que se crucen o se rocen entre sí. Con el tiempo, este roce desgastará la corteza, creando heridas. Generalmente, se elimina la rama más débil o la que está en peor posición de las dos. También busca ramas que crezcan hacia el interior del árbol en lugar de hacia afuera, ya que congestionan la copa e impiden el flujo de aire. El objetivo es crear una estructura de ramificación en la que cada rama tenga su propio espacio para crecer sin competir con las demás.

También debes buscar y eliminar los chupones y los brotes de agua. Los chupones son brotes vigorosos y verticales que a menudo surgen de la base del árbol o de las raíces. Los brotes de agua son similares pero surgen de las ramas principales. Ambos tipos de crecimiento son débiles, tienen una mala unión con el árbol y desvirtúan su forma natural. Deben eliminarse por completo tan pronto como aparezcan.

Uno de los mayores errores que se pueden cometer es la poda excesiva. Nunca elimines más del 20-25% de la copa viva de un arce en una sola temporada. Una poda drástica puede enviar al árbol a un estado de shock, lo que a menudo resulta en una explosión de crecimiento de chupones antiestéticos mientras el árbol intenta recuperar desesperadamente su masa foliar. Si un árbol necesita una reducción de tamaño importante, es mucho mejor hacerlo gradualmente a lo largo de dos o tres años.

Poda de variedades específicas

Aunque los principios generales de la poda se aplican a todos los arces japoneses, algunas formas requieren consideraciones especiales. Las variedades erguidas, como ‘Bloodgood’ o ‘Sango-kaku’, se benefician de una poda que enfatice su altura y su estructura de ramificación ascendente. El objetivo es crear una copa abierta con «capas» o «nubes» de follaje, eliminando las ramas que crecen hacia abajo o que desordenan la silueta general.

Las variedades en cascada o péndulas, como las del grupo ‘Dissectum’ (por ejemplo, ‘Garnet’ o ‘Viridis’), requieren un enfoque diferente. Su belleza radica en su hábito de crecimiento llorón y en forma de montículo. La poda aquí se centra en mantener esta forma grácil, eliminando cualquier rama muerta que se acumule en el interior del montículo y recortando selectivamente las puntas de las ramas que tocan el suelo. Ocasionalmente, una rama puede intentar crecer hacia arriba; esta debe ser eliminada para mantener el hábito de cascada.

Los arces japoneses enanos o los que se cultivan como bonsáis requieren una poda mucho más meticulosa y frecuente para mantener su tamaño y forma. Esto implica no solo la poda de ramas, sino también técnicas como el pinzado de los nuevos brotes en primavera para controlar la longitud de los entrenudos y el tamaño de las hojas. Esta es una disciplina avanzada que requiere estudio y práctica, pero los principios básicos de eliminar la madera muerta y las ramas que se cruzan siguen siendo los mismos.

Independientemente de la variedad, el objetivo final de la poda no es que el árbol parezca recién podado. Un trabajo de poda exitoso debe ser casi invisible. El árbol debe parecer simplemente una versión más refinada, saludable y elegante de sí mismo. Al adoptar un enfoque paciente y considerado, y al respetar la forma natural de tu árbol, la poda puede convertirse en una de las tareas de jardinería más meditativas y gratificantes, permitiéndote colaborar con la naturaleza para crear una obra de arte viviente.

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