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Plantación y propagación del arce japonés

Daria · 30.03.2025.

La plantación de un arce japonés es un momento crucial que determinará su salud y desarrollo futuros, convirtiéndose en una inversión a largo plazo para la belleza de tu jardín. Elegir el lugar y el momento adecuados, así como preparar el suelo correctamente, son pasos fundamentales para asegurar que tu árbol se establezca con éxito. Un arce bien plantado desarrollará un sistema de raíces fuerte y vigoroso, lo que lo hará más resistente a las enfermedades y a las condiciones climáticas adversas. Dedicar el tiempo y el esfuerzo necesarios en esta etapa inicial es la mejor garantía para disfrutar de su magnífica presencia durante muchos años.

El momento ideal para plantar un arce japonés es durante el otoño. En esta estación, las temperaturas del aire son más frescas, pero el suelo todavía retiene algo del calor del verano, lo que permite que las raíces se establezcan y crezcan antes de que el suelo se congele. Plantar en otoño reduce el estrés del trasplante y le da al árbol una ventaja para el crecimiento de la primavera siguiente. La primavera, después de la última helada, es la segunda mejor opción, aunque requerirá un riego más vigilante durante el primer verano para asegurar que el árbol no se deshidrate mientras desarrolla su sistema radicular.

La selección de la ubicación es, posiblemente, la decisión más importante. La mayoría de los arces japoneses prefieren una ubicación con sol de mañana y sombra parcial por la tarde. El sol directo y abrasador de la tarde puede quemar sus delicadas hojas, especialmente en las variedades variegadas o de follaje claro. Además, el lugar debe estar protegido de los vientos fuertes, que pueden dañar las ramas y deshidratar el follaje rápidamente. Observa tu jardín durante un día completo para entender los patrones de sol y sombra antes de tomar una decisión final.

Antes de plantar, es esencial preparar el hoyo de plantación de manera adecuada. Cava un hoyo que sea dos o tres veces más ancho que el cepellón del árbol, pero no más profundo. La profundidad debe ser tal que la parte superior del cepellón quede al mismo nivel o ligeramente por encima del suelo circundante. Plantar el árbol demasiado profundo es un error común y grave que puede provocar la pudrición del cuello de la raíz. Aflojar la tierra en los lados del hoyo permitirá que las nuevas raíces penetren más fácilmente en el suelo circundante.

El proceso de plantación paso a paso

Una vez que el hoyo está preparado, extrae con cuidado el arce de su contenedor original. Si las raíces están muy compactadas o han comenzado a crecer en círculo en el fondo del contenedor, es crucial desenredarlas suavemente con los dedos o hacer unos cortes verticales en el cepellón con una navaja afilada. Este paso, aunque pueda parecer drástico, es vital para animar a las raíces a crecer hacia afuera, en el suelo del jardín, en lugar de continuar creciendo en círculo, lo que podría estrangular al árbol con el tiempo.

Coloca el árbol en el centro del hoyo, asegurándote de que esté derecho y a la altura correcta. Como se mencionó anteriormente, la parte superior del cepellón debe estar al nivel del suelo circundante o un poco por encima. Utiliza una tabla o el mango de una herramienta colocado a través del hoyo para verificar la altura con precisión. Una vez que estés satisfecho con la posición, comienza a rellenar el hoyo con la tierra que extrajiste, idealmente enmendada con compost si es necesario, asegurándote de no dejar bolsas de aire.

Rellena el hoyo hasta la mitad y luego riega abundantemente para asentar la tierra alrededor de las raíces y eliminar cualquier bolsa de aire restante. Deja que el agua se drene por completo antes de terminar de rellenar el hoyo con el resto de la tierra. Una vez que el hoyo esté completamente lleno, apisona suavemente la tierra con las manos o los pies, pero sin compactarla en exceso. Crea un pequeño alcorque o anillo de tierra alrededor del borde de la zona de plantación para ayudar a retener el agua del riego directamente sobre el cepellón.

El paso final e indispensable es un riego profundo y completo. Riega el árbol recién plantado lentamente, permitiendo que el agua empape bien toda la zona de las raíces. Este riego inicial es crucial para establecer un buen contacto entre las raíces y el suelo. Después de la plantación, aplica una capa de 5 a 7 centímetros de mantillo orgánico, como corteza de pino o compost, alrededor de la base del árbol, pero manteniendo el mantillo a unos centímetros de distancia del tronco para prevenir la pudrición. El mantillo ayudará a conservar la humedad, regular la temperatura del suelo y suprimir las malas hierbas.

Propagación por esquejes

La propagación del arce japonés a través de esquejes es un método popular para clonar una variedad específica, asegurando que la nueva planta sea genéticamente idéntica a la planta madre. El mejor momento para tomar esquejes es a finales de la primavera o principios del verano, cuando el árbol tiene un crecimiento nuevo y semi-leñoso. Busca brotes sanos y vigorosos de la temporada actual; deben ser lo suficientemente firmes como para no doblarse fácilmente, pero no tan leñosos y rígidos como las ramas más viejas. Este estado intermedio se conoce como madera blanda o semi-madera dura.

Para tomar los esquejes, utiliza una navaja afilada o unas tijeras de podar desinfectadas para cortar segmentos de 10 a 15 centímetros de largo. Realiza el corte justo debajo de un nudo foliar (el punto donde crece una hoja). Retira las hojas de la mitad inferior del esqueje para reducir la pérdida de agua por transpiración y expone el cambium, que es donde se formarán las nuevas raíces. Opcionalmente, puedes hacer una pequeña herida en la base del esqueje, raspando suavemente un lado de la corteza, para estimular aún más el enraizamiento.

Para aumentar significativamente las posibilidades de éxito, sumerge la base del esqueje en una hormona de enraizamiento en polvo o en gel. Sacude el exceso de polvo para evitar que se aplique una capa demasiado gruesa, lo que podría ser contraproducente. Prepara macetas pequeñas o bandejas de semillero con un sustrato de enraizamiento estéril y muy bien drenado. Una mezcla común y efectiva es mitad turba y mitad perlita o vermiculita. Humedece el sustrato antes de insertar los esquejes.

Inserta la base del esqueje en el sustrato, asegurándote de que al menos dos nudos queden enterrados. Riega suavemente para asentar el sustrato alrededor del esqueje. Para crear un ambiente húmedo similar a un invernadero, puedes cubrir la maceta con una bolsa de plástico transparente o la parte superior de una botella de plástico. Coloca los esquejes en un lugar cálido con luz indirecta brillante. El enraizamiento puede tardar de varias semanas a unos meses, y sabrás que ha tenido éxito cuando veas nuevo crecimiento en la parte superior del esqueje.

Propagación por semillas

Cultivar un arce japonés a partir de semillas es un proceso más largo y menos predecible, pero puede ser una experiencia muy gratificante. Es importante entender que las semillas de un cultivar específico no necesariamente producirán una planta idéntica a la madre; puede haber una gran variabilidad en la descendencia, lo que es parte de la emoción del proceso. Recolecta las sámaras (las «hélices» que contienen las semillas) en otoño, cuando estén secas y hayan adquirido un color marrón o rojizo.

Las semillas de arce japonés tienen una doble dormancia que debe romperse para que puedan germinar. Este proceso se llama estratificación e imita las condiciones naturales del invierno. Primero, remoja las semillas en agua tibia durante 24-48 horas. Después del remojo, las semillas necesitan una estratificación cálida, que consiste en mezclarlas con un sustrato húmedo como turba o vermiculita en una bolsa de plástico sellada y mantenerlas a temperatura ambiente (alrededor de 20-25°C) durante unos 60 días.

Después del período de estratificación cálida, las semillas requieren una estratificación fría. Sin sacarlas de la bolsa con el sustrato húmedo, colócalas en el refrigerador (no en el congelador) a una temperatura de entre 1 y 5°C durante un período de 90 a 120 días. Este paso simula el frío del invierno y es esencial para activar el embrión de la semilla. Revisa la bolsa periódicamente para asegurarte de que el sustrato permanezca húmedo y para buscar signos de germinación, que a veces pueden ocurrir en el propio refrigerador.

Una vez completada la estratificación fría, siembra las semillas en macetas o bandejas con un sustrato de buena calidad para semillas. Entiérralas a una profundidad de aproximadamente un centímetro. Coloca las macetas en un lugar con luz indirecta y mantén el sustrato constantemente húmedo pero no empapado. La germinación debería ocurrir en unas pocas semanas. Ten paciencia, ya que el crecimiento inicial será lento, y cuida las plántulas con esmero durante su primer año antes de considerar trasplantarlas a una ubicación permanente.

Propagación por injerto

El injerto es la técnica comercial más utilizada para propagar cultivares específicos de arce japonés, garantizando que las características deseadas, como el color de las hojas o el hábito de crecimiento, se mantengan fieles. Este método consiste en unir un trozo de tallo (la púa o injerto) de la variedad deseada a un sistema de raíces establecido (el portainjerto o patrón) de una especie de arce compatible, generalmente un arce japonés común (Acer palmatum) o Acer japonicum cultivado a partir de semillas. El injerto requiere habilidad, precisión y práctica.

El momento para realizar el injerto suele ser a finales del invierno o principios de la primavera, justo antes de que comience el nuevo crecimiento, o a finales del verano. Se seleccionan púas de la planta madre que sean de madera del año anterior, sanas y con varias yemas. El portainjerto debe ser un plantón joven y vigoroso, generalmente de uno o dos años. Existen varias técnicas de injerto, pero las más comunes para los arces son el injerto de costado o el injerto de hendidura.

El proceso implica hacer un corte preciso tanto en el portainjerto como en la púa para que las capas de cambium (la fina capa verde justo debajo de la corteza) de ambas partes puedan alinearse perfectamente. Es esta alineación la que permite que los tejidos vasculares se fusionen, formando una unión fuerte y permitiendo el paso de agua y nutrientes desde el portainjerto hacia la púa. Una vez que las dos piezas están unidas, la unión se envuelve firmemente con cinta de injertar o rafia para mantenerlas en su lugar y se sella con cera de injertar para prevenir la deshidratación y la entrada de enfermedades.

Después del injerto, la planta requiere cuidados especiales para asegurar el éxito de la unión. Debe mantenerse en un ambiente protegido, como un invernadero, con alta humedad y temperaturas estables para fomentar la formación del callo, que es el tejido que une las dos partes. Durante este tiempo, es crucial eliminar cualquier brote que surja del portainjerto por debajo de la unión, ya que competiría por los recursos y podría impedir el crecimiento del injerto. Una vez que la unión ha sanado y el injerto muestra un crecimiento vigoroso, la planta puede ser aclimatada gradualmente a las condiciones exteriores.

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