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Necesidades de nutrientes y fertilización del arce japonés

Daria · 17.04.2025.

La fertilización del arce japonés es un tema que a menudo se malinterpreta, llevando a los jardineros a cometer errores por exceso de celo. A diferencia de las plantas con flores o los cultivos de hortalizas que requieren una gran cantidad de nutrientes, los arces japoneses son árboles de crecimiento relativamente lento y con necesidades de alimentación modestas. De hecho, un arce plantado en un suelo sano y rico en materia orgánica puede prosperar durante años con muy poca o ninguna fertilización suplementaria. Entender que «menos es más» es el principio fundamental para nutrir correctamente a estos elegantes árboles y evitar los problemas derivados de la sobrealimentación.

El objetivo de la fertilización no es forzar un crecimiento rápido, sino complementar los nutrientes del suelo para asegurar que el árbol tenga todo lo que necesita para un desarrollo saludable, un sistema inmunológico fuerte y una coloración óptima del follaje. Un exceso de fertilizante, especialmente uno con un alto contenido de nitrógeno, puede ser muy perjudicial. Provoca un crecimiento vegetativo rápido y débil, con entrenudos largos y hojas que pueden ser más grandes de lo normal pero también más flácidas y vulnerables al viento, las plagas y las enfermedades. Además, este crecimiento forzado a menudo se traduce en colores otoñales menos intensos y vibrantes.

Antes de decidir fertilizar, es crucial evaluar la salud general de tu árbol y la calidad de tu suelo. ¿El árbol muestra un crecimiento constante y saludable cada año? ¿Las hojas tienen un buen color (según la variedad) durante la temporada de crecimiento? Si la respuesta a estas preguntas es sí, y si enriqueces tu suelo anualmente con compost, es muy probable que no necesites añadir ningún fertilizante sintético. La fertilización solo debe considerarse si el árbol muestra signos de deficiencia de nutrientes, como un crecimiento muy lento o atrofiado, o un follaje descolorido o amarillento (clorosis) que no se deba a otras causas como un mal drenaje o un pH incorrecto.

Si determinas que tu arce necesita un aporte de nutrientes, el momento de la aplicación es clave para que sea efectivo y no perjudicial. El período ideal para fertilizar es a principios de la primavera, justo cuando las yemas comienzan a hincharse y el árbol inicia su ciclo de crecimiento anual. Esto proporciona al árbol el impulso que necesita para desarrollar su nuevo follaje y brotes. Evita terminantemente fertilizar a finales del verano o en otoño, ya que esto podría estimular un nuevo crecimiento tierno que no tendría tiempo de madurar y endurecerse antes de las primeras heladas, lo que resultaría en daños significativos por el frío.

Elección del fertilizante adecuado

Cuando se trata de seleccionar un fertilizante para tu arce japonés, la mejor opción es un producto granulado de liberación lenta y equilibrado. Estos fertilizantes liberan sus nutrientes gradualmente a lo largo de varios meses, proporcionando una alimentación constante y suave que imita la descomposición natural de la materia orgánica. Busca una fórmula con una proporción de NPK (Nitrógeno-Fósforo-Potasio) equilibrada, como 10-10-10 o 14-14-14, o una formulada específicamente para árboles y arbustos. Es aún mejor si el fertilizante también contiene micronutrientes esenciales como hierro, manganeso y zinc.

Debes evitar los fertilizantes de liberación rápida y alto contenido de nitrógeno, como los que se utilizan comúnmente para el césped. Estos productos proporcionan una ráfaga de nitrógeno que puede quemar las raíces sensibles del arce japonés y promover el crecimiento débil y descontrolado que hemos mencionado anteriormente. Si tu suelo tiene un pH neutro o ligeramente alcalino, considera el uso de un fertilizante diseñado para plantas acidófilas (como las azaleas o rododendros). Estos fertilizantes suelen contener azufre para ayudar a acidificar ligeramente el suelo, mejorando así la disponibilidad de nutrientes para el arce.

La cantidad de fertilizante a aplicar es extremadamente importante. Lee y sigue siempre las instrucciones de la etiqueta del producto. Como regla general, es mejor aplicar menos de la dosis recomendada que excederse. La cantidad necesaria suele basarse en el tamaño del árbol, a menudo medida por el diámetro del tronco o la extensión de la copa. Una sobredosis de fertilizante puede causar una acumulación de sales en el suelo, lo que «quema» las raíces y provoca que los bordes de las hojas se sequen y se vuelvan marrones, un síntoma que puede confundirse fácilmente con la falta de agua.

La forma correcta de aplicar un fertilizante granulado es esparciéndolo de manera uniforme sobre la superficie del suelo, comenzando a unos 15-20 centímetros del tronco y extendiéndose hasta un poco más allá de la línea de goteo (el borde exterior de la copa). No concentres el fertilizante cerca del tronco, ya que las raíces absorbentes más activas se encuentran en la periferia del sistema radicular. Después de aplicar el granulado, rastrilla ligeramente para incorporarlo a la capa superior del suelo y riega abundantemente. El riego es esencial para activar el fertilizante y ayudar a que los nutrientes comiencen a penetrar hacia la zona de las raíces.

Alternativas orgánicas y naturales

Para muchos entusiastas del arce japonés, las enmiendas orgánicas son la forma preferida de nutrir sus árboles, ya que ofrecen un enfoque más holístico y suave. El compost de alta calidad es el mejor amigo de tu arce. Aplicar una capa de 2 a 5 centímetros de compost bien descompuesto alrededor de la base del árbol cada primavera es una forma excelente de proporcionar una amplia gama de nutrientes de liberación lenta. Además de alimentar al árbol, el compost mejora la estructura del suelo, aumenta su capacidad de retención de agua, fomenta la actividad microbiana beneficiosa y ayuda a mantener un pH ligeramente ácido.

El humus de lombriz es otra enmienda orgánica fantástica, considerada por muchos como uno de los mejores acondicionadores de suelo disponibles. Es increíblemente rico en nutrientes fácilmente asimilables y en microorganismos beneficiosos. Puedes mezclarlo con el compost o aplicarlo como una capa superficial alrededor del árbol. Otros abonos orgánicos como el estiércol bien compostado (nunca fresco), la harina de huesos (rica en fósforo para el desarrollo de las raíces) o la emulsión de pescado (aplicada diluida y con moderación) también pueden ser beneficiosos si se usan correctamente.

El mantillo (mulch) orgánico, aunque su función principal es conservar la humedad y regular la temperatura del suelo, también contribuye a la nutrición del árbol. A medida que materiales como la corteza de pino triturada, las hojas secas o el compost se descomponen, liberan lentamente nutrientes en el suelo. Este proceso natural y gradual alimenta al suelo, que a su vez alimenta al árbol. Renovar la capa de mantillo cada año no solo mantiene sus beneficios protectores, sino que también asegura este suministro continuo y sutil de materia orgánica.

Una de las grandes ventajas de utilizar enmiendas orgánicas en lugar de fertilizantes sintéticos es que es prácticamente imposible «quemar» o sobrealimentar tu árbol. Los nutrientes se liberan lentamente a medida que los microorganismos del suelo descomponen la materia orgánica, poniéndolos a disposición del árbol de una manera mucho más natural. Este método se centra en construir un suelo vivo y saludable, que es la base para tener un árbol fuerte, resistente y hermoso a largo plazo.

Identificación de deficiencias nutricionales

Aunque es más común el problema de la sobrefertilización, en ocasiones un arce japonés puede mostrar signos de una deficiencia de nutrientes. El síntoma más común es la clorosis, que generalmente indica una deficiencia de hierro o manganeso. La clorosis se manifiesta como un amarilleamiento de las hojas, mientras que las venas permanecen verdes. Este problema es más frecuente en suelos con un pH demasiado alto (alcalino), ya que aunque los nutrientes pueden estar presentes en el suelo, la alcalinidad los «bloquea», impidiendo que las raíces del árbol los absorban.

Si observas clorosis, el primer paso no es añadir más fertilizante, sino comprobar el pH del suelo. Si el pH es superior a 7.0, deberás tomar medidas para acidificarlo. Aplicar azufre elemental al suelo es una solución a largo plazo, mientras que el uso de sulfato de hierro o sulfato de amonio puede proporcionar una solución más rápida. La aplicación de un fertilizante para plantas acidófilas también ayudará. En casos severos, se pueden utilizar pulverizaciones foliares de hierro quelado, que son absorbidas directamente por las hojas, para un reverdecimiento rápido, aunque esto es una solución temporal que no aborda el problema de fondo en el suelo.

Una deficiencia de nitrógeno se manifestará como un crecimiento general lento y raquítico, con hojas pequeñas y de un color verde pálido o amarillento en toda la planta, no solo entre las venas. Las hojas más viejas, en la parte inferior del árbol, suelen ser las primeras en mostrar estos síntomas. En este caso, una aplicación equilibrada de un fertilizante de liberación lenta en primavera puede ser muy beneficiosa. Sin embargo, asegúrate siempre de que el problema no sea un mal drenaje, ya que un suelo encharcado también puede causar un amarilleamiento generalizado de las hojas.

Otras deficiencias son menos comunes. Una falta de fósforo puede a veces causar un tinte violáceo en las hojas, mientras que una deficiencia de potasio puede provocar que los bordes de las hojas se vuelvan amarillos o marrones. Sin embargo, estos síntomas pueden ser causados por muchos otros factores de estrés. Por ello, antes de diagnosticar una deficiencia específica y tratar de corregirla, es fundamental asegurarse de que todos los demás aspectos del cuidado del árbol —riego, drenaje, exposición al sol y pH del suelo— sean los correctos, ya que estos son los culpables más probables de la mayoría de los problemas.

Fertilización de arces en maceta

Los arces japoneses cultivados en macetas tienen requisitos de fertilización distintos a los de sus homólogos en el jardín. El sustrato de la maceta tiene un volumen limitado de nutrientes, y el riego regular y necesario para las plantas en contenedor tiende a lixiviar o arrastrar los nutrientes fuera del sustrato con el tiempo. Por esta razón, los arces en maceta generalmente requieren una fertilización más regular para mantenerse sanos y vigorosos, aunque la regla de «menos es más» sigue siendo aplicable.

Una excelente opción para los arces en maceta es incorporar un fertilizante granulado de liberación lenta en la capa superior del sustrato al comienzo de la primavera. Esto proporcionará una base de nutrientes durante varios meses. Sigue las instrucciones del fabricante para la dosis correcta según el tamaño de la maceta. Además de esto, puedes complementar con un fertilizante líquido equilibrado, diluido a la mitad de la concentración recomendada, aplicado cada cuatro a seis semanas durante la temporada de crecimiento activo (de primavera a mediados de verano).

Es crucial detener cualquier tipo de fertilización líquida hacia el final del verano. Al igual que con los árboles en el suelo, fertilizar demasiado tarde en la temporada puede estimular un crecimiento tierno que será dañado por las heladas. El árbol necesita tiempo para prepararse para la dormancia invernal, y la fertilización tardía interfiere con este proceso natural. La última aplicación de fertilizante líquido no debería ser más tarde de finales de julio o principios de agosto, dependiendo de tu clima.

Cada dos o tres años, cuando trasplantes tu arce a una maceta ligeramente más grande, tendrás la oportunidad de renovar completamente su sustrato. Este es el mejor momento para proporcionar una nueva fuente de nutrientes. Utiliza una mezcla de alta calidad para macetas que contenga compost y un fertilizante de liberación lenta ya incorporado. Este nuevo sustrato proporcionará todo lo que el árbol necesita durante al menos la primera temporada en su nueva maceta, por lo que es posible que no necesites fertilizar adicionalmente ese año, aparte de renovar el abono de liberación lenta la primavera siguiente.

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