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Las necesidades nutricionales y el abonado de la pasiflora

Linden · 17.06.2025.

Para que una pasiflora muestre su máximo esplendor, con un crecimiento vigoroso y una floración espectacular, no solo necesita agua y sol, sino también una nutrición adecuada y equilibrada. Al ser una planta de crecimiento rápido y muy productiva, sus demandas de nutrientes son considerables, especialmente durante la temporada de primavera y verano. Un abonado correcto es la clave para reponer los elementos que la planta extrae del suelo, garantizando que tenga la energía necesaria para desarrollar sus complejas y hermosas flores. En este artículo profesional, nos sumergiremos en el mundo de la fertilización de la pasiflora, desgranando qué nutrientes necesita, qué tipo de abonos son los más adecuados y cómo establecer un calendario de aplicación para evitar tanto las carencias como los excesos. Un plan de nutrición bien diseñado es la diferencia entre una planta que simplemente sobrevive y una que realmente prospera.

La fertilización no debe verse como una solución a todos los problemas, sino como un complemento a un buen cuidado general. Un sustrato de calidad, un riego adecuado y una ubicación correcta son la base sobre la que actúa el abonado. De nada sirve aplicar el mejor fertilizante si las raíces de la planta están podridas por exceso de riego o si no recibe suficiente luz para procesar esos nutrientes. Por tanto, considera la nutrición como una pieza más dentro del rompecabezas que conforma el cuidado integral de tu pasiflora.

Entender los «gustos» de la pasiflora en cuanto a nutrientes te permitirá tomar decisiones más acertadas. No todos los fertilizantes son iguales, y elegir uno con la proporción correcta de macronutrientes (nitrógeno, fósforo y potasio) y micronutrientes es fundamental. Aprenderás a interpretar el lenguaje de la planta a través de sus hojas, que a menudo nos dan pistas claras sobre posibles deficiencias nutricionales que podemos corregir con una fertilización dirigida.

En las siguientes secciones, abordaremos en detalle los nutrientes esenciales, los tipos de fertilizantes que puedes encontrar en el mercado, cómo y cuándo aplicarlos, y cómo diagnosticar y solucionar los problemas nutricionales más comunes. Con esta información, estarás perfectamente equipado para diseñar un programa de abonado que impulse a tu pasiflora a alcanzar su máximo potencial, recompensándote con un espectáculo de flores y follaje que será la envidia de tu jardín.

Nutrientes esenciales para la pasiflora

La nutrición de las plantas se basa en un conjunto de elementos químicos que son vitales para su desarrollo. Estos se dividen en macronutrientes, que la planta necesita en grandes cantidades, y micronutrientes, necesarios en cantidades mucho más pequeñas pero igualmente esenciales. Los tres macronutrientes principales, que verás representados por las siglas N-P-K en los envases de fertilizantes, son el Nitrógeno (N), el Fósforo (P) y el Potasio (K). Cada uno de ellos desempeña un papel crucial y específico en el ciclo de vida de la pasiflora.

El Nitrógeno (N) es el motor del crecimiento vegetativo. Es un componente fundamental de la clorofila, la molécula que permite a la planta realizar la fotosíntesis y que le da su color verde. Por tanto, un suministro adecuado de nitrógeno es esencial para el desarrollo de tallos fuertes y un follaje abundante y de un verde intenso. Sin embargo, un exceso de nitrógeno puede ser contraproducente, ya que estimularía un crecimiento exuberante de hojas en detrimento de la producción de flores.

El Fósforo (P) juega un papel vital en la transferencia de energía dentro de la planta. Es fundamental para el desarrollo de un sistema de raíces sano y robusto, y también está directamente implicado en la formación de flores, frutos y semillas. Un buen aporte de fósforo al inicio de la temporada de crecimiento ayuda a la planta a establecerse bien y prepara el terreno para una futura floración abundante. Su deficiencia puede manifestarse en un crecimiento raquítico y una coloración purpúrea en las hojas.

El Potasio (K) es a menudo llamado el «nutriente de la calidad». Regula numerosos procesos fisiológicos, como la apertura y cierre de los estomas (los poros de las hojas), lo que influye en la gestión del agua. Además, el potasio fortalece los tejidos de la planta, haciéndola más resistente a las enfermedades, a las plagas y al estrés ambiental, como la sequía o las temperaturas extremas. Un fertilizante rico en potasio es especialmente beneficioso durante la fase de floración, ya que mejora la calidad, el color y el tamaño de las flores.

Tipos de fertilizantes recomendados

En el mercado encontrarás una amplia variedad de fertilizantes, que se pueden clasificar en orgánicos y químicos, y también según su formato (líquidos, granulados o de liberación lenta). Para la pasiflora, una combinación de diferentes tipos a lo largo del año suele dar los mejores resultados. Los fertilizantes orgánicos, como el compost, el humus de lombriz o el estiércol, no solo aportan nutrientes de forma gradual, sino que también mejoran la estructura del suelo, su capacidad de retención de agua y la actividad microbiana beneficiosa. Incorporar compost al sustrato en el momento de la plantación o como acolchado anual es una práctica excelente.

Los fertilizantes químicos o minerales, por otro lado, ofrecen nutrientes en una forma que la planta puede absorber de manera inmediata. Los fertilizantes líquidos son especialmente útiles durante la temporada de crecimiento, ya que se diluyen en el agua de riego y llegan rápidamente a las raíces. Para la pasiflora, busca un fertilizante líquido para plantas de flor o para tomates, que suelen tener un contenido más alto en potasio (K) y más bajo en nitrógeno (N). Una fórmula equilibrada como un 10-15-20 (N-P-K) sería una buena opción para promover la floración sin un crecimiento vegetativo excesivo.

Los fertilizantes granulados de liberación lenta son otra opción muy práctica, especialmente para las plantas en el jardín o para jardineros que prefieren una solución de bajo mantenimiento. Estos gránulos se mezclan con la capa superficial del sustrato al principio de la primavera y liberan sus nutrientes de forma gradual a lo largo de varios meses, cada vez que se riega la planta. Esto proporciona un suministro constante de alimento sin el riesgo de «quemar» las raíces por una aplicación excesiva. Lee siempre la etiqueta del producto para saber la duración de su efecto y cuándo es necesario reaplicar.

Además de los fertilizantes completos, a veces puede ser necesario utilizar abonos específicos para corregir carencias concretas. Por ejemplo, si observas signos de clorosis férrica (hojas amarillas con nervios verdes), una aplicación de quelato de hierro puede solucionar el problema rápidamente. El uso de bioestimulantes a base de algas marinas también puede ser beneficioso, ya que aportan micronutrientes y hormonas vegetales que ayudan a la planta a superar períodos de estrés y a mejorar su salud general.

Calendario de fertilización: cuándo y con qué frecuencia

El calendario de abonado debe estar sincronizado con el ciclo de crecimiento de la pasiflora. La fertilización debe comenzar en primavera, cuando la planta reanuda su crecimiento activo después del reposo invernal. Un buen punto de partida es aplicar una capa de compost o humus de lombriz alrededor de la base de la planta. Esto proporcionará una fuente de nutrientes de liberación lenta que estará disponible para la planta a medida que los necesite. Este abonado de fondo es la base de un buen programa de nutrición.

A partir de mediados de la primavera y durante todo el verano, que es el período de máximo crecimiento y floración, es el momento de aplicar un fertilizante más potente. Si utilizas un fertilizante líquido equilibrado y rico en potasio, la frecuencia de aplicación suele ser de cada 2 a 3 semanas. Diluye siempre el fertilizante en el agua de riego siguiendo las dosis recomendadas por el fabricante. Es preferible quedarse un poco corto en la dosis que excederse, ya que una sobredosis de sales minerales puede dañar gravemente las raíces.

Es crucial regar siempre la planta con agua limpia antes de aplicar el fertilizante líquido. Abonar sobre un sustrato seco puede causar quemaduras químicas en las raíces. El riego previo asegura que las raíces estén hidratadas y el sustrato húmedo, lo que permite que la solución fertilizante se distribuya de manera uniforme y se absorba de forma más segura. Esta simple precaución puede prevenir muchos problemas relacionados con la fertilización.

A medida que se acerca el otoño, debes empezar a reducir la frecuencia del abonado. A partir de finales de agosto o principios de septiembre, puedes espaciar las aplicaciones a una vez al mes. A mediados del otoño, suspende por completo la fertilización. Continuar abonando en esta época estimularía un crecimiento nuevo y débil que no tendría tiempo de madurar antes de la llegada del frío, haciéndolo extremadamente vulnerable a las heladas. Durante el invierno, la planta está en reposo y no debe ser fertilizada en absoluto.

Cómo interpretar las carencias nutricionales

Las hojas de la pasiflora son un excelente indicador de su estado nutricional y pueden mostrar síntomas visuales claros cuando falta algún nutriente esencial. Una de las deficiencias más comunes es la de nitrógeno. Se manifiesta con un amarilleamiento general de las hojas, comenzando por las más viejas y bajas de la planta. Las hojas se vuelven de un color verde pálido y luego completamente amarillas, y el crecimiento general de la planta se ve ralentizado. Una aplicación de un fertilizante equilibrado o uno rico en nitrógeno suele corregir este problema.

La deficiencia de potasio puede ser más sutil. A menudo, los primeros síntomas aparecen como un amarilleamiento o necrosis (tejido muerto y marrón) en los bordes y las puntas de las hojas más viejas. La planta puede mostrarse menos resistente a las enfermedades y la floración puede ser de mala calidad, con flores más pequeñas o que no llegan a abrirse completamente. Un fertilizante específico para floración, con un alto contenido en potasio, es la solución más adecuada en este caso.

La clorosis férrica es otra carencia habitual, especialmente en suelos con un pH alcalino. Se caracteriza por un patrón muy distintivo: las hojas jóvenes se vuelven amarillas o de un color verde muy pálido, pero los nervios de la hoja permanecen de un color verde oscuro. Esto ocurre porque el hierro es inmóvil dentro de la planta, por lo que los síntomas aparecen primero en los nuevos crecimientos. La aplicación de quelato de hierro, que es una forma de hierro fácilmente asimilable por la planta, es la forma más rápida y efectiva de corregir esta deficiencia.

Es importante diferenciar los síntomas de una carencia nutricional de los causados por otros problemas, como el exceso de riego, enfermedades o plagas, que a veces pueden ser similares. Antes de aplicar un fertilizante corrector, revisa siempre las condiciones generales de cultivo. Asegúrate de que el drenaje es bueno, el riego es el adecuado y no hay presencia de insectos. A veces, la incapacidad de la planta para absorber nutrientes no se debe a su falta en el suelo, sino a un problema en las raíces.

Errores comunes en el abonado y cómo evitarlos

Uno de los errores más frecuentes es la sobrefertilización. En el afán de conseguir un crecimiento rápido y muchas flores, muchos jardineros tienden a aplicar más fertilizante de lo recomendado o con mayor frecuencia. Esto es muy peligroso, ya que el exceso de sales minerales en el sustrato puede «quemar» las raíces, causando daños irreversibles. Los síntomas de la sobrefertilización incluyen hojas con los bordes quemados y marrones, marchitamiento repentino de la planta incluso con el sustrato húmedo y una costra blanquecina de sales en la superficie del sustrato. Para evitarlo, sigue siempre las instrucciones del fabricante y recuerda la regla de «menos es más».

Otro error común es fertilizar en el momento equivocado. Como ya se ha mencionado, abonar una planta durante su período de reposo invernal es inútil y perjudicial. Del mismo modo, no se debe fertilizar una planta que está estresada, ya sea por una sequía extrema, un encharcamiento, una enfermedad o un trasplante reciente. Una planta estresada no está en condiciones de procesar los nutrientes, y el abono solo añadirá más estrés al sistema. Espera siempre a que la planta se haya recuperado y muestre signos de crecimiento activo antes de reanudar la fertilización.

Utilizar un fertilizante con una proporción incorrecta de nutrientes es otro tropiezo habitual. Por ejemplo, aplicar un fertilizante con un alto contenido de nitrógeno durante toda la temporada puede dar como resultado una pasiflora espectacularmente frondosa, con un mar de hojas verdes, pero con muy pocas o ninguna flor. Es esencial cambiar a un abono rico en fósforo y potasio antes y durante la temporada de floración para estimular la producción de yemas florales. Elegir el producto adecuado para cada etapa del ciclo de la planta es fundamental.

Finalmente, descuidar los micronutrientes puede limitar el potencial de la planta. Aunque se necesitan en pequeñas cantidades, la falta de elementos como el hierro, el magnesio o el manganeso puede causar problemas serios. Utilizar un fertilizante completo que incluya un espectro de micronutrientes o complementar la nutrición con productos orgánicos como el humus de lombriz o extractos de algas, que son ricos en estos elementos, es una buena estrategia para asegurar una nutrición completa y equilibrada.

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