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Las necesidades de nutrientes y la fertilización del dondiego de noche

Daria · 15.04.2025.

Para que el dondiego de noche despliegue su máximo potencial, ofreciendo un follaje exuberante y una profusión de flores coloridas y fragantes, es esencial atender a sus necesidades nutricionales. Aunque es una planta bastante adaptable que puede sobrevivir en suelos pobres, una fertilización adecuada y oportuna marcará la diferencia entre una planta mediocre y un espécimen espectacular. Un plan de nutrición bien equilibrado proporciona los elementos básicos que la planta necesita para construir sus tejidos, realizar la fotosíntesis y, lo más importante, producir esa maravillosa exhibición floral nocturna. En este artículo, profundizaremos en los nutrientes clave, el tipo de fertilizante más adecuado y el calendario de aplicación para mantener tu Mirabilis jalapa en su mejor forma.

El dondiego de noche, como todas las plantas, requiere una gama de macronutrientes y micronutrientes para un crecimiento saludable. Los tres macronutrientes principales, que se encuentran en las etiquetas de los fertilizantes como N-P-K, son el nitrógeno (N), el fósforo (P) y el potasio (K). El nitrógeno es fundamental para el desarrollo del follaje verde y frondoso. El fósforo juega un papel vital en el desarrollo de las raíces y, crucialmente, en la producción de flores y semillas. El potasio contribuye a la salud general de la planta, fortaleciendo su resistencia a las enfermedades y al estrés ambiental. Un equilibrio adecuado entre estos tres elementos es la clave para un dondiego de noche vigoroso.

Aunque no es considerada una planta «hambrienta» o de alta exigencia, responde muy positivamente a un enriquecimiento del suelo. La mejor estrategia comienza antes incluso de plantar, incorporando abundante materia orgánica, como compost o estiércol bien curado, en el lecho de siembra. La materia orgánica no solo aporta una liberación lenta y constante de nutrientes, sino que también mejora la estructura del suelo, su capacidad de retención de agua y la actividad microbiana beneficiosa. Esta preparación inicial crea una base fértil que sostendrá a la planta durante gran parte de la temporada.

La necesidad de fertilización suplementaria dependerá en gran medida de la calidad inicial de tu suelo. En suelos muy ricos y bien preparados, es posible que el dondiego de noche necesite muy poca o ninguna fertilización adicional durante la temporada. Sin embargo, en suelos más pobres, arenosos o en plantas cultivadas en macetas donde los nutrientes se agotan más rápidamente, las aplicaciones regulares de fertilizante serán necesarias para mantener un rendimiento óptimo. Observar la planta es fundamental: un follaje pálido o un crecimiento lento son señales claras de que puede necesitar un impulso nutricional.

Es importante evitar la sobre-fertilización, que puede ser tan perjudicial como la falta de nutrientes. Un exceso de nitrógeno, por ejemplo, estimulará un crecimiento vegetativo exuberante, produciendo un arbusto grande y frondoso pero con muy pocas flores. Además, una alta concentración de sales de fertilizantes en el suelo puede «quemar» las raíces, dañando la capacidad de la planta para absorber agua y nutrientes. Por ello, es siempre recomendable seguir las dosis indicadas en el envase del producto o incluso utilizar una solución un poco más diluida para estar del lado seguro.

La elección del fertilizante adecuado

A la hora de seleccionar un fertilizante para el dondiego de noche, una opción segura y eficaz es un fertilizante equilibrado de uso general. Busca un producto cuya fórmula N-P-K tenga números similares, como 10-10-10 o 14-14-14. Estos fertilizantes proporcionan una cantidad igual de los tres macronutrientes principales, asegurando que la planta reciba todo lo que necesita para el crecimiento del follaje, el desarrollo de las raíces y la producción de flores. Este tipo de fertilizante se puede encontrar en formato granulado de liberación lenta o en formato líquido soluble en agua.

Si tu objetivo principal es maximizar la floración, puedes optar por un fertilizante con un mayor contenido de fósforo (el segundo número en la fórmula N-P-K). Los fertilizantes comercializados como «potenciadores de la floración» o «para plantas con flor» suelen tener fórmulas como 5-10-5 o 15-30-15. El fósforo adicional estimula directamente la formación de capullos florales, lo que puede resultar en una exhibición más abundante y duradera. Sin embargo, es importante usar estos productos con moderación, ya que un exceso de fósforo también puede ser perjudicial para el suelo a largo plazo.

Tanto los fertilizantes sintéticos como los orgánicos son opciones viables. Los fertilizantes sintéticos ofrecen nutrientes en una forma que está inmediatamente disponible para la planta, lo que los hace de acción rápida y efectivos para corregir deficiencias rápidamente. Por otro lado, los fertilizantes orgánicos, como la emulsión de pescado, la harina de huesos o el té de compost, liberan los nutrientes de forma más lenta a medida que se descomponen en el suelo. Estos no solo alimentan a la planta, sino que también mejoran la salud y la estructura del suelo a largo plazo, fomentando un ecosistema de jardín más sostenible.

Para las plantas cultivadas en macetas, los fertilizantes líquidos solubles en agua suelen ser la opción más práctica. El sustrato de las macetas tiene un volumen limitado y los nutrientes se lixivian o se agotan con cada riego, por lo que las aplicaciones líquidas y regulares (por ejemplo, cada 2-4 semanas) aseguran un suministro constante de alimento. Para las plantas en el jardín, los fertilizantes granulados de liberación lenta son muy convenientes, ya que una sola aplicación puede nutrir a la planta durante varias semanas o incluso meses, reduciendo la frecuencia de las tareas de mantenimiento.

El calendario de fertilización

El momento de la aplicación del fertilizante es tan crucial como el tipo de producto utilizado. Un calendario bien planificado asegura que la planta reciba los nutrientes cuando más los necesita, coincidiendo con sus fases de crecimiento activo. La primera aplicación de fertilizante debe realizarse en primavera, después de plantar los tubérculos o cuando las plántulas jóvenes han desarrollado varios pares de hojas verdaderas. Un fertilizante de arranque equilibrado en este momento proporcionará la energía necesaria para un establecimiento fuerte y un crecimiento inicial vigoroso.

Una vez que la planta está establecida y comienza a crecer activamente, se puede iniciar un programa de fertilización regular. Para la mayoría de las situaciones, aplicar un fertilizante equilibrado una vez al mes durante la temporada de crecimiento (desde finales de primavera hasta finales del verano) es suficiente. Si estás utilizando un fertilizante líquido soluble en agua, es posible que necesites aplicarlo con más frecuencia, como cada dos o tres semanas, pero en una concentración más diluida. Sigue siempre las recomendaciones del fabricante para la dosis y la frecuencia.

Es importante observar la respuesta de la planta a la fertilización. Si la planta muestra un crecimiento saludable, un color verde intenso y una floración constante, tu programa de fertilización es probablemente el adecuado. Si notas que el follaje se vuelve demasiado exuberante y las flores escasean, podría ser una señal de exceso de nitrógeno, en cuyo caso deberías cambiar a un fertilizante con menos nitrógeno y más fósforo, o reducir la frecuencia de las aplicaciones. La jardinería es un proceso de observación y ajuste continuo.

A medida que se acerca el otoño, es fundamental reducir y finalmente detener la fertilización. La última aplicación debe realizarse a finales del verano o principios del otoño. Continuar fertilizando en otoño estimularía un nuevo crecimiento tierno que no tendría tiempo de endurecerse antes de la llegada de las primeras heladas, haciéndolo vulnerable a los daños por frío. Permitir que la planta se ralentice de forma natural la ayuda a prepararse para su período de latencia invernal, ya sea en el suelo en climas cálidos o para el almacenamiento de los tubérculos en climas fríos.

Reconociendo las deficiencias nutricionales

Aprender a reconocer los signos de deficiencias de nutrientes puede ayudarte a diagnosticar y corregir problemas antes de que afecten gravemente a la salud de tu dondiego de noche. Una de las deficiencias más comunes es la de nitrógeno. Se manifiesta como un amarillamiento general de las hojas, comenzando por las más viejas (las inferiores), ya que el nitrógeno es un nutriente móvil y la planta lo traslada de las hojas viejas a las nuevas. Además del amarillamiento, el crecimiento de la planta será lento y raquítico.

Una deficiencia de fósforo puede ser más sutil. A menudo se presenta como un crecimiento atrofiado y un color verde oscuro apagado en las hojas, que a veces pueden adquirir tonos púrpuras. El síntoma más evidente de la falta de fósforo es una floración escasa o inexistente. Si tu planta tiene un follaje aparentemente sano pero no produce flores, una falta de fósforo podría ser la causa. La aplicación de un fertilizante rico en fósforo o harina de huesos puede ayudar a corregir este problema.

La deficiencia de potasio también afecta a la salud general de la planta. Un síntoma característico es el amarillamiento o quemado de los bordes y las puntas de las hojas más viejas, mientras que el centro de la hoja permanece verde. La planta puede ser más débil y más susceptible a enfermedades. El potasio es crucial para la regulación del agua y la resistencia al estrés, por lo que una deficiencia puede hacer que la planta se marchite más fácilmente durante los días calurosos.

Además de los macronutrientes, la falta de micronutrientes como el hierro también puede causar problemas. La clorosis férrica se manifiesta como un amarillamiento de las hojas nuevas, mientras que los nervios de las hojas permanecen verdes, creando un patrón reticulado distintivo. Este problema es más común en suelos alcalinos (con un pH alto), ya que el pH elevado dificulta la absorción del hierro por parte de la planta. La corrección puede implicar la aplicación de quelatos de hierro y la acidificación gradual del suelo.

El papel de la materia orgánica

Más allá de los fertilizantes químicos, no se puede subestimar la importancia de la materia orgánica en la nutrición del dondiego de noche. El compost, el estiércol, el humus de lombriz y otros materiales orgánicos son la piedra angular de un suelo fértil y saludable. Actúan como un fertilizante de liberación lenta, proporcionando un espectro completo de macro y micronutrientes de forma gradual a medida que se descomponen por la acción de los microorganismos del suelo. Esta liberación lenta previene las quemaduras de raíces y asegura un suministro constante de alimento.

Incorporar compost en el suelo antes de plantar es la mejor manera de empezar. Sin embargo, también se puede aplicar materia orgánica como un aderezo superficial (top dressing) alrededor de las plantas establecidas durante la temporada de crecimiento. Simplemente esparce una capa de 2-3 centímetros de compost sobre la base de la planta y deja que la lluvia y los riegos lo incorporen lentamente en el suelo. Esta práctica no solo nutre la planta, sino que también mejora la estructura del suelo, aumenta su capacidad de retención de agua y fomenta una vida microbiana saludable.

El uso de mantillo orgánico, como corteza triturada, paja u hojas secas, también contribuye a la nutrición del suelo. A medida que el mantillo se descompone lentamente en la superficie, libera nutrientes que se filtran hacia la zona de las raíces. Al mismo tiempo, el mantillo ayuda a conservar la humedad, suprime las malas hierbas y modera la temperatura del suelo. Un suelo sano y vivo, rico en materia orgánica, es la base para cultivar plantas sanas y resistentes que necesitan menos intervenciones y fertilizantes sintéticos.

Puedes complementar la nutrición orgánica con la creación de «tés» de compost o estiércol. Estos extractos líquidos se elaboran remojando compost o estiércol curado en agua durante uno o dos días, y luego se utiliza el líquido resultante para regar las plantas. Estos tés proporcionan una dosis de nutrientes y microorganismos beneficiosos de rápida absorción, actuando como un excelente tónico para las plantas. La integración de prácticas orgánicas en tu rutina de fertilización creará un jardín más resiliente y sostenible.

📷 そらみみCC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons

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