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Las necesidades de nutrientes y la fertilización de la lantana

Daria · 11.04.2025.

Una nutrición adecuada es esencial para que tu lantana alcance su máximo potencial, desarrollando un follaje denso y, lo más importante, una floración espectacular y prolongada. Aunque la lantana es una planta relativamente rústica que puede sobrevivir en suelos pobres, un aporte equilibrado de nutrientes marcará la diferencia entre una planta que simplemente sobrevive y una que realmente prospera. Entender qué nutrientes necesita, cuándo y cómo aplicarlos te permitirá potenciar su vigor y la intensidad de sus colores. Sin embargo, es igualmente importante saber que un exceso de fertilizante puede ser contraproducente, por lo que encontrar el equilibrio perfecto es la clave del éxito.

La lantana no es una planta excesivamente exigente en cuanto a nutrientes, y de hecho, un exceso de abono puede ser perjudicial. Demasiado fertilizante, especialmente uno rico en nitrógeno, puede estimular un crecimiento exuberante del follaje en detrimento de la floración. Esto resulta en una planta grande y muy verde, pero con pocas o ninguna flor. Por lo tanto, el objetivo es proporcionar una nutrición equilibrada que fomente tanto un crecimiento saludable como una producción abundante de flores. La moderación es la palabra clave cuando se trata de fertilizar la lantana.

El mejor momento para comenzar a fertilizar es en primavera, cuando la planta reanuda su crecimiento activo después del reposo invernal. Un primer aporte de nutrientes al inicio de la temporada le dará el impulso necesario para desarrollar nuevos brotes y prepararse para la floración. A partir de ese momento, puedes establecer una pauta de fertilización regular durante toda la primavera y el verano, que es su periodo de máximo crecimiento y floración.

Hacia el final del verano y principios del otoño, es recomendable reducir y finalmente detener la fertilización. Continuar abonando en esta época podría estimular un nuevo crecimiento tierno que no tendría tiempo de madurar y endurecerse antes de la llegada del frío invernal. Estos brotes jóvenes y débiles serían muy susceptibles a los daños por las heladas, lo que podría comprometer la salud general de la planta. Dejar que la planta entre de forma natural en su periodo de latencia es la mejor preparación para el invierno.

Durante el invierno, la lantana no necesita ser fertilizada en absoluto. La planta está en un estado de reposo o crecimiento muy lento, por lo que no está consumiendo nutrientes activamente. Añadir fertilizante en esta etapa no solo sería un desperdicio, sino que también podría dañar las raíces al acumular sales en el sustrato frío y húmedo. Reanuda la fertilización únicamente cuando las temperaturas comiencen a subir de nuevo en la primavera siguiente y observes signos de nuevo crecimiento.

Tipos de fertilizantes recomendados

A la hora de elegir un fertilizante para tu lantana, tienes varias opciones, cada una con sus propias ventajas. Los fertilizantes líquidos equilibrados, como los que tienen una proporción N-P-K (Nitrógeno-Fósforo-Potasio) de 10-10-10 o 20-20-20, son una excelente opción. Se diluyen en agua y se aplican durante el riego, lo que permite que los nutrientes estén disponibles para la planta de forma inmediata. Es importante seguir siempre las instrucciones de dosificación del fabricante, o incluso usar una concentración un poco más diluida para evitar el riesgo de sobrefertilización.

Otra opción muy práctica son los fertilizantes de liberación lenta. Estos vienen en forma de gránulos o varitas que se mezclan con el sustrato o se esparcen sobre la superficie al principio de la temporada de crecimiento. Estos fertilizantes liberan los nutrientes de forma gradual a lo largo de varios meses, cada vez que riegas. Su principal ventaja es que proporcionan una nutrición constante y equilibrada con una sola aplicación, lo que reduce el trabajo de mantenimiento y el riesgo de quemar las raíces por un exceso de abono puntual.

Los fertilizantes orgánicos, como el compost, el humus de lombriz o el estiércol bien descompuesto, son una alternativa fantástica y sostenible. Estos materiales no solo aportan una amplia gama de nutrientes de forma lenta y natural, sino que también mejoran la estructura del suelo, aumentando su capacidad para retener agua y nutrientes y fomentando la actividad microbiana beneficiosa. Puedes aplicar una capa de compost alrededor de la base de la planta en primavera o incorporarlo al sustrato al momento de la plantación.

Para potenciar la floración, puedes optar por un fertilizante específico para plantas con flor, que generalmente tiene un contenido más alto de fósforo (la ‘P’ en la fórmula N-P-K). El fósforo es un macronutriente clave para el desarrollo de flores, frutos y raíces. Utilizar un fertilizante con una fórmula tipo 5-10-5 o similar durante la temporada de floración puede ayudar a estimular la producción de más y más grandes capullos florales, asegurando un espectáculo de color continuo en tu jardín.

La fertilización de la lantana en maceta

Las lantanas cultivadas en macetas tienen unas necesidades de fertilización ligeramente diferentes a las plantadas en el jardín. El sustrato de una maceta tiene un volumen limitado y los nutrientes se agotan más rápidamente con los riegos frecuentes, que tienden a lavar los nutrientes fuera del contenedor. Por esta razón, las lantanas en maceta dependen completamente de ti para recibir la nutrición que necesitan y, por lo general, requieren una fertilización más regular que sus homólogas del jardín.

Para las plantas en maceta, el uso de un fertilizante líquido equilibrado aplicado cada dos o cuatro semanas durante la temporada de crecimiento es una estrategia muy efectiva. Diluye el fertilizante a la mitad de la concentración recomendada por el fabricante para evitar la acumulación de sales en el sustrato, lo cual puede dañar las raíces. Riega siempre la planta con agua normal antes de aplicar el fertilizante diluido; nunca abones una planta con el sustrato completamente seco, ya que esto podría quemar las raíces.

Los fertilizantes de liberación lenta también son una excelente opción para las macetas, ya que simplifican mucho el proceso. Incorpora los gránulos al sustrato al momento de plantar o trasplantar, o espárcelos sobre la superficie al inicio de la primavera. Una sola aplicación puede ser suficiente para toda la temporada, aunque en algunos casos puedes complementarla con alguna dosis ocasional de fertilizante líquido si notas que la planta muestra signos de deficiencia.

Es una buena práctica «lavar» el sustrato de las macetas de vez en cuando, especialmente si utilizas fertilizantes sintéticos. Este proceso, conocido como lixiviación, consiste en regar la maceta abundantemente con agua limpia, dejando que el agua fluya libremente por los agujeros de drenaje durante varios minutos. Esto ayuda a eliminar el exceso de sales acumuladas en el sustrato que pueden ser perjudiciales para las raíces. Realiza este lavado cada pocos meses para mantener el sustrato en óptimas condiciones.

Reconocimiento de deficiencias nutricionales

Aunque la lantana no es propensa a sufrir deficiencias nutricionales si se le proporciona un cuidado básico, saber reconocer los síntomas de la falta de nutrientes puede ayudarte a corregir el problema a tiempo. La deficiencia de nutrientes más común suele ser la de nitrógeno, que se manifiesta con un amarilleamiento general de las hojas, comenzando por las más viejas y bajas. La planta puede presentar un crecimiento débil y atrofiado.

Una deficiencia de fósforo puede afectar a la floración, que será escasa o inexistente. Además, las hojas pueden adquirir un tono verde oscuro apagado o incluso purpúreo. Por otro lado, la falta de potasio puede manifestarse con un amarilleamiento o quemadura en los bordes y puntas de las hojas más viejas. El potasio es importante para la resistencia general de la planta a las enfermedades y al estrés ambiental.

Las deficiencias de micronutrientes, como el hierro, también pueden ocurrir, especialmente en suelos muy alcalinos. La clorosis férrica se caracteriza por un amarilleamiento de las hojas más nuevas, mientras que los nervios de las hojas permanecen verdes. Si observas estos síntomas, una aplicación de un fertilizante que contenga micronutrientes o un tratamiento específico con quelato de hierro puede solucionar el problema.

Ante cualquier síntoma de deficiencia, el primer paso es asegurarse de que las condiciones de cultivo (riego, luz, drenaje) son las adecuadas, ya que el estrés por otros factores puede impedir que la planta absorba los nutrientes aunque estén presentes en el suelo. Si las condiciones son correctas, una aplicación de un fertilizante equilibrado suele ser suficiente para corregir la mayoría de las deficiencias y devolverle a la planta su vigor y color.

El papel del compost y la materia orgánica

Más allá de los fertilizantes comerciales, el uso de compost y materia orgánica es una de las mejores prácticas para nutrir tu lantana y mejorar la salud del suelo a largo plazo. El compost es un fertilizante natural completo que libera nutrientes de forma lenta y equilibrada, evitando los riesgos de la sobrefertilización. Aporta no solo los macronutrientes principales (N-P-K), sino también una amplia gama de micronutrientes esenciales para el crecimiento de la planta.

Incorporar compost al suelo antes de plantar mejora drásticamente su estructura. En suelos arcillosos, ayuda a separar las partículas, mejorando el drenaje y la aireación. En suelos arenosos, actúa como una esponja, mejorando la capacidad de retención de agua y nutrientes. Un suelo sano y bien estructurado permite que las raíces de la lantana crezcan fuertes y exploren un mayor volumen de tierra, lo que se traduce en una planta más saludable y resistente.

Aplicar una capa de compost como mantillo alrededor de la base de la planta cada primavera es una forma excelente de proporcionarle una nutrición continua durante toda la temporada. A medida que el compost se descompone, los nutrientes se van filtrando lentamente hacia el suelo con cada riego o lluvia. Además, esta capa de mantillo orgánico ayuda a suprimir las malas hierbas, a conservar la humedad del suelo y a proteger las raíces de las temperaturas extremas.

El compost también fomenta un ecosistema del suelo vivo y saludable. Alimenta a los microorganismos beneficiosos, como bacterias, hongos y lombrices, que son fundamentales para el ciclo de nutrientes y la salud general del suelo. Un suelo biológicamente activo es capaz de poner los nutrientes a disposición de las plantas de una forma mucho más eficiente. Utilizar compost es, por tanto, una estrategia integral que nutre a la planta y al suelo que la sustenta.

📷 Flickr / Szerző: Mauricio Mercadante / Licence: CC BY-NC-SA 2.0

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