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Las necesidades de nutrientes y la fertilización de la bacopa

Daria · 10.07.2025.

La bacopa es una planta que se caracteriza por un crecimiento extraordinariamente rápido y una floración exuberante y continua que se prolonga durante meses. Este impresionante despliegue de energía y vitalidad tiene un coste metabólico muy alto, lo que la convierte en una especie muy exigente en cuanto a nutrientes. El sustrato de una maceta, por muy rico que sea inicialmente, no puede proporcionar por sí solo el alimento necesario para sostener tal rendimiento a lo largo de toda la temporada. Por esta razón, un programa de fertilización regular y bien planificado no es simplemente una recomendación, sino un requisito indispensable para que la bacopa muestre todo su potencial y se mantenga saludable, vigorosa y llena de flores desde la primavera hasta el otoño.

Sin un aporte adecuado de nutrientes, la planta agotará rápidamente las reservas disponibles en el suelo. Los síntomas de esta carencia no tardarán en aparecer: el crecimiento se ralentizará, el tamaño de las hojas y las flores disminuirá, el follaje comenzará a perder su color verde intenso y a tornarse amarillento, y lo más notable, la producción de nuevas flores se reducirá drásticamente hasta detenerse casi por completo. La fertilización, por tanto, actúa como el combustible que mantiene en marcha el motor de la floración, reponiendo de forma constante los elementos que la planta consume a un ritmo vertiginoso.

Comprender qué nutrientes necesita la bacopa y en qué momento es fundamental para diseñar una estrategia de abonado eficaz. No se trata solo de aplicar un fertilizante cualquiera, sino de elegir el producto adecuado, con el equilibrio correcto de macro y micronutrientes, y de aplicarlo con la frecuencia y la dosis correctas. Un exceso de fertilización puede ser tan perjudicial como su ausencia, llegando a quemar las raíces y a causar un desequilibrio en la planta. La clave, como en muchos otros aspectos de la jardinería, reside en la moderación y la constancia.

Este artículo profundiza en el universo de la nutrición de la bacopa, detallando los nutrientes esenciales para su desarrollo, los diferentes tipos de fertilizantes disponibles y las mejores prácticas para su aplicación. Con esta guía, cualquier aficionado podrá proporcionar a sus plantas el alimento necesario para garantizar un espectáculo floral ininterrumpido, convirtiendo sus balcones y jardines en un verdadero oasis de color y vida.

Macronutrientes esenciales: N-P-K

El mundo de los fertilizantes se rige por tres letras fundamentales: N, P y K, que representan los tres macronutrientes primarios que las plantas necesitan en mayor cantidad: Nitrógeno (N), Fósforo (P) y Potasio (K). Cada uno de ellos cumple una función específica y vital en el desarrollo de la bacopa. Un fertilizante equilibrado para esta planta deberá contener estos tres elementos en una proporción adecuada para favorecer una floración abundante por encima de un crecimiento excesivo del follaje, que es lo que ocurriría con un exceso de nitrógeno.

El Nitrógeno (N) es el principal responsable del crecimiento vegetativo, es decir, del desarrollo de los tallos y las hojas. Es un componente esencial de la clorofila, la molécula que permite a la planta realizar la fotosíntesis, y por tanto, es crucial para tener un follaje verde y sano. Sin embargo, en una planta de flor como la bacopa, un exceso de nitrógeno puede ser contraproducente, ya que estimularía un crecimiento exuberante de las hojas en detrimento de la producción de flores. Por ello, los abonos para plantas de flor suelen tener un contenido de nitrógeno más moderado.

El Fósforo (P) juega un papel fundamental en la transferencia de energía dentro de la planta y es absolutamente crucial para el desarrollo de un sistema radicular fuerte y sano. Además, interviene directamente en los procesos de floración y fructificación. Un aporte adecuado de fósforo es lo que estimulará a la bacopa a producir una gran cantidad de capullos florales y a que estos se desarrollen correctamente. Una deficiencia de fósforo se manifiesta en un crecimiento pobre, hojas de un color verde oscuro apagado y, sobre todo, una floración escasa o nula.

El Potasio (K) es a menudo llamado el «nutriente de la calidad». Actúa como un regulador de múltiples procesos fisiológicos en la planta, como la apertura y cierre de los estomas, lo que influye en su resistencia a la sequía. Fortalece los tejidos celulares, haciendo a la planta más resistente a las enfermedades y a las plagas, y potencia la intensidad de los colores de las flores. Un buen nivel de potasio es esencial para la salud general de la bacopa y para que sus flores luzcan vibrantes y duren más tiempo.

Tipos de fertilizantes recomendados

Para satisfacer las altas demandas nutricionales de la bacopa, existen diferentes tipos de fertilizantes en el mercado, cada uno con sus propias características y modo de aplicación. La elección entre uno u otro dependerá de las preferencias del jardinero y de la etapa de desarrollo de la planta. Los más comunes y recomendables para la bacopa son los fertilizantes líquidos y los de liberación lenta, que pueden incluso usarse de forma combinada para obtener los mejores resultados.

Los fertilizantes líquidos específicos para plantas de flor son, quizás, la opción más popular y efectiva para la bacopa. Su principal ventaja es que los nutrientes están disponibles de forma inmediata para la planta, ya que se absorben rápidamente a través de las raíces junto con el agua de riego. Esto permite obtener resultados visibles en poco tiempo y ajustar la dosis y la frecuencia según las necesidades de la planta en cada momento. Suelen tener una formulación equilibrada, con un mayor contenido de fósforo y potasio, ideal para estimular la floración.

Los fertilizantes de liberación lenta, por otro lado, ofrecen una gran comodidad. Se presentan en forma de gránulos, conos o bastoncillos que se mezclan con el sustrato en el momento de la plantación o se entierran cerca de las raíces. Estos gránulos están recubiertos por una membrana semipermeable que va liberando los nutrientes de forma paulatina a lo largo de varias semanas o incluso meses, gracias a la acción de la humedad y la temperatura del suelo. Son una excelente opción como abonado de fondo, asegurando un suministro básico y constante de alimento a la planta.

También existen fertilizantes orgánicos, como el humus de lombriz, el guano o los extractos de algas. Estos abonos no solo aportan nutrientes, sino que también mejoran la estructura y la vida microbiológica del suelo, lo que a largo plazo es muy beneficioso para la salud de la planta. Se pueden usar como enmienda al preparar el sustrato o en forma líquida, aplicándolos con el riego. Aunque su efecto suele ser más lento que el de los fertilizantes minerales, son una excelente opción para un cultivo más sostenible y respetuoso con el medio ambiente.

Frecuencia y momento de la aplicación

Establecer una rutina de fertilización es clave para mantener a la bacopa en su máximo esplendor. El programa de abonado debe comenzar unas dos o tres semanas después de la plantación, una vez que la planta se ha aclimatado a su nuevo entorno y ha comenzado a desarrollar nuevas raíces. Fertilizar justo en el momento del trasplante no es recomendable, ya que las raíces están estresadas y podrían dañarse por el contacto directo con los nutrientes concentrados.

Si se utiliza un fertilizante líquido, la frecuencia de aplicación durante la temporada de crecimiento (primavera y verano) debe ser constante. Generalmente, se recomienda abonar cada 10 a 15 días. Es importante seguir siempre las instrucciones de dosificación del fabricante, ya que cada producto tiene una concentración diferente. Una buena práctica es disolver la cantidad recomendada de fertilizante en la regadera y aplicar esta solución sobre el sustrato previamente humedecido, para evitar que las sales del abono puedan quemar las raíces secas.

A medida que se acerca el otoño, y coincidiendo con la reducción de la frecuencia de riego, también se debe disminuir la frecuencia de la fertilización. El crecimiento de la planta se ralentiza y sus necesidades nutricionales descienden. Se puede pasar a abonar una vez cada tres o cuatro semanas. Al llegar el invierno, si la planta se va a conservar, se debe suspender por completo la fertilización hasta la llegada de la siguiente primavera. Fertilizar una planta en estado de dormancia es inútil y puede ser perjudicial.

En el caso de haber utilizado un fertilizante de liberación lenta en el momento de la plantación, este proporcionará nutrientes durante el periodo que indique el envase (generalmente de 3 a 6 meses). Esto reduce significativamente la necesidad de abonados frecuentes. Sin embargo, dado el apetito voraz de la bacopa, puede ser muy beneficioso complementar este abonado de fondo con algunas aplicaciones de fertilizante líquido durante los picos de máxima floración en verano, para darle un impulso extra de energía.

Cómo reconocer las carencias nutricionales

Observar el follaje de la bacopa es una excelente manera de diagnosticar posibles carencias de nutrientes. La planta nos habla a través del color y el estado de sus hojas. Una de las deficiencias más comunes es la de nitrógeno, que se manifiesta con un amarilleamiento generalizado de las hojas, empezando por las más viejas (las inferiores). Las hojas se vuelven de un color verde pálido y la planta muestra un crecimiento débil y raquítico.

La clorosis férrica es otro problema frecuente, sobre todo si se riega con agua muy dura. En este caso, las hojas nuevas (las de la parte superior de los tallos) son las que se vuelven amarillas, pero los nervios permanecen de color verde. Esto se debe a que el hierro, un micronutriente esencial para la síntesis de clorofila, no puede ser absorbido por la planta en un sustrato con un pH demasiado alto. La solución pasa por utilizar un quelato de hierro, un producto específico que hace que este mineral sea asimilable para la planta.

Una deficiencia de fósforo, como ya se mencionó, afecta directamente a la floración, que será escasa o inexistente. Además, las hojas pueden adquirir una tonalidad verde oscura apagada, a veces con tintes púrpuras. Por otro lado, la falta de potasio puede manifestarse con un amarilleamiento y posterior necrosis (tejido muerto y seco) en los bordes y las puntas de las hojas más viejas, mientras que el centro de la hoja permanece verde.

Es importante recordar que no todos los amarilleamientos de hojas se deben a carencias nutricionales. Un exceso de riego, como ya hemos visto, es una causa muy común de hojas amarillas. Por ello, antes de aplicar un fertilizante corrector, es fundamental asegurarse de que las pautas de riego son las adecuadas. Un buen diagnóstico es la clave para aplicar el tratamiento correcto y no agravar el problema.

Riesgos de la sobrefertilización

Así como la falta de nutrientes es perjudicial, el exceso de fertilización puede ser igualmente o incluso más dañino para la bacopa. Aplicar más abono del recomendado o hacerlo con demasiada frecuencia puede llevar a una acumulación excesiva de sales minerales en el sustrato. Esta alta concentración de sales tiene un efecto tóxico sobre las raíces, dificultando su capacidad para absorber agua (un proceso conocido como ósmosis inversa) y llegando a «quemarlas», lo que provoca su muerte.

Los síntomas de una sobrefertilización pueden ser variados. A menudo, los bordes y las puntas de las hojas se vuelven marrones y secos, como si estuvieran quemados. La planta puede mostrar un crecimiento débil y marchitarse, incluso con el sustrato húmedo, ya que las raíces dañadas no pueden funcionar correctamente. En la superficie del sustrato también puede aparecer una costra blanquecina o amarillenta, que corresponde a los depósitos de las sales minerales del fertilizante.

Un exceso de nitrógeno, en particular, puede provocar un crecimiento descontrolado del follaje, con hojas muy grandes y de un verde muy oscuro, pero con una producción de flores muy escasa. La planta se vuelve «perezosa» para florecer, ya que está dedicando toda su energía al desarrollo vegetativo. Este crecimiento exuberante y tierno, además, suele ser más atractivo para plagas como los pulgones.

En caso de sospechar una sobrefertilización, la primera medida a tomar es realizar un «lavado de sustrato». Esto consiste en regar la maceta abundantemente con agua limpia, dejando que esta drene libremente por los agujeros inferiores. Se debe aplicar un volumen de agua equivalente a dos o tres veces el volumen de la maceta. Este proceso ayuda a arrastrar y eliminar el exceso de sales acumuladas en el suelo. Después del lavado, se debe dejar que el sustrato se seque un poco antes de volver a regar y, por supuesto, suspender la fertilización durante varias semanas.

📷: DeavmiCC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons

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