Share

Las enfermedades y plagas del romero

Linden · 30.03.2025.

Aunque el romero es una planta extraordinariamente resistente, apreciada por su capacidad para repeler muchas plagas con sus aceites aromáticos, no es completamente inmune a los problemas. La mayoría de las enfermedades que afectan al romero están directamente relacionadas con un cuidado inadecuado, especialmente con el exceso de humedad y la mala circulación de aire. Las plagas, aunque menos comunes que en otras plantas de jardín, pueden aparecer ocasionalmente, sobre todo cuando la planta está debilitada por el estrés. La clave para mantener tu romero sano y libre de problemas es la prevención. Crear un entorno de cultivo que satisfaga las necesidades naturales de la planta es la mejor defensa contra cualquier tipo de aflicción, haciendo que la intervención con tratamientos sea una medida de último recurso.

Las enfermedades más comunes del romero son de origen fúngico y prosperan en condiciones de humedad. La pudrición de la raíz, causada por hongos como Phytophthora, es quizás la amenaza más grave. Esta enfermedad ataca las raíces en suelos encharcados y mal drenados, provocando que se pudran y sean incapaces de absorber agua y nutrientes. Los síntomas en la parte aérea de la planta son engañosos: el romero se marchita y las hojas se vuelven amarillas o marrones, lo que a menudo se confunde con la sequía. Desafortunadamente, una vez que la pudrición de la raíz está avanzada, es muy difícil de tratar y a menudo resulta fatal.

Otra enfermedad fúngica frecuente es el oídio. Aparece como una capa de polvo blanco o grisáceo en las hojas y tallos, especialmente en condiciones de alta humedad ambiental y mala circulación de aire. Aunque generalmente no es mortal, el oídio puede debilitar la planta al interferir con la fotosíntesis y hacerla más susceptible a otros problemas. Un buen espaciado entre plantas y una poda selectiva para mejorar el flujo de aire son medidas preventivas cruciales.

En cuanto a las plagas, los insectos chupadores como los pulgones y los ácaros araña pueden atacar ocasionalmente al romero. Los pulgones son pequeños insectos de cuerpo blando que suelen congregarse en los brotes tiernos y nuevos. Los ácaros araña son diminutos y difíciles de ver a simple vista, pero su presencia se delata por la aparición de finas telarañas y un punteado amarillento en las hojas. Ambas plagas debilitan la planta al succionar su savia. Generalmente, estas plagas solo se convierten en un problema serio en plantas que ya están estresadas por otras razones, como la falta de sol o un riego inadecuado.

La pudrición de la raíz

La pudrición de la raíz es el enemigo silencioso y más letal del romero. Esta enfermedad no es causada por un único patógeno, sino por un complejo de hongos del suelo que prosperan en condiciones anaeróbicas, es decir, en suelos saturados de agua y sin oxígeno. Cuando las raíces del romero están constantemente mojadas, se vuelven vulnerables a la infección. Los hongos invaden el tejido radicular, destruyéndolo y cortando el suministro de agua y nutrientes al resto de la planta. La prevención es la única cura real para esta enfermedad.

La principal causa de la pudrición de la raíz es el riego excesivo y un drenaje deficiente. Un suelo arcilloso y compacto que retiene agua, una maceta sin agujeros de drenaje o un plato que se deja lleno de agua son invitaciones abiertas a esta enfermedad. Antes de plantar, es absolutamente esencial asegurarse de que el suelo o el sustrato sean ligeros y porosos. La incorporación de arena gruesa, perlita o grava es fundamental para mejorar el drenaje. Además, la práctica de dejar que el suelo se seque completamente entre riegos es la medida preventiva más importante que puedes tomar.

Los síntomas aéreos, como el marchitamiento, el amarillamiento y la caída de las hojas, son el resultado del daño que ya ha ocurrido bajo tierra. Si sospechas de pudrición de la raíz, puedes intentar salvar la planta sacándola con cuidado de la tierra o la maceta e inspeccionando las raíces. Las raíces sanas son firmes y de color blanquecino o claro. Las raíces podridas son blandas, pastosas, de color marrón oscuro o negro, y pueden tener un olor desagradable.

Si solo una parte de las raíces está afectada, puedes intentar un rescate. Con unas tijeras limpias y afiladas, poda todas las raíces podridas hasta llegar al tejido sano. También poda una parte proporcional del follaje para reducir la carga sobre el sistema radicular disminuido. Replanta el romero en un sustrato fresco y con un drenaje excelente, y sé extremadamente cuidadoso con el riego a partir de ese momento, regando solo cuando sea absolutamente necesario. Sin embargo, si la mayor parte del sistema radicular está dañado, las posibilidades de recuperación son muy escasas.

El oídio y otros hongos foliares

El oídio es una de las enfermedades fúngicas más reconocibles y se manifiesta como un crecimiento polvoriento de color blanco o gris en la superficie de las hojas, brotes y, a veces, flores. A diferencia de la pudrición de la raíz, que prospera en suelos húmedos, el oídio se ve favorecido por una alta humedad ambiental combinada con una mala circulación de aire. Las condiciones de hacinamiento, la sombra y el aire estancado crean el microclima perfecto para que las esporas del hongo germinen y se propaguen. Aunque rara vez mata a un romero maduro, puede afectar su apariencia y vigor.

La prevención del oídio comienza con la ubicación y las buenas prácticas culturales. Planta tu romero en un lugar soleado y con buena ventilación. El sol directo y la brisa ayudan a mantener las hojas secas, inhibiendo el desarrollo del hongo. Evita plantar romero demasiado cerca de otras plantas o de paredes que bloqueen el flujo de aire. Una poda selectiva para aclarar el centro del arbusto también puede mejorar significativamente la circulación de aire, permitiendo que el follaje se seque rápidamente después de la lluvia o el rocío.

Si detectas los primeros signos de oídio, a menudo puedes controlarlo con remedios sencillos. En primer lugar, poda y desecha las partes de la planta más afectadas para reducir la carga de esporas. Un tratamiento eficaz y ecológico es una solución de bicarbonato de potasio (o de sodio, con más cuidado) mezclado con agua y una gota de jabón insecticida como agente adherente. Pulveriza esta solución sobre toda la planta, asegurándote de cubrir bien el envés de las hojas. El aceite de neem también es un fungicida orgánico eficaz que puede ayudar a controlar el oídio.

Es importante evitar mojar el follaje al regar. Aplica el agua directamente en la base de la planta, sobre el suelo. El riego por la mañana permite que cualquier salpicadura en las hojas se seque rápidamente con el sol del día. Aunque el oídio puede ser antiestético, un romero sano y bien cuidado generalmente puede tolerar una infección leve sin sufrir daños graves. La clave es mantener la planta fuerte y saludable a través de un cuidado adecuado, lo que la hará menos atractiva para el hongo en primer lugar.

Plagas comunes: pulgones y ácaros

Aunque el fuerte aroma del romero disuade a muchas plagas, algunas pueden encontrarlo atractivo, especialmente si la planta está debilitada. Los pulgones son pequeños insectos chupadores que suelen atacar los brotes tiernos y nuevos. Se reproducen rápidamente y pueden formar colonias densas, debilitando la planta al succionar su savia. Además, excretan una sustancia pegajosa llamada melaza, que puede atraer a las hormigas y favorecer el crecimiento de un hongo negro llamado negrilla.

Para controlar los pulgones, a menudo basta con una intervención física. Un chorro fuerte de agua de una manguera puede desalojarlos de la planta. Para infestaciones más persistentes, una solución de jabón insecticida o aceite de neem aplicada con un pulverizador es muy eficaz. Estos productos actúan por contacto, por lo que es importante cubrir bien todas las partes de la planta, especialmente el envés de las hojas y los brotes nuevos donde los pulgones tienden a esconderse. Fomentar la presencia de depredadores naturales como las mariquitas y las crisopas en tu jardín también ayudará a mantener bajo control las poblaciones de pulgones.

Los ácaros araña son otra plaga chupadora que puede afectar al romero, especialmente en condiciones cálidas, secas y polvorientas. Son extremadamente pequeños y difíciles de ver, pero su presencia se puede detectar por la aparición de un fino punteado amarillo o bronceado en las hojas y, en casos graves, por la formación de delicadas telarañas. Los ácaros araña prosperan en ambientes secos, por lo que aumentar la humedad alrededor de la planta rociándola con agua puede ayudar a disuadirlos.

El control de los ácaros araña es similar al de los pulgones. Un chorro de agua puede eliminarlos físicamente, y el jabón insecticida o el aceite de neem son tratamientos eficaces. Es importante actuar rápidamente, ya que las poblaciones de ácaros araña pueden explotar en poco tiempo en condiciones favorables. Inspeccionar regularmente tus plantas, prestando atención a la parte inferior de las hojas, te permitirá detectar cualquier problema de plagas en sus primeras etapas, cuando es mucho más fácil de controlar.

Estrategias de prevención y control integrado

La mejor estrategia para manejar las enfermedades y plagas del romero es la prevención, que se engloba dentro del concepto de Manejo Integrado de Plagas (MIP). El MIP es un enfoque holístico que prioriza la salud de la planta y el uso de métodos de control de bajo impacto antes de recurrir a pesticidas químicos. El primer y más importante paso es proporcionar al romero las condiciones de cultivo que necesita: pleno sol, un suelo con un drenaje excelente y un riego adecuado. Una planta sana y vigorosa es naturalmente más resistente a los problemas.

La inspección regular de tus plantas es un pilar fundamental del MIP. Tómate el tiempo de observar de cerca tu romero al menos una vez a la semana. Busca cualquier signo temprano de enfermedad, como manchas en las hojas o marchitamiento, o la presencia de plagas. La detección temprana te permite tomar medidas antes de que el problema se agrave y sea más difícil de controlar. Eliminar manualmente las plagas o podar una rama afectada al principio puede ser suficiente para evitar una infestación o una enfermedad generalizada.

Fomentar la biodiversidad en tu jardín es otra estrategia poderosa. Planta una variedad de flores que atraigan a insectos beneficiosos, como mariquitas, crisopas, sírfidos y avispas parásitas. Estos insectos son depredadores naturales de muchas plagas comunes, incluidos los pulgones, y actuarán como un servicio de control de plagas gratuito y constante en tu jardín. Proporcionarles hábitat y fuentes de alimento (néctar y polen) los animará a quedarse.

Si necesitas recurrir a tratamientos, opta siempre primero por las opciones menos tóxicas y más respetuosas con el medio ambiente. El jabón insecticida, el aceite de neem, los fungicidas a base de cobre o azufre, y los remedios caseros como la solución de bicarbonato son preferibles a los pesticidas sintéticos de amplio espectro. Estos últimos pueden matar tanto a las plagas como a los insectos beneficiosos, alterando el equilibrio ecológico de tu jardín y pudiendo provocar brotes de plagas secundarias. Utiliza los tratamientos solo cuando sea necesario y aplícalos de forma selectiva en las zonas afectadas.

También te podría gustar