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La protección invernal del durillo

Daria · 27.07.2025.

El Viburnum tinus es un tesoro en el jardín invernal, desafiando el frío con sus racimos de flores blancas o rosadas. Originario de la cuenca mediterránea, este arbusto posee una resistencia al frío considerable, lo que le permite prosperar en una amplia variedad de climas. Sin embargo, comprender su nivel de tolerancia y saber cómo proporcionarle una protección adicional cuando sea necesario es clave para asegurar no solo su supervivencia, sino también una floración espectacular. La preparación para el invierno no es una tarea complicada, pero unas pocas acciones preventivas pueden marcar una gran diferencia, especialmente para los ejemplares jóvenes o los cultivados en los límites más fríos de su rango de resistencia.

La resistencia al frío de una planta se mide comúnmente utilizando las zonas de rusticidad, y el durillo generalmente se clasifica como apto para las zonas 7 a 10. Esto significa que un arbusto maduro y bien establecido puede soportar temperaturas mínimas de hasta -15°C a -12°C (zona 7). No obstante, esta resistencia no es un valor absoluto. Factores como la salud general de la planta, su edad, la exposición al viento, la duración de las heladas y la humedad del suelo pueden influir en su capacidad para soportar el frío. Un espécimen joven o uno debilitado por la sequía o una enfermedad será siempre más vulnerable.

La protección invernal se vuelve especialmente importante en dos situaciones principales: durante los primeros años de vida de la planta en el jardín y cuando se cultiva en una zona climática que roza el límite de su resistencia. Las plantas jóvenes aún no han desarrollado un sistema radicular lo suficientemente extenso ni una estructura leñosa lo bastante robusta como para hacer frente a un frío intenso. Asimismo, en regiones donde las temperaturas pueden caer ocasionalmente por debajo de su umbral de tolerancia, unas medidas de protección sencillas pueden evitar daños severos en el follaje, los tallos e incluso la pérdida de los botones florales.

El objetivo de la protección invernal no es mantener la planta «caliente», sino protegerla de los elementos más dañinos del invierno: las heladas severas, los vientos fríos y desecantes, y las fluctuaciones bruscas de temperatura. El viento invernal puede ser particularmente perjudicial para los arbustos de hoja perenne como el durillo, ya que extrae la humedad de sus hojas en un momento en que las raíces, en un suelo helado, no pueden reponerla, causando una condición conocida como desecación invernal.

Preparando el arbusto para el frío

La preparación para el invierno comienza mucho antes de la primera helada, con los cuidados que se le proporcionan a la planta durante el otoño. Una de las acciones más importantes es asegurarse de que el arbusto llegue bien hidratado al invierno. Continúa regando tu durillo durante el otoño si las lluvias son escasas. Un último riego profundo justo antes de que el suelo se congele es especialmente beneficioso, ya que proporciona a la planta una reserva de humedad que podrá utilizar durante el invierno, ayudando a prevenir la desecación.

A finales del verano y en otoño, es crucial cesar cualquier tipo de fertilización, especialmente con abonos ricos en nitrógeno. Como se ha mencionado en otros apartados, fertilizar en esta época estimularía un crecimiento nuevo y tierno que no tendría tiempo de lignificarse (endurecerse) antes de la llegada del frío, haciéndolo extremadamente susceptible a los daños por helada. Permite que la planta ralentice su crecimiento de forma natural y se prepare para el período de latencia.

La poda también debe evitarse en otoño. La poda estimula el crecimiento, lo cual es contraproducente en esta época del año por las mismas razones que la fertilización. Además, las heridas de la poda pueden ser puntos de entrada para enfermedades o pueden no cicatrizar adecuadamente con el frío. Guarda las tijeras de podar hasta la primavera, después de que la planta haya completado su floración. La única poda aceptable en otoño es la eliminación de alguna rama claramente muerta o rota.

Finalmente, es importante mantener la base de la planta limpia. Retira las hojas caídas y otros residuos vegetales de alrededor del tronco. Aunque en muchos casos las hojas pueden actuar como un mantillo natural, si ha habido problemas de enfermedades fúngicas durante la temporada, es mejor eliminarlas para reducir la cantidad de esporas que podrían pasar el invierno en el suelo y reinfectar la planta en primavera. Una base limpia también disuade a los roedores de anidar cerca del tronco y dañar la corteza.

Técnicas efectivas de protección

Una de las técnicas más sencillas y eficaces para proteger un durillo durante el invierno es la aplicación de una capa gruesa de mantillo o acolchado. Después de la primera helada fuerte, pero antes de que el suelo se congele por completo, extiende una capa de 10 a 15 centímetros de material orgánico aislante sobre la zona de las raíces. Puedes usar paja, hojas secas trituradas, corteza de pino o compost. Este mantillo aísla el suelo, protegiendo las raíces de las fluctuaciones extremas de temperatura y de la congelación profunda.

Este acolchado ayuda a mantener una temperatura del suelo más estable, previniendo los ciclos de congelación y descongelación que pueden dañar las raíces superficiales y «expulsar» a las plantas jóvenes del suelo. Es importante no amontonar el mantillo directamente contra el tronco del arbusto, ya que esto puede atrapar demasiada humedad y provocar la pudrición del cuello de la raíz. Deja siempre un pequeño espacio de unos centímetros alrededor del tronco para permitir la circulación de aire.

Para proteger la parte aérea de la planta, especialmente en ejemplares jóvenes o en zonas muy ventosas, se puede crear una barrera cortavientos. Clavar unas estacas alrededor del arbusto y envolverlas con arpillera o una malla de sombreo puede reducir significativamente el impacto del viento desecante. Es importante que la envoltura no toque directamente el follaje y que la parte superior quede abierta para permitir la circulación de aire y evitar la acumulación de calor en los días soleados. El objetivo es filtrar el viento, no crear un invernadero.

En caso de una previsión de helada severa y repentina, especialmente una helada tardía en primavera que pueda dañar los nuevos brotes, se puede cubrir la planta temporalmente durante la noche con una manta vieja, una sábana o un tejido específico antiheladas. Coloca la cubierta sobre la planta antes del atardecer para atrapar el calor irradiado por el suelo y retírala a primera hora de la mañana para que la planta pueda recibir luz y aire. Asegúrate de que la cubierta llegue hasta el suelo para que la protección sea efectiva.

Cuidados para durillos en maceta

Los durillos cultivados en macetas son significativamente más vulnerables al frío invernal que los que están plantados en el suelo. En una maceta, las raíces están completamente expuestas a la temperatura del aire ambiente, sin el efecto aislante de la gran masa de tierra del jardín. Esto significa que las raíces pueden congelarse mucho más rápida y sólidamente, lo que a menudo resulta en la muerte de la planta. Por lo tanto, los durillos en contenedor requieren una protección invernal activa en casi todos los climas donde se producen heladas.

La estrategia más sencilla y segura es mover la maceta a un lugar protegido durante los meses más fríos. Un garaje sin calefacción, un sótano fresco, un porche cubierto o un invernadero frío son lugares ideales. El objetivo no es mantener la planta en un ambiente cálido, ya que necesita el período de frío para su ciclo natural, sino protegerla de las temperaturas más extremas y del viento. El lugar debe ser fresco pero mantenerse por encima del punto de congelación. Durante este período, la planta necesitará muy poca agua, solo un riego ligero cada varias semanas para evitar que el sustrato se seque por completo.

Si no es posible mover la maceta, se pueden tomar medidas para aislarla. Agrupar varias macetas juntas reduce la superficie expuesta al frío de cada una. También puedes envolver la maceta con varias capas de plástico de burbujas, arpillera o mantas viejas para proporcionar aislamiento a las raíces. Otra técnica consiste en colocar la maceta dentro de un recipiente más grande y rellenar el espacio entre ambos con paja, hojas secas o espuma aislante. Colocar la maceta sobre unos listones de madera o «pies» para macetas también ayuda a aislarla del suelo helado.

Además de proteger la maceta, la parte aérea del arbusto también puede beneficiarse de una protección adicional. Si el contenedor se deja al aire libre en un lugar expuesto, crear una barrera cortavientos con arpillera, como se describió para las plantas en el suelo, puede ser muy beneficioso para prevenir la desecación de las hojas. Con la llegada de la primavera y el final de las heladas fuertes, puedes devolver la maceta a su ubicación habitual y reanudar gradualmente el riego y los cuidados normales.

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