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La poda y el recorte del membrillo

Daria · 04.03.2025.

La poda es, sin duda, una de las intervenciones de jardinería más determinantes para la salud, la forma y la productividad del membrillo. Lejos de ser un acto agresivo, una poda bien ejecutada es una conversación con el árbol, una técnica refinada que permite guiar su crecimiento, equilibrar su energía entre el desarrollo vegetativo y la producción de fruta, y asegurar su longevidad. Dominar el arte y la ciencia de la poda significa entender la fisiología del árbol para tomar decisiones informadas sobre qué ramas cortar y cuáles dejar. Un recorte adecuado no solo mejora la cantidad y la calidad de la cosecha, sino que también previene enfermedades y crea una estructura fuerte y estéticamente agradable.

Los objetivos de la poda del membrillo son múltiples y varían según la edad y el estado del árbol. En primer lugar, se busca establecer y mantener una estructura de copa fuerte, equilibrada y abierta. Esto permite una distribución óptima de la luz solar y una buena circulación de aire en el interior del árbol, dos factores clave para una buena producción y para la prevención de enfermedades fúngicas. En segundo lugar, la poda tiene como objetivo eliminar toda la madera que no es productiva o que es perjudicial, como las ramas muertas, enfermas, dañadas o las que crecen de forma incorrecta, compitiendo entre sí.

Otro objetivo fundamental es el de regular el equilibrio entre el crecimiento vegetativo (hojas y ramas) y la producción de fruta. Un membrillo sin podar tiende a producir una gran cantidad de madera y una cosecha de frutos pequeños y de baja calidad. La poda ayuda a concentrar los recursos del árbol en un número menor de yemas de fruto, lo que resulta en membrillos de mayor calibre y con mejores características organolépticas. Además, la poda estimula la renovación de la madera fructífera, ya que el membrillo produce sus mejores frutos en los brotes cortos que crecen sobre madera de dos o tres años.

Finalmente, la poda facilita todas las demás labores de cultivo. Un árbol con una altura controlada y una copa bien estructurada es mucho más fácil de tratar, de proteger con redes y, por supuesto, de cosechar. La poda, por tanto, no es una opción, sino una necesidad para cualquiera que desee cultivar membrillos de forma seria, ya sea en un huerto comercial o en un jardín particular. Es una inversión de trabajo que se ve recompensada con creces con árboles más sanos y cosechas más abundantes.

El mejor momento para la poda

El momento en que se realiza la poda tiene una gran influencia en la respuesta del árbol. La poda principal del membrillo, conocida como poda de invierno o poda en seco, se debe llevar a cabo durante el período de reposo vegetativo, cuando el árbol ha perdido todas sus hojas. Esto suele ser desde finales de otoño, tras la caída de la hoja, hasta finales de invierno, justo antes de que las yemas comiencen a hincharse para la nueva brotación. La ausencia de hojas permite observar perfectamente la estructura del árbol y tomar decisiones más acertadas.

Podar durante la latencia tiene varias ventajas fisiológicas. El árbol está inactivo, por lo que el estrés causado por los cortes es mínimo. Además, las reservas de carbohidratos se encuentran almacenadas en las raíces y en la madera principal, por lo que se pierde menos energía que si se podara en pleno crecimiento. El riesgo de transmisión de enfermedades a través de las heridas de poda también es menor, ya que la actividad de la mayoría de los patógenos se reduce considerablemente con las bajas temperaturas invernales.

Aunque la poda principal se realiza en invierno, en ocasiones puede ser necesaria una intervención más ligera durante el período de crecimiento, conocida como poda en verde. Esta poda se realiza a finales de primavera o principios de verano y tiene como objetivo principal eliminar los chupones, que son brotes muy vigorosos y verticales que consumen mucha energía del árbol sin ser productivos. También se pueden eliminar pequeños brotes mal orientados o que densifiquen en exceso la copa, para mejorar la iluminación de los frutos en desarrollo.

La poda en verde debe ser siempre muy selectiva y moderada, ya que la eliminación excesiva de hojas en verano puede reducir la capacidad fotosintética del árbol y debilitarlo. Sin embargo, una correcta eliminación de chupones a tiempo permite redirigir la savia y los nutrientes hacia las ramas fructíferas y los frutos, mejorando su desarrollo y calidad. Nunca se deben realizar cortes grandes en verano, ya que el árbol está en plena actividad y las heridas tardarían más en cicatrizar, siendo una posible vía de entrada para enfermedades.

La poda de formación en árboles jóvenes

La poda de formación es la que se realiza durante los primeros tres o cuatro años de vida del árbol y es fundamental para establecer la estructura o el esqueleto sobre el que se desarrollará durante el resto de su vida. El objetivo es crear una estructura fuerte, bien distribuida y equilibrada. Una de las formas más comunes y recomendadas para el membrillo es la formación en vaso. Esta forma consiste en un tronco corto del que parten tres o cuatro ramas principales, bien abiertas y distribuidas uniformemente alrededor del tronco, como si fueran los radios de una rueda.

El primer año, tras la plantación, se corta el plantón a una altura de unos 60-80 centímetros del suelo. Esto fomenta la emisión de brotes laterales. De estos brotes, en la siguiente poda invernal, se seleccionarán los tres o cuatro mejor situados para formar las ramas principales, eliminando todos los demás. Las ramas elegidas deben tener un buen ángulo de inserción con el tronco (ni demasiado cerrado ni demasiado abierto) y estar repartidas de forma equilibrada en el espacio. Estas ramas seleccionadas se acortan a su vez a unos dos tercios de su longitud para promover su ramificación.

Durante los años siguientes, se continúa con la poda de formación. En cada rama principal, se seleccionarán dos ramas secundarias bien orientadas hacia el exterior, eliminando las que crezcan hacia el interior de la copa o las que se crucen. Estas ramas secundarias también se acortarán para seguir fomentando la ramificación. El objetivo es crear una estructura abierta en el centro, que permita la máxima penetración de luz y aire.

Una vez que la estructura principal del árbol está establecida, se pasa de la poda de formación a la poda de mantenimiento o de fructificación. Aunque la poda de formación requiere paciencia y retrasa ligeramente la primera cosecha, es una inversión crucial. Un árbol bien formado desde el principio será más fuerte, más productivo, menos propenso a roturas de ramas por el peso de la fruta y mucho más fácil de manejar a lo largo de toda su vida.

La poda de mantenimiento y fructificación

Una vez que el membrillo es adulto y ya tiene su estructura formada, la poda anual se centra en el mantenimiento y en la optimización de la producción de fruta. Esta poda, que también se realiza en invierno, persigue varios objetivos simultáneos. Primero, se debe realizar una limpieza, eliminando todas las ramas muertas, secas, enfermas o rotas. Estas ramas no solo no son productivas, sino que pueden ser una fuente de enfermedades.

A continuación, se procede a aclarar la copa. Se eliminan las ramas que se cruzan o se rozan, ya que las heridas provocadas por el roce son puntos de entrada de infecciones. También se eliminan las ramas que crecen hacia el interior del árbol, los chupones que no se eliminaron en la poda en verde y, en general, se busca reducir la densidad para que la luz y el aire puedan circular libremente por toda la copa. Es importante mantener el centro del vaso despejado.

El siguiente paso es la poda de las ramas productivas. El membrillo fructifica principalmente en los extremos de los brotes cortos (llamados lamburdas o brindillas) que crecen sobre madera de dos o tres años. Por ello, la poda debe ir encaminada a renovar constantemente esta madera. Los brotes del año anterior (que son largos y sin ramificar) se pueden acortar a aproximadamente la mitad de su longitud. Este corte estimulará la emisión de brotes laterales cortos en la temporada siguiente, que serán los que darán fruta en el futuro.

También es importante eliminar periódicamente algunas de las ramas más viejas que ya han fructificado durante varios años y cuya producción empieza a decaer. Esto se conoce como poda de renovación y consiste en cortar estas ramas más viejas para dejar paso a ramas más jóvenes y vigorosas que las sustituyan. Esta práctica mantiene el árbol en un estado de producción constante y evita el envejecimiento prematuro de la madera fructífera.

Herramientas y técnicas de corte

Para realizar una buena poda es imprescindible utilizar las herramientas adecuadas, que deben estar siempre limpias y bien afiladas. Las herramientas básicas incluyen unas tijeras de podar de una mano para las ramas más pequeñas, unas tijeras de dos manos para las ramas de mayor diámetro y un serrucho de poda para las ramas más gruesas. Un corte limpio, realizado con una herramienta afilada, cicatriza mucho más rápido y reduce el riesgo de infecciones.

La técnica de corte es fundamental. Los cortes deben ser siempre limpios, sin desgarros, y realizados justo por encima de una yema orientada hacia el exterior de la copa. El corte debe tener una ligera inclinación (en bisel) en dirección opuesta a la yema, para que el agua de la lluvia no se acumule sobre ella y pueda provocar pudriciones. Al eliminar una rama entera, el corte debe hacerse a ras del cuello de la rama, la zona ligeramente abultada donde se une a una rama más grande o al tronco, sin dejar un tocón, ya que esta zona contiene los tejidos que facilitan una rápida cicatrización.

La desinfección de las herramientas es una práctica de obligado cumplimiento. Antes de empezar a podar y, sobre todo, al pasar de un árbol a otro, las herramientas deben desinfectarse con alcohol, lejía diluida o un producto desinfectante específico. Esta simple medida es crucial para evitar la propagación de enfermedades graves como el fuego bacteriano o algunos tipos de chancros, que pueden transmitirse fácilmente a través de las herramientas de poda.

En el caso de cortes de gran diámetro (generalmente superiores a 3-4 centímetros), es recomendable aplicar una pasta o masilla cicatrizante. Estos productos protegen la herida de la humedad y de la entrada de esporas de hongos mientras el árbol desarrolla su propio callo de cicatrización. Aunque su uso en cortes pequeños es debatido, en heridas grandes ofrece una protección adicional que puede ser muy beneficiosa para la salud a largo plazo del árbol.

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