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La poda y el recorte del limonero

Daria · 28.06.2025.

La poda es una de las intervenciones más importantes y transformadoras que podemos realizar en un limonero. Lejos de ser un acto dañino, una poda bien ejecutada es una técnica de cultivo esencial que dirige el crecimiento del árbol, mejora su salud, estimula la producción de frutos de mayor calidad y facilita las labores de mantenimiento y recolección. Se trata de un diálogo con la planta, en el que eliminamos lo superfluo para potenciar lo esencial, buscando un equilibrio entre el desarrollo vegetativo y la fructificación. Dominar el arte de la poda significa comprender la estructura del árbol y tener una visión clara de cómo queremos que se desarrolle en el futuro, garantizando su vigor y productividad durante muchos años.

Muchos jardineros principiantes sienten temor a la hora de podar, preocupados por dañar el árbol de forma irreparable. Sin embargo, no podar o hacerlo de forma incorrecta puede ser igualmente perjudicial, resultando en un árbol con una estructura débil, una maraña de ramas improductivas, una mala circulación de aire y una mayor susceptibilidad a plagas y enfermedades. La poda no debe ser drástica ni aleatoria; debe ser una práctica reflexiva, basada en objetivos claros, ya sea formar un árbol joven, mantener la estructura de uno adulto o rejuvenecer un ejemplar viejo.

Es fundamental entender que el limonero, como la mayoría de los frutales, tiende a producir sus mejores frutos en las ramas nuevas del año anterior. Por lo tanto, una poda adecuada busca estimular la renovación constante de estas ramas productivas. Al eliminar madera vieja, ramas débiles o mal orientadas, estamos redirigiendo la energía de la planta hacia el desarrollo de nuevos brotes que serán los que porten las flores y los frutos en la siguiente temporada. De esta manera, la poda se convierte en una inversión directa en la cosecha futura.

Además de sus beneficios para la producción, la poda tiene un papel crucial en la sanidad del árbol. Al abrir la copa y permitir que la luz y el aire circulen libremente por su interior, creamos un microclima menos favorable para el desarrollo de enfermedades fúngicas. También nos permite eliminar cualquier rama muerta, dañada o enferma, que podría ser una puerta de entrada para patógenos. Con las herramientas adecuadas y un conocimiento básico de las técnicas, cualquier jardinero puede aprender a podar su limonero de forma eficaz.

Objetivos de la poda: por qué es necesaria

La poda del limonero persigue varios objetivos fundamentales, todos ellos encaminados a mejorar la salud y la productividad del árbol. El primer objetivo es la formación de una estructura fuerte y equilibrada, especialmente en los árboles jóvenes. Una buena poda de formación inicial crea un «esqueleto» de ramas principales bien distribuidas y con ángulos de inserción fuertes, capaces de soportar el peso de una cosecha abundante en el futuro sin riesgo de roturas. Esta estructura inicial determinará la forma y la resistencia del árbol durante toda su vida.

Un segundo objetivo clave es el mantenimiento de la producción. Con el tiempo, si no se poda, el limonero tiende a desarrollar una copa muy densa, con muchas ramas viejas que ya no son productivas. La poda de mantenimiento o de fructificación se centra en eliminar selectivamente estas ramas viejas, así como los chupones (brotes verticales muy vigorosos que no producen fruto), para estimular la aparición de nuevos brotes fructíferos. Se busca un equilibrio constante entre la madera vieja y la madera nueva, asegurando una producción regular año tras año.

La mejora de la sanidad del árbol es otro objetivo primordial. Una copa enmarañada y densa crea un ambiente interior sombrío y húmedo, ideal para la proliferación de hongos y el refugio de plagas. La poda de aclareo, que consiste en eliminar ramas que se cruzan o que crecen hacia el centro del árbol, abre la copa, permitiendo que la luz solar y el aire penetren hasta el interior. Esto no solo mejora la capacidad fotosintética de las hojas interiores, sino que también reduce significativamente la incidencia de enfermedades.

Finalmente, la poda busca controlar el tamaño y la forma del árbol, adaptándolo al espacio disponible y facilitando las tareas de cultivo. Mantener el limonero a una altura manejable hace que la pulverización de tratamientos, la inspección de plagas y, sobre todo, la recolección de los frutos sean mucho más sencillas y seguras. Una poda adecuada permite disfrutar de todos los beneficios de tener un limonero sin que este se convierta en un gigante inmanejable en el jardín.

Herramientas adecuadas y preparación

Para realizar una poda correcta y segura, tanto para el jardinero como para el árbol, es indispensable contar con las herramientas adecuadas y mantenerlas en perfecto estado. La herramienta básica para cualquier poda son las tijeras de podar de una mano, ideales para cortar ramas de hasta dos centímetros de diámetro. Es fundamental que sean de buena calidad, ergonómicas y, sobre todo, que estén extremadamente afiladas para realizar cortes limpios y precisos que cicatricen con facilidad.

Para ramas de mayor calibre, de entre dos y cinco centímetros de diámetro, se necesitan unas tijeras de podar de dos manos o un podón. La longitud de sus mangos proporciona una palanca mayor, permitiendo realizar cortes en ramas más gruesas con menos esfuerzo. Para ramas de más de cinco centímetros de diámetro, la herramienta adecuada es una sierra de podar, preferiblemente de hoja curva, que facilita el corte en el interior de la copa. Nunca se debe intentar cortar una rama demasiado gruesa con unas tijeras, ya que se puede dañar tanto la herramienta como el árbol, dejando un corte astillado y difícil de cicatrizar.

La higiene de las herramientas es un aspecto crucial que a menudo se pasa por alto. Las herramientas de poda pueden ser un vehículo de transmisión de enfermedades de una planta a otra. Por ello, es absolutamente esencial desinfectar las hojas de las tijeras y sierras antes de empezar a podar y también al pasar de un árbol a otro. Se puede utilizar alcohol de farmacia, lejía diluida en agua (una parte de lejía por nueve de agua) o cualquier otro desinfectante específico para jardinería.

Antes de comenzar a podar, es recomendable tener a mano una pasta cicatrizante o mástic de poda. Este producto se aplica sobre los cortes de mayor diámetro (generalmente a partir de tres centímetros) para sellar la herida y protegerla de la entrada de humedad, hongos y otros patógenos, favoreciendo una correcta cicatrización. Un corte limpio, realizado con una herramienta afilada y desinfectada, y protegido si es necesario, minimiza el estrés para el árbol y acelera su recuperación.

Tipos de poda: formación, mantenimiento y rejuvenecimiento

Existen diferentes tipos de poda que se aplican en distintas etapas de la vida del limonero y con objetivos específicos. La poda de formación se realiza durante los primeros dos o tres años de vida del árbol. Su objetivo es establecer la estructura principal. Tras la plantación, se suele cortar el tallo principal a una altura de 60-80 centímetros para estimular la brotación de ramas laterales. De estas, se seleccionan tres o cuatro que estén bien distribuidas alrededor del tronco y que formen ángulos abiertos con este, eliminando el resto. Estas serán las ramas principales del árbol.

La poda de mantenimiento o de producción es la que se realiza anualmente en los árboles adultos. El objetivo es mantener la forma, controlar el tamaño y asegurar una buena producción. Consiste en eliminar las ramas muertas, secas o enfermas (poda de limpieza). También se eliminan los chupones que crecen desde la base o en el interior, y las ramas que se cruzan o crecen hacia el centro de la copa (poda de aclareo). Finalmente, se pueden despuntar ligeramente las ramas del año anterior para fomentar la ramificación y la aparición de más brotes florales.

La poda de rejuvenecimiento es una intervención más drástica que se reserva para árboles viejos, abandonados o que han perdido su vigor productivo. El objetivo es renovar casi por completo la estructura de la copa para estimular un nuevo crecimiento desde la base. Se realiza eliminando una parte importante de la madera vieja, cortando las ramas principales a un tercio de su longitud y realizando un aclareo severo del interior. Esta poda debe hacerse de forma escalonada, a lo largo de dos o tres años, para no debilitar demasiado al árbol.

Es importante destacar que cualquier tipo de poda debe realizarse en el momento adecuado. El mejor periodo para la poda principal del limonero es a finales del invierno o principios de la primavera, justo después del riesgo de heladas fuertes y antes de que comience la nueva brotación. Esto permite que el árbol cicatrice rápidamente las heridas con la llegada del buen tiempo. Se deben evitar las podas fuertes en otoño, ya que podrían estimular un crecimiento que sería dañado por el frío.

La técnica de corte: cómo y dónde cortar

La técnica de corte es fundamental para asegurar una rápida cicatrización y dirigir el futuro crecimiento del árbol. Cada corte debe ser una decisión meditada. Al podar una rama, el corte debe realizarse siempre por encima de una yema sana y orientada hacia el exterior de la copa. Esto es crucial porque el nuevo brote que surgirá de esa yema crecerá en la dirección que esta apunta, contribuyendo así a abrir la copa y evitar que las nuevas ramas crezcan hacia el interior.

El corte debe ser limpio y realizado en bisel o ángulo, con una inclinación de unos 45 grados. El bisel debe comenzar en el lado opuesto a la yema y terminar justo por encima de ella. Esta inclinación evita que el agua de la lluvia o del riego se acumule sobre la herida, lo que podría favorecer la aparición de enfermedades fúngicas. Un corte plano o demasiado alejado de la yema dejará un tocón que se secará y podría convertirse en un punto de entrada para patógenos.

Cuando se elimina una rama completa desde su punto de inserción en una rama más grande o en el tronco, el corte debe hacerse justo por fuera del «cuello» de la rama. El cuello es una zona abultada en la base de la rama que contiene tejidos especializados en la cicatrización. Si se corta demasiado a ras del tronco (corte raso), se elimina este tejido y se crea una herida muy grande y difícil de cerrar. Si, por el contrario, se deja un tocón demasiado largo, este se pudrirá. El corte justo en el límite del cuello es el que garantiza la cicatrización más rápida y eficaz.

Para ramas pesadas, es importante utilizar la técnica de los tres cortes para evitar que el peso de la rama desgarre la corteza del tronco al caer. El primer corte se realiza en la parte inferior de la rama, a unos 20-30 centímetros del tronco, y profundizando aproximadamente un tercio del diámetro. El segundo corte se hace en la parte superior, un poco más alejado del tronco que el primero, hasta que la rama se rompa por su propio peso. Finalmente, se realiza el tercer y último corte, ya sin el peso de la rama, para eliminar el tocón restante de forma limpia y precisa junto al cuello de la rama.

📷 Pixabay

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