Para muchos jardineros, la idea de cortar partes de una planta perfectamente sana puede parecer contradictoria. Sin embargo, en el mundo de las dalias, la poda y el pinzado son técnicas de cultivo fundamentales que, lejos de dañar la planta, la estimulan para que crezca más fuerte, más frondosa y, lo más importante, para que produzca una mayor cantidad de flores de alta calidad. Estas prácticas, aunque sencillas de ejecutar, tienen un impacto profundo en la estructura y el rendimiento de la planta. Dominar el arte del pinzado y la poda de formación te permitirá transformar una planta potencialmente larguirucha y con pocas flores en un arbusto bien ramificado y cubierto de espectaculares flores. A continuación, desvelaremos los secretos de estas técnicas para que puedas llevar tu cultivo de dalias al siguiente nivel.
La técnica más importante y que todo cultivador de dalias debería practicar es el «pinzado» (topping en inglés). Consiste en eliminar la punta del tallo principal de la planta cuando esta es todavía joven. Este simple corte desencadena una respuesta hormonal en la planta, deteniendo el crecimiento apical (hacia arriba) y estimulando el desarrollo de los brotes laterales que se encuentran en las axilas de las hojas inferiores. Sin este pinzado, la dalia tiende a crecer como un solo tallo principal, alto y con una flor terminal, lo que resulta en una planta desgarbada y con una floración limitada.
El momento ideal para realizar el pinzado es cuando la planta joven ha alcanzado una altura de entre 20 y 40 centímetros y ha desarrollado al menos tres o cuatro pares de hojas verdaderas. Con unas tijeras de podar limpias y afiladas o simplemente con las yemas de los dedos, se elimina la parte superior del tallo, justo por encima de un par de hojas. De las axilas de este par de hojas (y a menudo de los pares inferiores también) surgirán nuevos tallos. Este proceso convierte una planta de un solo tallo en una planta con múltiples tallos principales, creando una estructura más arbustiva y robusta.
El resultado de este pinzado inicial es una planta mucho más productiva. En lugar de tener una sola flor principal, ahora tendrás múltiples tallos, cada uno de los cuales producirá sus propias flores. Esto no solo aumenta drásticamente el número total de flores que obtendrás de una sola planta a lo largo de la temporada, sino que también escalona la floración, proporcionando un espectáculo de color más prolongado. Además, una planta más ramificada y densa es estéticamente más agradable en el jardín y más resistente al viento.
Es importante señalar que esta técnica se aplica a la mayoría de las variedades de dalias, especialmente a las que se cultivan para obtener flores de corte o para exhibiciones de jardín abundantes. La única excepción podrían ser algunas variedades enanas o de borde, que naturalmente tienen un hábito de crecimiento más compacto y ramificado. Sin embargo, para la gran mayoría de las dalias de tamaño mediano a grande, el pinzado es un paso no negociable para maximizar su potencial de floración.
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El desbotonado para flores de exhibición
Mientras que el pinzado tiene como objetivo aumentar la cantidad de flores, la técnica del desbotonado o desyemado se centra en maximizar la calidad y el tamaño de flores individuales. Este método es practicado principalmente por cultivadores que participan en exposiciones de flores o por aquellos que simplemente desean obtener las flores más grandes y espectaculares posibles de sus variedades de flor gigante. La lógica detrás del desbotonado es simple: al eliminar los capullos de flor secundarios, la planta puede dirigir toda su energía y recursos a un único capullo principal.
Las dalias producen típicamente sus capullos en grupos de tres en el extremo de cada tallo: un capullo central más grande y dos capullos laterales más pequeños que surgen de las axilas de las hojas justo debajo del central. La técnica del desbotonado consiste en eliminar cuidadosamente estos dos capullos laterales tan pronto como sean lo suficientemente grandes para ser manipulados, generalmente cuando tienen el tamaño de un guisante. Al hacerlo, el capullo central que queda recibirá todos los nutrientes y el agua que de otro modo se habrían repartido entre los tres.
El resultado de esta práctica es una flor única notablemente más grande, con un tallo más largo y fuerte, ideal para el corte y la exhibición. Sin la competencia de los capullos laterales, la flor principal puede alcanzar su máximo potencial genético en términos de tamaño y perfección de la forma. Esta técnica debe repetirse en cada tallo floral de la planta si el objetivo es producir exclusivamente flores de exhibición.
Es importante entender que el desbotonado es una elección que sacrifica la cantidad por la calidad. Al eliminar dos de cada tres capullos, estás reduciendo el número total de flores que producirá la planta en dos tercios. Por lo tanto, esta técnica no es recomendable si tu objetivo es tener un jardín lleno de color o una abundante producción de flores para ramos caseros. Sin embargo, para el aficionado que busca la emoción de cultivar una flor de tamaño récord, el desbotonado es una técnica indispensable y muy gratificante.
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La poda de formación y mantenimiento
Más allá del pinzado inicial, la poda puede ser una herramienta útil a lo largo de la temporada para mantener la forma de la planta, mejorar la circulación de aire y dirigir su energía. A medida que la planta crece, es una buena práctica eliminar las hojas inferiores que comienzan a amarillear o que están en contacto directo con el suelo. Esta poda de saneamiento no solo mejora la apariencia de la planta, sino que también aumenta el flujo de aire en la base, lo que ayuda a prevenir la aparición de enfermedades fúngicas que prosperan en condiciones de humedad y estancamiento.
En plantas muy densas, puede ser beneficioso realizar una poda de aclareo selectiva, eliminando algunos de los tallos interiores más débiles o que crecen hacia el centro de la planta. Esto abre el interior del arbusto a más luz y aire, lo que de nuevo contribuye a una mejor salud general y puede resultar en tallos y flores más fuertes en las ramas restantes. Sin embargo, esta poda debe ser moderada; el objetivo no es desnudar la planta, sino simplemente descongestionarla para mejorar sus condiciones de crecimiento.
Otra tarea de poda de mantenimiento crucial, aunque a menudo se considera una forma de recolección, es el «deadheading» o la eliminación de las flores marchitas. Una vez que una flor ha pasado su mejor momento, la planta comenzará a invertir energía en la producción de semillas. Al cortar las flores marchitas, se interrumpe este proceso y se anima a la planta a seguir produciendo nuevos capullos y flores en su lugar. Esto prolonga significativamente el período de floración de la dalia, a menudo hasta las primeras heladas.
Al eliminar las flores marchitas, es importante cortar el tallo que las sostiene hasta el siguiente conjunto de hojas o hasta un brote lateral. Simplemente quitar la cabeza de la flor no es suficiente. Este corte más profundo promueve el crecimiento de nuevos tallos florales desde los nudos de las hojas inferiores, asegurando una producción continua de flores. La práctica regular del deadheading es una de las formas más sencillas y eficaces de mantener tus dalias floreciendo abundantemente durante toda la temporada.
Herramientas y técnicas de corte
Para todas las tareas de poda y pinzado en las dalias, es fundamental utilizar las herramientas adecuadas y mantenerlas en buen estado. Unas tijeras de podar de mano (secateurs), unas tijeras de punta fina (snips) o incluso un cuchillo afilado son herramientas esenciales. La elección dependerá del grosor del tallo que se va a cortar. Para el pinzado de brotes tiernos, a menudo basta con las yemas de los dedos, pero para tallos más leñosos, es necesario un instrumento de corte.
La limpieza y la desinfección de las herramientas son de vital importancia para prevenir la propagación de enfermedades entre las plantas. Antes de empezar a podar y entre cada planta, es una práctica excelente limpiar las hojas de tus herramientas con alcohol isopropílico, una solución de lejía al 10% o un desinfectante hortícola comercial. Esta simple medida puede evitar la transmisión de enfermedades virales o bacterianas, que pueden ser devastadoras para una colección de dalias.
La técnica de corte también es importante. Realiza siempre cortes limpios y nítidos, sin desgarrar ni aplastar los tejidos de la planta. Un corte limpio cicatriza más rápidamente y es menos propenso a convertirse en un punto de entrada para patógenos. Al podar un tallo, el corte debe realizarse justo por encima de un nudo de hoja (el punto donde las hojas se unen al tallo). Esto se debe a que los nuevos brotes surgirán de las yemas latentes situadas en estos nudos.
Cuando realices el pinzado inicial o cortes para eliminar flores marchitas, identifica el par de hojas por encima del cual quieres hacer el corte. El corte se realiza en el tallo principal, a aproximadamente medio centímetro por encima de ese par de hojas. Esto dejará un pequeño trozo de tallo que se secará, mientras que los nuevos brotes emergerán sanos y salvos de las axilas de las hojas que has dejado intactas. La precisión en el corte asegura que la respuesta de crecimiento de la planta sea la que tú esperas.
La poda de fin de temporada
A medida que la temporada de crecimiento llega a su fin y se acerca el invierno, se requiere un último tipo de poda para preparar las dalias para su período de latencia. Esta poda final se realiza después de que la primera helada fuerte del otoño haya ennegrecido y matado el follaje de la planta. Este evento natural es la señal de que la planta ha terminado su ciclo de crecimiento anual y está comenzando a desviar su energía hacia los tubérculos para el almacenamiento invernal.
Una vez que el follaje ha muerto, utiliza unas tijeras de podar robustas para cortar todos los tallos de la planta a una altura de unos 10 a 15 centímetros del suelo. Este corte drástico detiene cualquier actividad en la parte aérea de la planta. Los trozos de tallo restantes son útiles como marcadores para saber dónde se encuentran los tubérculos y también sirven como un práctico «mango» para facilitar la tarea de desenterrar el grupo de tubérculos del suelo.
En este momento, es crucial asegurarse de que cada planta esté correctamente etiquetada si cultivas diferentes variedades. Antes de que el follaje se marchite por completo, o inmediatamente después de cortarlo, ata una etiqueta resistente al agua al trozo de tallo restante con el nombre de la variedad. Esta etiqueta permanecerá con los tubérculos durante todo el proceso de desenterrado, limpieza, curado y almacenamiento, asegurando que sepas exactamente qué variedad estás plantando la primavera siguiente.
Después de esta poda final, se recomienda dejar los tubérculos en el suelo durante una o dos semanas antes de desenterrarlos. Este período permite que la piel de los tubérculos se endurezca y que los «ojos» o brotes de crecimiento para la próxima temporada terminen de formarse. Esta última poda no es solo una limpieza de fin de temporada, sino un paso preparatorio esencial en el proceso de hibernación que asegura la supervivencia de tus dalias para que puedan volver a deleitarte año tras año.
