La correcta plantación de un membrillo es el primer paso y el más crucial para asegurar su futuro desarrollo y productividad. Este proceso no solo implica cavar un hoyo y colocar el árbol, sino que requiere una planificación cuidadosa sobre la ubicación, la preparación del suelo y la elección del momento adecuado. De igual manera, la propagación permite multiplicar nuestros ejemplares favoritos, conservando sus características genéticas y expandiendo nuestro cultivo. Dominar estas técnicas es fundamental para cualquier agricultor o aficionado que desee disfrutar de la belleza y los frutos de este noble árbol, estableciendo una base sólida para su crecimiento saludable y longevo.
La elección del lugar de plantación es una decisión estratégica que afectará al árbol durante toda su vida. El membrillo necesita una exposición a pleno sol para un desarrollo óptimo y una maduración adecuada de sus frutos, por lo que se debe seleccionar un área que reciba al menos seis a ocho horas de luz solar directa al día. Además, es importante considerar la protección contra vientos fuertes, que pueden dañar las ramas y afectar a la polinización. El suelo ideal debe ser profundo, fértil y, sobre todo, tener un buen drenaje para evitar problemas de asfixia radicular, ya que el membrillo es sensible al encharcamiento.
El momento ideal para la plantación varía según el formato en que se adquiera el árbol. Si se trata de un árbol a raíz desnuda, la mejor época es durante el reposo vegetativo, desde finales de otoño hasta principios de primavera, cuando el suelo no está helado. Para los árboles comprados en contenedor o con cepellón, la ventana de plantación es más amplia, pudiendo realizarse en cualquier momento del año, aunque se recomienda evitar los períodos de calor extremo en verano para reducir el estrés hídrico del trasplante. Una plantación en otoño permite que las raíces comiencen a establecerse antes de la llegada del calor.
La preparación del hoyo de plantación es una tarea que no debe subestimarse. Este debe ser considerablemente más grande que el cepellón o el sistema radicular del árbol, idealmente el doble de ancho y profundo. Esta labor permite descompactar la tierra circundante, facilitando la expansión de las nuevas raíces. Es muy recomendable enriquecer la tierra extraída del hoyo con materia orgánica, como compost bien maduro o estiércol descompuesto, para mejorar la estructura del suelo y aportar nutrientes de liberación lenta que favorecerán el arraigo y el crecimiento inicial del joven membrillo.
El proceso de plantación paso a paso
Una vez preparado el hoyo y enriquecida la tierra, se procede a la colocación del árbol. Es fundamental asegurarse de que el punto de injerto, si lo hubiera, quede siempre por encima del nivel del suelo, al menos a unos 5-10 centímetros. Enterrar el injerto podría provocar la emisión de raíces desde el patrón y la pérdida de las características de la variedad injertada. Antes de colocar el árbol, es aconsejable hidratar bien el cepellón si viene en contenedor o sumergir las raíces desnudas en agua durante unas horas.
Con el árbol en el hoyo, se debe rellenar con la tierra preparada, asegurándose de que no queden bolsas de aire alrededor de las raíces. Para ello, se puede ir apisonando suavemente la tierra a medida que se añade. Es importante que el árbol quede a la misma profundidad a la que estaba en el vivero, lo cual se puede comprobar usando el nivel del suelo original en el tronco como referencia. Un error común es plantar el árbol demasiado profundo, lo que puede provocar problemas de pudrición en el cuello de la raíz.
Tras rellenar completamente el hoyo, se debe formar un alcorque o una pequeña barrera de tierra alrededor del tronco. Esta estructura ayudará a retener el agua del riego, asegurando que se infiltre directamente en la zona radicular en lugar de dispersarse por la superficie. Inmediatamente después de la plantación, es imprescindible realizar un riego abundante, incluso si el suelo está húmedo, para asentar bien la tierra alrededor de las raíces y eliminar cualquier bolsa de aire que haya podido quedar.
Finalmente, es muy recomendable clavar un tutor junto al tronco, especialmente en zonas ventosas o si el árbol es alto y delgado. El tutor proporcionará estabilidad al joven membrillo durante sus primeros años, evitando que el viento mueva el tronco y rompa las nuevas raíces que se están formando. El árbol debe atarse al tutor con una ligadura elástica o un material que no dañe la corteza, dejando cierta holgura para permitir el engrosamiento natural del tronco sin estrangularlo.
La propagación por esquejes
La propagación por esquejes es uno de los métodos más comunes y efectivos para obtener nuevos ejemplares de membrillo genéticamente idénticos a la planta madre. Este método se puede realizar tanto con esquejes de madera dura en invierno como con esquejes de madera semidura en verano. Los esquejes de madera dura se toman durante el período de reposo del árbol, seleccionando ramas sanas y vigorosas del grosor de un lápiz que hayan crecido durante la temporada anterior. Estos esquejes deben tener una longitud de unos 20-30 centímetros.
Para preparar los esquejes de madera dura, se realiza un corte horizontal justo por debajo de un nudo en la base y un corte en bisel en la parte superior para diferenciar la polaridad. Se pueden tratar las bases con hormonas de enraizamiento para aumentar las probabilidades de éxito, aunque el membrillo suele enraizar con relativa facilidad. Luego, los esquejes se entierran en una zanja o en macetas con un sustrato ligero y bien drenado, como una mezcla de turba y arena, dejando solo una o dos yemas por encima de la superficie.
Los esquejes de madera semidura se toman a mediados o finales del verano, utilizando los brotes del crecimiento del año en curso que han comenzado a lignificarse en la base pero que todavía son flexibles en la punta. Se cortan segmentos de unos 15 centímetros, se eliminan las hojas inferiores y se reduce a la mitad el tamaño de las hojas superiores para disminuir la transpiración. Al igual que con los esquejes de madera dura, el uso de hormonas de enraizamiento es beneficioso. Estos se plantan en macetas y se mantienen en un ambiente protegido y húmedo, como un invernadero o bajo una cubierta de plástico.
Independientemente del tipo de esqueje, es crucial mantener el sustrato constantemente húmedo pero no encharcado durante todo el proceso de enraizamiento. Los esquejes de madera dura plantados en el exterior comenzarán a desarrollar raíces en primavera, mientras que los de madera semidura pueden tardar varias semanas. Una vez que los esquejes han desarrollado un sistema radicular fuerte y muestran nuevo crecimiento, pueden ser trasplantados a su ubicación definitiva, generalmente durante el siguiente período de reposo invernal.
La propagación por acodo
El acodo es otra técnica de propagación asexual muy fiable para el membrillo, que consiste en inducir la formación de raíces en una rama mientras esta todavía está unida a la planta madre. Esto garantiza que la rama reciba agua y nutrientes durante el proceso de enraizamiento, lo que aumenta considerablemente las tasas de éxito. El acodo simple es el más utilizado: se selecciona una rama baja, larga y flexible que pueda doblarse fácilmente hasta tocar el suelo.
El proceso se inicia en primavera. En la parte de la rama que hará contacto con la tierra, se realiza una pequeña herida o se elimina un anillo de corteza para estimular la emisión de raíces. Esta zona herida puede tratarse con hormonas de enraizamiento. A continuación, la rama se entierra en una pequeña zanja de unos 10-15 centímetros de profundidad, asegurándola en su lugar con una horquilla o una piedra para que no se mueva. Es importante que la punta de la rama, con varias hojas, se mantenga fuera de la tierra y se curve hacia arriba, pudiendo atarse a un pequeño tutor para mantenerla erguida.
Durante toda la temporada de crecimiento, es fundamental mantener la zona del acodo constantemente húmeda. El suelo que cubre la rama debe regarse regularmente para promover el desarrollo de las raíces. Hacia el final del otoño o durante el invierno, se puede comprobar con cuidado si se han formado suficientes raíces. Si el enraizamiento ha sido exitoso, se formará un cepellón visible en la parte enterrada de la rama.
Una vez confirmado que el acodo ha desarrollado un sistema radicular robusto e independiente, se puede separar de la planta madre. El corte se realiza en la sección de la rama que conecta el nuevo sistema de raíces con el árbol original. Este nuevo plantón, ya con sus propias raíces, puede ser cuidadosamente desenterrado y trasplantado a una maceta o a su ubicación definitiva en el jardín. El acodo es una técnica excelente para producir un número limitado de plantas fuertes y bien desarrolladas.
El injerto: uniendo variedad y patrón
El injerto es una técnica de propagación avanzada que permite combinar las características de dos plantas diferentes: un patrón o portainjerto, que proporciona el sistema radicular, y una variedad, que aportará la parte aérea y los frutos. En el caso del membrillo, esta técnica es muy utilizada para propagar variedades específicas sobre patrones que ofrecen ventajas como resistencia a ciertas enfermedades del suelo, adaptación a tipos de suelo particulares o control sobre el vigor y el tamaño final del árbol. El propio membrillo (Cydonia oblonga) se usa comúnmente como patrón.
Existen diversos métodos de injerto, pero uno de los más comunes para el membrillo es el injerto de yema o escudete, que se realiza a finales de verano. Consiste en extraer una yema con un pequeño trozo de corteza (el escudete) de una rama de la variedad deseada e insertarla bajo la corteza del patrón. El patrón debe estar en un estado de crecimiento activo para que la corteza se separe fácilmente. La yema se inserta en una incisión en forma de T realizada en el tallo del patrón y luego se ata firmemente con cinta de injertar, dejando la yema expuesta.
Si el injerto ha prendido, la yema permanecerá verde y comenzará a hincharse. A la primavera siguiente, se corta el patrón justo por encima de la yema injertada. Esto fuerza a la yema a brotar y a desarrollarse, convirtiéndose en el nuevo tronco y copa del árbol, que tendrá las características frutales de la variedad de la que se extrajo. Este método es muy eficiente y permite utilizar el material vegetal de forma muy económica, ya que cada yema puede dar lugar a un nuevo árbol.
El éxito del injerto depende de varios factores, incluyendo la compatibilidad entre la variedad y el patrón, la habilidad del injertador, el momento de realización y las condiciones ambientales posteriores. Es crucial que las capas de cambium (el tejido de crecimiento) del patrón y de la púa o yema estén en contacto directo, ya que es aquí donde se producirá la unión de los tejidos vasculares. Un injerto exitoso no solo propaga una variedad deseada, sino que también puede conferir al árbol una mayor resiliencia y adaptabilidad a su entorno de cultivo.