Plantar y propagar la lantana son procesos sencillos y gratificantes que te permitirán multiplicar la belleza de esta planta en tu jardín o compartirla con otros aficionados. El éxito de la plantación reside en elegir el momento adecuado y preparar el terreno correctamente, sentando así las bases para un desarrollo saludable y vigoroso desde el primer día. Por su parte, la propagación, ya sea por esquejes o por semillas, es una forma económica y emocionante de obtener nuevas plantas, asegurando la continuidad de tus variedades favoritas. Conocer las técnicas adecuadas para cada uno de estos procesos es fundamental para garantizar un alto índice de éxito y disfrutar de nuevas lantanas llenas de vida y color.
El momento de la plantación es un factor crucial que puede determinar la capacidad de la lantana para establecerse correctamente en su nueva ubicación. El periodo ideal para plantar la lantana en el exterior es en primavera, una vez que haya pasado todo riesgo de heladas y las temperaturas del suelo comiencen a subir de manera constante. Plantar en esta época del año le da a la planta toda la temporada de crecimiento, desde la primavera hasta el otoño, para desarrollar un sistema radicular fuerte y robusto antes de enfrentarse a las condiciones más frescas del invierno. Esto es especialmente importante en climas con inviernos fríos.
La elección del lugar, como se ha mencionado en los cuidados generales, es igualmente importante. Busca una ubicación que reciba pleno sol durante la mayor parte del día, ya que esto es esencial para una floración abundante. Antes de plantar, observa el recorrido del sol en tu jardín para identificar el punto más luminoso. Además, asegúrate de que el lugar elegido tenga un suelo con un drenaje excelente para evitar problemas de pudrición de raíces. Si el agua tiende a estancarse en esa zona después de llover, deberás mejorar el drenaje o elegir otra ubicación.
La preparación del suelo es el último paso preliminar antes de la plantación. Dedica tiempo a acondicionar el área donde vas a colocar tu lantana, ya que un buen comienzo es clave para su futuro. Cava un hoyo que sea aproximadamente el doble de ancho y de la misma profundidad que el cepellón de la planta. Afloja la tierra en el fondo y en los lados del hoyo para facilitar la penetración de las raíces. Si tu suelo es pobre o compacto, es el momento ideal para mezclar la tierra extraída con compost o materia orgánica para mejorar tanto su estructura como su fertilidad.
Antes de sacar la planta de su maceta original, riégala bien para que el cepellón esté húmedo y sea más fácil de manipular sin que se desmorone. Extrae la planta con cuidado, sujetándola por la base. Si observas que las raíces están muy compactadas o enredadas, formando un círculo en la base, deshazlas suavemente con los dedos. Este pequeño gesto anima a las raíces a extenderse hacia fuera en el nuevo suelo en lugar de seguir creciendo en círculo, lo que acelera su establecimiento y anclaje en el terreno.
El proceso de plantación paso a paso
Una vez que has elegido el lugar y preparado el hoyo, el proceso de plantar la lantana es bastante directo. Coloca la planta en el centro del hoyo, asegurándote de que la parte superior del cepellón quede al mismo nivel que la superficie del suelo circundante. Es muy importante no enterrar el tallo ni dejar el cepellón demasiado expuesto. Utiliza una tabla o el mango de una herramienta colocado a través del hoyo como guía para verificar que la altura es la correcta antes de empezar a rellenar.
Comienza a rellenar el hoyo con la tierra que habías preparado, distribuyéndola de manera uniforme alrededor del cepellón. A medida que añades tierra, presiona suavemente con las manos para eliminar las bolsas de aire que puedan haberse formado. Estas bolsas de aire pueden secar las raíces y dificultar el establecimiento de la planta. Continúa rellenando hasta que el hoyo esté completamente cubierto y la planta se mantenga firme y erguida en su nueva posición.
Después de plantar, es absolutamente esencial realizar un riego profundo y generoso. Riega lentamente la base de la planta, permitiendo que el agua penetre en profundidad y asiente la tierra alrededor de las raíces. Este primer riego es vital para hidratar el cepellón y eliminar las últimas bolsas de aire, asegurando un buen contacto entre las raíces y el nuevo suelo. Durante las primeras semanas después de la plantación, el suelo debe mantenerse constantemente húmedo, pero no encharcado, para ayudar a la planta a superar el estrés del trasplante.
Finalmente, una excelente práctica es aplicar una capa de mantillo o acolchado orgánico alrededor de la base de la planta recién plantada. Puedes usar corteza de pino, paja o compost. Esta capa, de unos 5 a 7 centímetros de espesor, ayudará a conservar la humedad del suelo, a regular su temperatura y a suprimir el crecimiento de malas hierbas que competirían por los recursos con tu lantana. Asegúrate de dejar un pequeño espacio libre alrededor del tallo para evitar problemas de pudrición.
La propagación mediante esquejes
La propagación por esquejes es el método más popular y eficaz para multiplicar la lantana, ya que garantiza la obtención de nuevas plantas genéticamente idénticas a la planta madre. Esto significa que conservarán exactamente las mismas características de color, tamaño y hábito de crecimiento, algo que no siempre ocurre con la propagación por semillas. El mejor momento para tomar esquejes es a finales de la primavera o principios del verano, cuando la planta está en pleno crecimiento activo y los tallos tienen el vigor necesario para enraizar.
Para tomar los esquejes, elige tallos sanos y vigorosos que no tengan flores. Busca brotes semi-leñosos, es decir, que no sean ni demasiado tiernos y verdes ni demasiado viejos y leñosos. Con unas tijeras de podar afiladas y desinfectadas, corta secciones de tallo de unos 10 a 15 centímetros de longitud. Realiza el corte justo por debajo de un nudo, que es el punto donde crecen las hojas, ya que es en estas zonas donde se concentran las hormonas de enraizamiento.
Una vez que tengas los esquejes, prepara cada uno de ellos para la plantación. Retira las hojas de la mitad inferior del tallo, dejando solo dos o tres pares de hojas en la parte superior. Si las hojas restantes son muy grandes, puedes cortarlas por la mitad para reducir la pérdida de agua por transpiración mientras el esqueje desarrolla sus raíces. Opcionalmente, puedes sumergir la base del esqueje en un polvo o gel de hormonas de enraizamiento para acelerar el proceso y aumentar las probabilidades de éxito.
Planta los esquejes preparados en una maceta o bandeja con un sustrato ligero y con buen drenaje, como una mezcla de turba y perlita o arena. Entierra aproximadamente la mitad de la longitud del esqueje en el sustrato y presiona suavemente a su alrededor. Riega bien la maceta y cúbrela con una bolsa de plástico transparente o la parte superior de una botella de plástico para crear un efecto invernadero que mantenga la humedad alta. Coloca los esquejes en un lugar cálido y con luz indirecta brillante y, en unas pocas semanas, deberían empezar a desarrollar raíces.
La propagación a través de semillas
Aunque la propagación por esquejes es más común, también es posible multiplicar la lantana a través de sus semillas. Las semillas se encuentran dentro de las pequeñas bayas que se forman después de la floración, las cuales pasan de un color verde a un tono negro o azul oscuro cuando están maduras. Es importante recordar que solo las bayas maduras contienen semillas viables y que las bayas verdes son tóxicas. Recolecta las bayas maduras de la planta y extrae las pequeñas semillas de su interior, limpiándolas de cualquier resto de pulpa.
Las semillas de lantana tienen una cubierta dura que puede dificultar la germinación, por lo que se recomienda un tratamiento previo para ablandarla. Un método eficaz es la escarificación, que consiste en lijar suavemente la cubierta de la semilla con papel de lija fino. Otro método es el remojo en agua tibia durante 24 horas antes de la siembra. Estos tratamientos permiten que el agua penetre más fácilmente en la semilla, lo que estimula el proceso de germinación y mejora significativamente la tasa de éxito.
Siembra las semillas en una bandeja de semillero o en macetas pequeñas llenas de un sustrato para semillas de buena calidad. Coloca las semillas sobre la superficie del sustrato y cúbrelas con una capa muy fina de tierra o vermiculita, de no más de medio centímetro. Riega con cuidado, preferiblemente con un pulverizador para no desplazar las semillas, y mantén el sustrato constantemente húmedo, pero no empapado. Coloca el semillero en un lugar cálido, ya que la germinación requiere temperaturas de alrededor de 21-24 °C.
La germinación de las semillas de lantana puede ser lenta e irregular, pudiendo tardar desde unas pocas semanas hasta varios meses, así que la paciencia es clave. Una vez que las plántulas hayan germinado y desarrollado su primer par de hojas verdaderas, podrás trasplantarlas a macetas individuales para que sigan creciendo. Ten en cuenta que las plantas obtenidas a partir de semillas de variedades híbridas pueden no ser idénticas a la planta madre, lo que puede dar lugar a sorpresas interesantes en cuanto a colores y formas.
Cuidados posteriores a la plantación y la propagación
Una vez que has plantado tu nueva lantana en su ubicación definitiva, es fundamental proporcionarle los cuidados adecuados durante las primeras semanas para asegurar su establecimiento. El riego es el factor más crítico en esta etapa inicial. Debes mantener el suelo uniformemente húmedo para ayudar a las raíces a recuperarse del estrés del trasplante y a comenzar a explorar el nuevo terreno. Comprueba la humedad del suelo cada dos días y riega profundamente cuando la capa superior comience a secarse.
Evita fertilizar la planta inmediatamente después de la plantación. Es mejor esperar al menos un mes para que el sistema radicular tenga tiempo de establecerse. Una fertilización prematura podría quemar las raíces sensibles y estresadas. Una vez que observes un nuevo crecimiento vigoroso, puedes comenzar a aplicar un fertilizante equilibrado siguiendo las recomendaciones del fabricante, pero siempre con moderación para no forzar un crecimiento débil.
En el caso de las nuevas plantas obtenidas por propagación, tanto por esquejes como por semillas, el proceso de aclimatación es esencial antes de plantarlas en el exterior. Este proceso, conocido como endurecimiento, consiste en exponer gradualmente las jóvenes plantas a las condiciones exteriores durante un periodo de una a dos semanas. Comienza colocándolas en un lugar sombreado y protegido durante unas pocas horas al día y ve aumentando progresivamente el tiempo y la exposición al sol directo.
Durante todo este periodo de establecimiento y crecimiento inicial, vigila de cerca tus nuevas plantas para detectar cualquier signo de estrés, como hojas marchitas o amarillentas, o la presencia de plagas. Actuar rápidamente ante cualquier problema aumentará las posibilidades de que tus jóvenes lantanas se conviertan en ejemplares fuertes y saludables. Con un poco de atención y cuidado inicial, habrás logrado con éxito ampliar tu colección de estas maravillosas plantas.
📷 Flickr / Szerző: Mauricio Mercadante / Licence: CC BY-NC-SA 2.0