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La plantación y propagación de la bacopa

Daria · 20.08.2025.

La correcta plantación de la bacopa es el pilar fundamental sobre el que se asentará el éxito de su cultivo, siendo un proceso que requiere atención al detalle para garantizar que la planta se establezca de forma rápida y saludable. Elegir el momento adecuado, preparar el contenedor y el sustrato, y manejar la planta con delicadeza son pasos esenciales para minimizar el estrés del trasplante y promover un desarrollo vigoroso desde el principio. Del mismo modo, conocer las técnicas de propagación nos permite multiplicar nuestras propias plantas de forma sencilla y económica, ya sea para ampliar nuestras colecciones, reponer ejemplares o compartir con otros aficionados. La propagación, además de ser una actividad gratificante, nos asegura disponer de plantas jóvenes y fuertes cada temporada.

El proceso de plantación comienza mucho antes de introducir la planta en la tierra; empieza con la selección de un ejemplar sano y de calidad en el vivero. Es importante elegir plantas con un follaje verde intenso, sin manchas ni signos de plagas, y con un porte compacto y bien ramificado. Un buen sistema radicular es igualmente crucial, por lo que, si es posible, conviene revisar que las raíces no estén demasiado compactadas o saliendo en exceso por los agujeros de drenaje, lo que podría indicar que la planta lleva demasiado tiempo en esa maceta. Una buena elección inicial nos ahorrará muchos problemas en el futuro.

Una vez en casa, la plantación debe realizarse lo antes posible para evitar que la planta se seque o se estrese en su pequeño contenedor original. El manejo cuidadoso del cepellón es vital durante el trasplante; se debe intentar no romper las raíces y, si estas están muy apelmazadas, se pueden desenredar suavemente con los dedos para estimular su expansión en el nuevo sustrato. La profundidad de plantación también es importante: la base de la planta debe quedar al mismo nivel que tenía en la maceta original, evitando enterrar el cuello del tallo, lo que podría provocar problemas de pudrición.

La propagación de la bacopa, por su parte, es una tarea sorprendentemente fácil que se puede realizar principalmente a través de esquejes. Esta técnica de multiplicación asexual nos garantiza obtener plantas idénticas a la planta madre, conservando todas sus características de color y porte. El mejor momento para realizarla es durante la primavera o el verano, cuando la planta se encuentra en su fase de crecimiento más activo. Con unas pocas herramientas y un poco de paciencia, es posible obtener un gran número de nuevas plantas a partir de un único ejemplar.

Elección del momento y el lugar de plantación

El calendario es un factor determinante para la plantación de la bacopa. El momento ideal para llevarla a su ubicación definitiva, ya sea en el jardín o en una maceta, es en primavera, una vez que haya pasado todo riesgo de heladas tardías. Plantar demasiado pronto, cuando las noches todavía son frías, puede frenar su crecimiento e incluso dañar la planta de forma irreversible. Esperar a que las temperaturas se estabilicen y el suelo se haya calentado proporcionará a la bacopa las condiciones óptimas para un arranque vigoroso y una rápida adaptación a su nuevo entorno.

La elección del lugar es igualmente importante y debe basarse en las necesidades de luz de la planta. Como se ha mencionado, la bacopa prefiere una ubicación en semisombra, donde reciba la luz solar directa durante las primeras horas de la mañana pero esté protegida del sol más intenso del mediodía y la tarde. Un porche orientado al este, el alféizar de una ventana que no reciba sol directo todo el día o bajo la sombra ligera de un árbol de hoja caduca son emplazamientos excelentes. Observar el recorrido del sol en nuestro jardín o terraza antes de plantar es una tarea previa fundamental.

Si se planta directamente en el suelo, es importante considerar el espaciado entre plantas. Para lograr un efecto de cubresuelos denso y uniforme, se recomienda dejar una distancia de unos 20 a 30 centímetros entre cada ejemplar. Este espacio permitirá que las plantas se desarrollen y se extiendan sin competir excesivamente por la luz, el agua y los nutrientes, al tiempo que se cubrirá el suelo rápidamente, ayudando a suprimir el crecimiento de malas hierbas y a mantener la humedad del terreno.

Al planificar la plantación en macetas o cestas colgantes, hay que tener en cuenta el tamaño final que alcanzará la planta. Aunque al principio parezcan pequeñas, las bacopas crecen rápidamente y necesitan espacio para desarrollar su sistema radicular y su parte aérea. Elegir un contenedor de un tamaño adecuado desde el principio evitará la necesidad de realizar trasplantes a mitad de temporada, lo cual puede ser estresante para la planta. Un buen drenaje en el contenedor es, por supuesto, un requisito no negociable para evitar problemas de encharcamiento.

Preparación del sustrato y el contenedor

Una preparación meticulosa del medio de cultivo es un requisito indispensable para el éxito de la plantación. Se debe utilizar un sustrato de alta calidad, específico para plantas de flor o un sustrato universal enriquecido. La clave está en conseguir una mezcla que sea a la vez rica en nutrientes, capaz de retener la humedad necesaria y que ofrezca un drenaje excelente. Como ya se ha indicado, añadir perlita o vermiculita a la mezcla es una forma muy eficaz de mejorar la aireación y evitar la compactación del sustrato a lo largo del tiempo.

Antes de llenar el contenedor, es crucial asegurarse de que esté limpio y desinfectado, especialmente si se va a reutilizar. Lavarlo con agua y jabón, seguido de un enjuague con una solución de lejía diluida, ayudará a eliminar posibles patógenos o huevos de plagas que pudieran haber quedado de cultivos anteriores. También es el momento de verificar que los agujeros de drenaje no estén obstruidos y, si es necesario, añadir una capa de material drenante en el fondo, como grava o arlita, para mejorar aún más la evacuación del agua.

Al llenar la maceta con el sustrato, no se debe compactar en exceso. Es mejor llenarla de forma suelta y dar unos golpecitos suaves al contenedor para que la tierra se asiente de forma natural. Se debe dejar un espacio de unos dos o tres centímetros entre la superficie del sustrato y el borde de la maceta. Este espacio, conocido como «cuello de riego», es fundamental para poder regar la planta correctamente sin que el agua se desborde por los lados, asegurando que penetre de manera uniforme en todo el cepellón.

Si se decide incorporar un fertilizante de liberación lenta, este es el momento de mezclarlo homogéneamente con el sustrato antes de introducir la planta. Esto proporcionará un suministro constante de nutrientes a la planta durante sus primeras semanas de desarrollo, que son críticas para su establecimiento. Una buena preparación del sustrato y el contenedor sienta las bases para una temporada de crecimiento sin problemas y con una floración espectacular, reduciendo la necesidad de intervenciones posteriores.

El proceso de trasplante paso a paso

Una vez que el lugar, el contenedor y el sustrato están listos, se puede proceder al trasplante. El primer paso es hidratar bien la bacopa en su maceta original una o dos horas antes de la operación. Un cepellón bien húmedo es más cohesivo y menos propenso a desmoronarse, lo que protege las delicadas raíces durante el proceso. Esto también asegura que la planta no sufra de estrés hídrico inmediatamente después de ser trasplantada a su nuevo hogar, dándole un mejor comienzo.

Para extraer la planta de su maceta original, se debe invertir el contenedor sujetando la base de la planta con los dedos y dar unos golpecitos firmes en el fondo. La planta debería deslizarse hacia fuera con facilidad junto con todo el cepellón. Es importante evitar tirar del tallo, ya que esto podría dañarlo o incluso arrancarlo de las raíces. Si la planta se resiste a salir, se pueden presionar los lados de la maceta para aflojar la tierra o pasar un cuchillo sin filo por el borde interior.

Una vez extraído el cepellón, se examinan las raíces. Si están muy enredadas y forman una masa compacta en la base (lo que se conoce como «raíces en espiral»), es conveniente aflojarlas suavemente con los dedos. Este pequeño gesto anima a las raíces a crecer hacia fuera, explorando el nuevo sustrato, en lugar de seguir creciendo en círculo. Se coloca la planta en el hoyo o maceta previamente preparado, asegurándose de que la parte superior del cepellón quede al mismo nivel que el suelo circundante o ligeramente por debajo del borde de la maceta.

Finalmente, se rellena el espacio alrededor del cepellón con el sustrato preparado, presionando suavemente con los dedos para eliminar las bolsas de aire y asegurar un buen contacto entre las raíces y la nueva tierra. El último paso, y uno de los más importantes, es realizar un riego abundante justo después del trasplante. Este riego ayuda a asentar el sustrato, elimina las bolsas de aire restantes y proporciona la humedad necesaria para que las raíces comiencen a recuperarse y a explorar su nuevo entorno. Es recomendable mantener la planta en un lugar sombreado y protegido durante los primeros días para facilitar su aclimatación.

Propagación por esquejes de tallo

La propagación de la bacopa a través de esquejes es un método eficaz y muy gratificante. La mejor época para tomar los esquejes es a finales de la primavera o principios del verano, cuando la planta madre está en pleno crecimiento y los tallos son vigorosos pero no leñosos. Se deben seleccionar tallos sanos, de unos 8 a 10 centímetros de longitud, y cortarlos justo por debajo de un nudo (el punto donde nacen las hojas). Es preferible utilizar una navaja afilada o unas tijeras de podar bien limpias para hacer un corte limpio y evitar aplastar los tejidos del tallo.

Una vez obtenidos los esquejes, se deben preparar para el enraizamiento. Se retiran las hojas de la mitad inferior del tallo, dejando solo dos o tres pares de hojas en la parte superior. Eliminar estas hojas inferiores es crucial por dos motivos: reduce la pérdida de agua por transpiración, lo que ayuda al esqueje a no deshidratarse, y evita que las hojas se pudran al estar en contacto con el sustrato o el agua. Si las hojas superiores son muy grandes, se pueden cortar a la mitad para reducir aún más la transpiración.

El siguiente paso es promover el desarrollo de las raíces. Aunque no es estrictamente necesario, impregnar la base del esqueje en hormonas de enraizamiento en polvo o en gel puede aumentar significativamente la tasa de éxito y acelerar el proceso. Después, los esquejes se pueden plantar en una maceta o bandeja con un sustrato de enraizamiento ligero y bien drenado, como una mezcla de turba y perlita o arena. Se deben enterrar aproximadamente la mitad de su longitud, asegurándose de que los nudos de donde se quitaron las hojas queden bajo la superficie, ya que es en estos puntos donde se formarán las nuevas raíces.

Para crear un ambiente húmedo que favorezca el enraizamiento, se puede cubrir la maceta con una bolsa de plástico transparente o una botella de plástico cortada, creando un mini-invernadero. El contenedor debe colocarse en un lugar cálido y con luz indirecta brillante. Es importante ventilar el mini-invernadero a diario durante unos minutos para evitar la condensación excesiva y la aparición de hongos. En unas tres a cuatro semanas, los esquejes deberían haber desarrollado un buen sistema radicular, lo cual se puede comprobar tirando suavemente de ellos; si ofrecen resistencia, es que han enraizado y están listos para ser trasplantados a macetas individuales.

Multiplicación por acodo

El acodo es otra técnica de propagación asexual muy sencilla y con una alta tasa de éxito, especialmente adecuada para plantas de porte rastrero como la bacopa. Este método consiste en inducir el enraizamiento de un tallo mientras este todavía está unido a la planta madre, lo que le proporciona un suministro continuo de agua y nutrientes durante todo el proceso. Esto elimina el riesgo de deshidratación que existe en la propagación por esquejes, haciendo del acodo una técnica casi infalible.

Para realizar un acodo, se selecciona un tallo largo y flexible que esté creciendo cerca de la base de la planta. Se busca un nudo en la parte media del tallo y se le hace una pequeña herida o corte superficial en la parte inferior, justo debajo del nudo. Esta herida estimulará la formación de raíces en ese punto. Opcionalmente, se puede aplicar un poco de hormona de enraizamiento en la herida para acelerar el proceso, aunque la bacopa suele enraizar con facilidad sin necesidad de ella.

A continuación, se dobla el tallo cuidadosamente hacia el suelo o hacia una maceta pequeña llena de sustrato colocada junto a la planta madre. La parte del tallo con la herida se entierra a un par de centímetros de profundidad en la tierra, asegurándose de que el nudo quede en buen contacto con el sustrato. Para mantener el tallo en su sitio y evitar que se salga, se puede sujetar con una horquilla de alambre, una piedra pequeña o un simple clip de papel abierto. La punta del tallo, con sus hojas, debe quedar fuera de la tierra, orientada hacia arriba.

El sustrato alrededor del acodo debe mantenerse constantemente húmedo, pero no encharcado. Al estar conectado a la planta madre, el tallo seguirá creciendo con normalidad. Después de varias semanas, generalmente entre cuatro y seis, el tallo habrá desarrollado su propio sistema de raíces en el punto de contacto con la tierra. Para comprobarlo, se puede escarbar con cuidado alrededor. Una vez que las raíces sean lo suficientemente abundantes, se puede cortar el tallo que lo une a la planta madre y la nueva planta ya será completamente independiente y podrá ser trasplantada a su ubicación definitiva.

📷: DeavmiCC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons

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