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La invernada de la campanula

Linden · 08.09.2025.

La llegada del invierno plantea un desafío para muchas plantas del jardín, y la campanula no es una excepción. Asegurar que estas encantadoras plantas sobrevivan a los meses fríos y regresen con vigor en la primavera siguiente depende en gran medida de los preparativos que realicemos durante el otoño. El proceso de invernada no es universal para todas las variedades; las necesidades de protección varían significativamente según la rusticidad de la especie y la severidad del clima local. Comprender estos factores y aplicar las técnicas adecuadas es esencial para proteger tu inversión de tiempo y esfuerzo, garantizando un jardín lleno de campanillas año tras año.

La mayoría de las campanulas perennes son bastante resistentes y están adaptadas a climas templados con inviernos fríos. Especies como Campanula carpatica o Campanula portenschlagiana pueden soportar heladas considerables sin necesidad de una protección especial, especialmente si hay una capa de nieve que actúe como aislante natural. Sin embargo, en zonas con inviernos muy crudos, vientos helados o ciclos de congelación y descongelación frecuentes, incluso las variedades más resistentes se beneficiarán de algunas medidas de protección para asegurar la supervivencia de su corona y sistema radicular.

El primer paso para una correcta invernada comienza en otoño, mucho antes de las primeras heladas. Es crucial que la planta entre en el invierno en un estado de salud óptimo. Continúa eliminando las malas hierbas que compiten por los recursos y realiza una última limpieza de hojas enfermas o dañadas. Reduce gradualmente la frecuencia del riego a medida que las temperaturas descienden para evitar que el suelo esté excesivamente húmedo, lo cual, combinado con el frío, puede ser fatal para las raíces. Evita fertilizar después de finales del verano, ya que esto podría estimular un nuevo crecimiento tierno y vulnerable al frío.

Una vez que las primeras heladas fuertes hayan hecho que el follaje de la planta se marchite y se vuelva marrón, puedes optar por podar los tallos. Corta los tallos a unos 5-7 centímetros del suelo. Esta poda otoñal ayuda a limpiar el jardín y a prevenir que plagas o enfermedades encuentren refugio en los restos vegetales durante el invierno. No obstante, algunos jardineros prefieren dejar los tallos secos en su lugar, ya que pueden atrapar la nieve y ofrecer una ligera protección adicional a la corona de la planta. La elección entre podar en otoño o a principios de primavera es a menudo una cuestión de preferencia personal y estética del jardín invernal.

La técnica del acolchado o mulching

El acolchado es la técnica más importante y efectiva para proteger a las campanulas perennes durante el invierno, especialmente en climas fríos. Consiste en aplicar una capa de material aislante sobre el suelo alrededor de la base de la planta. El propósito principal del acolchado invernal no es tanto mantener la planta caliente, sino protegerla de los cambios bruscos de temperatura. Ayuda a mantener el suelo congelado de manera uniforme, evitando los dañinos ciclos de congelación y descongelación que pueden empujar la planta fuera de la tierra (un fenómeno conocido como «levantamiento por helada») y dañar las raíces.

El momento adecuado para aplicar el acolchado es crucial. No lo apliques demasiado pronto en el otoño, ya que esto podría aislar el suelo mientras aún está caliente, retrasando la entrada en latencia de la planta y pudiendo causar pudrición en la corona. Espera a que el suelo se haya congelado por primera vez, generalmente después de varias heladas fuertes y consistentes. Esto asegura que la planta esté completamente en estado de latencia antes de ser cubierta.

Puedes utilizar una variedad de materiales orgánicos como acolchado. Las hojas secas trituradas, la paja, las agujas de pino o el compost bien descompuesto son excelentes opciones. Aplica una capa generosa, de unos 10 a 15 centímetros de espesor, sobre la corona de la planta y el área circundante. Es importante que el material esté suelto y no se compacte demasiado para permitir cierta circulación de aire y evitar que se sature de agua. Evita amontonar el acolchado directamente contra el tallo o la corona para prevenir la humedad excesiva y la posible pudrición.

A principios de la primavera, cuando el peligro de heladas fuertes haya pasado y comiences a ver los primeros signos de nuevo crecimiento, es hora de retirar gradualmente el acolchado. No lo quites todo de golpe, ya que una helada tardía podría dañar los tiernos brotes nuevos. Ve retirándolo en capas durante una o dos semanas para permitir que la planta se aclimate lentamente a las temperaturas más cálidas y a la luz solar directa. El material del acolchado, si está bien descompuesto, puede incorporarse al suelo del jardín para mejorar su estructura y fertilidad.

Invernada de campanulas en macetas

Las campanulas cultivadas en macetas son mucho más vulnerables al frío invernal que las que crecen en el suelo del jardín. En una maceta, las raíces no tienen la protección aislante de la gran masa de tierra circundante y están expuestas a las bajas temperaturas por todos los lados. En climas donde las temperaturas descienden significativamente por debajo de cero, las raíces pueden congelarse por completo, lo que suele ser fatal para la planta. Por lo tanto, las campanulas en maceta requieren medidas de protección especiales.

Una de las opciones más sencillas es trasladar las macetas a un lugar resguardado y protegido. Un garaje sin calefacción, un sótano, un cobertizo o un invernadero frío son lugares ideales. El objetivo es mantener las raíces a una temperatura fría pero por encima del punto de congelación crítico. La planta debe entrar en latencia, por lo que no necesita luz durante este período. Riega la maceta de forma muy esporádica durante el invierno, solo lo suficiente para evitar que el sustrato se seque por completo, quizás una vez al mes o cada seis semanas.

Si no dispones de un lugar interior para almacenarlas, puedes proteger las macetas en el exterior. Agrupa todas las macetas juntas en un lugar protegido del viento, como junto a un muro de la casa. Luego, puedes rodear el grupo de macetas con una jaula de alambre y rellenar el espacio con hojas secas, paja u otro material aislante. También puedes envolver cada maceta individualmente con plástico de burbujas o tela de arpillera. Colocar las macetas sobre tablas de madera o poliestireno ayudará a aislarlas del suelo helado.

Otra técnica consiste en «enterrar» las macetas en el suelo del jardín. Cava un hoyo lo suficientemente grande como para contener la maceta y entiérrala hasta el borde. El suelo circundante proporcionará el aislamiento necesario para proteger las raíces. Una vez que la maceta está enterrada, puedes aplicar una capa de acolchado sobre la parte superior como lo harías con una planta en el suelo. Este método es muy eficaz, aunque requiere un poco más de trabajo en otoño y primavera para enterrar y desenterrar las macetas.

Cuidados para especies menos resistentes y bienales

No todas las campanulas tienen la misma resistencia al frío. Algunas variedades, a menudo las que provienen de climas más cálidos o las que son híbridos más delicados, pueden no sobrevivir a los inviernos en climas fríos si se dejan en el exterior sin una protección muy considerable. Para estas especies menos resistentes, la mejor opción es cultivarlas en macetas que puedan trasladarse a un interior protegido durante el invierno, como un invernadero o una galería luminosa y fresca. Es crucial investigar la zona de rusticidad específica de la variedad que estás cultivando.

Las campanulas bienales, como la Campanula medium (Campanilla de Canterbury), tienen un ciclo de vida de dos años y requieren una consideración especial para la invernada. Durante su primer año, desarrollan una roseta de hojas basales. Es vital que esta roseta sobreviva al invierno para que la planta pueda producir su espectacular tallo floral en el segundo año. Estas plantas generalmente son bastante resistentes, pero se benefician enormemente de una capa de acolchado invernal para proteger su corona del frío extremo y de la humedad excesiva.

En el caso de las campanulas que se cultivan como anuales en climas fríos, no hay necesidad de preocuparse por la invernada. Simplemente completarán su ciclo de vida en una temporada. Sin embargo, si deseas tenerlas de nuevo el año siguiente, puedes intentar recolectar sus semillas al final de la temporada. Guarda las semillas en un lugar fresco y seco durante el invierno y siémbralas en la primavera siguiente. Alternativamente, puedes permitir que la planta se auto-siembre si las condiciones son favorables, aunque esto puede no ser fiable para todas las variedades.

Para las especies perennes que son marginalmente resistentes en tu zona climática, además de un acolchado grueso, puedes proporcionar una protección adicional. Una campana de vidrio (cloche) o un marco frío pueden crear un microclima más protegido alrededor de la planta. Asegúrate de que estas cubiertas tengan ventilación durante los días más suaves y soleados del invierno para evitar el sobrecalentamiento y la acumulación de humedad, lo que podría provocar la pudrición. La clave con las variedades delicadas es protegerlas tanto del frío extremo como de la humedad invernal excesiva.

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