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La hibernación del naranjo trifoliado

Daria · 13.07.2025.

La capacidad del Poncirus trifoliata para sobrevivir y prosperar en climas fríos es, sin duda, su característica más distintiva y valiosa en el mundo de los cítricos. A diferencia de sus parientes de hoja perenne que sufren con las más mínimas heladas, este arbusto ha desarrollado una estrategia de hibernación altamente efectiva: es caducifolio. Al perder sus hojas en otoño, la planta entra en un profundo estado de latencia, reduciendo drásticamente su actividad metabólica y protegiendo sus tejidos vitales de las temperaturas bajo cero. Comprender este proceso de hibernación y saber cómo apoyar a la planta durante los meses más fríos es clave para asegurar su supervivencia y un vigoroso rebrote en la primavera, especialmente en el caso de ejemplares jóvenes o en los límites de su zona de rusticidad.

El proceso de preparación para el invierno comienza mucho antes de la primera helada. A medida que los días se acortan y las temperaturas bajan en otoño, la planta recibe señales naturales para comenzar a ralentizar su crecimiento. Los nutrientes de las hojas se reabsorben en los tallos y las raíces, y las hojas cambian de color antes de caer. Este período de aclimatación es crucial para que la planta desarrolle su máxima resistencia al frío. Por esta razón, es fundamental evitar cualquier práctica que pueda interferir con este proceso, como la fertilización tardía o la poda excesiva en otoño.

Una vez que la planta ha perdido todas sus hojas y ha entrado en latencia completa, se vuelve increíblemente resistente. Los ejemplares maduros y bien establecidos pueden soportar temperaturas de hasta -20°C a -25°C sin sufrir daños significativos. Durante este tiempo, la planta es un esqueleto de ramas angulosas y espinosas, a menudo adornado con los frutos amarillos que pueden persistir en el árbol hasta bien entrado el invierno, creando un llamativo contraste en el paisaje nevado. En este estado, la planta requiere muy pocos cuidados.

Aunque la planta está en latencia, su sistema radicular sigue siendo vulnerable a condiciones extremas. El mayor peligro durante el invierno no es solo el frío del aire, sino también la congelación y descongelación repetida del suelo, que puede dañar las raíces. Además, en climas con inviernos secos y ventosos, la deshidratación de los tallos (desecación invernal) puede ser un problema. Afortunadamente, hay medidas sencillas que se pueden tomar en otoño para mitigar estos riesgos y proporcionar una protección adicional a la planta durante su descanso invernal.

Preparación del suelo en otoño

Una de las medidas más importantes que puedes tomar en otoño para preparar tu naranjo trifoliado para el invierno es asegurarte de que el suelo esté en óptimas condiciones. Antes de que el suelo se congele, es beneficioso aplicar una capa gruesa de mantillo orgánico alrededor de la base de la planta. Una capa de 10 a 15 centímetros de paja, hojas trituradas, corteza de pino o compost ayudará a aislar el sistema radicular de las fluctuaciones extremas de temperatura. Este aislamiento protege las raíces tanto de las heladas profundas como de los ciclos de congelación y descongelación.

Al aplicar el mantillo, extiéndelo en un círculo amplio que cubra toda la zona de las raíces, que suele llegar hasta la línea de goteo de las ramas o incluso más allá. Sin embargo, es crucial mantener el mantillo a unos centímetros de distancia del tronco principal. Amontonar el mantillo directamente contra la corteza puede atrapar la humedad y crear un refugio para roedores como ratones y topillos, que pueden roer la corteza durante el invierno, causando graves daños o incluso la muerte de la planta.

El riego en otoño también juega un papel importante en la preparación para el invierno. Asegúrate de que la planta esté bien hidratada antes de la primera helada fuerte, especialmente si el otoño ha sido seco. Un riego profundo a finales de otoño, antes de que el suelo se congele, asegura que la planta entre en la latencia con suficientes reservas de agua en sus tejidos. Un suelo húmedo también retiene el calor mejor que un suelo seco, proporcionando una protección adicional a las raíces contra el frío.

Evita realizar cualquier tipo de labranza o cultivo profundo cerca de la base de la planta en otoño. Estas actividades pueden dañar las raíces superficiales en un momento en que la planta necesita toda su energía para prepararse para el invierno. La adición de enmiendas como el compost es mejor hacerla aplicándola como una capa superficial (mantillo) en lugar de incorporarla al suelo, permitiendo que los nutrientes se filtren lentamente con las lluvias invernales y primaverales.

Protección de ejemplares jóvenes

Mientras que los naranjos trifoliados maduros son extremadamente resistentes, las plantas jóvenes, especialmente durante su primer o segundo invierno en el jardín, son considerablemente más vulnerables al frío extremo. Sus sistemas radiculares no están tan extendidos y sus troncos y ramas tienen una corteza más delgada, ofreciendo menos protección. Por lo tanto, proporcionarles una protección adicional durante los primeros inviernos es una inversión inteligente para asegurar su supervivencia y establecimiento a largo plazo.

Una de las formas más sencillas de proteger una planta joven es construir una jaula de alambre alrededor de ella y llenarla holgadamente con hojas secas o paja. Esto crea una capa de aislamiento transpirable que protege la planta de los vientos helados y de las temperaturas más bajas. Asegúrate de que el material de relleno esté seco para evitar que se compacte y se pudra. Esta protección debe retirarse en primavera una vez que haya pasado el peligro de las heladas fuertes para permitir que la planta reciba luz y aire.

Otra técnica eficaz es envolver el tronco y las ramas principales con arpillera o envolturas comerciales para árboles. Esto protege la corteza delgada de las quemaduras solares invernales (que ocurren cuando el sol calienta la corteza durante el día y esta se congela rápidamente por la noche, causando que se agriete) y de la desecación causada por los vientos secos del invierno. Es importante no envolver la planta con plástico, ya que este material no transpira y puede causar acumulación de calor y condensación, lo que puede dañar la planta.

Para las plantas más pequeñas, se puede utilizar un cono de espuma de poliestireno o una campana protectora durante las noches más frías. Estos deben retirarse durante el día para permitir que la planta respire y reciba algo de luz. Independientemente del método elegido, el objetivo es moderar las temperaturas extremas y proteger la planta del viento, dándole la mejor oportunidad posible de pasar su primer invierno sin daños y emerger fuerte y saludable en la primavera.

El cuidado invernal de las plantas en maceta

Los naranjos trifoliados cultivados en macetas requieren un enfoque diferente para la hibernación, ya que sus raíces son mucho más vulnerables al frío que las de las plantas en el suelo. En una maceta, el sistema radicular está expuesto a la temperatura del aire ambiente por todos los lados, lo que significa que puede congelarse por completo y mucho más rápido. Un sistema radicular congelado puede matar a la planta, incluso si la variedad es resistente al frío. Por lo tanto, dejar una maceta al aire libre sin protección en un clima muy frío no es una opción viable.

El método de protección más seguro para una planta en maceta es trasladarla a un lugar resguardado y sin calefacción durante el invierno, como un garaje, un cobertizo o un sótano frío. El lugar debe ser fresco para asegurar que la planta permanezca en latencia, idealmente con temperaturas que se mantengan por encima del punto de congelación pero por debajo de los 10°C. No necesita mucha luz durante este período, ya que no tiene hojas y no está fotosintetizando activamente.

Si no es posible mover la maceta a un interior, se pueden tomar medidas para aislarla en el exterior. Una opción es agrupar varias macetas juntas en un lugar protegido, como contra una pared de la casa, y rodear todo el grupo con hojas, paja o arpillera. Otra técnica es «enterrar» la maceta en el suelo del jardín hasta el borde. El suelo circundante proporcionará un excelente aislamiento para las raíces, protegiéndolas de las temperaturas extremas del aire.

Durante el invierno, las necesidades de agua de una planta en maceta en latencia son muy bajas, pero no inexistentes. El sustrato no debe secarse por completo. Revisa la humedad del suelo cada pocas semanas y riega ligeramente solo si está completamente seco. El objetivo es mantener el sustrato apenas húmedo. Un riego excesivo en invierno, cuando la planta no está utilizando agua, es una receta segura para la pudrición de las raíces.

La transición a la primavera

A medida que el invierno llega a su fin y los días comienzan a alargarse, el naranjo trifoliado se prepara para despertar de su latencia. Este es un período de transición crítico. Es importante ser paciente y no retirar la protección invernal demasiado pronto. Una helada tardía de primavera puede dañar los nuevos brotes que son mucho más sensibles al frío que las ramas leñosas latentes. Espera hasta que la amenaza de heladas fuertes haya pasado en tu región antes de descubrir completamente las plantas jóvenes.

Cuando las temperaturas comiencen a subir de manera constante, puedes empezar a retirar gradualmente el mantillo de invierno que se ha amontonado alrededor de la base de la planta. Esto permite que el suelo se caliente más rápidamente, lo que estimula a las raíces a reanudar su actividad. Si has protegido una planta joven con una cubierta o relleno de hojas, retíralo gradualmente durante varios días para aclimatar la planta a la luz solar directa y a las temperaturas más fluctuantes de la primavera.

Para las plantas que han pasado el invierno en el interior, la transición de vuelta al exterior debe ser igualmente gradual. Comienza sacando la maceta a un lugar sombreado y protegido durante unas pocas horas al día. A lo largo de una o dos semanas, aumenta gradualmente la cantidad de tiempo que pasa al aire libre y la exposición a la luz solar directa. Este proceso, conocido como «endurecimiento», evita que la planta sufra un shock por el cambio brusco de condiciones.

Una vez que la planta está completamente aclimatada y el riesgo de heladas ha pasado, puedes reanudar las prácticas de cuidado normales. Este es el momento de aplicar la primera dosis de fertilizante de la temporada para apoyar el nuevo crecimiento. También es el mejor momento para realizar cualquier poda necesaria para eliminar la madera muerta por el invierno o para dar forma a la planta. Un manejo cuidadoso durante esta transición asegurará que tu Poncirus trifoliata comience la nueva temporada de crecimiento con fuerza y vigor.

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