La llegada del otoño y la amenaza de las primeras heladas plantean una pregunta crucial para los amantes del dondiego de noche: ¿cómo podemos asegurar la supervivencia de esta planta durante el invierno? La Mirabilis jalapa, de origen tropical, ha desarrollado unas raíces tuberosas como estrategia para sobrevivir en condiciones adversas. El proceso de hibernación, ya sea protegiendo los tubérculos en el suelo en climas suaves o desenterrándolos y almacenándolos en climas fríos, es fundamental para poder disfrutar de su belleza año tras año. Comprender los pasos necesarios para una correcta hibernación garantizará que tus plantas regresen con fuerza y vigor en la siguiente primavera.
La estrategia de hibernación que debas adoptar dependerá directamente de la zona de rusticidad climática en la que te encuentres. En zonas cálidas, donde las heladas son inexistentes o muy ligeras y esporádicas (generalmente a partir de la zona 9), los tubérculos del dondiego de noche pueden dejarse en la tierra durante todo el invierno. La planta morirá hasta el nivel del suelo con las primeras heladas, pero sus tubérculos permanecerán latentes bajo tierra, listos para brotar de nuevo cuando el suelo se caliente en primavera. Esta es la forma más sencilla y natural de hibernación.
Por el contrario, en regiones con inviernos fríos (zonas 8 e inferiores), donde el suelo se congela a una profundidad considerable, dejar los tubérculos en la tierra sería una sentencia de muerte segura. El agua contenida en las células del tubérculo se congelaría, expandiría y destruiría sus tejidos, provocando su pudrición. En estos climas, es absolutamente necesario desenterrar los tubérculos después de la primera helada y almacenarlos en un lugar protegido hasta la próxima primavera. Este proceso, aunque requiere algo de trabajo, es la única manera de preservar la planta.
El momento para actuar es clave. La primera helada del otoño es la señal natural que indica que la temporada de crecimiento ha terminado. Esta primera helada matará el follaje y los tallos, lo cual es beneficioso porque envía una señal a la planta para que transfiera toda la energía restante de las partes aéreas a los tubérculos, preparándolos para el reposo invernal. Por lo tanto, no te apresures a desenterrar los tubérculos antes de esta primera helada; espera a que la naturaleza te dé la señal.
Independientemente del método de hibernación, la preparación de la planta es similar. Una vez que el follaje ha sido dañado por la helada y se ha vuelto negro o marrón, es el momento de podar los tallos. Utiliza unas tijeras de podar limpias para cortar todos los tallos a una altura de unos 10-15 centímetros del suelo. Esto facilita el manejo posterior, ya sea para aplicar mantillo o para desenterrar los tubérculos, y ayuda a mantener el jardín ordenado durante el invierno.
La preparación para la latencia
La preparación para la latencia invernal es un proceso que la planta inicia de forma natural a medida que los días se acortan y las temperaturas bajan en otoño. Como jardinero, tu papel es facilitar esta transición y proteger la parte vital de la planta: sus tubérculos. Una de las primeras medidas que debes tomar a principios de otoño es reducir y finalmente detener la fertilización. Continuar abonando estimularía un nuevo crecimiento que sería demasiado tierno para sobrevivir al frío, malgastando la energía de la planta.
También es importante ajustar el riego. A medida que el crecimiento se ralentiza, la planta necesita menos agua. Reduce gradualmente la frecuencia de los riegos, permitiendo que el suelo se seque más entre una aplicación y la siguiente. Un suelo demasiado húmedo en otoño, combinado con temperaturas frías, puede aumentar el riesgo de que los tubérculos comiencen a pudrirse incluso antes de que lleguen las heladas fuertes. Esta reducción gradual de la humedad ayuda a que los tubérculos se preparen para el período de almacenamiento.
La primera helada actúa como un catalizador final. Aunque pueda parecer drástico ver cómo el exuberante follaje se marchita y ennegrece de la noche a la mañana, este evento es crucial. Señala el fin definitivo de la temporada de crecimiento y asegura que la máxima cantidad de carbohidratos y nutrientes se haya almacenado en las raíces tuberosas. Después de este evento, y tras podar los tallos como se mencionó anteriormente, puedes decidir el siguiente paso según tu clima.
En climas suaves, este es el momento de aplicar una capa protectora de mantillo. Una capa gruesa (de 10 a 15 centímetros) de material orgánico como hojas secas, paja, corteza de pino o compost ayudará a aislar el suelo. Este aislamiento protege los tubérculos de las fluctuaciones bruscas de temperatura y de las heladas más fuertes que puedan ocurrir ocasionalmente. El mantillo actúa como una manta, manteniendo una temperatura del suelo más estable durante todo el invierno.
El levantamiento y almacenamiento de los tubérculos
En climas fríos, el levantamiento de los tubérculos es un paso ineludible. Después de podar los tallos, espera un día o dos si el suelo está muy húmedo para que se seque un poco. Utiliza una horquilla de jardín o una pala para cavar alrededor de la planta, a una distancia segura (unos 15-20 cm del centro) para no dañar los tubérculos. Ve aflojando la tierra cuidadosamente por todos los lados y luego haz palanca suavemente para levantar todo el cepellón del suelo.
Una vez fuera de la tierra, sacude con cuidado el exceso de suelo adherido a los tubérculos. Es importante ser delicado durante este proceso para no magullar o romper estas estructuras de almacenamiento. No laves los tubérculos con agua, ya que la humedad excesiva es el enemigo número uno durante el almacenamiento y puede provocar moho y pudrición. Una pequeña capa de tierra seca que quede adherida puede incluso ofrecer una protección adicional.
El siguiente paso es el curado. Coloca los tubérculos en un lugar seco, sombreado y bien ventilado, como un porche cubierto o un garaje, durante varios días o hasta una semana. Extiéndelos en una sola capa sobre papel de periódico o una rejilla para que el aire pueda circular por todos lados. Este proceso de curado permite que la piel de los tubérculos se endurezca y que cualquier pequeño corte o raspadura que se haya producido durante la excavación cicatrice, sellando la entrada a posibles patógenos.
Cuando los tubérculos estén curados y su superficie se sienta seca al tacto, están listos para el almacenamiento. Elige un recipiente adecuado, como una caja de cartón, una caja de madera o una bolsa de papel. Coloca una capa de material de embalaje seco en el fondo, como turba, vermiculita, serrín o incluso arena seca. Acomoda los tubérculos en el recipiente, asegurándote de que no se toquen entre sí, y luego cúbrelos completamente con más material de embalaje. Esto ayuda a mantener una humedad estable y evita que se sequen demasiado.
Las condiciones óptimas de almacenamiento
El éxito del almacenamiento invernal de los tubérculos de dondiego de noche depende de mantener las condiciones ambientales adecuadas. El lugar de almacenamiento debe ser fresco, oscuro y seco. Un sótano sin calefacción, un garaje aislado o un cobertizo protegido de las heladas suelen ser lugares ideales. La temperatura es el factor más crítico: debe mantenerse constantemente por encima del punto de congelación, pero lo suficientemente fría para mantener los tubérculos en estado de latencia. El rango de temperatura ideal es de entre 4 y 10 grados Celsius.
La oscuridad es importante para evitar que los tubérculos broten prematuramente. La luz puede ser una señal para que reanuden su crecimiento, lo que agotaría sus reservas de energía antes de tiempo y resultaría en brotes débiles y etiolados. Asegúrate de que el lugar de almacenamiento no reciba luz solar directa y sea lo más oscuro posible. Cubrir la caja de almacenamiento con una tapa o un trozo de tela puede ayudar a garantizar la oscuridad total.
La humedad también debe ser controlada. El ambiente debe ser relativamente seco para prevenir el moho, pero no tan seco como para que los tubérolos se deshidraten por completo y se arruguen. El material de embalaje (turba, vermiculita, etc.) juega un papel crucial aquí, ya que absorbe el exceso de humedad pero también ayuda a retener la cantidad justa para mantener los tubérculos viables. Una buena ventilación en la habitación de almacenamiento también ayuda a prevenir la acumulación de humedad y la aparición de hongos.
Es una buena práctica inspeccionar los tubérculos almacenados periódicamente durante el invierno, por ejemplo, una vez al mes. Revisa si hay signos de moho, pudrición o deshidratación excesiva. Retira y desecha inmediatamente cualquier tubérculo que muestre signos de estar podrido para evitar que el problema se extienda a los demás. Si los tubérculos parecen estar arrugándose demasiado, puedes rociar ligeramente el material de embalaje con un poco de agua, pero con mucho cuidado de no empaparlo.
📷 そらみみ, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons