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La hibernación del cerezo ornamental japonés

Daria · 11.09.2025.

La llegada del invierno trae consigo un período de descanso esencial para el cerezo ornamental japonés, una fase de letargo o dormancia que es crucial para su ciclo de vida. Durante estos meses fríos, el árbol parece inactivo, pero bajo su corteza se están produciendo procesos vitales que lo preparan para la explosión de crecimiento y floración de la primavera. Ayudar a tu cerezo a pasar el invierno de forma segura no es una tarea ardua, pero requiere algunas medidas de preparación y protección, especialmente para los ejemplares más jóvenes y vulnerables. Una correcta preparación para la hibernación asegura que el árbol no solo sobreviva al frío, sino que emerja en primavera con la fuerza y las reservas de energía necesarias para ofrecer su deslumbrante espectáculo anual.

La preparación para el invierno comienza mucho antes de la primera helada. De hecho, las prácticas de cuidado llevadas a cabo durante el final del verano y el otoño tienen un impacto directo en la resistencia del árbol al frío. Es fundamental evitar la fertilización con alto contenido de nitrógeno a partir de mediados del verano, ya que esto estimularía un crecimiento tierno y tardío que no tendría tiempo de lignificarse o endurecerse adecuadamente antes de la llegada de las bajas temperaturas. Este nuevo crecimiento sería extremadamente susceptible a los daños por heladas, lo que podría crear puntos de entrada para enfermedades y debilitar al árbol en general.

La gestión del agua en otoño también es un componente clave de la preparación invernal. A medida que las temperaturas bajan, las necesidades de agua del árbol disminuyen, por lo que debes reducir la frecuencia de riego. Sin embargo, es vital que el cerezo no entre en el período de heladas con el suelo completamente seco. Un último riego profundo y completo después de que la mayoría de las hojas hayan caído, pero antes de que el suelo se congele, es altamente recomendable. Esto asegura que las raíces tengan una reserva de humedad disponible durante el invierno, protegiéndolas de la desecación causada por los vientos fríos y secos.

Finalmente, la limpieza del área alrededor del árbol es una tarea de saneamiento indispensable en otoño. Rastrillar y eliminar todas las hojas caídas es crucial para prevenir que las esporas de hongos y los huevos de plagas pasen el invierno en los restos vegetales, listos para infectar o infestar el árbol en la primavera siguiente. Esta simple medida de higiene puede reducir significativamente la incidencia de enfermedades como la mancha foliar. Un jardín limpio y un árbol bien preparado son los ingredientes principales para una hibernación exitosa y sin contratiempos.

Protección del tronco en árboles jóvenes

Los cerezos ornamentales japoneses jóvenes, con su corteza delgada y lisa, son particularmente susceptibles a un tipo de daño invernal conocido como escaldadura solar o grieta por helada. Este fenómeno ocurre durante los días soleados de invierno, cuando el sol calienta la corteza del lado sur o suroeste del tronco. Esta subida de temperatura puede «despertar» a las células del cambium en esa zona. Sin embargo, cuando el sol se pone o es bloqueado por las nubes, la temperatura de la corteza desciende bruscamente, causando la muerte de estas células activadas. Este ciclo de calentamiento y congelación rápida provoca la formación de grietas verticales y el desprendimiento de la corteza.

Estas heridas no solo son antiestéticas, sino que también representan una seria amenaza para la salud del árbol. Las grietas por helada son puntos de entrada perfectos para insectos barrenadores y enfermedades fúngicas o bacterianas. Para prevenir este problema, es muy recomendable proteger el tronco de los árboles jóvenes durante sus primeros inviernos en el jardín, hasta que la corteza se vuelva más gruesa y rugosa. La forma más sencilla y efectiva de hacerlo es utilizando protectores de árboles comerciales o envolturas de papel crepé para árboles.

La aplicación de estas protecciones debe realizarse a finales de otoño, una vez que el árbol ha entrado completamente en letargo. Envuelve el tronco desde la base hasta la primera rama, solapando las capas para asegurar una cobertura completa. Es importante utilizar materiales transpirables diseñados específicamente para este propósito; evita el plástico, ya que puede atrapar la humedad y causar problemas de pudrición. Asegura la envoltura con cinta adhesiva, pero no la aprietes demasiado para no estrangular el tronco.

Tan importante como poner la protección es quitarla. A principios de la primavera, una vez que haya pasado el riesgo de heladas fuertes y el clima se haya estabilizado, es crucial retirar la envoltura. Dejarla puesta durante la temporada de crecimiento puede restringir el engrosamiento del tronco, albergar plagas y retener una humedad excesiva contra la corteza, lo que podría provocar enfermedades. La protección del tronco es una medida temporal pero vital para ayudar a los cerezos jóvenes a establecerse de forma segura.

El papel del mantillo en invierno

La aplicación de una capa de mantillo orgánico alrededor de la base del cerezo japonés es una práctica beneficiosa durante todo el año, pero adquiere una importancia especial durante el invierno. El mantillo actúa como una manta aislante para el sistema radicular del árbol, que es la parte más sensible a las bajas temperaturas. Una capa de 5 a 10 centímetros de corteza triturada, astillas de madera o paja ayuda a moderar las fluctuaciones de temperatura del suelo, protegiendo a las raíces de los ciclos de congelación y descongelación rápidos y extremos que pueden dañarlas.

Esta protección es especialmente crucial en regiones donde la capa de nieve no es constante. La nieve es un excelente aislante natural, pero en su ausencia, las raíces superficiales quedan expuestas a las temperaturas del aire. El mantillo proporciona un aislamiento artificial que mantiene el suelo a una temperatura más estable, reduciendo el estrés en el sistema radicular. Esto es particularmente importante para los árboles recién plantados, cuyo sistema de raíces aún es poco profundo y más vulnerable.

Además de la protección contra el frío, el mantillo también ayuda a conservar la humedad del suelo durante el invierno. Los vientos invernales pueden ser muy secos y pueden robar la humedad del suelo no protegido, lo que lleva a la desecación de las raíces. Una capa de mantillo reduce la evaporación y ayuda a mantener el nivel de humedad proporcionado por el último riego profundo de otoño, asegurando que las raíces permanezcan hidratadas durante todo el período de letargo.

La aplicación del mantillo debe hacerse correctamente para maximizar sus beneficios y evitar problemas. Extiende el material orgánico sobre la zona de raíces del árbol, pero asegúrate de mantener un espacio libre de unos pocos centímetros alrededor del tronco. Apilar mantillo directamente contra la base del árbol puede atrapar demasiada humedad en la corteza, creando un ambiente ideal para la pudrición del cuello de la raíz, el desarrollo de enfermedades y proporcionando un refugio para roedores como los ratones de campo, que pueden roer la corteza durante el invierno.

Protección contra la fauna invernal

Durante los meses de invierno, cuando otras fuentes de alimento son escasas, la corteza tierna de los árboles jóvenes, incluido el cerezo ornamental japonés, puede convertirse en un manjar para ciertos animales. Los conejos y los ratones de campo (topillos) son los principales culpables de roer la corteza en la base del tronco. Este daño, conocido como anillado, puede ser fatal para el árbol. Si roen la corteza en un anillo completo alrededor del tronco, interrumpen el flujo de savia y nutrientes entre las raíces y la copa, lo que inevitablemente causa la muerte del árbol en la primavera siguiente.

La prevención es la única forma efectiva de combatir este problema. La forma más fiable de proteger los árboles jóvenes es instalar una barrera física. Se pueden utilizar cilindros de malla de alambre (de ferretería) o protectores de plástico corrugado disponibles comercialmente. El cilindro protector debe ser lo suficientemente alto como para evitar que los conejos se apoyen en la nieve acumulada para alcanzar la corteza por encima de la barrera, por lo que una altura de 60 a 90 centímetros es recomendable. El protector debe rodear el tronco pero sin tocarlo, y debe enterrarse ligeramente en el suelo para evitar que los ratones se cuelen por debajo.

Otra fuente de daño puede provenir de los ciervos, especialmente los machos jóvenes, que pueden frotar sus astas contra los troncos de los árboles jóvenes para quitarse la piel aterciopelada o marcar su territorio. Esta fricción puede raspar y arrancar grandes secciones de corteza, causando heridas graves que debilitan al árbol y lo hacen vulnerable a enfermedades y plagas. Si los ciervos son un problema en tu área, un cilindro protector más robusto o incluso una pequeña jaula alrededor del árbol puede ser necesario durante los primeros años.

Inspecciona las protecciones periódicamente durante el invierno para asegurarte de que permanezcan en su lugar y no hayan sido dañadas. Al igual que con las envolturas para el tronco, es importante retirar estas barreras en la primavera para permitir que el tronco crezca sin restricciones. La vigilancia y la protección física durante los primeros inviernos son una pequeña inversión de tiempo que puede salvar la vida de tu joven cerezo y asegurar su futuro en el jardín.

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