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La hibernación de la verbena de Buenos Aires

Daria · 15.08.2025.

La preparación de la verbena de Buenos Aires para el invierno es un aspecto crucial de su cuidado, especialmente para los jardineros que viven en climas donde las temperaturas descienden por debajo del punto de congelación. La capacidad de esta planta para sobrevivir al invierno depende en gran medida de la zona de rusticidad en la que te encuentres. Considerada una perenne de vida corta en las zonas 7 a 11, puede soportar heladas moderadas y volver a brotar en primavera. Sin embargo, en zonas más frías, a menudo se cultiva como una planta anual, ya que los inviernos severos suelen ser fatales para sus raíces. Comprender cómo protegerla durante los meses fríos puede marcar la diferencia entre disfrutar de su regreso cada año o tener que replantarla de nuevo.

En las regiones donde la verbena de Buenos Aires es perenne, su preparación para el invierno es relativamente sencilla. La planta morirá hasta el suelo después de las primeras heladas fuertes, entrando en un estado de latencia. El principal objetivo del cuidado invernal en estas zonas es proteger la corona de la planta (la base de donde surgen los tallos) de la humedad excesiva y de los ciclos de congelación y descongelación del suelo, que pueden dañar las raíces. Un buen drenaje durante todo el año es la mejor defensa, pero medidas adicionales como la aplicación de mantillo pueden ofrecer una protección extra.

En las zonas límite de su rusticidad, como la zona 6 o 7, proporcionar protección invernal adicional puede aumentar significativamente sus posibilidades de supervivencia. Aunque su capacidad de auto-sembrarse a menudo asegura su presencia en el jardín al año siguiente, conservar la planta madre original puede dar como resultado plantas más grandes y robustas en la temporada siguiente. La decisión de podar los tallos en otoño o dejarlos en pie también juega un papel tanto estético como funcional en su supervivencia invernal.

Para aquellos que cultivan la verbena en macetas, la hibernación presenta un conjunto diferente de desafíos y oportunidades. Las raíces de las plantas en contenedores están mucho más expuestas a las bajas temperaturas que las de las plantas en el suelo, ya que no se benefician del efecto aislante de la tierra. Por lo tanto, en casi todas las zonas con heladas, las plantas en macetas requerirán una protección especial para sobrevivir al invierno, como ser trasladadas a un lugar resguardado.

Preparación en otoño

La preparación para el invierno comienza en otoño, mucho antes de que lleguen las primeras heladas. A medida que las temperaturas comienzan a bajar, es importante ajustar tus prácticas de cuidado para ayudar a la planta a endurecerse para el frío que se avecina. Uno de los ajustes más importantes es reducir y finalmente detener la fertilización. Deja de aplicar cualquier tipo de fertilizante a finales del verano o principios del otoño. La fertilización tardía estimula un nuevo crecimiento tierno que no tendrá tiempo de madurar y será extremadamente vulnerable a los daños por heladas.

También es aconsejable reducir gradualmente el riego a medida que el clima se vuelve más fresco y húmedo. Permitir que el suelo se seque un poco más de lo normal entre riegos en otoño ayuda a señalar a la planta que debe ralentizar su crecimiento y prepararse para la latencia. Un suelo excesivamente húmedo al entrar en el invierno aumenta el riesgo de que la corona de la planta se pudra, especialmente en suelos con un drenaje menos que perfecto. Las lluvias otoñales suelen ser suficientes para mantener la planta hidratada durante este período.

Una de las decisiones clave que debes tomar en otoño es si podar los tallos o dejarlos en pie durante el invierno. Dejar los tallos intactos tiene varios beneficios. Proporcionan un interés arquitectónico en el paisaje invernal, especialmente cuando se cubren de escarcha o nieve. Además, las cabezas de las semillas secas son una fuente de alimento valiosa para las aves, como los jilgueros, que animarán tu jardín durante los meses más fríos. Los tallos viejos también pueden atrapar la nieve y las hojas caídas alrededor de la base de la planta, creando una capa de aislamiento natural.

Sin embargo, en áreas con fuertes nevadas, los tallos altos pueden doblarse y romperse, creando un aspecto desordenado. Si prefieres un jardín de invierno más ordenado o si la acumulación de plagas o enfermedades en los tallos del año anterior es una preocupación, puedes optar por cortarlos. Si decides podar en otoño, espera hasta después de una helada fuerte que haya matado el follaje. Corta los tallos a una altura de unos 10-15 centímetros del suelo.

Protección con mantillo

La aplicación de una capa de mantillo protector es una de las formas más efectivas de ayudar a tu verbena de Buenos Aires a sobrevivir al invierno, especialmente en las zonas límite de su rusticidad (zona 7 y, con suerte, zona 6). El objetivo principal del mantillo invernal no es tanto mantener la planta caliente, sino aislar el suelo. Esto ayuda a proteger la corona de la planta de los cambios bruscos de temperatura y de los dañinos ciclos de congelación y descongelación que pueden empujar la planta fuera del suelo y dañar las raíces.

El mejor momento para aplicar el mantillo invernal es a finales del otoño o principios del invierno, después de que el suelo se haya congelado por primera vez. Aplicar el mantillo demasiado pronto, cuando el suelo aún está caliente, puede atrapar el calor y la humedad, lo que podría fomentar la pudrición de la corona o atraer a roedores que busquen un lugar cálido para anidar. Espera a que el suelo esté bien frío o ligeramente congelado para aplicar la capa protectora.

Utiliza un material de mantillo ligero y aireado que no se compacte demasiado con la lluvia y la nieve. Buenas opciones incluyen hojas secas trituradas, paja, agujas de pino o recortes de plantas perennes. Evita los materiales pesados y húmedos como las hojas de arce enteras y mojadas, que pueden formar una estera impenetrable y asfixiar la corona de la planta. Aplica una capa generosa de 10 a 15 centímetros de profundidad, amontonándola holgadamente sobre la base de la planta.

A principios de la primavera, cuando la amenaza de heladas fuertes haya pasado y comiences a ver signos de nuevo crecimiento en la base de la planta, es crucial retirar gradualmente el mantillo. Si dejas el mantillo demasiado tiempo, puede retrasar el calentamiento del suelo y sofocar los nuevos brotes. Retira la capa de mantillo poco a poco durante una o dos semanas para permitir que el nuevo crecimiento se aclimate a la luz del sol y a las temperaturas más frías de la noche.

Supervivencia de las auto-siembras

Incluso en climas donde la planta madre de la verbena de Buenos Aires no sobrevive al invierno, la planta a menudo persiste en el jardín gracias a su prolífica capacidad de auto-siembra. Las semillas que caen al suelo en otoño son notablemente resistentes y pueden sobrevivir a temperaturas invernales muy por debajo de lo que la planta adulta puede tolerar. Estas semillas permanecen latentes en el suelo durante todo el invierno y germinan en la primavera siguiente cuando las condiciones del suelo se vuelven cálidas y húmedas.

Este ciclo de vida anual a través de la auto-siembra es lo que hace que muchos jardineros en climas fríos traten a la verbena de Buenos Aires como una «perenne resistente» de facto. Aunque la planta original muera, una nueva generación surgirá para tomar su lugar, a menudo en lugares inesperados, lo que contribuye al encanto naturalista de la planta. Para maximizar las posibilidades de que las semillas sobrevivan y germinen, es mejor no perturbar demasiado el suelo alrededor de la base de las plantas en otoño.

Si dejas los tallos con las cabezas de las semillas en pie durante el invierno, no solo alimentarás a los pájaros, sino que también permitirás una dispersión natural de las semillas. El viento y la actividad de las aves ayudarán a esparcir las semillas por el jardín. A principios de la primavera, ten cuidado al limpiar y desherbar tus parterres. Aprende a identificar las plántulas de verbena de Buenos Aires, que tienen hojas distintivamente dentadas, para no arrancarlas accidentalmente confundiéndolas con malas hierbas.

Una vez que las plántulas han germinado y tienen un par de centímetros de altura, puedes decidir cuáles conservar y cuáles eliminar o trasplantar. Si germinan demasiadas juntas, es importante aclararlas para dar a las plántulas restantes suficiente espacio para desarrollarse. Puedes trasplantar las plántulas sobrantes a otras partes de tu jardín, creando nuevas agrupaciones y expandiendo la presencia de esta hermosa planta sin costo alguno. Esta capacidad de regenerarse a partir de semillas es una de sus mayores fortalezas en climas fríos.

Hibernación en contenedores

La hibernación de la verbena de Buenos Aires cultivada en macetas requiere un enfoque diferente, ya que las raíces en un contenedor están mucho más expuestas a las temperaturas de congelación. A diferencia de las plantas en el suelo, que se benefician de la masa térmica de la tierra, las raíces en una maceta pueden congelarse rápidamente y por completo, lo que suele ser fatal para la planta. Por lo tanto, en cualquier zona donde las temperaturas bajen regularmente por debajo de cero, las macetas necesitarán protección.

La opción más segura es trasladar el contenedor a un lugar protegido y sin calefacción durante el invierno, como un garaje, un cobertizo o un sótano fresco. El lugar ideal debe mantenerse frío, preferiblemente entre 1 y 7 grados Celsius, para que la planta permanezca en estado de latencia, pero sin que las temperaturas bajen tanto como para congelar el cepellón. Antes de moverla, puedes podar los tallos a unos 15 centímetros para que sea más manejable.

Durante su estancia en el interior, la planta necesitará muy poca agua, ya que está inactiva. Riega la tierra ligeramente solo una vez al mes, o cuando el sustrato esté completamente seco, para evitar que las raíces se deshidraten por completo. Demasiada agua en un espacio frío y con poca luz es una receta segura para la pudrición. La planta no necesitará luz durante este período de latencia.

Si no tienes un espacio interior adecuado, puedes intentar aislar la maceta en el exterior. Agrupa varias macetas juntas contra una pared protegida de la casa y rodéalas con un cercado de alambre. Rellena el espacio entre las macetas y el cercado con hojas secas, paja u otro material aislante. Otra opción es «enterrar» la maceta en el suelo del jardín, de modo que el borde de la maceta quede a nivel del suelo, permitiendo que la tierra del jardín aísle las raíces. En primavera, cuando el peligro de heladas fuertes haya pasado, saca la maceta de su protección y vuelve a colocarla en su lugar soleado.

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