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Invernada de la cala blanca

Linden · 01.06.2025.

Uno de los aspectos más cruciales y a menudo mal entendidos en el cuidado de la cala blanca es su período de reposo invernal o invernada. A diferencia de las plantas que crecen continuamente, la cala necesita un período de dormancia para recargar energías y prepararse para una nueva temporada de crecimiento y floración. Gestionar correctamente esta fase de descanso es la clave para asegurar la longevidad de la planta y garantizar una floración espectacular año tras año. Ignorar esta necesidad natural es un camino seguro hacia el agotamiento del rizoma y la decepción. Este artículo te guiará sobre cómo proporcionar a tu cala el descanso invernal que merece.

Reconociendo las señales de la dormancia

La naturaleza es sabia y la cala blanca te indicará claramente cuándo está lista para comenzar su período de descanso. Hacia finales del verano o principios del otoño, después de haber completado su ciclo de floración, notarás cambios significativos en su apariencia. Las hojas, que antes eran de un verde intenso y turgente, comenzarán a perder su vigor, a amarillear y, finalmente, a marchitarse. Este proceso es completamente natural y no debe ser motivo de alarma; es la señal de que la planta está redirigiendo toda su energía desde el follaje hacia su órgano de almacenamiento subterráneo, el rizoma.

Es fundamental que permitas que este proceso de marchitamiento ocurra de forma natural. No te apresures a cortar las hojas amarillentas en cuanto aparecen. Mientras la hoja todavía tiene algo de color, sigue realizando la fotosíntesis y enviando azúcares y nutrientes al rizoma para su almacenamiento. Cortar el follaje prematuramente privaría al rizoma de estas valiosas reservas de energía, lo que resultaría en una planta más débil y una floración más pobre en la siguiente temporada. Espera hasta que las hojas estén completamente secas y marrones para retirarlas.

A medida que observes estas señales visuales, también debes comenzar a adaptar tus cuidados. La reducción gradual del riego es el primer y más importante paso. La planta, al tener menos hojas o ninguna, transpira mucha menos agua, por lo que sus necesidades hídricas disminuyen drásticamente. Continuar regando con la misma frecuencia que durante la temporada de crecimiento es el error más común y peligroso, ya que conducirá casi con toda seguridad a la pudrición del rizoma en un suelo frío y húmedo.

Junto con la reducción del riego, debes suspender por completo cualquier tipo de fertilización. La planta no está en crecimiento activo y no puede utilizar los nutrientes. Añadir fertilizante a una planta en dormancia solo servirá para acumular sales minerales en el sustrato, lo que puede dañar las raíces y dificultar el reinicio del crecimiento en primavera. En esencia, debes acompañar a la planta en su desaceleración, reduciendo gradualmente los insumos de agua y nutrientes.

Métodos de invernada para calas en maceta

Si cultivas tus calas blancas en macetas, tienes varias opciones para gestionar su período de dormancia, dependiendo de tu clima y del espacio del que dispongas. Una de las formas más sencillas es dejar el rizoma directamente en su maceta. Una vez que el follaje se haya marchitado por completo y lo hayas retirado, traslada la maceta a un lugar fresco, oscuro y seco. Un sótano, un garaje o un trastero que no reciba heladas son lugares ideales. La temperatura óptima durante el reposo se sitúa entre los 5°C y los 10°C.

Durante este período de almacenamiento en maceta, el riego debe ser extremadamente escaso. El objetivo es simplemente evitar que el rizoma se deshidrate por completo. Bastará con aplicar una pequeña cantidad de agua una vez al mes, lo justo para humedecer ligeramente el sustrato. Un exceso de humedad en un ambiente frío es la receta perfecta para el desastre. Marca en tu calendario un recordatorio mensual para no olvidarte, pero tampoco excederte con este riego mínimo de mantenimiento.

Otra opción es extraer el rizoma de la maceta para almacenarlo. Después de que el follaje se haya secado, saca con cuidado el rizoma de la tierra. Límpialo suavemente para quitar el exceso de sustrato, pero no lo laves. Déjalo secar en un lugar aireado y sombreado durante varios días hasta que la superficie esté completamente seca al tacto. Este proceso de curado ayuda a prevenir la pudrición durante el almacenamiento. Inspecciona el rizoma y corta cualquier parte que parezca blanda o enferma.

Una vez curado, puedes almacenar el rizoma en una caja o una bolsa de papel llena de turba seca, vermiculita o serrín. Este material ayudará a mantener una humedad estable y a proteger el rizoma de daños físicos. Guarda la caja en el mismo tipo de lugar fresco, oscuro y libre de heladas mencionado anteriormente. Revisa los rizomas ocasionalmente durante el invierno para asegurarte de que no se estén arrugando por la sequedad ni desarrollando moho por un exceso de humedad.

Invernada de calas plantadas en el jardín

La estrategia para invernar las calas plantadas directamente en el jardín depende enteramente de la dureza de tu clima invernal. La Zantedeschia aethiopica es resistente hasta la zona de rusticidad 8 del USDA, lo que significa que puede tolerar heladas ligeras y temperaturas mínimas de hasta -12°C, siempre que el suelo esté bien drenado. Si vives en una zona con inviernos suaves (zona 8 o superior), puedes dejar los rizomas en el suelo durante el invierno sin problemas.

En estos climas más cálidos, una vez que el follaje se haya marchitado por las primeras heladas ligeras, córtalo a ras de suelo. Luego, es muy recomendable aplicar una capa gruesa de mantillo orgánico (mulch) sobre el área donde se encuentran los rizomas. Una capa de 10 a 15 centímetros de paja, hojas secas, corteza de pino o compost ayudará a aislar el suelo, protegiendo los rizomas de las fluctuaciones de temperatura y de las heladas más intensas. Este acolchado también protegerá el suelo de la erosión invernal.

Si vives en una zona más fría (zona 7 o inferior), donde las temperaturas invernales descienden regularmente por debajo de los -12°C y el suelo se congela en profundidad, no es seguro dejar los rizomas en el exterior. En este caso, deberás tratarlos como plantas anuales y desenterrarlos cada otoño para almacenarlos en el interior durante el invierno. El procedimiento es idéntico al descrito para extraer los rizomas de las macetas.

Para desenterrar los rizomas del jardín, espera a la primera helada ligera, que señalará a la planta el final de la temporada. Utiliza una horquilla de jardín para aflojar la tierra alrededor de la planta y levanta con cuidado la masa de rizomas. Sacude el exceso de tierra, deja que se sequen o curen durante unos días en un lugar protegido y luego almacénalos en turba o vermiculita en un lugar fresco y oscuro hasta la primavera siguiente, cuando podrás volver a plantarlos después de la última helada.

Despertando a la cala después del reposo

El final del período de dormancia y el despertar de la cala es un momento emocionante que marca el comienzo de un nuevo ciclo. Este proceso debe ser gradual para no estresar a la planta. El momento de «despertar» a tu cala es a finales del invierno o principios de la primavera, aproximadamente unas 6 a 8 semanas antes de la última helada prevista si planeas sacarla al exterior, o simplemente cuando desees que comience su ciclo de crecimiento en el interior.

Si almacenaste el rizoma fuera de la maceta, es el momento de plantarlo en un sustrato fresco y de alta calidad. Si dejaste el rizoma en su maceta, puedes optar por trasplantarlo a una maceta ligeramente más grande con tierra nueva, o simplemente renovar la capa superior del sustrato. Este es un buen momento para dividir los rizomas si la planta ha crecido mucho, asegurándote de que cada división tenga al menos un punto de crecimiento.

Una vez plantado, coloca la maceta en un lugar con luz indirecta brillante y comienza a regar. Al principio, riega con moderación, solo para humedecer el sustrato. A medida que los nuevos brotes comiencen a emerger, lo que puede tardar algunas semanas, puedes aumentar gradualmente la frecuencia y la cantidad de agua. Este aumento progresivo del riego simula la llegada de las lluvias de primavera en su hábitat natural y estimula un crecimiento vigoroso.

No comiences a fertilizar hasta que la planta haya desarrollado varias hojas. Un primer abonado demasiado temprano puede dañar los nuevos y delicados brotes y raíces. Una vez que la planta esté en crecimiento activo, puedes reanudar tu programa regular de fertilización. Al gestionar cuidadosamente este despertar, estarás sentando las bases para una temporada exitosa, llena de un follaje saludable y las elegantes flores blancas que tanto admiras.

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