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Hibernación del geranio real

Linden · 27.05.2025.

El geranio real, a diferencia de muchas otras plantas de jardín, no es resistente a las heladas. Originario de climas más cálidos, no puede sobrevivir a las bajas temperaturas del invierno en muchas regiones, por lo que su hibernación adecuada es un paso esencial si deseamos disfrutar de la misma planta año tras año. Este proceso, lejos de ser un mero almacenamiento, es una fase de descanso crucial que permite a la planta conservar sus energías para brotar con renovado vigor en la siguiente primavera. Dominar la técnica de la hibernación no solo te permitirá salvar tus geranios del frío, sino que también contribuirá a que se conviertan en ejemplares más grandes, fuertes y floríferos con el paso del tiempo.

La preparación para la hibernación comienza en otoño, antes de que lleguen las primeras heladas. Es un error esperar a que el frío dañe la planta para decidir actuar. A medida que las temperaturas nocturnas comienzan a descender de forma constante por debajo de los 10 grados Celsius, es el momento de empezar el proceso. El primer paso consiste en una poda drástica de la planta. Con unas tijeras de podar limpias y afiladas, recorta todos los tallos a una altura de aproximadamente 10-15 centímetros. Esta poda elimina el follaje viejo, reduce el riesgo de plagas y enfermedades durante el almacenamiento y hace que la planta sea mucho más compacta y manejable para su traslado.

Una vez podada la planta, es un buen momento para realizar una limpieza a fondo. Retira todas las hojas restantes, especialmente las que estén secas o dañadas, así como cualquier resto de flores o capullos. Inspecciona cuidadosamente la planta en busca de signos de plagas como pulgones, cochinillas o mosca blanca. Es crucial asegurarse de que la planta entre en su período de descanso libre de parásitos, ya que estos podrían multiplicarse en el ambiente protegido del lugar de hibernación e infestar otras plantas. Si encuentras alguna plaga, trátala con un insecticida adecuado antes de guardar la planta.

El lugar elegido para la hibernación es el factor más determinante para el éxito del proceso. El cuarto de invierno ideal debe ser fresco, luminoso y, por supuesto, libre de heladas. La temperatura óptima se sitúa entre los 5 y los 10 grados Celsius. Un lugar demasiado cálido puede hacer que la planta no entre en un verdadero estado de latencia y siga creciendo débilmente, mientras que un lugar demasiado oscuro puede agotarla. Algunas opciones excelentes son un sótano con una ventana pequeña, un garaje con luz natural, una terraza acristalada sin calefacción o el hueco de una escalera fresca y luminosa.

Durante todo el período de hibernación, que abarca desde finales de otoño hasta principios de la primavera, los cuidados que requiere la planta son mínimos, pero importantes. El riego debe reducirse drásticamente, aplicando agua solo cuando el sustrato esté completamente seco, lo que puede significar regar una vez cada cuatro o seis semanas. El objetivo es simplemente evitar que el cepellón se seque por completo. Por supuesto, durante este período de descanso, no se debe aplicar ningún tipo de fertilizante. La planta está «durmiendo» y no necesita ni puede utilizar los nutrientes.

La poda de preparación

La poda es el primer paso y uno de los más importantes en la preparación del geranio real para su descanso invernal. Esta poda, que debe realizarse antes de la primera helada, es mucho más severa que las podas de mantenimiento que se hacen durante la temporada de crecimiento. El objetivo principal es reducir drásticamente la masa vegetal de la planta para que concentre su energía en las raíces y en la base de los tallos durante el invierno. Utilizando siempre herramientas de poda bien afiladas y desinfectadas, debes cortar todos los tallos, dejándolos a una altura de entre 10 y 15 centímetros del suelo.

Esta reducción radical de tamaño tiene múltiples beneficios. En primer lugar, facilita enormemente el manejo y el almacenamiento de la planta, ya que un ejemplar compacto ocupa mucho menos espacio. En segundo lugar, al eliminar la mayor parte del follaje y los tallos tiernos, se reduce la superficie a través de la cual la planta pierde agua por transpiración, lo que ayuda a que necesite menos riego durante su latencia. Además, esta poda estimula un crecimiento mucho más denso y ramificado en la primavera siguiente, lo que se traducirá en una planta más compacta y con una mayor producción de flores.

Al realizar los cortes, es aconsejable hacerlos justo por encima de un nudo o yema, ya que de estos puntos surgirán los nuevos brotes en primavera. Intenta que los cortes sean limpios y ligeramente inclinados para que el agua no se acumule en la superficie del corte, lo que podría favorecer la aparición de enfermedades. No temas ser drástico en esta poda; el geranio real tiene una gran capacidad de rebrote y esta intervención es fundamental para su rejuvenecimiento y su supervivencia a largo plazo.

Después de la poda principal, dedica un tiempo a limpiar la planta a fondo. Retira todas las hojas que hayan quedado en los tallos recortados. Estas hojas, si se dejan, pueden pudrirse durante el invierno y convertirse en un foco de enfermedades fúngicas en el ambiente fresco y a menudo húmedo del lugar de hibernación. Esta limpieza no solo es una medida sanitaria, sino que también ayuda a la planta a entrar en un estado de latencia más profundo, al eliminar las partes que realizan la fotosíntesis. Una planta limpia y bien podada está en las mejores condiciones para afrontar el largo descanso invernal.

La elección del lugar de hibernación

Seleccionar el entorno adecuado para que tu geranio real pase el invierno es absolutamente crucial para su supervivencia. El lugar ideal debe cumplir tres condiciones fundamentales: debe ser fresco, debe tener algo de luz y debe estar completamente protegido de las heladas. Un error en la elección del lugar puede ser fatal para la planta, sin importar lo bien que la hayas preparado. Por lo tanto, tómate tu tiempo para evaluar las opciones disponibles en tu hogar o en sus alrededores.

La temperatura es el factor más crítico. El rango de temperatura ideal para la hibernación del geranio real se encuentra entre 5 y 10 grados Celsius. Estas temperaturas son lo suficientemente bajas como para mantener la planta en un estado de latencia, deteniendo su crecimiento, pero lo suficientemente altas como para evitar que se congele. Un garaje sin calefacción pero adosado a la casa, un sótano fresco, un porche acristalado o una escalera interior sin calefacción suelen ofrecer estas condiciones. Evita los lugares con calefacción, ya que las temperaturas cálidas estimularán un crecimiento débil, pálido y larguirucho, agotando las reservas de la planta.

Aunque la planta está en latencia, sigue necesitando algo de luz para sobrevivir. A diferencia de los geranios zonales, que pueden hibernar en completa oscuridad, el geranio real necesita un mínimo de luz indirecta para mantener sus funciones vitales básicas. Por lo tanto, el lugar de hibernación ideal debería tener una ventana orientada al norte o alguna fuente de luz natural. Un sótano completamente a oscuras no es la mejor opción a menos que puedas proporcionar alguna fuente de luz artificial de baja intensidad durante unas horas al día. La falta total de luz puede debilitar la planta hasta el punto de no poder recuperarse en primavera.

Además de la temperatura y la luz, considera la ventilación del lugar. Aunque no necesita una corriente de aire constante, un espacio completamente cerrado y sin ventilación puede aumentar la humedad ambiental y el riesgo de enfermedades fúngicas como el moho. Una ligera circulación de aire es beneficiosa. Asegúrate también de que el lugar elegido esté a salvo de plagas como roedores, que podrían dañar las plantas almacenadas. Revisa las plantas ocasionalmente durante el invierno para asegurarte de que todo está en orden y para retirar cualquier parte que pueda mostrar signos de moho.

Cuidados durante el reposo invernal

Una vez que tu geranio real está podado, limpio y ubicado en su cuarto de invierno, los cuidados que requiere durante los siguientes meses son mínimos, pero no inexistentes. La principal tarea durante este período es un riego muy controlado y esporádico. El metabolismo de la planta está prácticamente detenido, por lo que su consumo de agua es extremadamente bajo. Un exceso de riego en estas condiciones de frío y poca luz es la causa más común de fracaso en la hibernación, ya que conduce inevitablemente a la pudrición de las raíces.

La regla general es regar solo cuando el sustrato esté completamente seco. Esto puede significar regar tan poco como una vez al mes o incluso cada seis semanas, dependiendo de la humedad y la temperatura del lugar de almacenamiento. Para comprobarlo, introduce un dedo profundamente en la tierra o utiliza un palo de madera. Cuando decidas que es necesario regar, hazlo con mucha moderación. Aplica solo una pequeña cantidad de agua, lo suficiente para humedecer ligeramente el cepellón, pero sin llegar a empaparlo ni a que el agua salga por los agujeros de drenaje.

Durante todo el período de latencia, desde el otoño hasta la llegada de la primavera, la fertilización está estrictamente prohibida. La planta no está creciendo, por lo que no puede utilizar los nutrientes. Añadir fertilizante al sustrato en este momento no solo es inútil, sino que puede ser muy perjudicial. Las sales del fertilizante se acumularían en el sustrato frío y húmedo, pudiendo dañar gravemente las raíces inactivas y sensibles de la planta. La fertilización solo se reanudará en primavera, una vez que la planta haya reanudado su crecimiento activo.

Es una buena práctica inspeccionar tus plantas almacenadas cada dos o tres semanas. Esta revisión te permitirá comprobar la humedad del sustrato y detectar a tiempo cualquier posible problema. Busca signos de moho en los tallos o en la superficie del sustrato, o la aparición de plagas como la cochinilla algodonosa, que a veces puede prosperar en estas condiciones. Si encuentras algún tallo mohoso, córtalo inmediatamente con una herramienta limpia. Una vigilancia ocasional te asegurará de que tus geranios están pasando el invierno en las mejores condiciones posibles.

El despertar en primavera

A medida que los días comienzan a alargarse y las temperaturas se vuelven más suaves hacia el final del invierno o principios de la primavera, llega el momento de despertar gradualmente a tu geranio real de su letargo. El momento exacto para comenzar este proceso dependerá de tu clima local, pero generalmente se hace unas 4-6 semanas antes de la fecha de la última helada prevista. No se debe sacar la planta directamente al exterior, sino que se requiere un período de transición para que se aclimate poco a poco a las condiciones de crecimiento activo.

El primer paso para despertar a la planta es trasladarla desde su frío lugar de hibernación a un espacio más cálido y luminoso dentro de casa. Una habitación con una ventana soleada y temperaturas normales de interior es ideal. Este cambio de ambiente señalará a la planta que es hora de reanudar su crecimiento. En este momento, puedes realizar una ligera poda de limpieza, eliminando cualquier punta de tallo que se haya secado o puesto negra durante el invierno.

Con el aumento de la temperatura y la luz, también debes empezar a aumentar gradualmente la frecuencia y la cantidad de riego. Comienza regando la planta a fondo, permitiendo que el sustrato se humedezca bien. A partir de este momento, vuelve a la pauta de riego normal de la temporada de crecimiento, es decir, regar cuando la capa superior del sustrato se sienta seca. Este es también el momento de aplicar la primera dosis de fertilizante. Utiliza un fertilizante líquido para plantas de flor, quizás a mitad de la dosis recomendada para la primera aplicación, para proporcionar a la planta los nutrientes que necesita para producir nuevos brotes.

Una vez que el riesgo de heladas haya pasado por completo y las temperaturas nocturnas se mantengan de forma fiable por encima de los 10°C, podrás sacar tu geranio real al exterior. Sin embargo, es crucial hacerlo de forma gradual a través de un proceso de «endurecimiento» o aclimatación. Comienza colocando la planta en un lugar sombreado y protegido en el exterior durante unas pocas horas el primer día. Durante la siguiente semana o diez días, aumenta gradualmente el tiempo que pasa al aire libre y la cantidad de luz solar directa que recibe. Este proceso fortalece a la planta y evita que sufra quemaduras en sus nuevas y tiernas hojas, preparándola para una nueva y exitosa temporada de floración.

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