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Hibernación de la hiedra argelina

Linden · 31.05.2025.

La hiedra argelina es conocida por su vigor y su capacidad de adaptación, pero como muchas plantas perennes, su comportamiento y sus necesidades cambian con la llegada del invierno. Aunque es una especie relativamente resistente al frío, la preparación para el período invernal es un aspecto crucial de su cuidado, especialmente en climas donde las temperaturas descienden de forma significativa. Comprender cómo la planta se adapta a las bajas temperaturas y qué medidas podemos tomar para protegerla asegurará no solo su supervivencia, sino también que llegue a la primavera en las mejores condiciones para reanudar su crecimiento con fuerza. Este artículo técnico explora en detalle el proceso de hibernación de la hiedra argelina, ofreciendo pautas profesionales para su cuidado durante los meses más fríos del año, tanto para ejemplares plantados en el jardín como para aquellos cultivados en maceta.

El concepto de hibernación en las plantas, más correctamente denominado latencia o dormancia invernal, es un mecanismo de supervivencia fascinante. A medida que los días se acortan y las temperaturas bajan en otoño, la hiedra argelina comienza a reducir su actividad metabólica. El crecimiento visible se detiene casi por completo, y la planta redirige su energía desde la producción de nuevo follaje hacia el fortalecimiento de sus raíces y la acumulación de reservas en sus tallos. Este proceso de aclimatación es vital para que la planta pueda soportar las condiciones adversas del invierno, como las heladas y la menor disponibilidad de agua líquida en el suelo.

La resistencia al frío de la hiedra argelina puede variar ligeramente dependiendo del cultivar específico, pero en general se considera una planta resistente en las zonas de rusticidad USDA 7 a 11. Esto significa que puede tolerar temperaturas mínimas de hasta unos -15 a -12 grados Celsius una vez que está bien establecida. Sin embargo, las plantas jóvenes, las recién plantadas o las cultivadas en condiciones menos óptimas son mucho más vulnerables a los daños por heladas. Además, los vientos fríos y secos del invierno pueden ser particularmente dañinos, causando la deshidratación de las hojas (un fenómeno conocido como desecación invernal), que se manifiesta con un aspecto quemado y marrón.

Durante el invierno, las necesidades de la planta cambian drásticamente. La demanda de agua se reduce al mínimo, ya que la transpiración es muy baja y el crecimiento es nulo. Uno de los errores más graves que se pueden cometer es continuar regando con la misma frecuencia que en verano, lo que casi con toda seguridad provocaría la pudrición de las raíces en un suelo frío y anegado. Del mismo modo, la fertilización debe suspenderse por completo durante este período, ya que la planta no puede utilizar los nutrientes y un exceso de sales en el suelo podría dañar las raíces inactivas.

Es importante entender que la latencia invernal es un período de descanso necesario para la planta. Forzar el crecimiento durante esta época con calor o fertilizantes artificiales solo la debilitaría a largo plazo. Respetar su ciclo natural y proporcionarle la protección adecuada son las claves para asegurar que, con la llegada de la primavera, la hiedra despierte de su letargo con la energía suficiente para iniciar una nueva temporada de crecimiento espectacular. El cuidado invernal es, en esencia, una inversión en la salud futura de la planta.

Preparación para el invierno en el jardín

La preparación de la hiedra argelina plantada en el jardín para la llegada del invierno debe comenzar en otoño. Una de las medidas más importantes es asegurar que la planta llegue al período de heladas bien hidratada, pero sin un suelo encharcado. Es recomendable realizar un riego profundo a finales del otoño, antes de que el suelo se congele. Esto proporciona a la planta una reserva de humedad que le ayudará a soportar los vientos secos del invierno. Sin embargo, a partir de este punto, el riego debe cesar casi por completo, confiando en las precipitaciones invernales, a menos que se produzca una sequía invernal muy prolongada y las temperaturas estén por encima de cero.

La aplicación de una capa gruesa de mantillo o acolchado orgánico alrededor de la base de la planta es una de las técnicas de protección más eficaces. Una capa de 5 a 10 centímetros de material como hojas secas, paja, corteza de pino o compost maduro actúa como un aislante térmico, protegiendo las raíces de las fluctuaciones bruscas de temperatura y de las heladas más severas. Este acolchado también ayuda a conservar la humedad del suelo y previene el crecimiento de malas hierbas en primavera. Es importante no amontonar el mantillo directamente contra los tallos de la planta para evitar problemas de pudrición.

En cuanto a la poda, es aconsejable evitar las podas fuertes a finales del otoño. Un nuevo crecimiento estimulado por la poda tardía no tendría tiempo de endurecerse antes de las heladas y sería muy susceptible a los daños. Es mejor dejar el follaje existente como una capa de protección natural adicional durante el invierno. La poda principal de limpieza y formación se debe posponer hasta finales del invierno o principios de la primavera, justo antes de que comience el nuevo crecimiento. En ese momento, se podrán eliminar las ramas dañadas por el frío o el viento durante el invierno.

Para las plantas jóvenes o situadas en zonas particularmente expuestas a vientos fríos, puede ser necesario proporcionar una protección adicional. Se pueden utilizar mallas de sombreo, tela de arpillera o mantas térmicas para cubrir el follaje, especialmente durante las noches de heladas más intensas. Estas cubiertas crean una barrera física que reduce el impacto del viento y evita una pérdida de temperatura demasiado rápida. Es importante retirar o abrir estas protecciones durante el día si sale el sol para permitir que la planta respire y evitar un sobrecalentamiento.

Cuidado invernal de la hiedra en maceta

La hiedra argelina cultivada en macetas es significativamente más vulnerable al frío que la que crece en el suelo. Las raíces en una maceta no se benefician del efecto aislante de la gran masa de tierra del jardín y están expuestas a las bajas temperaturas por todos los lados del contenedor. Por esta razón, en climas con inviernos fríos, a menudo es necesario tomar medidas especiales para protegerlas. La estrategia más segura es trasladar las macetas a un lugar protegido durante los meses más fríos.

Un lugar ideal para pasar el invierno sería un porche cerrado, un invernadero sin calefacción, un garaje luminoso o una galería fría. El objetivo es mantener la planta en un ambiente con temperaturas frescas, idealmente entre 5 y 10 grados Celsius, pero que no desciendan por debajo del punto de congelación. Este ambiente fresco permitirá que la planta mantenga su estado de latencia sin sufrir los daños de las heladas. Es importante que el lugar tenga algo de luz natural, aunque las necesidades lumínicas durante la latencia son mucho menores que en la temporada de crecimiento.

Si no es posible mover las macetas al interior, existen técnicas para protegerlas en el exterior. Una opción es agrupar varias macetas juntas en un rincón resguardado, cerca de una pared de la casa, para reducir la exposición al viento y beneficiarse del calor irradiado por el edificio. También se puede aislar la maceta envolviéndola con plástico de burbujas, arpillera o tela geotextil. Otra técnica eficaz es «plantar» la maceta en el suelo del jardín, enterrándola hasta el borde, para que las raíces se beneficien del aislamiento térmico de la tierra.

El riego de las hiedras en maceta durante el invierno debe ser extremadamente reducido. El sustrato debe mantenerse apenas húmedo, regando solo cuando esté casi completamente seco. Un riego excesivo en una maceta fría es la receta perfecta para la pudrición de las raíces. La frecuencia puede ser tan baja como una vez cada varias semanas, dependiendo del tamaño de la maceta y las condiciones ambientales. Siempre es mejor pecar de regar poco que de regar demasiado durante el período de latencia invernal.

Señales de daño por frío y recuperación

A pesar de nuestros mejores esfuerzos, a veces la hiedra argelina puede sufrir daños por el frío, especialmente después de un invierno inusualmente severo o una helada tardía en primavera. Uno de los síntomas más comunes es el oscurecimiento y la quemadura de las hojas. El follaje expuesto puede volverse de color marrón oscuro o negro y adquirir una textura seca y quebradiza. Esto es el resultado de la congelación de las células de la hoja o de la deshidratación causada por los vientos invernales.

Otro signo de daño puede ser la muerte de las puntas de los tallos más jóvenes y expuestos. Estas secciones se vuelven blandas, luego negras y finalmente se secan. En casos más graves, el frío puede dañar los tallos principales e incluso llegar a afectar el cuello de la raíz, lo que podría comprometer la supervivencia de toda la planta. Es importante no alarmarse y no precipitarse a podar en cuanto se ven los primeros daños. A menudo, el daño es solo superficial y las partes más protegidas de la planta, como las yemas latentes en la base y las raíces, han sobrevivido.

La paciencia es clave en la recuperación de la planta. Se debe esperar hasta bien entrada la primavera, cuando haya pasado todo riesgo de heladas y la planta comience a mostrar signos de nuevo crecimiento. En este momento, se puede evaluar la extensión real del daño. Con unas tijeras de podar limpias y afiladas, se deben recortar todas las partes muertas, tanto hojas como secciones de tallo, cortando hasta encontrar tejido vivo y sano (generalmente de color verde o blanco en el interior del tallo). Esta poda de saneamiento no solo mejora la apariencia de la planta, sino que también estimula la brotación de nuevas yemas.

Después de la poda de limpieza, es importante proporcionar a la planta unas condiciones óptimas para su recuperación. Un riego adecuado y una ligera fertilización con un abono equilibrado una vez que el nuevo crecimiento esté en marcha le darán la energía necesaria para regenerarse. En la mayoría de los casos, una hiedra argelina bien establecida tiene una gran capacidad de recuperación y, aunque pueda parecer muy dañada después del invierno, es capaz de rebrotar vigorosamente desde su base y recuperar su esplendor a lo largo de la temporada de crecimiento.

Reactivación en primavera

La transición del invierno a la primavera es un momento crucial para la hiedra argelina, ya que despierta de su latencia y comienza un nuevo ciclo de crecimiento. A medida que los días se alargan y las temperaturas aumentan de forma sostenida, es el momento de retirar gradualmente las protecciones invernales que se hayan utilizado. Si las plantas en maceta se han guardado en el interior, deben aclimatarse progresivamente a las condiciones exteriores durante una o dos semanas antes de dejarlas permanentemente fuera, para evitar un shock por el cambio brusco de luz y temperatura.

Este es el momento ideal para realizar la poda principal del año. Como se mencionó anteriormente, se deben eliminar todas las partes dañadas por el invierno. Además, es una buena oportunidad para realizar una poda de formación y control, recortando los tallos para mantener la forma deseada, promover un crecimiento más denso y controlar su expansión. No hay que tener miedo de podar de forma relativamente intensa, ya que la hiedra argelina responde muy bien a la poda y rebrotará con fuerza desde los nudos restantes.

Una vez realizada la poda, es el momento de reanudar el programa de fertilización. Una primera aplicación de un fertilizante equilibrado, ya sea granulado de liberación lenta o la adición de una nueva capa de compost, proporcionará a la planta los nutrientes necesarios para impulsar el nuevo crecimiento. A medida que la planta se vuelve más activa, sus necesidades de agua también aumentarán. Se debe comenzar a regar de nuevo de forma regular, ajustando la frecuencia a las condiciones climáticas y permitiendo que la capa superior del suelo se seque ligeramente entre riegos.

Finalmente, es importante realizar una inspección a fondo de la planta en busca de posibles plagas que puedan haber sobrevivido al invierno, como huevos de pulgón o cochinillas. Un tratamiento preventivo con aceite hortícola a principios de la primavera, antes de que las yemas se abran por completo, puede ser muy eficaz para eliminar estas plagas latentes. Con estos cuidados de reactivación, la hiedra argelina estará perfectamente preparada para afrontar la nueva temporada y desplegar de nuevo su exuberante y decorativo follaje.

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