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Hibernación de la flor de bugardia

Daria · 04.05.2025.

La bugardia, con sus orígenes en los climas cálidos de México y América Central, no está adaptada para sobrevivir a las temperaturas bajo cero. Por esta razón, en regiones con inviernos fríos, proporcionarle un refugio adecuado durante los meses más gélidos es un paso absolutamente crucial para asegurar su supervivencia y disfrutar de su floración año tras año. El proceso de hibernación o letargo invernal no consiste simplemente en meter la planta dentro de casa, sino en crear unas condiciones específicas que le permitan descansar y conservar energía para la siguiente temporada de crecimiento. Un manejo adecuado durante este período de reposo es tan importante como el cuidado que se le proporciona durante la primavera y el verano.

El objetivo principal de la hibernación es proteger a la planta de las heladas, que dañarían irreversiblemente sus tejidos y podrían matarla. Al mismo tiempo, se busca inducir un estado de latencia, un período de descanso en el que el metabolismo de la planta se ralentiza al mínimo. Este descanso es natural y beneficioso, ya que le permite a la planta recuperarse y acumular las reservas necesarias para un crecimiento vigoroso y una floración espectacular cuando las condiciones vuelvan a ser favorables en primavera.

Ignorar la necesidad de un período de descanso y tratar de mantener la bugardia en crecimiento activo durante todo el año en un interior cálido puede agotarla, resultando en una planta débil y con una floración pobre en la siguiente temporada. Por lo tanto, el proceso de hibernación debe ser una estrategia deliberada, que comienza con la preparación de la planta en otoño y culmina con su «despertar» en primavera.

Este capítulo te guiará a través de todo el proceso de teleltetése (hibernación), desde cómo y cuándo preparar tu planta para el invierno, hasta las condiciones ideales de luz, temperatura y riego que necesita durante su letargo. También aprenderás a identificar el momento adecuado para sacarla de su reposo y cómo aclimatarla gradualmente a las condiciones exteriores, asegurando una transición suave y exitosa hacia una nueva temporada de crecimiento.

Preparación de la planta para el invierno

La preparación para la hibernación debe comenzar en otoño, antes de que lleguen las primeras heladas. El momento exacto dependerá de tu clima local, pero generalmente, cuando las temperaturas nocturnas comiencen a descender de forma consistente por debajo de los 10-12 °C, es hora de actuar. Un descenso gradual de la temperatura es beneficioso, ya que le indica a la planta de forma natural que debe empezar a ralentizar su metabolismo y prepararse para el descanso.

Antes de trasladar la bugardia al interior, es fundamental realizar una inspección exhaustiva en busca de plagas. El ambiente cálido y seco de un hogar en invierno puede ser un caldo de cultivo ideal para insectos como la araña roja o la cochinilla. Tratar cualquier infestación existente mientras la planta todavía está en el exterior es mucho más fácil y previene que las plagas se propaguen a otras plantas de interior. Puedes aplicar un tratamiento preventivo con aceite de neem o jabón insecticida.

Este es también un buen momento para realizar una poda ligera. Recorta alrededor de un tercio de la planta, eliminando cualquier tallo débil, dañado o que haya terminado de florecer. Esta poda reduce el tamaño de la planta, facilitando su manejo y almacenamiento en el interior, y también reduce la cantidad de follaje que la planta necesita mantener durante el invierno, ayudándola a conservar energía. Además, se minimiza el riesgo de que las hojas muertas o en descomposición puedan albergar enfermedades.

Finalmente, reduce gradualmente el riego en las semanas previas a mover la planta al interior. Esto ayuda a señalarle a la planta que se acerca el período de descanso y reduce el riesgo de que el sustrato esté demasiado húmedo cuando se traslade a un entorno con menos luz y ventilación, lo que podría favorecer la pudrición de las raíces. El objetivo es que el sustrato esté ligeramente húmedo, pero no empapado, en el momento del traslado.

Condiciones ideales para el letargo

Una vez que la planta ha sido preparada, es hora de elegir el lugar adecuado para su hibernación. El sitio ideal para que la bugardia pase el invierno debe ser fresco, con poca luz y protegido de las heladas. Un garaje sin calefacción, un sótano fresco, un porche cerrado o incluso una habitación fresca y poco utilizada de la casa pueden ser opciones excelentes. La clave es encontrar un lugar donde la temperatura se mantenga de forma constante entre los 5 °C y los 10 °C.

La temperatura es el factor más crítico durante el letargo. Si el lugar es demasiado cálido (por encima de los 15 °C), la planta no entrará en una verdadera latencia y puede intentar seguir creciendo, lo que resultará en un crecimiento débil, pálido y etiolado debido a la falta de luz. Si la temperatura baja de los 0 °C, la planta sufrirá daños por helada. Un ambiente fresco y estable es lo que permite a la planta descansar adecuadamente sin gastar sus reservas de energía.

La luz también debe ser mínima durante este período. No necesita la luz brillante que requiere durante su temporada de crecimiento. Un lugar con luz indirecta muy tenue o incluso en penumbra es suficiente. La falta de luz, combinada con las bajas temperaturas, es lo que mantiene a la planta en su estado de reposo. Evita colocarla cerca de una ventana soleada o bajo luces artificiales intensas.

Es importante asegurar una cierta circulación de aire para prevenir problemas de moho y hongos, aunque se debe evitar colocar la planta en una corriente de aire frío constante. Revisa la planta ocasionalmente durante el invierno para asegurarte de que no hay signos de plagas o enfermedades. Un entorno fresco y seco generalmente disuade a la mayoría de los insectos.

Cuidados durante la hibernación

El cuidado de la bugardia durante su período de hibernación es mínimo, pero crucial. El error más grande que se puede cometer es regarla en exceso. Dado que la planta no está creciendo activamente, su necesidad de agua es extremadamente baja. El objetivo es simplemente evitar que el cepellón se seque por completo. Un riego muy ligero una vez al mes, o incluso cada seis semanas, suele ser más que suficiente.

Antes de regar, comprueba siempre la humedad del sustrato. Introduce el dedo varios centímetros en la tierra; si la sientes completamente seca como el polvo, es hora de darle una pequeña cantidad de agua. Riega solo lo suficiente para humedecer ligeramente el sustrato, no para saturarlo como lo harías en verano. El sustrato debe permanecer mayormente seco durante todo el invierno. Regar en exceso en un ambiente frío es una receta segura para la pudrición de las raíces.

Durante la hibernación, no debes fertilizar la planta en absoluto. La fertilización estimularía un nuevo crecimiento en un momento en que la planta debería estar descansando. Esto no solo agotaría las reservas de energía de la planta, sino que el nuevo crecimiento sería débil y vulnerable a enfermedades. La alimentación se reanudará en primavera, una vez que la planta salga de su letargo.

Es normal que la bugardia pierda algunas hojas o incluso la mayoría de ellas durante el invierno. No te alarmes si tu planta adquiere un aspecto un tanto desolado; es una parte natural del proceso de latencia. Simplemente retira las hojas secas o caídas para mantener la zona limpia y prevenir posibles problemas de hongos. Mientras los tallos principales permanezcan firmes y sanos, la planta está viva y lista para rebrotar en primavera.

El despertar en primavera

A medida que los días comienzan a alargarse y las temperaturas se vuelven más suaves en primavera, es hora de empezar a despertar a tu bugardia de su letargo invernal. El momento ideal para iniciar este proceso es unas 6-8 semanas antes de la última fecha prevista de heladas en tu área. Este despertar debe ser un proceso gradual para no someter a la planta a un shock.

El primer paso es trasladar la planta a un lugar más cálido y con más luz. Una habitación luminosa o un porche acristalado con temperaturas entre 15 °C y 18 °C es un buen punto de partida. Aumenta gradualmente la exposición a la luz durante una o dos semanas antes de colocarla en su lugar definitivo con luz brillante e indirecta. Este cambio gradual estimula a la planta a romper su latencia.

En este momento, puedes realizar una poda más a fondo si es necesario, dando forma a la planta y eliminando cualquier madera muerta o dañada durante el invierno. Este es también el momento de reanudar el riego. Comienza con un riego moderado y ve aumentando la frecuencia a medida que la planta empiece a producir nuevos brotes y hojas. Una vez que veas signos claros de nuevo crecimiento, puedes empezar a fertilizar con una solución muy diluida.

Cuando haya pasado todo el peligro de heladas y las temperaturas nocturnas se mantengan de forma fiable por encima de los 10 °C, puedes comenzar a aclimatar la planta al exterior. Este proceso, conocido como «endurecimiento», es vital. Empieza colocando la planta en un lugar sombreado y protegido al aire libre durante unas pocas horas al día, y ve aumentando gradualmente el tiempo y la exposición al sol durante una o dos semanas. Este proceso fortalece a la planta y previene quemaduras solares y el estrés del cambio brusco de ambiente.

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