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Enfermedades y plagas de la dalia

Daria · 31.07.2025.

Aunque las dalias son plantas relativamente robustas y gratificantes, no son inmunes a una serie de enfermedades y al ataque de diversas plagas que pueden mermar su salud y arruinar su belleza. Para cualquier cultivador de dalias, ya sea aficionado o experto, es fundamental estar alerta y saber identificar los primeros signos de problemas. Una detección temprana y una intervención rápida son las claves para controlar eficazmente cualquier amenaza antes de que se convierta en un problema grave. Desde hongos que cubren sus hojas hasta insectos que devoran sus pétalos, conocer a los enemigos de tus dalias es el primer paso para protegerlas y asegurar una temporada de floración exitosa y libre de contratiempos.

La prevención es siempre la mejor estrategia cuando se trata de manejar enfermedades y plagas en el jardín. Muchas de las prácticas culturales que promueven plantas sanas también ayudan a prevenir problemas. Asegurar una buena circulación de aire mediante un espaciado adecuado entre las plantas es vital para evitar la proliferación de hongos. Regar en la base de la planta, evitando mojar el follaje, y hacerlo por la mañana para que las hojas se sequen rápidamente, también reduce significativamente el riesgo de enfermedades fúngicas. Además, mantener el área de cultivo libre de malas hierbas y restos vegetales elimina los posibles refugios para plagas y patógenos.

Una de las enfermedades más comunes que afectan a las dalias es el oídio, que se reconoce fácilmente por la capa de polvo blanco o grisáceo que aparece en las hojas, tallos y capullos. Este hongo prospera en condiciones de alta humedad y temperaturas moderadas, y aunque rara vez mata a la planta, puede debilitarla significativamente y afectar la calidad de la floración. Para combatirlo, se pueden utilizar fungicidas a base de azufre, bicarbonato de potasio o aceite de neem, aplicados tan pronto como se detecten los primeros síntomas.

En cuanto a las plagas, una amplia variedad de insectos se sienten atraídos por las dalias. Los pulgones, las babosas, los caracoles, los trips y las arañas rojas son algunos de los culpables más habituales. Cada una de estas plagas requiere un enfoque de control diferente. Por ejemplo, los pulgones pueden eliminarse con un chorro de agua o jabón insecticida, mientras que las babosas y los caracoles a menudo requieren trampas o barreras físicas. La inspección regular y minuciosa de tus plantas, incluyendo el envés de las hojas, te permitirá detectar estas plagas antes de que sus poblaciones se descontrolen.

Enfermedades fúngicas comunes

Las enfermedades causadas por hongos son una de las amenazas más persistentes para las dalias, especialmente en climas húmedos o cuando las condiciones de cultivo no son las ideales. El oídio, como ya se ha mencionado, es quizás el más reconocible. Se propaga rápidamente a través de esporas transportadas por el viento y puede cubrir una planta en poco tiempo si las condiciones son favorables. La prevención, mediante la promoción de una buena circulación de aire y evitando el riego por aspersión, es crucial. Si la infección se establece, la eliminación de las hojas más afectadas y la aplicación regular de un fungicida apropiado pueden mantenerla bajo control.

Otra enfermedad fúngica a tener en cuenta es el mildiú velloso, que a menudo se confunde con el oídio pero presenta síntomas ligeramente diferentes. El mildiú tiende a causar manchas amarillentas o pálidas en la parte superior de las hojas, mientras que en el envés se desarrolla un crecimiento velloso de color grisáceo o violáceo. A diferencia del oídio, el mildiú velloso necesita agua libre en la superficie de la hoja para que sus esporas germinen, por lo que mantener el follaje seco es la medida preventiva más eficaz. Los fungicidas a base de cobre pueden ser efectivos si se aplican de forma preventiva o en las primeras etapas de la infección.

La botritis o moho gris es otra enfermedad fúngica problemática, especialmente durante períodos de tiempo fresco y húmedo. Este hongo ataca principalmente a las flores y los capullos, causando manchas acuosas que rápidamente se cubren con un moho gris y esponjoso. Las flores afectadas se pudren y se deshacen. Para controlar la botritis, es fundamental eliminar y destruir inmediatamente cualquier flor o capullo infectado para evitar la propagación de las esporas. Mejorar la circulación de aire y evitar el hacinamiento de las plantas también ayuda a reducir la incidencia de esta enfermedad.

La pudrición de los tubérculos, causada por varios hongos del suelo como Fusarium o Pythium, es una enfermedad fatal que ataca a las dalias desde la raíz. Ocurre con mayor frecuencia en suelos mal drenados y pesados. Los síntomas en la parte aérea de la planta incluyen marchitamiento, amarillamiento y colapso general. Al desenterrar el tubérculo, se observará que está blando, descolorido y podrido. La prevención es la única cura: asegúrate de plantar en un suelo con un drenaje excelente y evita el riego excesivo, especialmente al principio de la temporada.

Plagas succionadoras y masticadoras

Las dalias son un verdadero imán para una gran variedad de insectos y otras plagas que pueden clasificarse en dos grandes grupos según su forma de alimentarse: los succionadores y los masticadores. Los pulgones son quizás los succionadores más conocidos. Estos pequeños insectos se agrupan en los brotes tiernos y en el envés de las hojas, succionando la savia y debilitando la planta. Además, excretan una sustancia pegajosa llamada melaza que puede atraer a las hormigas y favorecer el crecimiento de un hongo negro conocido como negrilla. Se pueden controlar con chorros de agua, jabón insecticida o fomentando la presencia de sus depredadores naturales, como las mariquitas.

La araña roja es otra plaga succionadora diminuta y difícil de ver a simple vista que prospera en condiciones cálidas y secas. Se localizan en el envés de las hojas, creando finas telarañas y causando un punteado amarillento o bronceado en el haz. Una infestación severa puede defoliar y matar a la planta. Para combatirlas, es útil aumentar la humedad ambiental rociando las plantas con agua y aplicar acaricidas específicos o aceite de neem, asegurándose de cubrir bien el envés de las hojas.

Entre las plagas masticadoras, las babosas y los caracoles son enemigos notorios de las dalias, especialmente de las plantas jóvenes. Salen por la noche y en días húmedos para alimentarse de las hojas y los tallos, dejando agujeros irregulares y rastros de baba brillante. Las barreras físicas como la cáscara de huevo triturada, la ceniza o la tierra de diatomeas pueden ser efectivas. También se pueden utilizar trampas de cerveza o cebos comerciales a base de fosfato de hierro, que son más seguros para otras formas de vida silvestre que los antiguos cebos de metaldehído.

Los saltamontes y algunos tipos de orugas también pueden causar daños significativos al masticar hojas y flores. La recolección manual puede ser una opción si la infestación es pequeña. Para infestaciones más grandes de orugas, los productos a base de Bacillus thuringiensis (Bt), una bacteria natural que es tóxica solo para las larvas de lepidópteros, son una opción de control biológico muy eficaz y segura. La inspección regular es clave para detectar a estos masticadores antes de que causen daños generalizados.

Los insidiosos trips y otros insectos pequeños

Los trips son una de las plagas más frustrantes y dañinas para los amantes de las dalias, ya que su objetivo principal son las flores. Estos insectos son diminutos, delgados y muy difíciles de ver a simple vista. Se esconden entre los pétalos y se alimentan raspando la superficie y succionando los jugos de la planta. El daño que causan se manifiesta en forma de manchas, vetas plateadas o marrones en los pétalos, deformación de las flores y, en casos graves, los capullos pueden no llegar a abrirse. Su control es complicado debido a su capacidad para esconderse.

Para combatir los trips, es útil eliminar y destruir las flores muy infestadas para reducir la población. Las trampas adhesivas de color azul, que atraen específicamente a los trips, pueden ayudar a monitorear su presencia y a capturar a los adultos alados. En cuanto al control químico, el aceite de neem o los insecticidas a base de spinosad pueden ser efectivos, pero a menudo se requieren aplicaciones repetidas para romper su ciclo de vida. La clave es empezar el tratamiento tan pronto como se detecte el primer signo de daño.

Los cicadélidos o saltahojas son otros pequeños insectos succionadores que pueden causar problemas. Se alimentan de las hojas y pueden transmitir enfermedades virales. Su daño se caracteriza por un punteado blanco o amarillento en las hojas y, a veces, por un enrollamiento o deformación de las mismas. Son insectos muy activos que saltan o vuelan rápidamente cuando se les molesta, lo que dificulta su control. El jabón insecticida o los aceites hortícolas pueden ayudar a controlar las ninfas, pero los adultos son más difíciles de tratar.

Los escarabajos, como el escarabajo japonés o el escarabajo del pepino, también pueden ser una plaga masticadora importante en algunas regiones. Se alimentan tanto del follaje como de las flores, dejando un daño esquelético en las hojas y agujeros en los pétalos. La recolección manual temprano en la mañana, cuando los escarabajos están menos activos, puede ser un método de control eficaz para infestaciones pequeñas. Para infestaciones más grandes, se pueden utilizar trampas de feromonas (colocadas lejos de las dalias para no atraer más escarabajos a la zona) o insecticidas específicos.

Enfermedades virales y bacterianas

Además de los hongos, las dalias también pueden ser susceptibles a enfermedades causadas por virus y bacterias, que a menudo son más difíciles de controlar. Las enfermedades virales, como el virus del mosaico de la dalia, son particularmente problemáticas porque no tienen cura. Una vez que una planta está infectada, lo permanecerá para siempre. Los síntomas pueden variar, pero a menudo incluyen patrones de mosaico amarillo o verde claro en las hojas, hojas deformadas o rizadas, crecimiento raquítico y una reducción general del vigor y la floración.

Los virus se propagan principalmente a través de insectos vectores, como los pulgones y los trips, que transmiten el virus de una planta infectada a una sana mientras se alimentan. También pueden propagarse a través de herramientas de poda contaminadas o al dividir tubérculos infectados. La única forma de manejar las enfermedades virales es la prevención. Controla las poblaciones de insectos vectores, desinfecta tus herramientas de poda entre cada planta (usando alcohol o una solución de lejía al 10%) y, lo más importante, inspecciona cuidadosamente las plantas nuevas antes de introducirlas en tu jardín.

Si sospechas que una de tus dalias tiene un virus, es crucial actuar con rapidez para evitar que se propague al resto de tu colección. La recomendación es desenterrar y destruir la planta infectada por completo, incluyendo los tubérculos. No la añadas a la pila de compost, ya que el virus puede sobrevivir. Aunque puede ser doloroso deshacerse de una planta, es la única manera de proteger la salud de tus otras dalias. Sé implacable, ya que un solo descuido puede llevar a la pérdida de muchas plantas.

La agalla de la corona, causada por una bacteria, es otra enfermedad grave aunque menos común. Se manifiesta como un crecimiento tumoral o verrugoso, generalmente en la base del tallo, cerca de la línea del suelo. Estas agallas interfieren con el flujo de agua y nutrientes, debilitando a la planta. La bacteria entra a través de heridas en la planta, por lo que hay que tener cuidado de no dañar los tallos o raíces durante la plantación o el cultivo. Al igual que con los virus, no hay cura para la agalla de la corona, y las plantas infectadas deben ser retiradas y destruidas.

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