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La invernada de la gaillardia

Linden · 28.08.2025.

Asegurar que tu gaillardia sobreviva al invierno y regrese con vigor en la primavera depende en gran medida de unas pocas prácticas clave de preparación otoñal. Aunque esta perenne es conocida por su resistencia y adaptabilidad, las condiciones invernales, especialmente la combinación de frío y humedad, pueden ser un desafío. El proceso de invernada no es complicado, pero requiere una atención cuidadosa para proteger la corona de la planta, la parte más vulnerable. Al entender cómo preparar la planta y el suelo para los meses fríos, puedes aumentar significativamente las posibilidades de que tu gaillardia no solo sobreviva, sino que prospere año tras año, llenando tu jardín de color.

El factor más crítico para la supervivencia invernal de la gaillardia es, sin lugar a dudas, el drenaje del suelo. Esta planta es mucho más propensa a morir por la pudrición de la raíz en suelos fríos y húmedos durante el invierno que por las bajas temperaturas en sí. Si tu gaillardia está plantada en un suelo arcilloso pesado que retiene agua, el invierno será su mayor enemigo. El agua estancada alrededor de la corona de la planta, combinada con los ciclos de congelación y descongelación, puede convertir las raíces en una masa blanda y podrida. Por lo tanto, la preparación para el invierno comienza en el momento de la plantación, seleccionando un sitio con drenaje natural o enmendando el suelo para mejorarlo.

A medida que el otoño avanza y las temperaturas comienzan a descender, la gaillardia comenzará a entrar en un estado de latencia. Notarás una disminución en la floración y el crecimiento del follaje. Este es el momento de reducir el riego suplementario. Permitir que el suelo se seque más de lo normal ayuda a señalar a la planta que es hora de endurecerse para el invierno. Un suelo demasiado húmedo al entrar en el invierno no solo aumenta el riesgo de pudrición, sino que también puede promover un crecimiento tierno tardío que será dañado por las primeras heladas fuertes.

La limpieza del jardín en otoño es un paso importante en el proceso de invernada. Después de que una o dos heladas fuertes hayan marchitado el follaje, es aconsejable cortar los tallos de la gaillardia. Deja unos 10-15 centímetros de tallo por encima del nivel del suelo. Esta poda ayuda a prevenir que las enfermedades fúngicas y las plagas encuentren un refugio invernal en los restos de la planta. Además, mejora la circulación del aire alrededor de la corona, ayudando a mantenerla más seca durante los períodos húmedos del invierno.

La importancia de la poda de otoño

La decisión de podar la gaillardia en otoño o esperar hasta la primavera es un tema de debate entre los jardineros, pero para la supervivencia invernal, la poda de otoño ofrece varias ventajas significativas. Cortar el follaje muerto y los tallos florales reduce la cantidad de material vegetal que puede atrapar la humedad y la nieve pesada alrededor de la corona de la planta. Una masa de follaje húmedo y en descomposición presionada contra la corona durante todo el invierno crea el ambiente perfecto para el desarrollo de la pudrición, que puede matar la planta antes de que la primavera llegue.

Al podar, utiliza tijeras de podar limpias y afiladas para hacer cortes limpios. Corta los tallos a una altura de unos 10 a 15 centímetros del suelo. Dejar esta pequeña cantidad de tallo puede ayudar a atrapar una capa aislante de nieve o mantillo, y también sirve como un marcador para que recuerdes dónde está ubicada la planta en la primavera, evitando que la dañes accidentalmente al limpiar el jardín. La eliminación del follaje viejo también mejora la estética del jardín de invierno, dándole un aspecto más ordenado.

Además de prevenir la pudrición, la poda de otoño elimina los posibles escondites para plagas como los pulgones y sus huevos, así como las esporas de enfermedades fúngicas como el oídio, que podrían pasar el invierno en los restos de la planta. Al retirar este material infectado del jardín, reduces la probabilidad de que estos problemas resurjan con fuerza en la primavera. Asegúrate de desechar los recortes y no añadirlos a tu pila de compost, especialmente si la planta mostró signos de enfermedad durante la temporada de crecimiento.

Algunos jardineros en climas muy fríos prefieren dejar el follaje en su lugar, argumentando que proporciona un aislamiento natural. Si bien esto puede ser cierto hasta cierto punto, el riesgo de atrapar la humedad y causar la pudrición de la corona a menudo supera el beneficio del aislamiento, especialmente para una planta tan sensible a la humedad como la gaillardia. Si decides dejar el follaje, asegúrate de limpiarlo a principios de la primavera, justo cuando el nuevo crecimiento comienza a emerger, para permitir que la luz y el aire lleguen a la corona.

El uso del mantillo para la protección

La aplicación de una capa de mantillo después de la primera helada fuerte puede proporcionar una protección adicional a la gaillardia durante el invierno, especialmente en zonas de rusticidad más frías (zonas 3-5). El propósito principal del mantillo de invierno no es mantener la planta caliente, sino aislar el suelo. Esto ayuda a proteger las raíces de los dañinos ciclos de congelación y descongelación que pueden ocurrir durante los períodos de deshielo invernal seguidos de heladas repentinas. Estos ciclos pueden empujar la corona de la planta fuera del suelo, un fenómeno conocido como «levantamiento por helada», que expone las raíces y puede matar la planta.

El momento de la aplicación del mantillo es crucial. Espera hasta que el suelo se haya enfriado significativamente, generalmente después de una o dos heladas fuertes. Aplicar el mantillo demasiado pronto, mientras el suelo todavía está caliente, puede atrapar el calor y la humedad, retrasando la latencia de la planta y aumentando el riesgo de pudrición. También puede proporcionar un refugio acogedor para los roedores que pueden roer la corona de la planta durante el invierno.

Utiliza un material de mantillo ligero y aireado que no se compacte y retenga la humedad. Las hojas trituradas, la paja, las agujas de pino o la corteza de pino son excelentes opciones. Evita materiales pesados como el compost húmedo o las hojas enteras y húmedas. Aplica una capa de 5 a 10 centímetros de espesor sobre la corona de la planta y el área circundante. Es importante aplicar el mantillo de forma holgada y no amontonarlo firmemente contra los tallos restantes.

A principios de la primavera, a medida que las temperaturas comienzan a subir de forma constante, es importante retirar gradualmente el mantillo de invierno. Retirar el mantillo demasiado pronto puede exponer el nuevo crecimiento a heladas tardías, mientras que dejarlo demasiado tiempo puede sofocar la corona y retrasar el calentamiento del suelo, ralentizando la aparición del nuevo crecimiento. Comienza a retirar el mantillo cuando veas los primeros signos de nuevos brotes verdes en la base de la planta, pero mantén un poco de material a mano para cubrir las plantas si se pronostica una helada fuerte.

Consideraciones para la invernada en macetas

La invernada de la gaillardia cultivada en contenedores requiere un enfoque diferente al de las plantas en el suelo. Las raíces de las plantas en macetas están mucho más expuestas a las bajas temperaturas porque no están aisladas por la masa de tierra circundante. En climas donde las temperaturas descienden muy por debajo de cero, el suelo de la maceta puede congelarse por completo, matando las raíces. Por lo tanto, se necesita una protección adicional para asegurar la supervivencia.

Una de las estrategias más efectivas es mover los contenedores a un lugar protegido durante el invierno. Un garaje sin calefacción, un cobertizo o un sótano fresco son lugares ideales. El objetivo es mantener las raíces frías y en estado de latencia, pero protegidas de las temperaturas más extremas y de los vientos helados. Riega la planta ligeramente solo unas pocas veces durante el invierno, lo suficiente para evitar que el suelo se seque por completo. No necesita luz durante este período de latencia.

Si no tienes un espacio interior para almacenar las macetas, puedes agruparlas en un lugar protegido, como contra una pared de la casa orientada al sur o al oeste. Agrupar las macetas ayuda a reducir la pérdida de calor. Puedes proporcionar un aislamiento adicional envolviendo las macetas con plástico de burbujas, arpillera o mantas viejas. También puedes amontonar hojas u otro mantillo alrededor y entre las macetas para crear una barrera aislante.

Otra opción, especialmente para macetas grandes y pesadas, es el método de «hundir la maceta». Cava un hoyo en un lecho de jardín vacío o en un área de compost y coloca la maceta en el hoyo, de modo que el borde de la maceta quede a nivel del suelo. Rellena el espacio alrededor de la maceta con tierra u hojas. La tierra circundante proporcionará un excelente aislamiento para las raíces. Cubre la parte superior con una capa de mantillo como lo harías con las plantas en el suelo. En la primavera, simplemente levanta la maceta del suelo.

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