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Hibernación del cedro del Atlas

Linden · 14.05.2025.

El cedro del Atlas es una conífera originaria de regiones montañosas, lo que le confiere una notable resistencia natural al frío y a las condiciones invernales. Un ejemplar adulto y bien establecido puede soportar temperaturas considerablemente bajas, a menudo hasta -20°C o incluso inferiores, sin sufrir daños significativos. Sin embargo, esta robustez no es instantánea. Los árboles jóvenes, especialmente en sus primeros años después de la plantación, son más vulnerables y pueden requerir ciertas precauciones para superar su primer o segundo invierno con éxito. Comprender el proceso de aclimatación del árbol y proporcionarle la protección adecuada cuando es necesario es clave para asegurar su supervivencia y un vigoroso rebrote en primavera.

El proceso de preparación para el invierno, conocido como letargo o dormancia, no es un evento repentino, sino una transición gradual que comienza en otoño. A medida que los días se acortan y las temperaturas descienden, el árbol reduce su actividad metabólica, detiene su crecimiento y modifica la composición química de sus células para aumentar su resistencia a la congelación. Este proceso de aclimatación es fundamental, y un otoño suave seguido de una helada súbita y severa puede ser más dañino que un descenso gradual y constante de las temperaturas.

La principal preocupación durante el invierno para los cedros no es solo la baja temperatura, sino también otros factores como el viento desecante, el peso de la nieve o el hielo, y la llamada «sequía invernal». Este último fenómeno ocurre cuando el suelo está congelado, impidiendo que las raíces absorban agua, mientras que el follaje perenne sigue perdiendo humedad por la transpiración, especialmente en días soleados y ventosos. Este desequilibrio hídrico puede causar la deshidratación y quemadura de las acículas.

Por lo tanto, la estrategia de hibernación para el cedro del Atlas no se centra tanto en «abrigar» al árbol del frío, sino en protegerlo de estos otros factores de estrés invernal y en asegurarse de que entre en el invierno en las mejores condiciones posibles de salud e hidratación. Un árbol sano, bien regado durante el otoño y plantado en un lugar adecuado, tiene todas las herramientas necesarias para gestionar el invierno por sí mismo una vez que ha alcanzado cierta madurez.

Preparación del árbol en otoño

Una buena preparación durante el otoño es la medida más importante para asegurar que el cedro del Atlas pase un invierno sin problemas. Uno de los aspectos más cruciales es el riego. A medida que se acerca el invierno, es vital que el árbol esté bien hidratado, pero sin que el suelo esté encharcado. Continúa regando el árbol de forma profunda y espaciada durante el otoño si las lluvias son escasas. Un último riego abundante justo antes de la primera helada fuerte, cuando el suelo aún no está congelado, puede crear una reserva de humedad que será vital durante el invierno.

Cesa cualquier tipo de fertilización a finales del verano. Aplicar fertilizantes ricos en nitrógeno en otoño estimularía un nuevo crecimiento tierno que sería extremadamente vulnerable a los daños por helada. El árbol necesita utilizar sus recursos para prepararse para el letargo, no para producir nuevo follaje. La única enmienda recomendable en otoño es la aplicación de una capa de compost o mantillo orgánico sobre la zona radicular.

La aplicación de una gruesa capa de mantillo (mulch) orgánico, de unos 10-15 cm de espesor, alrededor de la base del árbol es extremadamente beneficiosa. Esta capa de corteza de pino, astillas de madera o paja actúa como un aislante térmico para el suelo. Ayuda a moderar las fluctuaciones de temperatura, retrasa la congelación profunda del suelo y conserva la humedad. Extiende el mantillo en un círculo amplio alrededor del tronco, pero asegúrate de dejar un pequeño espacio libre directamente contra la corteza para evitar problemas de humedad y pudrición.

Antes de la llegada de las nieves, realiza una inspección visual del árbol. Poda cualquier rama que esté muerta, dañada o enferma. Esto no solo mejora la salud del árbol, sino que también elimina ramas débiles que podrían romperse bajo el peso de la nieve o el hielo, causando heridas mayores. Sin embargo, evita podas importantes en otoño, ya que esto podría estimular un crecimiento tardío. La poda de saneamiento es la única recomendable en esta época.

Protección de los ejemplares jóvenes

Los cedros del Atlas jóvenes y recién plantados son los que más atención requieren durante el invierno. Su sistema radicular aún no está completamente desarrollado, lo que los hace más susceptibles a la deshidratación y al levantamiento del suelo por ciclos de congelación y descongelación. La capa de mantillo aislante mencionada anteriormente es especialmente crítica para estos ejemplares jóvenes, ya que protege sus raíces superficiales.

En zonas con vientos invernales fuertes y constantes, la desecación del follaje puede ser un problema grave para los árboles jóvenes. Para protegerlos, se puede crear una pantalla o cortavientos temporal en el lado del viento dominante. Esto se puede hacer clavando unas estacas en el suelo y envolviéndolas con arpillera o una malla de sombreo. Es importante que la protección no toque directamente el follaje del árbol y que permita la circulación de aire para evitar la acumulación de humedad y la aparición de hongos.

Para proteger el tronco de los árboles jóvenes del llamado «escaldado solar» (sunscald), se puede envolver el tronco con una venda de arpillera o protectores de árboles de plástico blanco. El escaldado solar ocurre en días soleados de invierno, cuando el sol calienta la corteza del lado sur y oeste del tronco, activando las células. Cuando el sol se pone, la temperatura de la corteza baja bruscamente, matando a estas células activadas y creando grietas y zonas muertas. Esta protección es especialmente importante durante los primeros dos o tres inviernos.

Si vives en una zona con una gran población de ciervos o conejos, los árboles jóvenes pueden ser un blanco fácil para su ramoneo durante el invierno, cuando otras fuentes de alimento escasean. Para evitar daños, puede ser necesario instalar una barrera física, como una jaula de malla de alambre o un cilindro protector alrededor del árbol. Asegúrate de que la protección sea lo suficientemente alta para que los animales no puedan alcanzar el follaje por encima de ella, incluso con la acumulación de nieve.

Manejo de la nieve y el hielo

El cedro del Atlas tiene una estructura naturalmente adaptada para soportar cierta carga de nieve. Sus ramas, aunque robustas, tienen cierta flexibilidad. Sin embargo, nevadas muy intensas y húmedas o la acumulación de hielo pueden ejercer una presión excesiva sobre las ramas, provocando su rotura. Si se acumula una gran cantidad de nieve pesada, es aconsejable retirarla con cuidado para aliviar el peso.

Para quitar la nieve de las ramas, utiliza una escoba o un rastrillo de plástico, nunca una pala metálica que podría dañar la corteza. Empuja la nieve hacia arriba desde abajo de las ramas, no la golpees desde arriba. Este movimiento aprovecha la flexibilidad natural de la rama y evita forzarla en la dirección opuesta a su movimiento natural. Realiza esta operación con suavidad y paciencia para no causar más daño que el que intentas prevenir.

La acumulación de hielo es más peligrosa y más difícil de manejar que la nieve. El hielo es más pesado y se adhiere firmemente a las ramas. Nunca intentes romper o quitar el hielo golpeando las ramas, ya que es casi seguro que las quebrarás. En la mayoría de los casos, lo mejor es dejar que el hielo se derrita de forma natural. Si una rama se ha doblado peligrosamente por el peso del hielo, se puede intentar apuntalarla desde abajo para darle soporte hasta que el hielo se derrita.

La mejor prevención contra los daños por nieve y hielo es una poda estructural adecuada cuando el árbol es joven. Fomentar una estructura con un líder central fuerte y ángulos de ramificación abiertos y robustos hace que el árbol sea mucho menos propenso a sufrir roturas. Evita las uniones de ramas en forma de «V» muy estrechas, ya que son puntos estructuralmente débiles y propensos a desgarrarse bajo presión.

Cuidados post-invierno y evaluación de daños

Cuando llega la primavera y las temperaturas comienzan a subir de forma constante, es el momento de retirar cualquier protección invernal que hayas instalado. Quita las envolturas del tronco, los cortavientos y las jaulas protectoras para permitir que el árbol reciba la luz y el aire que necesita para su nuevo ciclo de crecimiento. Retira también parte del mantillo grueso de la base del tronco para que el suelo pueda calentarse.

Inspecciona el árbol cuidadosamente en busca de posibles daños sufridos durante el invierno. Busca ramas rotas, grietas en la corteza por escaldado solar o puntas de ramas que se hayan secado por la desecación invernal. La mayoría de los daños por frío en el follaje (acículas marrones o quemadas) no son graves, y el árbol producirá nuevo crecimiento que los cubrirá. Sin embargo, las ramas que están completamente secas y quebradizas deben ser podadas.

Realiza una poda de saneamiento para eliminar toda la madera muerta, rota o dañada. Corta las ramas justo por fuera del cuello de la rama, la zona engrosada donde la rama se une al tronco, para facilitar una correcta cicatrización. Este es también un buen momento para realizar cualquier poda estructural ligera que sea necesaria para corregir la forma del árbol.

A medida que el suelo se descongela y comienza la temporada de crecimiento, reanuda un régimen de riego adecuado para asegurar que el árbol tenga la humedad que necesita para recuperarse del estrés invernal y para impulsar su nuevo crecimiento. La primavera es un momento de alta demanda de agua y nutrientes. Una aplicación de compost como mantillo en este momento proporcionará los nutrientes necesarios para un comienzo de temporada vigoroso y saludable.

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