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La hibernación de la pasiflora

Linden · 31.03.2025.

La llegada del invierno presenta un desafío significativo para la pasiflora, especialmente para las variedades menos rústicas y en climas con heladas frecuentes. Asegurar la supervivencia de esta planta tropical durante los meses fríos requiere una preparación cuidadosa y la aplicación de técnicas de protección específicas. El proceso de hibernación, lejos de ser un mero abandono hasta la primavera, es una fase activa del cuidado que determina en gran medida la salud y el vigor con que la planta rebrotará en la siguiente temporada. En este artículo te guiaremos paso a paso a través de las estrategias expertas para preparar y proteger tu pasiflora durante el invierno, ya sea que la cultives en el jardín o en una maceta. Con los conocimientos adecuados, podrás ayudar a tu exótica trepadora a superar el reposo invernal y asegurar su espectacular regreso año tras año.

El concepto de hibernación o dormancia en las plantas es un mecanismo de supervivencia fascinante. La pasiflora, en respuesta a la disminución de las horas de luz y a la bajada de las temperaturas, ralentiza su metabolismo casi por completo. Detiene su crecimiento, puede perder parte o la totalidad de sus hojas y concentra toda su energía en las raíces y en las partes leñosas, esperando condiciones más favorables para volver a brotar. Nuestro papel como jardineros es facilitar este proceso natural y proteger la planta de las condiciones más extremas que podrían serle fatales, como las heladas intensas y prolongadas.

La estrategia de hibernación a seguir dependerá fundamentalmente de dos factores: la resistencia al frío de la especie de pasiflora que cultivas y la severidad de los inviernos en tu zona climática. No es lo mismo cuidar una Passiflora caerulea, que puede tolerar heladas ligeras una vez establecida, que una Passiflora alata, mucho más sensible al frío. Por ello, conocer la variedad que posees es el primer paso para planificar un invierno seguro.

En las siguientes secciones, abordaremos cómo preparar la planta antes de la llegada del frío, las condiciones ideales para la hibernación en interior de las plantas en maceta, cómo proteger eficazmente las que permanecen en el exterior y qué cuidados necesitan durante este período de letargo. Siguiendo estos consejos, el invierno dejará de ser una amenaza para convertirse en una fase más del ciclo vital de tu impresionante flor de la pasión.

Preparación de la planta para el invierno

La preparación para el invierno debe comenzar a finales del verano o principios del otoño, mucho antes de que lleguen las primeras heladas. El primer paso es modificar el régimen de cuidados para ayudar a la planta a «endurecerse». Esto implica suspender por completo la fertilización a partir de finales de agosto. Continuar abonando estimularía el crecimiento de nuevos brotes tiernos, los cuales son extremadamente vulnerables al daño por helada y no tendrían tiempo de lignificarse (convertirse en leñosos) antes del invierno.

El riego también debe reducirse gradualmente a medida que las temperaturas descienden. Un suelo más seco ayuda a señalar a la planta que es hora de entrar en dormancia y reduce el riesgo de que las raíces se congelen en un suelo saturado de agua. Continúa regando, pero permite que la capa superior del sustrato se seque más profundamente entre riegos. El objetivo es mantener una ligera humedad en el cepellón, pero evitando cualquier tipo de encharcamiento.

A mediados o finales del otoño, es muy recomendable realizar una poda de preparación. Esta poda no debe ser tan intensa como la de primavera, pero sí es importante para reducir el volumen de la planta, lo que facilitará su protección. Elimina cualquier tallo débil, enfermo o dañado. También puedes acortar los tallos principales, reduciendo la longitud total de la planta a un tamaño más manejable. Esto es especialmente crucial si planeas mover una planta en maceta al interior, ya que una pasiflora de varios metros de largo puede ser muy difícil de trasladar.

Antes de proteger la planta o moverla al interior, realiza una inspección exhaustiva en busca de plagas. El ambiente protegido y a menudo más seco de un invernadero o del interior de una casa puede ser ideal para la proliferación de insectos como la araña roja o la cochinilla. Trata cualquier infestación que encuentres antes de la hibernación. Un tratamiento con aceite de neem o jabón potásico puede ser una buena medida preventiva para asegurar que la planta entre en su reposo invernal limpia y sana.

Condiciones ideales para la hibernación en interior

Para las variedades de pasiflora más sensibles al frío o si vives en una zona con inviernos muy severos, la mejor opción es cultivarlas en macetas y trasladarlas a un lugar protegido durante el invierno. El lugar ideal para la hibernación en interior debe ser fresco y luminoso. Un garaje con ventana, un sótano bien iluminado, una terraza acristalada sin calefacción o un invernadero frío son opciones excelentes. La temperatura óptima para la dormancia se sitúa entre los 5 y los 10 grados Celsius.

Es importante que el lugar no tenga una calefacción fuerte. Las temperaturas cálidas en el interior pueden confundir a la planta, impidiendo que entre en un estado de reposo completo o incluso estimulando un crecimiento débil y fuera de temporada que agotará sus reservas de energía. Un ambiente fresco es clave para que la planta descanse adecuadamente y acumule la fuerza necesaria para la próxima primavera. La luz, aunque no necesita ser tan intensa como en verano, sigue siendo importante para mantener las funciones vitales mínimas.

Durante el período de hibernación en interior, el riego debe reducirse drásticamente. El error más común es seguir regando con la misma frecuencia que en verano, lo que casi siempre conduce a la pudrición de las raíces. Riega solo cuando el sustrato esté seco a varios centímetros de profundidad, quizás una vez cada tres o cuatro semanas, o incluso menos. El objetivo es simplemente evitar que el cepellón se seque por completo. Por supuesto, no debes fertilizar la planta en absoluto durante todo este período.

Es normal que la pasiflora pierda muchas de sus hojas, o incluso todas, durante su estancia en el interior. No te alarmes, es parte del proceso de dormancia. Simplemente retira las hojas caídas para mantener la zona limpia y prevenir la aparición de enfermedades. Vigila ocasionalmente la planta en busca de signos de plagas, ya que, aunque el riesgo es menor en un ambiente fresco, algunas pueden sobrevivir y multiplicarse. Con estas condiciones, la planta descansará plácidamente hasta que llegue el momento de sacarla de nuevo al exterior.

Protección de las pasifloras plantadas en exterior

Si has plantado en tu jardín una variedad de pasiflora relativamente resistente, como la Passiflora caerulea, y vives en una zona con heladas moderadas, puedes dejarla en el exterior con la protección adecuada. La medida de protección más importante es el acolchado o «mulching». Después de la primera helada ligera, que ayudará a la planta a entrar definitivamente en dormancia, aplica una capa gruesa (de 10 a 15 centímetros) de material orgánico aislante alrededor de la base de la planta. Puedes usar paja, hojas secas, corteza de pino o compost.

Este acolchado actúa como una manta, protegiendo la corona de la planta (la zona donde los tallos se unen a las raíces) y el sistema radicular superficial de las fluctuaciones bruscas de temperatura y de las heladas más fuertes. El acolchado aísla el suelo, manteniendo una temperatura más estable y evitando que se congele en profundidad. Es la medida de protección más eficaz y crucial para la supervivencia de la parte subterránea de la planta, desde donde rebrotará en primavera incluso si la parte aérea muere por el frío.

Para proteger la parte aérea de la planta, especialmente los tallos principales, puedes envolverla con una manta de protección invernal o tela antiheladas. Estos materiales permiten que la planta respire y reciba algo de luz, pero ofrecen varios grados de protección contra el frío y el viento desecante. Envuelve los tallos y la estructura de soporte, asegurando la tela con pinzas o cuerdas. Evita usar plásticos, ya que no transpiran, pueden causar sobrecalentamiento en los días soleados y la condensación que se forma en su interior puede congelarse por la noche, dañando la planta.

En zonas particularmente frías o durante olas de frío excepcionales, se puede añadir una protección extra. Una estructura simple alrededor de la planta, rellena de hojas secas o paja, puede crear una bolsa de aire aislante muy efectiva. Otra opción es colocar luces de Navidad de las antiguas (las incandescentes, no las LED) enrolladas en la planta y cubiertas por la manta térmica. El ligero calor que desprenden puede ser suficiente para aumentar la temperatura unos pocos grados cruciales durante las noches más gélidas.

Cuidados durante el invierno y despertar en primavera

Una vez que la pasiflora está preparada y protegida para el invierno, ya sea en interior o en exterior, los cuidados que requiere son mínimos. La clave es, en gran medida, dejarla tranquila. Resiste la tentación de regar en exceso o de «despertarla» antes de tiempo. Revisa periódicamente las protecciones exteriores para asegurarte de que el viento no las ha desplazado y comprueba la humedad del sustrato de las plantas en maceta de vez en cuando. Aparte de eso, la planta se cuidará sola durante su letargo.

A medida que el final del invierno se acerca y los días comienzan a alargarse, la planta empezará a mostrar signos de querer despertar. Esto suele ocurrir a finales de febrero o marzo, dependiendo de tu clima. Para las plantas en interior, este es el momento de empezar a aumentar gradualmente la exposición a la luz y la temperatura. Puedes moverla a un lugar un poco más cálido y luminoso para estimular la aparición de nuevos brotes. También puedes empezar a aumentar ligeramente la frecuencia de riego, pero siempre con cautela.

El momento de sacar las plantas de interior al exterior de nuevo es crítico. No lo hagas de golpe. La planta necesita un período de aclimatación para acostumbrarse a las condiciones exteriores de luz, temperatura y viento. Comienza sacándola solo unas pocas horas al día a un lugar en sombra o semisombra, y ve aumentando gradualmente el tiempo y la exposición al sol a lo largo de una o dos semanas. Este proceso de «endurecimiento» evita que la planta sufra un shock que podría dañar su nuevo y tierno crecimiento.

Para las plantas que han hibernado en el exterior, espera a que haya pasado todo riesgo de heladas fuertes antes de retirar las protecciones. Puedes empezar a retirar el acolchado gradualmente para permitir que el suelo se caliente. Una vez que el peligro de heladas haya terminado, es el momento de realizar la poda principal de primavera. Retira todo el material dañado por el frío y poda los tallos principales para estimular un nuevo crecimiento vigoroso desde la base. Con la llegada del calor, reanuda el riego y el programa de fertilización, y prepárate para disfrutar de un nuevo ciclo de crecimiento y floración.

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