La hibernación es un período de descanso vital para el membrillo, una fase de latencia durante la cual el árbol recupera energías y se prepara para el ciclo de crecimiento y producción de la siguiente primavera. Aunque pueda parecer un tiempo de inactividad, lo que sucede (o no sucede) durante el invierno es crucial para la salud y la productividad futura del árbol. Un manejo adecuado durante estos meses fríos, que incluye la protección contra las heladas extremas, la realización de tareas de mantenimiento específicas y la preparación del suelo, sentará las bases para una brotación vigorosa y una cosecha abundante. Por lo tanto, entender cómo ayudar al membrillo a pasar el invierno de forma segura es una parte esencial de su cuidado integral.
El proceso de entrada en latencia comienza en otoño, a medida que los días se acortan y las temperaturas descienden. El árbol ralentiza su metabolismo, las hojas cambian de color y finalmente caen, y el crecimiento visible se detiene. Durante este período, el membrillo acumula horas de frío, un requisito fisiológico indispensable para romper la latencia de sus yemas en primavera de manera uniforme y vigorosa. Un invierno con temperaturas suficientemente bajas garantiza una buena floración y, por ende, una buena cosecha potencial.
Aunque el membrillo adulto es un árbol resistente que puede soportar temperaturas invernales considerablemente bajas, los ejemplares jóvenes, especialmente en sus primeros dos o tres años tras la plantación, son mucho más vulnerables al frío extremo. Sus troncos delgados y sus sistemas radiculares aún poco desarrollados los hacen más susceptibles a los daños por heladas. Por ello, las medidas de protección invernal deben centrarse principalmente en estos árboles jóvenes para asegurar su supervivencia y su correcto establecimiento.
Durante el invierno, aunque el árbol esté en reposo, sus raíces pueden seguir activas si la temperatura del suelo no es excesivamente baja. Es un período en el que el árbol es particularmente vulnerable a la desecación por el viento frío si el suelo está helado y las raíces no pueden absorber la poca agua que necesita. Por lo tanto, un manejo invernal adecuado implica no solo protegerlo del frío, sino también asegurar unas condiciones mínimas de humedad y preparar el terreno para la próxima temporada de crecimiento.
Protección de los árboles jóvenes
La protección del tronco de los membrillos jóvenes es una de las tareas más importantes durante la hibernación. El frío intenso puede causar grietas por helada en la corteza, especialmente en los días soleados de invierno cuando el lado sur del tronco se calienta y luego se enfría rápidamente por la noche. Para evitarlo, se puede envolver el tronco con materiales aislantes como arpillera, tela de yute o protectores específicos para troncos de árboles. Otra técnica eficaz y económica es pintar el tronco con una pintura blanca a base de cal o látex, que reflejará la luz solar y evitará el calentamiento excesivo, moderando las fluctuaciones de temperatura.
La protección del sistema radicular es igualmente crucial, ya que las raíces son más sensibles a la congelación que las partes aéreas del árbol. Aplicar una gruesa capa de acolchado o mulching alrededor de la base del árbol joven antes de las primeras heladas fuertes es una medida muy eficaz. Se pueden utilizar materiales orgánicos como paja, hojas secas, corteza de pino o compost. Esta capa, de unos 10-15 centímetros de espesor, actúa como un aislante térmico, protegiendo el suelo de la congelación profunda y conservando la humedad. Es importante no amontonar el acolchado directamente contra el tronco para evitar problemas de pudrición y dar cobijo a roedores.
En zonas con inviernos particularmente duros y vientos fríos y secantes, puede ser beneficioso crear una barrera cortavientos temporal para los árboles más pequeños y expuestos. Se puede construir una estructura simple con estacas y arpillera en el lado de los vientos dominantes para proteger al árbol de la desecación. Esta protección es especialmente importante en climas donde el suelo se congela durante largos períodos, impidiendo que las raíces absorban agua para compensar la que se pierde por transpiración a través de la corteza.
En el caso de membrillos cultivados en macetas, la protección invernal es aún más crítica, ya que las raíces están completamente expuestas a la temperatura ambiente. La mejor opción es trasladar la maceta a un lugar resguardado y sin calefacción, como un garaje, un cobertizo o un invernadero frío, donde las temperaturas se mantengan por encima del punto de congelación pero lo suficientemente frías para satisfacer sus necesidades de latencia. Si esto no es posible, se puede envolver la maceta con plástico de burbujas o arpillera y agruparla con otras macetas para reducir la exposición al frío.
Labores de mantenimiento invernal
El invierno es la época ideal para realizar la poda principal del membrillo. Al haber perdido sus hojas, la estructura del árbol es perfectamente visible, lo que facilita la identificación de las ramas que deben eliminarse. La poda en esta época, durante la latencia, minimiza el estrés para el árbol y reduce el riesgo de infección por enfermedades, ya que muchos patógenos también están inactivos. Los objetivos de la poda invernal son dar forma al árbol, eliminar la madera muerta, enferma o dañada, y aclarar la copa para mejorar la entrada de luz y aire en la siguiente temporada.
Otra tarea importante durante el invierno es la limpieza y el saneamiento del entorno del árbol. Es fundamental recoger y destruir todas las hojas caídas y los frutos momificados que hayan quedado en el suelo o en las ramas. Estos restos orgánicos son el lugar perfecto para que hibernen las esporas de hongos como la monilia o la mancha foliar, así como los huevos o pupas de algunas plagas. Eliminar estas fuentes de inóculo es una de las medidas preventivas más efectivas para reducir la incidencia de enfermedades y plagas en la primavera.
El invierno también es un buen momento para aplicar ciertos tratamientos fitosanitarios preventivos. Después de la poda, se puede aplicar un tratamiento con un fungicida a base de cobre, como el caldo bordelés o el oxicloruro de cobre, sobre el tronco y las ramas. Este tratamiento ayuda a desinfectar las pequeñas heridas causadas por la poda y la caída de las hojas, y crea una barrera protectora contra la entrada de hongos y bacterias. También es eficaz para reducir la población de esporas de hongos que puedan estar hibernando en la corteza.
Además, en algunas estrategias de control de plagas, se puede aplicar un tratamiento con aceite de invierno. Este aceite, mezclado con agua y pulverizado sobre el árbol, actúa por asfixia sobre las formas hibernantes de algunas plagas, como los huevos de pulgón o las cochinillas, que se refugian en las grietas de la corteza. Este tratamiento debe aplicarse en un día seco, sin viento y con temperaturas por encima de los 5°C para asegurar su eficacia y evitar dañar al árbol.
Preparación del suelo y riego
Aunque las necesidades de agua del membrillo son mínimas durante la hibernación, no se debe descuidar por completo el estado hídrico del suelo, especialmente en el caso de árboles jóvenes o en inviernos anormalmente secos y sin precipitaciones. Si el suelo se seca por completo, especialmente si está congelado en la superficie pero no en profundidad, el árbol puede sufrir estrés por sequía. En estas circunstancias, puede ser necesario realizar un riego profundo en un día en que las temperaturas estén por encima de cero, para rehidratar la zona radicular.
El final del otoño y el invierno es el momento perfecto para mejorar la fertilidad del suelo de cara a la próxima temporada. Es la época ideal para aplicar enmiendas orgánicas, como estiércol bien curado o compost, alrededor del árbol. Se esparce una capa sobre la superficie, en la zona de goteo, y se puede incorporar ligeramente en los primeros centímetros del suelo. Durante el invierno, la materia orgánica comenzará a descomponerse lentamente, liberando nutrientes y mejorando la estructura del suelo, de modo que estará en condiciones óptimas para la primavera.
Este período también es adecuado para corregir el pH del suelo si un análisis previo ha revelado que está fuera del rango ideal para el membrillo. Si el suelo es demasiado ácido, se puede aplicar cal para subir el pH. Si es demasiado alcalino, se puede añadir azufre. Estas enmiendas necesitan tiempo para reaccionar químicamente en el suelo, por lo que su aplicación en otoño o invierno permite que el pH se ajuste antes de que el árbol reanude su crecimiento activo en primavera.
Finalmente, es importante evitar el pisoteo y la compactación del suelo alrededor del árbol durante el invierno, especialmente cuando está muy húmedo o fangoso. La compactación reduce la porosidad del suelo, dificultando el drenaje del agua y la aireación de las raíces. Mantener el suelo bajo la copa cubierto con el acolchado protector no solo aísla del frío, sino que también ayuda a prevenir la compactación causada por las fuertes lluvias invernales.