Aunque el membrillo es un árbol frutal relativamente rústico y resistente, no está exento de sufrir el ataque de diversas plagas y enfermedades que pueden comprometer tanto la salud del árbol como la calidad y cantidad de la cosecha. Un manejo fitosanitario adecuado, basado en la prevención, la observación constante y la intervención oportuna, es esencial para mantener a raya estos problemas. Conocer los principales enemigos del membrillo, saber identificar sus síntomas y entender las estrategias de control más efectivas y respetuosas con el medio ambiente permitirá a los cultivadores proteger sus árboles y asegurar una producción sana y abundante año tras año.
La prevención es la primera y más importante línea de defensa contra las enfermedades y plagas. Esto comienza con la elección de un lugar de plantación adecuado, que garantice una buena circulación de aire y una exposición solar óptima, condiciones que dificultan el desarrollo de muchos hongos. Es fundamental también seleccionar variedades que sean conocidas por su resistencia a las enfermedades más comunes en la región. Además, mantener el árbol fuerte y saludable a través de un riego y una fertilización adecuados lo hará menos vulnerable a los ataques.
Las prácticas culturales correctas desempeñan un papel crucial en la prevención. La poda anual para eliminar la madera muerta o enferma y para aclarar la copa mejora la aireación y la penetración de la luz, creando un microclima menos favorable para los patógenos. Es imprescindible recoger y destruir las hojas caídas y los frutos momificados en otoño, ya que son una fuente de inóculo para enfermedades como la monilia, que pueden hibernar en estos restos y reinfectar el árbol en la primavera siguiente.
La desinfección de las herramientas de poda entre árboles es otra medida preventiva simple pero muy efectiva para evitar la propagación de enfermedades, especialmente las de tipo bacteriano o fúngico que pueden transmitirse a través de los cortes. La observación regular del árbol a lo largo de toda la temporada permite detectar los primeros signos de problemas, lo que facilita un control mucho más eficaz y con tratamientos menos agresivos que si se deja que la plaga o enfermedad se establezca por completo.
Principales enfermedades fúngicas
La moniliosis o podredumbre marrón, causada por el hongo Monilinia fructigena, es una de las enfermedades más destructivas para el membrillo. Ataca principalmente a los frutos, sobre todo cuando se acerca la madurez. La infección suele comenzar a través de heridas en la piel del fruto (causadas por insectos, granizo o pájaros) y se manifiesta como una mancha marrón que se extiende rápidamente hasta pudrir todo el fruto. Sobre esta mancha aparecen unas pústulas circulares de color blanquecino o grisáceo, que son las esporas del hongo. Los frutos afectados a menudo se momifican y quedan adheridos a la rama, convirtiéndose en una fuente de infección para el año siguiente.
Para controlar la monilia, es vital la prevención. La medida más importante es la eliminación y destrucción de todos los frutos momificados durante el invierno y de los frutos que muestren síntomas durante la temporada. También es crucial controlar las plagas que causan heridas en los frutos, como la carpocapsa. En caso de ataques severos, pueden ser necesarios tratamientos fungicidas preventivos, especialmente durante la floración (para evitar el ataque a las flores) y antes de la maduración de los frutos, utilizando productos autorizados y respetando los plazos de seguridad.
Otra enfermedad fúngica relevante es el oídio, que se manifiesta como un polvo blanco o ceniciento en las hojas, brotes jóvenes y, a veces, en los frutos. Este hongo prospera en condiciones de alta humedad ambiental y temperaturas moderadas, y puede debilitar al árbol al reducir su capacidad fotosintética. Una buena aireación de la copa mediante la poda ayuda a prevenir su aparición. Para su control, se pueden utilizar tratamientos a base de azufre, que es un fungicida de contacto muy eficaz contra el oídio, aplicándolo siempre a temperaturas inferiores a 30°C para evitar fitotoxicidad.
La mancha foliar del membrillo, causada por el hongo Diplocarpon mespili (o Fabraea maculata), provoca la aparición de pequeñas manchas oscuras en las hojas, que pueden unirse y causar una defoliación prematura del árbol. Esto debilita al membrillo y afecta al tamaño de la fruta. Las esporas hibernan en las hojas caídas, por lo que su recolección y destrucción en otoño es una medida de control fundamental. Los tratamientos preventivos con fungicidas a base de cobre en primavera pueden ser necesarios en zonas donde la enfermedad es recurrente.
Enfermedades bacterianas
El fuego bacteriano, causado por la bacteria Erwinia amylovora, es sin duda la enfermedad más grave y temida que puede afectar al membrillo. Es una enfermedad muy contagiosa y destructiva que puede matar ramas enteras e incluso el árbol completo en poco tiempo. Los síntomas incluyen un aspecto quemado en las flores y brotes jóvenes, que se ennegrecen, se marchitan y se curvan en forma de cayado de pastor. Las ramas afectadas exudan un líquido pegajoso y de color ámbar.
El control del fuego bacteriano es extremadamente difícil y se basa principalmente en la prevención y la erradicación. Es fundamental evitar el exceso de fertilización nitrogenada, que promueve un crecimiento tierno y suculento muy susceptible a la infección. Durante la temporada, se deben inspeccionar los árboles regularmente y, ante el primer síntoma, podar las ramas afectadas cortando al menos 30-40 centímetros por debajo de la zona visiblemente dañada, en tejido sano. Es absolutamente crucial desinfectar las herramientas de poda con lejía o alcohol después de cada corte para no propagar la bacteria.
El material podado debe ser quemado o destruido de inmediato, nunca compostado. En zonas de alto riesgo, se pueden realizar tratamientos preventivos durante la floración con productos a base de cobre o con antibióticos específicos (cuyo uso está muy regulado y no siempre permitido en todos los países). La elección de variedades resistentes o tolerantes al fuego bacteriano es la estrategia más eficaz a largo plazo para manejar esta enfermedad devastadora.
Otra enfermedad bacteriana, aunque menos común y grave que el fuego bacteriano, es la agalla de corona (Agrobacterium tumefaciens). Esta bacteria causa la formación de tumores o agallas en las raíces y en el cuello del árbol, cerca de la línea del suelo. Estas agallas interfieren con el flujo de agua y nutrientes, debilitando al árbol y reduciendo su crecimiento. La bacteria penetra a través de heridas, por lo que es importante evitar dañar las raíces y el tronco durante las labores de cultivo. No existe un tratamiento curativo, por lo que la prevención, utilizando plantas sanas de viveros certificados, es la única medida de control.
Plagas más comunes
La carpocapsa o gusano de la manzana (Cydia pomonella) es una de las plagas más importantes que atacan al fruto del membrillo. La larva de esta polilla penetra en el fruto y excava galerías hasta llegar a las semillas, de las que se alimenta. El fruto atacado madura prematuramente, cae al suelo y no es apto para el consumo. Un signo característico del ataque es un agujero de salida en el fruto, a menudo relleno de excrementos.
El control de la carpocapsa se basa en el seguimiento de los vuelos de los adultos mediante trampas de feromonas para determinar el momento óptimo de tratamiento. Se pueden utilizar métodos de control biológico, como la aplicación de productos a base del virus de la granulosis o de Bacillus thuringiensis, o insecticidas específicos en los momentos de máxima eclosión de los huevos. La retirada y destrucción de los frutos caídos y el uso de bandas de cartón corrugado alrededor del tronco para capturar las larvas que bajan a pupar también son medidas de control eficaces.
El pulgón es otra plaga frecuente que ataca los brotes tiernos y las hojas jóvenes del membrillo en primavera. Estos insectos chupadores se alimentan de la savia, provocando el enrollamiento y la deformación de las hojas y debilitando los brotes. Además, segregan una melaza pegajosa sobre la que se desarrolla el hongo negrilla, que ensucia la planta y dificulta la fotosíntesis. Afortunadamente, los pulgones tienen muchos enemigos naturales, como las mariquitas, las crisopas y las avispas parasitoides.
Para controlar el pulgón, se debe fomentar la presencia de estos insectos beneficiosos en el huerto. Si el ataque es localizado, se pueden eliminar manualmente o con un chorro de agua a presión. Para infestaciones más severas, se pueden aplicar tratamientos con jabón potásico o aceite de neem, que son insecticidas ecológicos y respetuosos con la fauna auxiliar. Es importante evitar los insecticidas químicos de amplio espectro, que eliminarían también a los depredadores naturales del pulgón.
Otras plagas a considerar
La araña roja (Tetranychus urticae) puede convertirse en un problema en veranos cálidos y secos. Estos pequeños ácaros, apenas visibles a simple vista, se sitúan en el envés de las hojas y se alimentan de la savia, provocando la aparición de finos puntos amarillentos que pueden llegar a cubrir toda la hoja, dándole un aspecto polvoriento y plateado. En ataques fuertes, tejen finas telarañas y pueden causar una defoliación prematura.
El control de la araña roja pasa por mantener un buen nivel de humedad ambiental, ya que no tolera los ambientes húmedos. Pulverizar agua sobre la copa del árbol en las horas de menos calor puede ayudar a controlar su población. También existen depredadores naturales muy eficaces, como el ácaro Phytoseiulus persimilis. Si es necesario un tratamiento químico, se deben utilizar acaricidas específicos, alternando materias activas para evitar la aparición de resistencias.
Los pájaros también pueden ser considerados una plaga, especialmente cuando los frutos empiezan a madurar. Pueden picotear los membrillos, causando heridas que, además de dañar estéticamente el fruto, son una vía de entrada perfecta para enfermedades como la monilia. Para proteger la cosecha, especialmente en árboles de pequeño tamaño o en huertos domésticos, el método más eficaz es la instalación de redes antipájaros, que cubren el árbol e impiden físicamente el acceso de las aves a los frutos.
Finalmente, es importante vigilar la posible presencia de barrenillos, pequeños escarabajos que excavan galerías bajo la corteza del tronco y las ramas. Estos insectos atacan principalmente a árboles debilitados por otras causas, como sequía, encharcamiento o enfermedades. La mejor forma de control es la prevención, manteniendo el árbol sano y vigoroso. Las ramas afectadas deben ser podadas y quemadas para eliminar las larvas y evitar la propagación de la plaga.