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La poda y el recorte del clavel de moro

Daria · 12.07.2025.

La poda y el recorte del clavel de moro (Tagetes) son prácticas de mantenimiento sencillas pero extremadamente eficaces que pueden transformar una planta de aspecto mediocre en un ejemplar espectacular, denso y cargado de flores. Aunque no se trata de una poda estructural compleja como la que requieren los arbustos leñosos, estas intervenciones regulares tienen un impacto directo y muy positivo en la salud, la forma y, sobre todo, la capacidad de floración de la planta. Dominar dos técnicas básicas, el pinzado y la eliminación de flores marchitas («deadheading»), es todo lo que se necesita para maximizar el rendimiento de estas populares plantas anuales y prolongar su temporada de esplendor hasta la llegada de las primeras heladas.

El objetivo principal de estas técnicas de recorte no es reducir el tamaño de la planta, sino estimular su crecimiento de una manera específica. Por naturaleza, muchas plantas tienden a un crecimiento apical dominante, lo que significa que el tallo principal crece hacia arriba más rápido que las ramas laterales. El pinzado interrumpe esta dominancia, forzando a la planta a desarrollar brotes laterales desde la base. Esto resulta en una planta mucho más ramificada, compacta y tupida, con una estructura más robusta y una mayor cantidad de tallos que eventualmente producirán flores.

Por otro lado, la eliminación de las flores marchitas es una estrategia para manipular el ciclo reproductivo de la planta en beneficio del jardinero. El propósito biológico de una flor es producir semillas para perpetuar la especie. Una vez que la flor se marchita, la planta invierte una gran cantidad de energía en desarrollar esas semillas. Al cortar la flor gastada antes de que forme semillas, se «engaña» a la planta, que redirige esa energía hacia la producción de nuevos capullos florales en un esfuerzo continuo por cumplir su objetivo reproductivo.

Ambas prácticas, el pinzado en las etapas tempranas y el «deadheading» continuo durante toda la temporada, trabajan en conjunto para crear una planta que no solo tiene un aspecto más atractivo y ordenado, sino que se convierte en una verdadera fábrica de flores. Estas sencillas tareas, que apenas llevan unos minutos a la semana, son una de las inversiones de tiempo más rentables que un jardinero puede hacer para potenciar la belleza de sus arriates y macetas.

El pinzado para una mayor ramificación

El pinzado es una técnica de poda que se realiza en las primeras etapas del desarrollo del clavel de moro, cuando la planta es todavía joven y tiene entre 10 y 15 centímetros de altura. El procedimiento consiste en eliminar la yema terminal, es decir, la punta del tallo principal. Esto se puede hacer pellizcando el tallo con las uñas del pulgar y el índice, o utilizando unas tijeras pequeñas y limpias para un corte más preciso. El corte se debe realizar justo por encima de un par de hojas verdaderas.

El efecto de esta acción es inmediato desde un punto de vista hormonal. La yema terminal produce auxinas, unas hormonas vegetales que inhiben el crecimiento de las yemas laterales situadas más abajo en el tallo. Al eliminar la yema terminal, se elimina la fuente principal de estas hormonas inhibidoras. Como resultado, las yemas laterales que estaban latentes se «despiertan» y comienzan a crecer, desarrollando nuevas ramas. En lugar de tener un solo tallo principal que crece hacia arriba, la planta desarrollará dos o más tallos a partir del punto de pinzado.

Aunque esta técnica puede parecer contradictoria, ya que se está eliminando parte del crecimiento inicial, los beneficios a largo plazo son enormes. El pinzado retrasa ligeramente la primera floración, quizás una o dos semanas, pero el resultado final es una planta mucho más robusta y productiva. La estructura más densa y ramificada no solo es más atractiva estéticamente, sino que también es más resistente al viento y la lluvia. Y lo más importante, al tener más ramas, la planta tendrá muchos más puntos donde se formarán los capullos florales.

Esta técnica es especialmente beneficiosa para las variedades más altas y de porte más abierto de Tagetes, como algunas variedades de Tagetes erecta (clavel de moro africano), que pueden tender a volverse larguiruchas. El pinzado ayuda a controlar su altura y a fomentar un hábito de crecimiento más compacto y redondeado. Para las variedades enanas y naturalmente compactas, como muchas de Tagetes patula (clavel de moro francés), el pinzado puede no ser estrictamente necesario, pero aun así puede mejorar la densidad de la planta.

Eliminación de flores marchitas («Deadheading»)

La eliminación de flores marchitas, conocida universalmente en jardinería como «deadheading», es la tarea de mantenimiento más importante que se debe realizar durante toda la temporada de floración del clavel de moro. Consiste, como su nombre indica, en cortar y retirar las flores una vez que han perdido su belleza y comienzan a marchitarse. Esta simple acción estimula a la planta a producir continuamente nuevas flores, prolongando el espectáculo de color durante semanas e incluso meses.

El fundamento biológico de esta técnica es claro: la principal misión de una planta anual es producir semillas. Una vez que una flor ha sido polinizada, la planta dedica una cantidad significativa de sus recursos energéticos a desarrollar el ovario y madurar las semillas. Al cortar la flor marchita, se interrumpe este proceso. La planta, al no haber cumplido su objetivo de producir semillas viables, canaliza la energía que habría gastado en ello hacia la formación de nuevos brotes y capullos florales.

El procedimiento es muy sencillo. Con los dedos o unas tijeras de podar, se corta el tallo que sostiene la flor marchita. Es importante no cortar solo la cabeza de la flor, sino seguir el tallo hacia abajo hasta el siguiente conjunto de hojas o hasta un brote lateral. Realizar el corte en este punto fomenta el crecimiento de nuevas ramas desde esa unión, lo que conduce a una mayor floración futura. Además, eliminar todo el tallo de la flor marchita da a la planta un aspecto mucho más limpio y ordenado.

La frecuencia ideal para realizar el «deadheading» es una o dos veces por semana, especialmente durante el pico de la temporada de floración. Convertir esta tarea en una rutina, por ejemplo, mientras se riega, hace que no se acumulen las flores marchitas. Esta práctica no solo tiene beneficios para la floración, sino que también es una medida sanitaria importante, ya que las flores en descomposición pueden ser un foco para enfermedades fúngicas como el moho gris (Botrytis).

Poda de saneamiento y rejuvenecimiento

Además del pinzado y el «deadheading», puede ser necesario realizar podas de saneamiento a lo largo de la temporada. Esta poda consiste en eliminar cualquier parte de la planta que esté dañada, enferma o seca. Se deben cortar las hojas amarillentas, las que tengan manchas sospechosas de hongos, o los tallos que se hayan roto por el viento o por el peso de las flores. Utilizar siempre herramientas limpias y desinfectadas para esta tarea es crucial para no propagar posibles enfermedades.

Esta limpieza regular no solo mejora la apariencia estética de la planta, sino que también mejora la circulación de aire a través del follaje. Una buena ventilación es una de las mejores defensas contra las enfermedades fúngicas, ya que ayuda a que las hojas se sequen rápidamente después de la lluvia o el rocío. Al eliminar el follaje dañado o excesivamente denso del interior de la planta, se reduce la humedad y se crea un ambiente menos hospitalario para los patógenos.

Hacia la mitad o finales del verano, algunas plantas de clavel de moro, especialmente si no se ha realizado un «deadheading» constante, pueden empezar a mostrar un aspecto cansado y una floración decreciente. En este caso, se puede realizar una poda de rejuvenecimiento más drástica. Esta consiste en recortar la planta entera a aproximadamente la mitad o un tercio de su altura. Aunque puede parecer una medida extrema, a menudo estimula una nueva oleada de crecimiento vigoroso y una segunda floración abundante que durará hasta el final de la temporada.

Después de una poda de rejuvenecimiento, es un buen momento para aplicar una dosis de fertilizante líquido para plantas de flor y asegurarse de que la planta recibe un riego adecuado. Esto le proporcionará la energía y los recursos necesarios para recuperarse rápidamente y producir nuevos brotes y flores. Esta técnica funciona especialmente bien en climas con una temporada de crecimiento larga, donde todavía quedan varias semanas de clima cálido por delante.

Preparación para el final del ciclo de vida

A medida que el otoño avanza, no es necesario ser tan diligente con la eliminación de las flores marchitas, sobre todo si se desea recolectar semillas para la próxima temporada. En este punto, se deben seleccionar algunas de las flores más grandes y sanas y permitir que completen su ciclo natural en la planta. Hay que dejarlas secar por completo hasta que la cabeza de la flor se vuelva marrón y quebradiza. Este es el momento de cosechar las semillas.

No se requiere ninguna otra poda al final de la temporada. Como planta anual, el clavel de moro morirá con las primeras heladas fuertes. No hay necesidad de podarla en preparación para el invierno, ya que no rebrotará. La única tarea final será la limpieza del jardín una vez que la planta haya muerto. Arrancar la planta entera, raíces incluidas, y compostarla (si estaba sana) es la mejor manera de preparar el terreno para la primavera siguiente.

En resumen, la poda en el clavel de moro no es una tarea opcional, sino una parte integral de su cuidado si se quieren obtener los mejores resultados. El pinzado inicial establece las bases para una planta fuerte y bien estructurada. El «deadheading» constante es el motor que mantiene la producción de flores a pleno rendimiento durante todo el verano. Y las podas de saneamiento aseguran que la planta se mantenga sana y con buen aspecto.

Con solo un poco de atención regular, estas sencillas técnicas de recorte permiten al jardinero tomar un papel activo en la configuración de la belleza de sus plantas, asegurando una recompensa visual que supera con creces el esfuerzo invertido. Es la prueba de que en jardinería, a menudo, los pequeños gestos son los que marcan la mayor diferencia.

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