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La poda y el recorte del sorbo silvestre

Daria · 19.06.2025.

La poda es una de las intervenciones más técnicas y artísticas que podemos realizar en el cuidado de un árbol. Lejos de ser un simple acto de cortar ramas, una poda bien ejecutada en el sorbo silvestre es un diálogo con la planta, una forma de guiar su crecimiento, mejorar su salud y potenciar su capacidad productiva. Para el Sorbus torminalis, la poda tiene múltiples objetivos: establecer una estructura sólida y duradera en los árboles jóvenes, mantener una copa aireada y accesible en los ejemplares maduros, eliminar la madera improductiva o dañada y equilibrar el crecimiento vegetativo con la producción de frutos. Un enfoque meditado y preciso de la poda es, por tanto, indispensable para cualquier persona que desee cultivar este árbol con éxito.

Muchos jardineros novatos sienten aprensión a la hora de podar, temiendo causar un daño irreparable al árbol. Sin embargo, no podar o hacerlo de forma incorrecta puede ser igualmente perjudicial, llevando a la formación de una estructura débil, una copa enmarañada y propensa a enfermedades, y una producción de frutos escasa y de baja calidad. La clave está en comprender los principios básicos de la fisiología del árbol y cómo responde a los cortes, para poder tomar decisiones informadas sobre qué rama cortar, dónde y cuándo hacerlo.

La poda no es una tarea única, sino un proceso continuo que se adapta a la edad y al estado del árbol. La poda de formación, realizada durante los primeros años, es crucial para construir el «esqueleto» del árbol. Posteriormente, la poda de mantenimiento se convierte en una rutina anual para conservar la forma, la salud y la productividad. En ocasiones, puede ser necesaria una poda de renovación para rejuvenecer un árbol viejo o descuidado. Cada tipo de poda requiere un enfoque y unos objetivos diferentes.

Este artículo te guiará a través del arte y la ciencia de la poda del sorbo silvestre. Abordaremos los principios fundamentales que rigen esta práctica, describiremos en detalle cómo realizar la poda de formación y la de mantenimiento, presentaremos las herramientas adecuadas y las técnicas de corte correctas, y te ayudaremos a determinar el momento óptimo para llevar a cabo esta importante labor. Con esta guía, podrás empuñar las tijeras de podar con confianza, sabiendo que cada corte que realizas es una inversión en el futuro de tu árbol.

Principios fundamentales de la poda

Antes de realizar el primer corte, es esencial comprender algunos principios biológicos básicos que rigen la respuesta de un árbol a la poda. Primero, cada corte es una herida. El árbol reaccionará para compartimentar y cicatrizar esa herida, un proceso que consume energía. Por ello, siempre debe haber una buena razón para cada corte que se realiza; la poda indiscriminada debilita al árbol. Los cortes deben ser limpios y realizados en el lugar correcto para facilitar una rápida cicatrización y minimizar los puntos de entrada para enfermedades.

Segundo, la poda es un acto de redirección de la energía. Al eliminar una parte del árbol, como una rama, la savia y los recursos que se habrían destinado a esa parte se redistribuyen a las partes restantes. Por ejemplo, eliminar ramas competidoras fortalecerá la rama principal que dejamos. Aclarar la copa para que entre más luz estimulará la brotación y la formación de yemas de fruto en el interior. Entender este principio nos permite manipular el crecimiento del árbol para lograr nuestros objetivos.

Un concepto clave es la dominancia apical. La yema terminal de una rama produce hormonas (auxinas) que inhiben el crecimiento de las yemas laterales situadas por debajo de ella. Cuando cortamos la punta de una rama (despunte), eliminamos esta dominancia apical, lo que estimula el crecimiento de varias yemas laterales justo por debajo del corte. Esto resulta en una ramificación más densa. Por el contrario, cuando eliminamos una rama entera desde su punto de inserción (corte de aclareo), no estimulamos este tipo de rebrote y promovemos una copa más abierta.

Finalmente, es crucial aprender a identificar el cuello de la rama. Esta es una zona ligeramente abultada en la base de la rama, donde se une a una rama más grande o al tronco. Esta área contiene tejidos especializados que son responsables de la cicatrización rápida de la herida. El corte de poda debe realizarse siempre justo por fuera de este cuello, sin dejar un tocón largo (que se pudrirá) y sin cortar el propio cuello (que crea una herida mucho más grande y difícil de cerrar). Un corte correcto formará un «donut» de tejido cicatricial alrededor de la herida en uno o dos años.

Poda de formación en árboles jóvenes

La poda de formación es, posiblemente, la más importante en la vida del sorbo silvestre, ya que establece la estructura sobre la que se desarrollará durante décadas. Se realiza durante los primeros 3 a 5 años tras la plantación y su objetivo es crear un tronco principal fuerte y una estructura de ramas maestras bien espaciadas, tanto verticalmente como radialmente alrededor del tronco, y con ángulos de inserción fuertes (idealmente entre 45 y 60 grados). Una buena estructura inicial previene la rotura de ramas en el futuro y facilita todas las labores de mantenimiento posteriores.

El sorbo silvestre tiende a crecer de forma natural con un eje central, por lo que el sistema de formación más habitual es el de líder central o eje central. El primer invierno después de la plantación, se selecciona el brote vertical más fuerte y recto como el futuro líder o eje central. Se eliminan las ramas competidoras que puedan disputarle el liderazgo. A continuación, se seleccionan de 3 a 5 ramas laterales bien distribuidas para formar el primer piso de ramas principales. Estas ramas deben estar separadas entre sí y no salir del mismo punto del tronco.

En los inviernos siguientes, el proceso se repite. Se permite que el líder central crezca y se seleccionan nuevos pisos de ramas principales a una distancia de unos 60-80 cm por encima del piso anterior. Es importante mantener la regla de la subordinación: las ramas laterales deben ser siempre más delgadas que el tronco o la rama de la que parten. Si una rama lateral crece demasiado vigorosa y compite con el líder, debe ser acortada o eliminada. También se eliminan las ramas que crecen hacia el interior, las que se cruzan con otras y las que tienen ángulos de inserción muy débiles.

Durante esta fase de formación, la poda debe ser moderada. El objetivo no es eliminar una gran cantidad de follaje, ya que las hojas son necesarias para producir la energía que impulsa el crecimiento. Se trata de realizar cortes selectivos y estratégicos para guiar al árbol hacia la forma deseada. La paciencia es clave; es mejor realizar pequeños ajustes cada año que una poda drástica de una sola vez. Una vez que el árbol ha alcanzado la altura deseada y tiene una estructura bien establecida, la poda de formación da paso a la poda de mantenimiento.

Poda de mantenimiento en ejemplares maduros

Una vez que el sorbo silvestre ha desarrollado su estructura principal, la poda anual se centra en el mantenimiento de su salud, forma y productividad. Esta poda, que se realiza durante el período de latencia invernal, es menos drástica que la de formación y se basa en una serie de objetivos claros. El primero y más importante es la limpieza sanitaria: eliminar toda la madera muerta, enferma o dañada. Estas ramas no solo son improductivas, sino que son un foco de entrada para plagas y enfermedades.

El segundo objetivo es mantener una copa aireada y luminosa. Se deben realizar cortes de aclareo para eliminar las ramas que congestionan el interior del árbol. Esto incluye las ramas que crecen hacia el centro, las que se cruzan o rozan entre sí (lo que puede causar heridas) y los chupones, que son brotes verticales muy vigorosos que crecen en las ramas principales y consumen mucha energía. Una copa bien ventilada permite que la luz llegue a todas las partes del árbol, mejorando la calidad del fruto, y facilita un secado rápido del follaje, previniendo enfermedades fúngicas.

El tercer objetivo es controlar el tamaño y la forma del árbol, manteniéndolo dentro de unos límites manejables para la cosecha y otros cuidados. Esto se logra acortando las ramas que se alargan demasiado o que se salen del perfil deseado de la copa. Estos cortes de acortamiento deben realizarse siempre sobre una rama lateral o una yema que apunte en la dirección en la que deseamos que crezca la nueva rama. Esto permite controlar la dirección del nuevo crecimiento y evitar la aparición de múltiples brotes débiles en el punto de corte.

Finalmente, en el caso de la producción de fruta, la poda de mantenimiento busca un equilibrio entre el crecimiento vegetativo y la producción. El sorbo silvestre fructifica en madera de varios años, por lo que una poda excesiva puede eliminar una gran cantidad de yemas de flor. Se trata de realizar una renovación gradual de la madera productiva, eliminando algunas de las ramas más viejas y menos productivas cada año para fomentar el crecimiento de nuevas ramas que darán frutos en el futuro. Este enfoque asegura una producción constante a lo largo de los años.

Herramientas adecuadas y técnicas de corte correctas

Utilizar las herramientas adecuadas es esencial para realizar una poda eficaz, segura y que no dañe al árbol. Para las ramas pequeñas, de hasta 2 cm de diámetro, unas tijeras de podar de mano (de tipo bypass o de corte deslizante, no de yunque) son la herramienta ideal. Para ramas de hasta 4-5 cm de diámetro, se deben utilizar unas tijeras de podar de dos manos, que proporcionan una mayor palanca y permiten hacer cortes limpios sin esfuerzo. Para ramas más gruesas, es imprescindible un serrucho de poda de hoja curva, que corta al tirar y es mucho más eficiente que una sierra de carpintero.

La limpieza y el afilado de las herramientas son tan importantes como su correcta elección. Unas herramientas sucias pueden transmitir enfermedades de un árbol a otro. Es fundamental desinfectarlas con alcohol, lejía diluida o un desinfectante específico antes de empezar a podar y, especialmente, después de cortar una rama enferma. Unas cuchillas bien afiladas realizan cortes limpios que cicatrizan rápidamente, mientras que las cuchillas desafiladas desgarran y aplastan los tejidos, creando heridas que tardan en cerrar y son más susceptibles a las infecciones.

La técnica de corte es crucial para la salud del árbol. Como se mencionó, al eliminar una rama entera, el corte debe hacerse justo por fuera del cuello de la rama, sin dejar tocón ni dañar el cuello. Para ramas pesadas, se debe utilizar la técnica de los tres cortes para evitar que el peso de la rama desgarre la corteza del tronco al caer. El primer corte se hace en la parte inferior de la rama, a unos 20-30 cm del tronco; el segundo corte se hace en la parte superior, un poco más alejado del tronco que el primero, para eliminar el peso de la rama. El tercer y último corte es el definitivo, eliminando el pequeño tocón restante en el lugar correcto, justo fuera del cuello.

Al acortar una rama, el corte debe realizarse a unos 5-6 milímetros por encima de una yema sana y orientada hacia el exterior. El corte debe tener una ligera inclinación, en un ángulo de unos 45 grados, en dirección opuesta a la yema. Esto permite que el agua de lluvia escurra y no se acumule sobre la yema, lo que podría provocar su pudrición. Un corte demasiado cerca de la yema puede dañarla, y un corte demasiado lejos dejará un pequeño tocón que se secará y podría ser un punto de entrada para enfermedades.

El momento óptimo para la poda

El momento en que se realiza la poda tiene un impacto significativo en la respuesta del árbol. La poda principal del sorbo silvestre, incluyendo la poda de formación y la de mantenimiento, debe realizarse durante el período de latencia invernal. Esto es, desde que el árbol pierde todas sus hojas en otoño hasta justo antes de que las yemas comiencen a hincharse a finales del invierno o principios de la primavera. Podar en invierno tiene varias ventajas importantes para la salud del árbol.

En primer lugar, al no tener hojas, la estructura completa del árbol es visible, lo que facilita enormemente la toma de decisiones sobre qué ramas cortar y cuáles dejar. En segundo lugar, el árbol está en un estado de reposo metabólico, por lo que el estrés causado por la poda es mínimo. En tercer lugar, la mayoría de los patógenos de enfermedades (hongos y bacterias) y los insectos plaga también están inactivos durante el frío invierno, por lo que el riesgo de que las heridas de poda se infecten es mucho menor.

Aunque la poda principal se realiza en invierno, se puede realizar una poda ligera en verano, a menudo llamada poda en verde. Esta poda se limita a la eliminación de chupones (los brotes verticales muy vigorosos que crecen en las ramas principales), los brotes que crecen en una dirección indeseada o los que congestionan en exceso el interior de la copa. La poda en verde es menos vigorizante que la poda invernal y puede ser útil para controlar el tamaño del árbol y mejorar la penetración de la luz en la copa durante la temporada de crecimiento.

Se debe evitar podar en dos momentos específicos del año. El primero es a principios de otoño, cuando el árbol está transportando los nutrientes de las hojas a las zonas de reserva. Una poda en este momento puede interferir con este proceso crucial para la preparación invernal. El segundo momento a evitar es a principios de primavera, justo cuando el árbol está brotando. En esta fase, el árbol está movilizando una gran cantidad de savia y energía hacia las yemas, y los cortes pueden «sangrar» profusamente, debilitando al árbol y creando un entorno ideal para las infecciones.

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