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La plantación y propagación del gladiolo

Daria · 05.07.2025.

La plantación y propagación de los gladiolos son procesos fundamentales que determinan el éxito de su cultivo y la belleza de su floración estival. Elegir el momento adecuado para plantar, preparar los cormos correctamente y seleccionar el método de propagación más efectivo son pasos clave para asegurar no solo una exhibición de flores vibrante en la temporada actual, sino también para multiplicar tu colección y garantizar su continuidad en los años venideros. Dominar estas técnicas te permitirá disfrutar de estas elegantes espigas florales, creando impresionantes puntos focales en tus arriates y borduras. Este conocimiento es la base sobre la cual se construye un jardín de gladiolos saludable y próspero.

La elección del momento oportuno para la plantación es el primer factor crítico a considerar. Los gladiolos son sensibles a las heladas, por lo que los cormos deben plantarse en primavera, una vez que haya pasado todo riesgo de heladas y la temperatura del suelo haya alcanzado al menos los 12-15 grados Celsius. Plantar demasiado pronto en un suelo frío y húmedo puede provocar que los cormos se pudran antes de que tengan la oportunidad de brotar. En la mayoría de las regiones de clima templado, el período ideal de plantación suele ser desde mediados de la primavera hasta principios del verano.

Para prolongar el período de floración en tu jardín, una estrategia muy efectiva es la plantación escalonada. En lugar de plantar todos los cormos a la vez, puedes plantar un lote cada dos semanas durante un período de cuatro a seis semanas. De esta manera, a medida que el primer grupo de gladiolos comience a marchitarse, el siguiente estará en su apogeo, asegurando un suministro continuo de flores frescas para el jardín y para cortar. Este método simple pero ingenioso te permitirá disfrutar de la majestuosidad de los gladiolos durante gran parte del verano, en lugar de tener una única y masiva explosión de color.

Antes de la plantación, es importante inspeccionar los cormos. Debes seleccionar cormos que sean firmes, de buen tamaño y sin signos de moho, enfermedades o daños. Los cormos más grandes, generalmente de 3 a 5 centímetros de diámetro, producirán las espigas florales más robustas y espectaculares. Si observas alguna pequeña mancha de moho superficial, a menudo se puede tratar sumergiendo los cormos en una solución fungicida durante unos minutos antes de plantarlos, siguiendo las instrucciones del producto. Retira cualquier cormo que se sienta blando o que presente signos evidentes de podredumbre.

La preparación del lugar de plantación es igualmente crucial. Como se mencionó anteriormente, los gladiolos prosperan a pleno sol y en un suelo muy bien drenado. Antes de plantar, labra el suelo a una profundidad de al menos 30 centímetros, eliminando malas hierbas y piedras. Este es el momento perfecto para incorporar materia orgánica, como compost o estiércol bien curado, para mejorar la fertilidad y la estructura del suelo. Si tu suelo es particularmente pesado o arcilloso, añadir arena gruesa ayudará a mejorar el drenaje, un requisito indispensable para prevenir la pudrición de los cormos.

La técnica correcta de plantación

La profundidad y el espaciado adecuados al plantar los cormos de gladiolo son esenciales para proporcionar un buen anclaje a la planta y asegurar que cada una tenga suficiente espacio para desarrollarse plenamente. Una regla general es plantar los cormos a una profundidad que sea aproximadamente tres o cuatro veces su altura. Por lo tanto, un cormo de unos 4 centímetros de altura debería plantarse a una profundidad de 12 a 16 centímetros. Plantarlos a la profundidad correcta ayuda a que los altos tallos florales se mantengan erguidos y reduce la necesidad de entutorado, aunque en variedades muy altas seguirá siendo recomendable.

El espaciado entre los cormos también es un factor importante a tener en cuenta. Debes dejar entre 10 y 15 centímetros de distancia entre cada cormo. Este espacio permite una circulación de aire adecuada alrededor de las plantas, lo que ayuda a prevenir la propagación de enfermedades fúngicas. Además, proporciona a cada planta suficiente espacio para que sus raíces se extiendan y accedan al agua y los nutrientes del suelo sin competir excesivamente con sus vecinas, lo que resulta en plantas más fuertes y flores de mayor calidad.

Al colocar el cormo en el hoyo de plantación, asegúrate de orientarlo correctamente. El cormo de gladiolo tiene una parte superior puntiaguda, que es de donde brotará el tallo, y una parte inferior más plana y a menudo cóncava, donde se encuentran las raíces viejas. Es fundamental plantar el cormo con la punta hacia arriba. Si lo plantas al revés, la planta probablemente gastará una cantidad considerable de energía en orientar su brote hacia la superficie, lo que puede resultar en un crecimiento más débil y un retraso en la floración.

Una vez que los cormos están en su lugar, rellena los hoyos con la tierra previamente preparada, apisonando suavemente para eliminar las bolsas de aire. Después de la plantación, riega abundantemente el área para asentar la tierra alrededor de los cormos y proporcionar la humedad inicial necesaria para iniciar el proceso de crecimiento. No vuelvas a regar hasta que veas los primeros brotes emerger de la superficie del suelo, lo que suele ocurrir en unas dos o tres semanas, para evitar el riesgo de pudrición por exceso de humedad en esta etapa temprana y vulnerable.

La propagación a través de cormelos

La principal forma de propagar los gladiolos y aumentar tu colección es a través de los cormelos, que son pequeños cormos hijos que se forman alrededor de la base del cormo principal durante la temporada de crecimiento. Cuando desentierras los cormos en otoño para su almacenamiento invernal, notarás estos pequeños bulbillos adheridos al cormo madre. Estos cormelos son genéticamente idénticos a la planta madre, por lo que al cultivarlos obtendrás flores con las mismas características de color, forma y tamaño. La propagación por cormelos es un método económico y gratificante para multiplicar tus variedades favoritas.

La recolección y preparación de los cormelos es el primer paso. Una vez que hayas desenterrado y curado los cormos principales, los cormelos se pueden separar fácilmente. Verás que varían en tamaño, desde tan pequeños como un guisante hasta casi el tamaño de una canica. Generalmente, los cormelos más grandes tienen una mayor probabilidad de florecer antes. Almacena estos cormelos durante el invierno junto con los cormos principales, en un lugar fresco, oscuro y seco, utilizando un medio como turba seca o vermiculita para evitar que se deshidraten por completo.

La siembra de los cormelos se realiza en la primavera siguiente, al mismo tiempo que plantas los cormos grandes. Debido a su pequeño tamaño, los cormelos no necesitan ser plantados a tanta profundidad. Una profundidad de 5 a 8 centímetros es generalmente suficiente. Puedes plantarlos en una sección dedicada de tu jardín o en un vivero, en surcos o hileras, con una separación de unos 5 centímetros entre ellos. Es importante mantener esta área libre de malas hierbas y con una humedad constante, pero sin encharcamiento, para fomentar su germinación y crecimiento.

Ten paciencia con los cormelos, ya que su desarrollo hasta convertirse en una planta con capacidad de floración lleva tiempo. Durante la primera temporada, la mayoría de los cormelos producirán únicamente un crecimiento de hojas, similar a la hierba, mientras concentran toda su energía en desarrollar un cormo más grande bajo tierra. Dependiendo del tamaño inicial del cormelo y de las condiciones de cultivo, pueden pasar de dos a tres años antes de que el nuevo cormo alcance el tamaño suficiente para producir su primera espiga floral. Al final de cada temporada, desentierra estos cormos en crecimiento, almacénalos y vuelve a plantarlos en la primavera siguiente, hasta que alcancen el tamaño de floración.

La propagación por división de cormos

Otra técnica de propagación, aunque menos común que el uso de cormelos, es la división de los cormos grandes. A veces, un cormo de gran tamaño puede desarrollar múltiples yemas de crecimiento prominentes, que son los puntos desde los cuales surgirán los nuevos brotes. Si un cormo es lo suficientemente grande y saludable, es posible dividirlo en varias secciones, asegurándose de que cada sección tenga al menos una yema viable y una porción de la base del cormo, de donde crecerán las raíces. Este método puede acelerar la obtención de plantas de tamaño de floración en comparación con empezar desde cormelos.

El momento ideal para dividir los cormos es en primavera, justo antes de la plantación. Es preferible esperar a este momento en lugar de hacerlo en otoño antes del almacenamiento, ya que las superficies cortadas son puntos de entrada para enfermedades y la desecación durante el invierno. Utiliza un cuchillo afilado y esterilizado para cortar el cormo en dos o más secciones. La esterilización de la herramienta de corte con alcohol o una solución de lejía diluida es crucial para prevenir la transmisión de patógenos de un cormo a otro.

Después de cortar el cormo, es fundamental tratar las superficies cortadas para protegerlas de la pudrición y las infecciones fúngicas. Puedes espolvorear las heridas con un fungicida en polvo, como azufre, que actúa como un excelente desinfectante y sellador. Deja que las secciones cortadas se sequen y formen un callo durante uno o dos días en un lugar sombreado y bien ventilado antes de plantarlas. Este paso de curado es vital para asegurar la supervivencia de las divisiones.

Una vez curadas, planta las secciones del cormo de la misma manera que lo harías con un cormo entero, a la profundidad y espaciado recomendados. Es posible que las plantas resultantes de estas divisiones no produzcan espigas florales tan grandes como las de un cormo entero y sin dividir durante la primera temporada, ya que parte de su energía se destinará a sanar y a establecerse. Sin embargo, este método te permite obtener varias plantas con capacidad de floración de un solo cormo grande en un solo año.

Cuidados posteriores a la plantación

Una vez que los gladiolos están plantados, los cuidados iniciales son relativamente sencillos pero importantes para un buen comienzo. Después del riego inicial justo después de la plantación, debes ser cauteloso con el agua hasta que los brotes aparezcan. El exceso de humedad en un suelo sin follaje que lo transpire puede ser perjudicial. Una vez que los brotes emergen y comienzan a crecer activamente, puedes establecer un régimen de riego regular, asegurando que el suelo se mantenga uniformemente húmedo, como se detalló anteriormente.

El control de las malas hierbas es especialmente crítico durante las primeras semanas después de la germinación. Las plántulas de gladiolo son vulnerables a la competencia de las malas hierbas por la luz, el agua y los nutrientes. Deshierba el área con cuidado y de forma regular, preferiblemente a mano para evitar dañar los jóvenes brotes o los cormos subterráneos. La aplicación de una capa de mantillo orgánico de unos 5-7 centímetros de espesor una vez que los brotes alcanzan los 15 centímetros de altura puede facilitar enormemente esta tarea, suprimiendo el crecimiento de nuevas malas hierbas y conservando la humedad del suelo.

A medida que las plantas crecen, vigila su desarrollo. Si notas un crecimiento lento o un color pálido en las hojas, podría ser una indicación de una deficiencia de nutrientes, y podría ser el momento de aplicar la primera dosis de fertilizante. Asimismo, inspecciona regularmente las plantas en busca de signos tempranos de plagas o enfermedades. La detección y el tratamiento precoces son mucho más efectivos y menos dañinos para la planta que esperar a que se desarrolle una infestación o infección grave.

Finalmente, prepárate para proporcionar soporte a las plantas. Aunque parezca prematuro, instalar las estacas o los sistemas de soporte cuando las plantas todavía son relativamente pequeñas es la mejor práctica. Hacerlo temprano minimiza el riesgo de dañar el sistema de raíces o el cormo, lo que puede ocurrir fácilmente si intentas clavar una estaca en el suelo cuando la planta ya está grande y bien establecida. La planificación y la acción temprana en estos cuidados posteriores sentarán las bases para una temporada de crecimiento saludable y una floración espectacular.

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