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Las necesidades hídricas y el riego del tupinambo

Daria · 20.07.2025.

El tupinambo es conocido por su notable resistencia y capacidad para prosperar en condiciones menos que ideales, incluida una cierta tolerancia a la sequía. Sin embargo, para maximizar el rendimiento y obtener tubérculos grandes y de alta calidad, es crucial comprender y satisfacer sus necesidades hídricas. Un suministro de agua adecuado y constante, especialmente durante las fases críticas de su desarrollo, influye directamente en el vigor de la planta y en el tamaño final de la cosecha. Un riego bien gestionado no solo previene el estrés hídrico, sino que también evita problemas derivados del exceso de agua, como la pudrición de las raíces.

Aunque el tupinambo puede sobrevivir a períodos secos gracias a su extenso sistema radicular, el estrés hídrico afecta negativamente su crecimiento. La falta de agua durante la primavera y principios del verano puede ralentizar el desarrollo vegetativo, resultando en plantas más pequeñas y menos robustas. Sin embargo, el período más crítico en cuanto a las necesidades de agua es desde mediados del verano hasta principios del otoño. Es durante esta fase cuando la planta está formando y engrosando activamente los tubérculos, y un suministro de agua constante es esencial para este proceso.

Para determinar cuándo regar, el mejor indicador es la propia tierra. La técnica más sencilla es comprobar la humedad del suelo a unos pocos centímetros de profundidad. Si la tierra se siente seca al tacto, es hora de regar. Las plantas de tupinambo también mostrarán signos visibles de estrés hídrico, como el marchitamiento de las hojas durante las horas más calurosas del día. Si las hojas permanecen marchitas por la tarde o temprano en la mañana, es una señal clara de que necesitan agua urgentemente.

La cantidad de agua necesaria varía según el clima, el tipo de suelo y la etapa de crecimiento de la planta. Como regla general, el tupinambo se beneficia de un riego profundo e infrecuente en lugar de riegos ligeros y frecuentes. Un riego profundo anima a las raíces a crecer hacia abajo en busca de agua, lo que hace que la planta sea más resistente a la sequía. El objetivo es humedecer el suelo hasta una profundidad de al menos 15-20 centímetros en cada sesión de riego, proporcionando el equivalente a unos 2.5 centímetros de lluvia por semana durante los períodos secos.

Es tan importante evitar el riego excesivo como la falta de agua. Un suelo constantemente saturado de agua puede provocar condiciones anaeróbicas que dañan las raíces y fomentan el desarrollo de enfermedades fúngicas, como la pudrición de la raíz y del tubérculo. Un buen drenaje del suelo es fundamental para prevenir estos problemas. Si tu suelo es pesado y arcilloso, considera la posibilidad de enmendarlo con materia orgánica para mejorar su estructura y drenaje, o planta el tupinambo en camas elevadas.

El riego en las diferentes etapas de crecimiento

Durante la fase de establecimiento, justo después de la siembra en primavera, las necesidades de agua del tupinambo son moderadas. Es importante mantener el suelo uniformemente húmedo para facilitar la germinación de los tubérculos y el desarrollo inicial de las raíces. Sin embargo, un exceso de riego en esta etapa puede ser contraproducente y causar la pudrición del material de siembra. Un riego inicial después de plantar y riegos posteriores solo cuando la capa superior del suelo comience a secarse suelen ser suficientes.

A medida que las plantas entran en su fase de crecimiento vegetativo rápido, durante la primavera y principios del verano, sus necesidades de agua aumentan significativamente. Durante este tiempo, están desarrollando sus altos tallos y su abundante follaje, un proceso que requiere una cantidad considerable de agua. Un suministro regular de agua durante esta etapa asegurará que las plantas alcancen su máximo tamaño y desarrollen un área foliar grande, lo cual es crucial para la fotosíntesis y el posterior almacenamiento de energía en los tubérculos.

El período más crítico para el riego es desde mediados del verano hasta el otoño, que es cuando se forman y se desarrollan los tubérculos. La falta de agua durante esta fase de «llenado» de los tubérculos resultará directamente en una cosecha de menor tamaño. Es esencial garantizar que el suelo permanezca constantemente húmedo durante estas semanas clave. A medida que las temperaturas bajan y el crecimiento de la planta se ralentiza a finales del otoño, las necesidades de riego disminuirán gradualmente.

Hacia el final de la temporada, una vez que las hojas comienzan a amarillear y a morir después de las primeras heladas, el riego puede reducirse drásticamente o detenerse por completo. En este punto, los tubérculos han alcanzado su madurez y la planta ya no está en crecimiento activo. Mantener el suelo demasiado húmedo durante el período de cosecha y el invierno puede aumentar el riesgo de que los tubérculos se pudran si se dejan en la tierra. Un suelo más seco en el momento de la cosecha también facilita la extracción de los tubérculos.

Técnicas de riego eficientes

El riego por goteo es una de las técnicas más eficientes para el cultivo del tupinambo. Este sistema suministra agua lentamente y directamente a la base de las plantas, minimizando la pérdida de agua por evaporación y escorrentía. Al mantener el follaje seco, el riego por goteo también ayuda a reducir la incidencia de enfermedades fúngicas que prosperan en condiciones de humedad, como el oídio. Las cintas o mangueras de goteo se pueden colocar a lo largo de las hileras al principio de la temporada para un riego preciso y eficiente.

Otra opción eficaz es el riego por surcos. Esta técnica consiste en crear pequeños canales o surcos entre las hileras de plantas y llenarlos de agua. El agua se infiltra lentamente en el suelo, humedeciendo la zona de las raíces en profundidad. Es un método que funciona bien en terrenos nivelados y es adecuado para parcelas más grandes. Sin embargo, puede ser menos eficiente en términos de uso del agua en comparación con el riego por goteo, especialmente en suelos muy arenosos.

El uso de aspersores es una opción menos recomendable para el tupinambo. Aunque pueden cubrir un área grande rápidamente, mojan el follaje, lo que, como se ha mencionado, aumenta el riesgo de enfermedades foliares. Además, una parte significativa del agua puede perderse por evaporación antes de que llegue al suelo, especialmente si se riega durante las horas más calurosas del día o en condiciones de viento. Si se debe usar un aspersor, es mejor hacerlo temprano en la mañana para que las hojas tengan tiempo de secarse completamente durante el día.

Independientemente del método de riego elegido, el momento del día en que se riega es importante para la eficiencia. El mejor momento para regar es temprano en la mañana. A esta hora, las temperaturas son más frescas y el viento suele ser más calmado, lo que reduce las pérdidas por evaporación. Regar por la mañana también asegura que las plantas tengan un buen suministro de agua para enfrentar el calor del día. Evita regar al final de la tarde o por la noche, ya que el follaje que permanece húmedo durante la noche es un caldo de cultivo ideal para las enfermedades fúngicas.

El acolchado para la conservación del agua

La aplicación de una capa de acolchado orgánico (mulch) es una de las prácticas más beneficiosas para la gestión del agua en el cultivo del tupinambo. Una capa de 5 a 10 centímetros de material como paja, hojas trituradas, recortes de césped secos o compost ayuda a reducir significativamente la evaporación del agua de la superficie del suelo. Esto significa que el suelo permanece húmedo por más tiempo, reduciendo la frecuencia de riego necesaria y conservando un recurso valioso.

Además de conservar la humedad, el acolchado también ayuda a regular la temperatura del suelo. En verano, protege las raíces del calor extremo, y en invierno, aísla los tubérculos de las heladas severas. Un suelo con una temperatura más estable reduce el estrés de las plantas y promueve un crecimiento saludable y continuo. Esta regulación de la temperatura es especialmente beneficiosa para la actividad microbiana del suelo, que es esencial para la disponibilidad de nutrientes.

El acolchado es también una herramienta muy eficaz para el control de las malas hierbas. Al bloquear la luz solar, impide que las semillas de las malezas germinen, reduciendo la competencia por el agua y los nutrientes. Esto no solo ahorra agua, sino que también reduce la necesidad de deshierbar manualmente, ahorrando tiempo y trabajo. A medida que el material orgánico del acolchado se descompone, enriquece gradualmente el suelo, mejorando su estructura y fertilidad.

El momento ideal para aplicar el acolchado es a finales de la primavera, una vez que el suelo se ha calentado y las plantas de tupinambo han alcanzado una altura de unos 15-20 centímetros. Aplicar el acolchado demasiado pronto, cuando el suelo todavía está frío, puede retrasar el calentamiento del suelo y ralentizar el crecimiento inicial de las plantas. Asegúrate de no amontonar el acolchado directamente contra los tallos de las plantas, ya que esto podría promover la pudrición.

Consideraciones sobre el tipo de suelo y el clima

El tipo de suelo tiene una influencia directa en las necesidades de riego. Los suelos arenosos tienen una baja capacidad de retención de agua y se secan rápidamente, por lo que requerirán riegos más frecuentes pero de menor volumen. Por el contrario, los suelos arcillosos retienen la humedad durante mucho más tiempo y necesitarán riegos menos frecuentes pero más profundos para asegurar que el agua penetre hasta la zona de las raíces. La mejora de cualquier tipo de suelo con materia orgánica ayudará a equilibrar su capacidad de retención de agua.

El clima local es, por supuesto, un factor determinante. En climas cálidos y secos con altas tasas de evaporación, el tupinambo necesitará ser regado con mucha más frecuencia que en regiones más frescas y húmedas. Es importante ajustar las prácticas de riego en función de las condiciones meteorológicas actuales, no solo siguiendo un calendario fijo. Después de una lluvia abundante, por ejemplo, se puede omitir el riego durante varios días, comprobando siempre la humedad del suelo antes de volver a regar.

El viento también puede aumentar las necesidades de agua de las plantas al acelerar la transpiración a través de las hojas y la evaporación desde el suelo. En lugares particularmente ventosos, puede ser necesario regar con más frecuencia. Plantar cortavientos o situar el cultivo en un lugar protegido puede ayudar a mitigar los efectos de secado del viento y reducir la demanda de agua del cultivo.

La calidad del agua utilizada para el riego también puede ser un factor a considerar. El tupinambo es generalmente tolerante a una variedad de calidades de agua, pero el agua con un alto contenido de sal puede, con el tiempo, dañar la estructura del suelo y afectar la salud de las plantas. Siempre que sea posible, el uso de agua de lluvia recolectada es ideal, ya que es naturalmente blanda y libre de cloro y otras sales. Sin embargo, el agua del grifo es perfectamente aceptable en la mayoría de los casos.

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