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Las enfermedades y plagas de la amarilis

Daria · 06.08.2025.

Aunque la amarilis es una planta relativamente resistente, no es inmune a ciertas enfermedades y plagas que pueden afectar su salud y apariencia. Un reconocimiento temprano de los síntomas y una acción rápida son clave para manejar estos problemas eficazmente y evitar daños mayores. La mayoría de los problemas pueden prevenirse proporcionando las condiciones de cultivo adecuadas: un buen drenaje, una circulación de aire adecuada y evitar el exceso de riego son las mejores líneas de defensa. Sin embargo, incluso con el mejor cuidado, pueden surgir problemas, por lo que es vital que todo cultivador sepa identificar a los culpables más comunes.

Las enfermedades de la amarilis suelen ser de naturaleza fúngica, prosperando en condiciones de humedad excesiva. La más notoria es la mancha roja, causada por el hongo Stagonospora curtisii, que puede afectar a todas las partes de la planta. La pudrición del bulbo y de las raíces, generalmente causada por hongos del suelo, es otro problema grave directamente relacionado con un sustrato mal drenado o un riego excesivo. La prevención a través de buenas prácticas culturales es siempre preferible al tratamiento.

En cuanto a las plagas, aunque la amarilis cultivada en interiores es menos propensa a las infestaciones que las plantas de jardín, no está exenta de riesgos. Los ácaros del bulbo son una plaga microscópica y sigilosa que puede causar daños significativos antes de ser detectada. Otros insectos chupadores de savia como las cochinillas algodonosas y los pulgones también pueden aparecer, especialmente si hay otras plantas de interior infestadas cerca. La inspección regular de la planta es fundamental para detectar estas plagas a tiempo.

Manejar estos desafíos no tiene por qué ser desalentador. Con un enfoque integrado que combina la prevención, la identificación precisa y métodos de control adecuados, que pueden ir desde soluciones culturales y mecánicas hasta tratamientos con pesticidas específicos si es necesario, es posible mantener tu amarilis saludable y vibrante. Conocer al enemigo es el primer paso para ganar la batalla y asegurar que tu planta prospere durante muchos años.

La mancha roja (Stagonospora curtisii)

La enfermedad más común y reconocible que afecta a la amarilis es la mancha roja, causada por el hongo Stagonospora curtisii. Este patógeno puede infectar cualquier parte de la planta, incluyendo el bulbo, las hojas, los tallos florales e incluso las flores. Los síntomas se manifiestan como rayas, manchas o manchas irregulares de color rojo brillante o rojo óxido. Aunque algunas variedades de amarilis tienen pigmentación roja natural en la base de las hojas, las manchas causadas por el hongo suelen estar ligeramente hundidas y pueden tener un borde definido.

La mancha roja prospera en condiciones de alta humedad, temperaturas frescas y mala circulación de aire. A menudo se introduce a través de bulbos infectados o se propaga por salpicaduras de agua. En las hojas y los tallos, las manchas rojas pueden debilitar la estructura, haciendo que se doblen o se quiebren. En el bulbo, la infección puede causar áreas blandas y podridas, lo que si no se trata, puede llevar a la muerte de la planta.

El manejo de la mancha roja comienza con la prevención. Al comprar bulbos, inspecciónalos cuidadosamente en busca de manchas rojas o áreas blandas. Asegúrate de plantar en un sustrato con buen drenaje y evita el riego excesivo. Riega la planta en la base, evitando mojar las hojas y los tallos. Proporcionar una buena circulación de aire alrededor de la planta también ayuda a mantener el follaje seco y a desalentar el desarrollo del hongo.

Si detectas la infección, actúa rápidamente. Con un cuchillo afilado y esterilizado, corta y desecha las partes de la hoja o el tallo afectadas. Si el bulbo está infectado, puedes desenterrarlo durante la dormancia, extirpar las áreas rojas y podridas y espolvorear las heridas con un fungicida en polvo antes de replantar. En casos de infecciones severas, puede ser necesario el uso de fungicidas sistémicos o a base de cobre, siguiendo siempre las instrucciones del fabricante.

Pudrición del bulbo y de las raíces

La pudrición del bulbo y de las raíces es uno de los problemas más letales para la amarilis, y casi siempre es el resultado directo de un exceso de riego o de un sustrato con mal drenaje. Cuando el suelo permanece saturado de agua durante períodos prolongados, se agota el oxígeno, creando un ambiente anaeróbico que daña y mata las raíces. Estas raíces muertas y el tejido del bulbo se convierten en un caldo de cultivo perfecto para hongos oportunistas del suelo, como Pythium, Phytophthora o Fusarium, que causan la pudrición.

Los síntomas de la pudrición de la raíz pueden ser sutiles al principio. La planta puede mostrar un crecimiento lento, las hojas pueden amarillear empezando por las más viejas, y en general puede tener un aspecto lánguido o marchito, incluso cuando el sustrato está húmedo. Si sospechas de este problema, la mejor manera de confirmarlo es sacar con cuidado la planta de la maceta. Las raíces sanas son blancas y firmes, mientras que las raíces podridas son marrones o negras, blandas, pastosas y pueden desprender un olor desagradable.

La prevención es, con diferencia, la mejor estrategia. Utiliza siempre una maceta con orificios de drenaje adecuados y un sustrato ligero y poroso diseñado para un drenaje rápido. Riega la amarilis solo cuando la capa superior del sustrato esté seca al tacto y nunca dejes que la maceta permanezca en un plato con agua estancada. Además, al plantar, asegúrate de dejar el tercio superior del bulbo por encima de la línea del suelo para mantener el cuello del bulbo seco.

Si descubres que tu amarilis sufre de pudrición, el rescate es posible si se actúa a tiempo. Desentierra el bulbo y lava toda la tierra. Con una herramienta esterilizada, corta todas las raíces podridas y cualquier parte blanda o descolorida de la placa basal del bulbo. Trata todas las superficies cortadas con un fungicida en polvo y deja que el bulbo se seque al aire en un lugar sombreado durante uno o dos días. Finalmente, replántalo en una maceta limpia con sustrato fresco y estéril, y sé extremadamente cuidadoso con el riego hasta que se establezca un nuevo crecimiento.

Ácaros del bulbo y cochinillas algodonosas

Los ácaros del bulbo (Steneotarsonemus laticeps) son una de las plagas más sigilosas y destructivas de la amarilis. Son criaturas microscópicas, imposibles de ver a simple vista, que infestan el bulbo y se alimentan de sus tejidos internos. Una infestación de ácaros del bulbo a menudo no se detecta hasta que el daño es visible: el crecimiento nuevo aparece deformado, raquítico o torcido, y pueden aparecer manchas rojas o marrones en las hojas y tallos, que a veces se confunden con la enfermedad de la mancha roja. En casos graves, la planta puede no florecer en absoluto.

El control de los ácaros del bulbo es difícil debido a su naturaleza protegida dentro del bulbo. La prevención implica inspeccionar cuidadosamente los nuevos bulbos y mantener las plantas sanas, ya que las plantas estresadas son más susceptibles. Si se sospecha una infestación, un tratamiento común es la inmersión en agua caliente. Durante la dormancia, el bulbo se puede sumergir en agua mantenida a una temperatura precisa de 43-44°C durante 30-40 minutos. Este tratamiento mata a los ácaros sin dañar el bulbo, pero requiere un control cuidadoso de la temperatura.

Las cochinillas algodonosas son otra plaga común, mucho más fácil de identificar. Parecen pequeñas motas de algodón y tienden a acumularse en las axilas de las hojas, en la base de la planta cerca de la línea del suelo, y a veces en las raíces (cochinillas de raíz). Estos insectos chupan la savia de la planta, debilitándola y causando el amarillamiento de las hojas y un crecimiento lento. También excretan una sustancia pegajosa llamada melaza, que puede fomentar el crecimiento de un hongo negro llamado negrilla.

Para infestaciones leves de cochinillas algodonosas, se pueden eliminar manualmente con un hisopo de algodón humedecido en alcohol isopropílico. Para infestaciones más grandes, un spray de jabón insecticida o aceite de neem puede ser efectivo. Es importante aplicar el tratamiento a fondo, asegurándose de cubrir todas las partes de la planta, ya que estos insectos son expertos en esconderse en grietas y hendiduras. Pueden ser necesarias varias aplicaciones a intervalos de 7-10 días para romper su ciclo de vida.

Otros problemas potenciales: virus y plagas menores

Aunque menos comunes, las plantas de amarilis pueden ser infectadas por varios virus, como el virus del mosaico del Hippeastrum. Los virus de las plantas son incurables y los síntomas pueden variar, pero a menudo incluyen patrones de mosaico de color amarillo o verde claro en las hojas, rayas, deformidades y una reducción general del vigor y la floración de la planta. Los virus suelen ser transmitidos por insectos chupadores de savia, como los pulgones, o a través de herramientas de poda contaminadas.

No existe un tratamiento químico para las infecciones virales en las plantas. Si se confirma que una amarilis está infectada con un virus, la única recomendación es destruir la planta para evitar que la enfermedad se propague a otras plantas susceptibles. La prevención es la única medida de control efectiva. Esto incluye controlar las poblaciones de plagas vectoras (como los pulgones), esterilizar siempre las herramientas de poda entre plantas y adquirir bulbos únicamente de proveedores de confianza que garanticen material vegetal libre de virus.

Además de las cochinillas, otras plagas chupadoras de savia pueden atacar ocasionalmente a la amarilis. Los pulgones pueden infestar los nuevos brotes tiernos o los botones florales, mientras que la araña roja puede aparecer en condiciones cálidas y secas, causando un punteado amarillento en las hojas y finas telarañas. Ambas plagas pueden controlarse con chorros de agua, jabón insecticida o aceite de neem. La clave es la inspección regular para detectar su presencia antes de que la población se descontrole.

Finalmente, las babosas y los caracoles pueden ser un problema si la amarilis se cultiva en el exterior. Estos moluscos se sienten atraídos por el follaje tierno y pueden dejar grandes agujeros irregulares en las hojas y los tallos. El control puede incluir la eliminación manual durante la noche, la creación de barreras con cáscaras de huevo trituradas o tierra de diatomeas alrededor de la base de la maceta, o el uso de cebos específicos para babosas si la infestación es severa.

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