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La plantación y propagación del aloe vera

Daria · 21.07.2025.

Plantar y propagar el aloe vera es un proceso gratificante que te permite no solo asegurar la salud de tu planta madre, sino también expandir tu colección o compartirla con amigos y familiares. El éxito de estas tareas se basa en comprender la biología de la planta y seguir unos pasos clave que respeten sus necesidades de suculenta. La elección de una maceta adecuada, la preparación de un sustrato con un drenaje excelente y el manejo cuidadoso de las raíces y los hijuelos son los pilares fundamentales para un establecimiento exitoso. Un buen comienzo es crucial; una plantación correcta sienta las bases para un crecimiento vigoroso y una planta resistente a problemas futuros, mientras que una propagación bien ejecutada asegura la supervivencia y el desarrollo de nuevas generaciones.

El primer paso, tanto para plantar un nuevo ejemplar como para trasplantar uno existente, es la selección de la maceta. El material y el tamaño son factores determinantes. Las macetas de terracota o arcilla son las más recomendables debido a su porosidad, que permite una mejor transpiración y ayuda a que el sustrato se seque más uniformemente, reduciendo el riesgo de pudrición radicular. En cuanto al tamaño, elige una maceta que sea solo un poco más grande que el cepellón actual. Una maceta excesivamente grande retendrá demasiada humedad en el sustrato no explorado por las raíces, creando un entorno propenso a la pudrición. Es crucial que la maceta tenga al menos un agujero de drenaje grande en la base.

Una vez seleccionada la maceta, la preparación del sustrato es el siguiente paso crítico. El aloe vera requiere un medio de cultivo que drene extremadamente bien. Puedes optar por una mezcla comercial específica para cactus y suculentas, que ya viene preparada con las proporciones adecuadas de materia orgánica y materiales drenantes. Alternativamente, puedes crear tu propia mezcla combinando una parte de tierra para macetas, una parte de arena gruesa de construcción y una parte de perlita o piedra pómez. Esta combinación asegura que el agua no se estanque alrededor de las raíces, proporcionando la aireación necesaria para su correcto funcionamiento.

Antes de la plantación, es importante inspeccionar la planta que vas a utilizar. Si estás trasplantando, saca la planta con cuidado de su maceta antigua y examina las raíces. Recorta con unas tijeras limpias y afiladas cualquier raíz que esté seca, dañada o que muestre signos de pudrición (de color negro o marrón oscuro y textura blanda). Si estás plantando un hijuelo recién separado, es recomendable dejarlo cicatrizar en un lugar sombreado y seco durante un par de días antes de plantarlo. Este paso permite que el corte se seque y forme un callo, lo que reduce drásticamente el riesgo de que se pudra al entrar en contacto con el sustrato húmedo.

Selección del material de plantación y la maceta

La elección del material de plantación inicial es un factor decisivo para el futuro desarrollo de tu aloe vera. Si estás comprando una planta nueva, busca un ejemplar que se vea robusto y saludable. Las hojas deben ser firmes, turgentes y de un color verde uniforme, aunque algunas variedades pueden tener manchas o tonos diferentes. Evita las plantas con hojas amarillentas, blandas, delgadas o que presenten manchas marrones o negras, ya que pueden ser signos de exceso de riego, enfermedades o daños por plagas. Comprueba también la base de la planta para asegurarte de que no haya signos de pudrición en la corona.

Si vas a propagar a partir de una planta madre, el material de plantación más común y efectivo son los hijuelos. Estos son pequeñas réplicas de la planta madre que crecen en la base de la misma. Para seleccionarlos, espera a que el hijuelo tenga un tamaño considerable, idealmente con al menos cuatro hojas y una altura de unos 8-10 centímetros. Un hijuelo más grande ya habrá desarrollado su propio sistema de raíces, lo que aumenta enormemente sus posibilidades de supervivencia tras la separación. Separar hijuelos demasiado pequeños es un error común que a menudo resulta en el fracaso de la propagación.

La elección de la maceta es igualmente importante. Como se mencionó, la terracota es el material ideal por su capacidad para «respirar». El tamaño debe ser proporcional al tamaño del cepellón de la planta o del hijuelo. Una buena regla general es que el diámetro de la maceta sea entre 2 y 5 centímetros más grande que el diámetro del cepellón. Esto proporciona suficiente espacio para el crecimiento de las raíces durante la próxima temporada, sin crear un volumen excesivo de tierra que pueda retener humedad indeseada. Una maceta demasiado grande es uno de los caminos más rápidos hacia el exceso de riego.

No se puede subestimar la importancia de los agujeros de drenaje. Sin un drenaje adecuado, el agua se acumulará en el fondo de la maceta, creando un ambiente anaeróbico que asfixiará y pudrirá las raíces, incluso con el sustrato más drenante. Si te enamoras de una maceta decorativa que no tiene agujeros, tienes dos opciones: o bien la utilizas como un cubremacetas, colocando la planta en una maceta de plástico con drenaje en su interior, o bien le haces tú mismo los agujeros con un taladro y una broca adecuada. Plantar directamente en una maceta sin drenaje es sentenciar a tu aloe vera a una muerte casi segura.

El proceso de plantación paso a paso

Una vez que tienes la planta, la maceta y el sustrato adecuados, el proceso de plantación es relativamente sencillo si sigues los pasos correctos. Comienza por colocar una capa de sustrato en el fondo de la nueva maceta. Puedes añadir un trozo de malla o una piedra plana sobre el agujero de drenaje para evitar que el sustrato se escape, pero evita la antigua práctica de añadir una capa de grava en el fondo, ya que se ha demostrado que eleva el nivel de agua estancada en lugar de mejorar el drenaje. Añade suficiente sustrato para que la base de la planta, una vez colocada, quede uno o dos centímetros por debajo del borde de la maceta.

Saca con cuidado la planta de su maceta original. Si está muy apretada, puedes presionar suavemente los lados de la maceta o pasar un cuchillo por el borde interior para aflojarla. Una vez fuera, desenreda suavemente las raíces con los dedos, especialmente si están muy compactadas o creciendo en círculos. Aprovecha para inspeccionarlas y podar cualquier raíz muerta o dañada. Coloca la planta en el centro de la nueva maceta, asegurándote de que esté a la misma profundidad a la que estaba plantada anteriormente. Plantarla demasiado profundo puede causar la pudrición de la corona y las hojas inferiores.

Con la planta en su sitio, comienza a rellenar los huecos alrededor del cepellón con el sustrato fresco. Añade el sustrato poco a poco y presiona suavemente con los dedos para eliminar las bolsas de aire y asegurar un buen contacto entre las raíces y la tierra. No compactes demasiado el sustrato, ya que esto reduciría la aireación. Continúa rellenando hasta que el nivel del sustrato esté a uno o dos centímetros del borde superior de la maceta. Este espacio libre facilitará el riego y evitará que el agua y la tierra se desborden.

Después de plantar, existe un debate sobre si regar inmediatamente o no. Para las suculentas como el aloe vera, la práctica más segura es esperar unos días, incluso hasta una semana, antes de realizar el primer riego. Este periodo de espera permite que cualquier raíz que se haya dañado durante el proceso de trasplante cicatrice. Regar inmediatamente sobre raíces rotas o magulladas abre una puerta de entrada para hongos y bacterias que pueden causar pudrición. Coloca la planta recién plantada en un lugar con luz brillante e indirecta y evita el sol directo durante una o dos semanas para que pueda aclimatarse a su nuevo entorno sin estrés adicional.

Propagación a través de hijuelos

La propagación del aloe vera a través de hijuelos es el método más fácil, rápido y fiable para obtener nuevas plantas. Los hijuelos, también conocidos como retoños o «pups», son clones genéticos de la planta madre que surgen de sus raíces o de la base del tallo. Este método aprovecha la tendencia natural de la planta a formar colonias. El primer paso para una propagación exitosa es tener paciencia y permitir que el hijuelo alcance un tamaño adecuado antes de separarlo. Un hijuelo viable debe tener al menos un tercio del tamaño de la planta madre o varias hojas propias y una altura de al menos 8-10 cm.

Cuando el hijuelo esté listo, el proceso de separación debe hacerse con cuidado. Lo ideal es sacar toda la planta madre de la maceta para tener un buen acceso visual y físico a la unión entre el hijuelo y la planta principal. Esto te permite ver si el hijuelo ya tiene su propio sistema de raíces, lo cual es lo deseable. Con los dedos o con una herramienta limpia y afilada como un cuchillo o una navaja, separa el hijuelo de la planta madre, tratando de conservar la mayor cantidad posible de raíces adheridas al hijuelo. Realiza un corte limpio en el estolón subterráneo que los une.

Una vez separado, el hijuelo necesita un periodo de curado o cicatrización. Coloca el hijuelo en un lugar seco, cálido y con sombra durante varios días, desde dos días hasta una semana. Durante este tiempo, la superficie del corte se secará y formará un callo protector. Este paso es fundamental, ya que plantar un hijuelo con una herida fresca directamente en el sustrato húmedo es una invitación a la pudrición. La paciencia en esta etapa es una virtud que se verá recompensada con una mayor tasa de éxito en la propagación.

Después del periodo de cicatrización, el hijuelo está listo para ser plantado. Utiliza una maceta pequeña con agujeros de drenaje y un sustrato bien drenante para cactus y suculentas. Haz un pequeño agujero en el centro del sustrato y coloca el hijuelo, enterrando la base y las raíces (si las tiene). Rellena con sustrato alrededor y presiona suavemente para que se mantenga erguido. Al igual que con un trasplante, espera unos días antes de realizar el primer riego. Coloca la nueva planta en un lugar con luz brillante e indirecta. En unas pocas semanas, el hijuelo debería empezar a desarrollar nuevas raíces y mostrar signos de crecimiento.

Técnicas avanzadas de propagación

Aunque la propagación por hijuelos es el método más común, existen otras técnicas que pueden ser exploradas por los cultivadores más avanzados o curiosos, aunque su tasa de éxito puede ser menor. Una de estas técnicas es la propagación a través de esquejes de hoja. A diferencia de otras suculentas como las echeverias o los sedums, el aloe vera es notoriamente difícil de propagar a partir de una sola hoja. Esto se debe a que las hojas tienen un altísimo contenido de agua, lo que las hace muy propensas a pudrirse antes de que puedan desarrollar raíces. Sin embargo, no es imposible y puede ser un experimento interesante.

Para intentar la propagación por esqueje de hoja, selecciona una hoja sana, madura y completa de la parte exterior de la planta. Es crucial utilizar un cuchillo muy afilado y limpio para cortar la hoja en la base, asegurándote de incluir una pequeña porción del tallo principal, ya que es en esta zona donde se encuentran las células meristemáticas capaces de generar una nueva planta. Un simple corte en medio de la hoja no funcionará. Una vez cortada, la hoja debe dejarse cicatrizar en un lugar seco y sombreado durante al menos una semana, o hasta que el corte esté completamente seco al tacto.

Después de la cicatrización, el esqueje de hoja puede ser plantado. Inserta la base de la hoja (la parte del corte) aproximadamente un tercio de su longitud en un sustrato seco y bien drenante para suculentas. Coloca la maceta en un lugar cálido con luz indirecta brillante. No riegues durante al menos una o dos semanas para minimizar el riesgo de pudrición. A partir de entonces, riega muy ligeramente, humedeciendo apenas el sustrato, y solo cuando esté completamente seco. Con mucha suerte y paciencia, en varias semanas o incluso meses, el esqueje podría desarrollar raíces y, eventualmente, una pequeña plántula en su base.

Otra técnica avanzada, aunque menos común a nivel doméstico, es la propagación a partir de esquejes de tallo. Este método es útil para rejuvenecer una planta de aloe vera vieja y larguirucha que ha perdido sus hojas inferiores y ha desarrollado un tallo largo y desnudo. Para ello, se corta la parte superior de la planta (la roseta de hojas) dejando unos 5-7 centímetros de tallo. Este esqueje de tallo se deja cicatrizar durante una o dos semanas y luego se planta en sustrato seco, de forma similar a un hijuelo. La base de la planta original, si se deja en la maceta, a menudo producirá nuevos brotes a partir de los nudos latentes del tallo restante.

Cuidados posteriores a la plantación y propagación

Los cuidados que proporcionas a tu aloe vera inmediatamente después de plantarlo o propagarlo son tan importantes como el proceso en sí. Durante las primeras semanas, la planta es particularmente vulnerable mientras establece su nuevo sistema de raíces. El error más grave y común en esta etapa es el exceso de riego. Como se ha recalcado, es vital esperar varios días después de plantar antes de dar el primer riego. Este primer riego debe ser ligero, solo para humedecer el sustrato, no para empaparlo. Continúa con riegos ligeros y muy espaciados hasta que notes signos de nuevo crecimiento.

La ubicación de la planta recién plantada es otro factor clave para su aclimatación. Evita exponerla al sol directo durante al menos dos o tres semanas. El sol intenso puede estresar a una planta que todavía no tiene un sistema de raíces funcional para absorber agua, provocando que se deshidrate y queme. Un lugar con luz indirecta brillante es ideal. Una vez que la planta muestre signos de estar establecida, como la aparición de nuevas hojas en el centro o una sensación de firmeza al moverla ligeramente, puedes empezar a aclimatarla gradualmente a una ubicación con más luz.

La paciencia es una virtud fundamental durante este periodo. No esperes ver un crecimiento explosivo de inmediato. La energía de la planta se centrará primero en desarrollar un sistema radicular sano y fuerte bajo la superficie. Pueden pasar varias semanas o incluso un mes antes de que veas un crecimiento visible en la parte aérea. No fertilices una planta recién plantada o un esqueje en proceso de enraizamiento. Las raíces jóvenes son muy sensibles y el fertilizante puede quemarlas. Espera al menos un mes o hasta que la planta esté creciendo activamente antes de considerar la aplicación de cualquier tipo de abono, y hazlo siempre muy diluido.

Vigila de cerca la planta en busca de cualquier señal de problemas. Si las hojas empiezan a amarillear o a volverse blandas desde la base, es un signo probable de pudrición por exceso de humedad. En ese caso, saca la planta, inspecciona las raíces, corta las partes podridas, deja que cicatrice de nuevo y vuelve a plantar en sustrato seco. Por otro lado, un ligero arrugamiento de las hojas es normal al principio, ya que la planta puede estar utilizando sus reservas de agua mientras desarrolla nuevas raíces. Una vez que el sistema radicular se establezca y pueda absorber agua eficientemente, las hojas volverán a rellenarse y a tener un aspecto turgente.

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