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Las necesidades de nutrientes y la fertilización de la dalia

Daria · 06.06.2025.

Para que las dalias desplieguen su máximo potencial y nos regalen su profusa y espectacular floración, no solo necesitan sol y agua, sino también una nutrición adecuada y equilibrada. Estas plantas son conocidas por ser bastante «glotonas», lo que significa que consumen una cantidad considerable de nutrientes del suelo a lo largo de su temporada de crecimiento. Una fertilización bien planificada y ejecutada es, por tanto, un pilar fundamental para obtener plantas vigorosas, tallos fuertes y, lo más importante, flores abundantes, grandes y de colores intensos. Comprender qué nutrientes necesitan, en qué momento y en qué proporción es esencial para evitar tanto las deficiencias como los excesos, ambos perjudiciales. Profundizaremos en el programa de alimentación ideal para que tus dalias se conviertan en las verdaderas reinas del jardín.

El primer paso hacia una nutrición exitosa es la preparación del suelo antes de la plantación. Incorporar una buena cantidad de materia orgánica, como compost maduro o estiércol bien descompuesto, en el lecho de siembra proporciona una base nutritiva de liberación lenta que beneficiará a la planta durante toda la temporada. Esta enmienda inicial no solo aporta nutrientes esenciales, sino que también mejora la estructura del suelo, su capacidad de retención de agua y la actividad microbiana, lo que facilita que las raíces de la dalia absorban los fertilizantes que aplicarás más adelante. Una buena preparación del suelo es como servir un aperitivo saludable antes del plato principal.

Una vez que las dalias han brotado y comienzan su crecimiento activo, es el momento de empezar con un programa de fertilización regular. Sin embargo, la elección del fertilizante es crucial. La regla de oro para las dalias es utilizar un abono que sea bajo en nitrógeno (N) y alto en potasio (K) y fósforo (P). Una fórmula con una proporción N-P-K como 5-10-10, 10-20-20 o similar es ideal. Un exceso de nitrógeno promoverá un crecimiento exuberante y frondoso del follaje, pero a expensas de las flores, resultando en plantas muy verdes pero con pocos o ningún capullo. El fósforo es vital para el desarrollo de un sistema radicular fuerte y la formación de flores, mientras que el potasio mejora la salud general de la planta y la calidad de la floración.

La frecuencia de la fertilización dependerá del tipo de fertilizante que elijas. Si optas por un fertilizante granulado de liberación lenta, una aplicación en el momento de la plantación y otra a mitad de temporada puede ser suficiente. Si prefieres los fertilizantes líquidos o solubles en agua, que son de acción más rápida, deberás aplicarlos con mayor frecuencia, generalmente cada dos o cuatro semanas, diluidos en el agua de riego. Es importante comenzar la fertilización cuando la planta tenga unos 30 centímetros de altura y continuarla de forma regular hasta finales del verano o principios del otoño, momento en el que se debe suspender para permitir que los tubérculos maduren adecuadamente para su almacenamiento invernal.

Es fundamental seguir siempre las instrucciones de dosificación del fabricante del fertilizante. La sobrefertilización es un error común que puede ser tan dañino como la falta de nutrientes. Un exceso de sales fertilizantes en el suelo puede «quemar» las raíces, causando daños irreparables a la planta. Es mejor pecar de precavido y aplicar una dosis ligeramente más baja de la recomendada que excederse. Observa tus plantas; ellas te darán las mejores pistas sobre sus necesidades. Un follaje sano y de buen color y una floración constante son signos de que estás proporcionando la nutrición correcta.

Los macronutrientes esenciales: N-P-K

Para entender cómo fertilizar correctamente las dalias, es fundamental conocer el papel que juegan los tres macronutrientes principales, representados por las letras N-P-K en las etiquetas de los fertilizantes. El nitrógeno (N) es el principal responsable del crecimiento vegetativo, es decir, del desarrollo de las hojas y los tallos. Es esencial para la producción de clorofila, que da a las plantas su color verde y es vital para la fotosíntesis. Sin embargo, en el caso de las dalias, un exceso de nitrógeno es contraproducente. Provocará plantas altas y muy frondosas, con tallos débiles y pocas o ninguna flor, además de hacerlas más susceptibles a plagas como el pulgón.

El fósforo (P) es el segundo número en la proporción N-P-K y juega un papel crucial en varios procesos vitales de la planta. Es fundamental para el desarrollo de un sistema radicular fuerte y saludable, lo que permite a la planta anclarse bien y absorber agua y nutrientes de manera eficiente. Además, el fósforo es directamente responsable de la formación de los capullos florales y el desarrollo de las flores y las semillas. Una deficiencia de fósforo puede manifestarse en un crecimiento raquítico y una floración escasa o nula, por lo que asegurar un suministro adecuado de este nutriente es clave para una exhibición floral espectacular.

El potasio (K), el tercer macronutriente principal, es como el «regulador» de la salud general de la planta. El potasio fortalece los tejidos de la planta, haciéndola más resistente a enfermedades, plagas y estrés ambiental como la sequía o el calor. También es vital para el proceso de la fotosíntesis y el transporte de azúcares y nutrientes a través de la planta, lo que influye directamente en la calidad, el tamaño y el color de las flores. Un nivel adecuado de potasio asegura tallos robustos capaces de soportar el peso de las grandes flores y mejora la vitalidad general de la planta.

Por todo ello, la elección de un fertilizante con una proporción equilibrada y adecuada para la floración es esencial. Busca fórmulas donde los números de P y K sean iguales o superiores al número de N. Por ejemplo, una fórmula 5-10-10, 2-10-10 o similar es una excelente opción para las dalias durante su temporada de crecimiento y floración. Evita a toda costa los fertilizantes con alto contenido de nitrógeno, como los que se utilizan para el césped, ya que tendrán el efecto contrario al deseado en tus plantas de flor.

El calendario de fertilización

Establecer un calendario de fertilización coherente es tan importante como elegir el fertilizante adecuado. El programa de alimentación debe adaptarse al ciclo de vida de la dalia para proporcionarle los nutrientes que necesita en cada etapa específica. La nutrición comienza con la preparación del suelo antes de plantar. Como se mencionó, la incorporación de compost o estiércol bien descompuesto crea una base nutritiva de liberación lenta. Si tu suelo es particularmente pobre, también puedes añadir una pequeña cantidad de harina de huesos al fondo del hoyo de plantación, rica en fósforo, para estimular el desarrollo inicial de las raíces.

Una vez que la planta ha emergido y alcanzado una altura de unos 20-30 centímetros, es el momento de comenzar con las aplicaciones regulares de fertilizante. No es recomendable fertilizar antes, ya que el joven sistema radicular es sensible y podría quemarse. La primera aplicación de un fertilizante líquido equilibrado o bajo en nitrógeno dará a la planta un impulso para continuar su desarrollo vegetativo de manera controlada. Este es el inicio de la fase de alimentación constante que durará todo el verano.

Durante el pico de la temporada de crecimiento, desde principios de verano hasta que comienzan a formarse los capullos, las dalias deben ser fertilizadas regularmente. Si utilizas un fertilizante líquido soluble en agua, una aplicación cada dos o tres semanas es una buena pauta. Si prefieres los fertilizantes granulados, una aplicación cada cuatro a seis semanas suele ser suficiente, dependiendo de si son de liberación rápida o lenta. Lee siempre las instrucciones del producto para una correcta dosificación y frecuencia, ya que pueden variar entre marcas.

Es crucial saber cuándo detener la fertilización. A medida que los días se acortan y las temperaturas bajan a finales del verano o principios del otoño, debes suspender todas las aplicaciones de fertilizante. Continuar alimentando a la planta en este punto podría estimular un nuevo crecimiento tierno que sería vulnerable a las primeras heladas y, lo que es más importante, podría impedir que los tubérculos maduren y se endurezcan adecuadamente para su período de latencia invernal. Detener la fertilización unas cuatro a seis semanas antes de la primera helada esperada permite a la planta prepararse para el invierno.

Fertilizantes orgánicos vs. sintéticos

Cuando se trata de elegir un fertilizante para tus dalias, te encontrarás con dos categorías principales: orgánicos y sintéticos. Los fertilizantes orgánicos se derivan de fuentes naturales y materia viva, como el estiércol, el compost, la harina de huesos, la emulsión de pescado o el guano de murciélago. Su principal ventaja es que liberan los nutrientes lentamente, a medida que los microorganismos del suelo los descomponen. Este proceso no solo alimenta a la planta de manera gradual, sino que también mejora la estructura del suelo y fomenta un ecosistema subterráneo saludable a largo plazo.

El uso de fertilizantes orgánicos reduce el riesgo de sobrefertilización y de quemaduras en las raíces, ya que los nutrientes no están disponibles de forma inmediata en altas concentraciones. Opciones como una emulsión de pescado diluida o un té de compost aplicados cada pocas semanas pueden proporcionar una nutrición suave y constante que las dalias aprecian. Además, la harina de huesos es una excelente fuente orgánica de fósforo, ideal para mezclar en el hoyo de plantación, mientras que la ceniza de madera (con moderación) puede aportar potasio. La elección orgánica es una excelente manera de trabajar en armonía con la naturaleza de tu jardín.

Por otro lado, los fertilizantes sintéticos o químicos son productos manufacturados que contienen nutrientes en formas concentradas y de rápida disponibilidad para las plantas. Su principal ventaja es que actúan muy rápidamente, por lo que son útiles para corregir deficiencias nutricionales de forma casi inmediata. Vienen en formulaciones precisas de N-P-K, lo que te permite elegir la proporción exacta que necesitas, como una fórmula baja en nitrógeno y alta en fósforo y potasio para tus dalias. Son fáciles de encontrar, almacenar y aplicar, ya sea en forma líquida, soluble o granulada.

Sin embargo, los fertilizantes sintéticos deben usarse con precaución. Su alta concentración de sales puede dañar las raíces si se aplican en exceso y pueden perjudicar a la vida microbiana del suelo con el uso repetido a largo plazo. Además, su naturaleza soluble hace que puedan filtrarse más fácilmente a las aguas subterráneas si no se utilizan correctamente. Muchos jardineros experimentados optan por un enfoque combinado: construir la salud del suelo con enmiendas orgánicas y utilizar fertilizantes sintéticos de forma selectiva y moderada para dar un impulso específico a la floración durante la temporada alta.

Reconociendo las señales de deficiencia y exceso

Aprender a observar tus dalias y a interpretar las señales que te dan es una habilidad invaluable para ajustar su programa de nutrición. Las plantas a menudo nos comunican sus necesidades a través de la apariencia de sus hojas y su crecimiento general. Por ejemplo, una deficiencia de nitrógeno se manifiesta típicamente en un crecimiento lento y en el amarillamiento de las hojas más viejas, las de la parte inferior de la planta. Aunque queremos un nivel bajo de nitrógeno, una deficiencia total detendrá el desarrollo de la planta, por lo que un ligero aporte puede ser necesario si observas estos síntomas.

Una deficiencia de fósforo puede ser más difícil de diagnosticar, pero a menudo se asocia con un crecimiento raquítico, un color de hoja verde oscuro apagado o incluso con tintes púrpuras, y lo más evidente, una floración muy pobre o inexistente. Si tus plantas parecen sanas en cuanto a follaje pero se niegan a producir capullos, una falta de fósforo podría ser la culpable. Por otro lado, una deficiencia de potasio puede aparecer como un amarillamiento o quemadura en los bordes y puntas de las hojas más viejas, y tallos débiles que se doblan con facilidad.

El exceso de nutrientes, o toxicidad, también presenta síntomas claros. Como ya hemos mencionado, el exceso de nitrógeno es el problema más común en las dalias, resultando en un crecimiento vegetativo descontrolado, tallos blandos y falta de flores. Un exceso general de fertilizantes, o sobrefertilización, puede causar quemaduras en los bordes de las hojas, que se vuelven marrones y crujientes. En casos graves, la planta entera puede marchitarse y morir debido al daño en las raíces por la alta concentración de sales en el suelo.

Si sospechas de una sobrefertilización, el primer paso es lavar el suelo con abundante agua para ayudar a lixiviar el exceso de sales fuera de la zona radicular. Riega la planta profundamente varias veces, permitiendo que el agua drene completamente entre cada riego. Suspende cualquier fertilización durante varias semanas y permite que la planta se recupere. La observación atenta y la respuesta rápida a estas señales te permitirán mantener tus dalias perfectamente nutridas y en el camino hacia una floración espectacular.

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