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La plantación y propagación de la dalia

Daria · 27.07.2025.

La dalia, con su increíble diversidad de formas, tamaños y colores, es una planta que puede transformar cualquier jardín en un espectáculo vibrante desde el verano hasta el otoño. Para lograr este despliegue de belleza, es fundamental dominar las técnicas de plantación y propagación. Una correcta plantación de los tubérculos es la base para un crecimiento saludable y una floración abundante, mientras que el conocimiento de los métodos de propagación te permitirá multiplicar tus variedades favoritas y compartirlas con otros aficionados. Este proceso, que comienza con la preparación del terreno y la siembra del tubérculo, es un ritual que promete recompensas espectaculares. Profundizaremos en cada paso para asegurar que tus dalias no solo sobrevivan, sino que prosperen magníficamente.

El éxito de la plantación comienza mucho antes de que el tubérculo toque la tierra; empieza con la preparación meticulosa del lugar de siembra. Las dalias son exigentes en cuanto a sus condiciones de crecimiento, requiriendo un suelo bien drenado, fértil y una exposición a pleno sol. Antes de plantar, es crucial trabajar la tierra a una profundidad de al menos 25-30 centímetros, enriqueciéndola con compost o estiércol bien descompuesto para mejorar su estructura y nutrientes. Este paso inicial crea un lecho acogedor para los tubérculos, permitiendo que las raíces se desarrollen sin obstáculos y tengan acceso a todo lo que necesitan para un crecimiento vigoroso.

El momento de la plantación es igualmente crítico y depende en gran medida del clima de tu región. Las dalias son extremadamente sensibles a las heladas, por lo que los tubérculos no deben plantarse en el exterior hasta que todo peligro de heladas haya pasado y la temperatura del suelo se haya calentado a unos 15°C. Plantar demasiado pronto puede provocar que los tubérculos se pudran en el suelo frío y húmedo. Para aquellos que viven en climas más fríos y desean adelantar la floración, una excelente opción es iniciar los tubérculos en macetas en el interior unas cuatro a seis semanas antes de la última fecha de helada prevista.

La técnica de plantación en sí misma requiere atención al detalle para asegurar que el tubérculo se oriente correctamente y tenga el espacio necesario para crecer. Se debe cavar un hoyo de unos 15 centímetros de profundidad y lo suficientemente ancho para acomodar el tubérculo en posición horizontal. Es vital identificar el «ojo» o brote del tubérculo, que es donde surgirá el nuevo tallo, y colocarlo hacia arriba. Si vas a utilizar una estaca de soporte para variedades altas, es el momento ideal para insertarla junto al tubérculo, evitando así dañar el sistema radicular más adelante.

Preparando el terreno para el éxito

La preparación del suelo es, sin duda, el cimiento sobre el que se construirá la salud y la vitalidad de tus dalias. Un suelo bien preparado no solo proporciona los nutrientes necesarios, sino que también asegura el drenaje adecuado, un factor no negociable para la supervivencia de los tubérculos. Las dalias detestan los «pies mojados», y un suelo anegado es una sentencia de muerte segura por pudrición. Por lo tanto, el primer paso es evaluar y mejorar el drenaje, especialmente si tienes un suelo arcilloso y pesado. La incorporación de arena gruesa, perlita o materia orgánica como el compost puede mejorar drásticamente la estructura del suelo, creando canales para que el exceso de agua se drene.

Una vez asegurado el drenaje, el siguiente objetivo es enriquecer el suelo con nutrientes. Las dalias son plantas que se alimentan con avidez y aprecian un suelo rico en materia orgánica. Antes de plantar, es altamente recomendable esparcir una capa generosa de compost maduro, estiércol bien descompuesto o humus de lombriz sobre la superficie y trabajarla en los 20-30 centímetros superiores del suelo. Esta enmienda orgánica no solo aporta nutrientes de liberación lenta, sino que también mejora la capacidad del suelo para retener la humedad de manera equilibrada y fomenta una vida microbiana saludable, esencial para la asimilación de nutrientes por parte de las raíces.

El pH del suelo también juega un papel crucial en la disponibilidad de nutrientes para las plantas. Las dalias prefieren un entorno de suelo ligeramente ácido a neutro, con un pH ideal entre 6.5 y 7.0. Un pH fuera de este rango puede «bloquear» ciertos nutrientes, haciéndolos inaccesibles para la planta aunque estén presentes en el suelo. Es aconsejable realizar una prueba de pH antes de plantar para poder realizar los ajustes necesarios. La cal dolomita se puede utilizar para elevar el pH en suelos ácidos, mientras que el azufre elemental o la adición de turba pueden ayudar a reducir un pH demasiado alcalino.

Finalmente, una vez que el suelo está enmendado y equilibrado, el último paso de la preparación es el laboreo. Utiliza una horquilla de cavar o un motocultor para aflojar la tierra a una buena profundidad, rompiendo los terrones compactados y creando una textura suelta y aireada. Este proceso facilita que las raíces de la dalia se extiendan y penetren profundamente en el suelo, estableciendo un sistema radicular fuerte y robusto. Un suelo bien labrado y preparado es la mejor bienvenida que puedes dar a tus tubérculos de dalia, sentando las bases para una temporada de crecimiento espectacular.

El momento y la técnica de plantación

Elegir el momento adecuado para plantar los tubérculos de dalia es crucial para evitar que se dañen por el frío. Estas plantas de origen mexicano son intolerantes a las heladas, por lo que es imperativo esperar a que haya pasado cualquier riesgo de heladas tardías en tu zona. Una buena regla general es plantar las dalias al mismo tiempo que se plantarían los tomates o los pimientos. Además, la temperatura del suelo debe ser lo suficientemente cálida, idealmente alrededor de 15-16°C, para estimular el crecimiento en lugar de inducir la latencia o la pudrición. Consulta el calendario de heladas de tu región para determinar la ventana de plantación más segura.

Una vez que las condiciones son las adecuadas, la técnica de plantación requiere precisión. Cava un hoyo de unos 10 a 15 centímetros de profundidad. La anchura debe ser suficiente para que el tubérculo o el grupo de tubérculos pueda reposar cómodamente. Coloca el tubérculo en el fondo del hoyo de forma horizontal, como una patata tumbada, con los «ojos» o puntos de crecimiento apuntando hacia arriba. Si no estás seguro de dónde están los ojos, no te preocupes en exceso; la planta encontrará su camino hacia la luz, aunque orientarlos correctamente le da una ventaja inicial.

Después de colocar el tubérculo, es el momento de rellenar el hoyo. Cubre el tubérculo suavemente con la tierra que has extraído, asegurándote de no dañar los frágiles brotes si ya han comenzado a emerger. No compactes la tierra con demasiada fuerza, ya que una tierra suelta facilitará que los brotes lleguen a la superficie. Un punto muy importante en este momento es no regar el tubérculo inmediatamente después de plantarlo, a menos que el suelo esté extremadamente seco. El tubérculo contiene suficiente humedad para iniciar su crecimiento, y regar en exceso antes de que aparezcan los brotes puede provocar que se pudra.

El espaciado entre las plantas es otro factor importante a considerar durante la plantación. La distancia dependerá del tamaño final de la variedad que estés cultivando. Las variedades más pequeñas o enanas pueden plantarse a unos 30-45 centímetros de distancia, mientras que las variedades gigantes necesitarán un espacio de 60 a 90 centímetros para desarrollarse plenamente sin competir por la luz, el agua y los nutrientes. Un espaciado adecuado también promueve una buena circulación de aire, lo que es vital para prevenir enfermedades fúngicas más adelante en la temporada.

La propagación por división de tubérculos

La división de los tubérculos es el método más común, fiable y sencillo para propagar dalias, permitiéndote multiplicar tus plantas existentes y asegurar la vitalidad de la cepa. Con el tiempo, el grupo de tubérculos que forma una planta se vuelve grande y congestionado, lo que puede llevar a un menor vigor y una floración más pobre. Dividir estos grupos cada uno o dos años no solo te proporciona nuevas plantas, sino que también rejuvenece la planta madre. El mejor momento para realizar esta tarea es en primavera, justo antes de plantar, cuando los «ojos» o brotes de crecimiento son más visibles.

Para empezar, necesitarás el grupo de tubérculos que desenterraste y almacenaste durante el invierno. Inspecciona cuidadosamente el grupo y busca los ojos, que son pequeñas protuberancias de color rosado o púrpura que aparecen en la corona, la zona donde los tubérculos del año anterior se unen al tallo viejo. Es absolutamente crucial que cada división que hagas tenga al menos un ojo viable y una porción de la corona, ya que un tubérculo individual sin un ojo no brotará. Utiliza un cuchillo afilado y limpio o unas tijeras de podar para realizar cortes limpios y precisos.

El proceso de división requiere un enfoque metódico. Primero, puedes intentar separar suavemente los tubérculos con las manos para ver si se desprenden de forma natural. Para los grupos más compactos, tendrás que usar el cuchillo. Identifica un tubérculo sano y carnoso con un ojo claramente visible en la corona y corta a través de la corona para separarlo del resto del grupo. Continúa este proceso, asegurándote de que cada pieza resultante sea una unidad completa: un tubérculo sano para almacenar energía y al menos un ojo para generar el nuevo crecimiento. Descarta cualquier tubérculo que esté podrido, arrugado o dañado.

Una vez que hayas dividido todo el grupo, es una buena práctica dejar que las superficies cortadas se sequen y cicatricen durante un día en un lugar protegido antes de plantarlas. Este paso ayuda a prevenir la entrada de patógenos del suelo que podrían causar la pudrición. Algunas personas también espolvorean las superficies cortadas con azufre en polvo, un fungicida natural, como medida de protección adicional. Después de este proceso, tus nuevas divisiones están listas para ser plantadas, cada una con el potencial de convertirse en una planta de dalia fuerte y llena de flores.

Multiplicación a través de esquejes

La propagación de dalias a través de esquejes es una técnica muy eficaz que te permite obtener un gran número de plantas idénticas a la planta madre en un tiempo relativamente corto. Este método es especialmente útil para multiplicar variedades raras o caras y para producir plantas que a menudo son más vigorosas en su primer año que las cultivadas a partir de tubérculos. El proceso comienza a finales del invierno o principios de la primavera, unas semanas antes de la fecha de plantación en el exterior. Necesitarás «despertar» tus tubérculos almacenados para que empiecen a producir brotes.

Para iniciar el proceso, coloca los tubérculos en una bandeja o maceta poco profunda y cúbrelos ligeramente con un sustrato húmedo como turba, vermiculita o una mezcla para macetas ligera, dejando la corona expuesta. Mantén la bandeja en un lugar cálido y luminoso, como un invernadero o cerca de una ventana soleada, y mantén el sustrato ligeramente húmedo. En unas pocas semanas, comenzarás a ver cómo los brotes emergen de los ojos en la corona del tubérculo. Estos brotes son la materia prima para tus esquejes.

Cuando los brotes alcancen una altura de unos 7 a 10 centímetros y tengan al menos dos o tres pares de hojas, estarán listos para ser cortados. Utiliza un cuchillo afilado y esterilizado o un bisturí y corta el brote justo en su base, tratando de tomar una pequeña porción de la corona del tubérculo con el esqueje. Este pequeño trozo de tejido de la corona contiene hormonas de crecimiento que facilitarán el enraizamiento. Una vez cortado, retira el par de hojas inferiores del esqueje para exponer los nudos de las hojas, que es de donde surgirán las nuevas raíces.

Inmediatamente después de prepararlos, inserta la base de los esquejes en una maceta o bandeja llena de un medio de enraizamiento estéril y bien drenado, como una mezcla de turba y perlita o vermiculita. Puedes sumergir la base del esqueje en hormona de enraizamiento en polvo para acelerar el proceso, aunque no es estrictamente necesario. Riega suavemente y cubre la maceta con una bolsa de plástico transparente o una cúpula de propagación para crear un ambiente húmedo. Colócalos en un lugar cálido con luz indirecta y, en unas dos o tres semanas, los esquejes deberían haber desarrollado un sistema de raíces saludable y estar listos para ser trasplantados a macetas individuales.

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