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Requisitos nutricionales y fertilización de la margarita africana

Daria · 29.04.2025.

La margarita africana, también conocida como dimorfoteca o margarita del Cabo, es una planta ornamental anual de una belleza asombrosa, originaria de Sudáfrica, siendo un punto de color predilecto en jardines soleados y parterres de flores. Sus flores vivas, parecidas a las margaritas, brillan en tonos de amarillo, naranja, blanco y rosa, a menudo con un centro contrastante, atrayendo tanto a los insectos polinizadores como las miradas de los aficionados a la jardinería. Sin embargo, para que estas maravillosas flores luzcan en todo su esplendor y para que la planta se mantenga sana y resistente, es esencial asegurar un suministro adecuado de nutrientes. El propósito de este artículo es presentar en detalle los requisitos nutricionales de la margarita africana y las prácticas correctas de fertilización, para que todos puedan obtener lo máximo de esta planta agradecida.

La margarita africana se considera una planta relativamente poco exigente, pero esto no significa que no necesite nutrientes en absoluto para una floración abundante y un desarrollo saludable. En su hábitat original, en los suelos arenosos y pobres en nutrientes de la región del Cabo, puede sobrevivir, lo que indica que no se cuenta entre las plantas especialmente «voraces». A pesar de ello, en condiciones de jardín, donde el objetivo es la máxima producción de flores y un valor ornamental duradero, un aporte equilibrado de nutrientes es crucial. Un aporte excesivo de nutrientes, sin embargo, puede ser tan perjudicial como la carencia, por lo que es importante encontrar un término medio.

Las características botánicas de la planta, como su sistema radicular relativamente superficial pero extenso, y su rápido ritmo de crecimiento, determinan cómo y en qué forma puede absorber más eficientemente los nutrientes necesarios. Como planta amante de la luz, para una fotosíntesis adecuada y, por lo tanto, para la producción de energía, la presencia de nutrientes es esencial. La gestión del agua también está estrechamente relacionada con la absorción de nutrientes, ya que la mayoría de los elementos llegan a las raíces en forma disuelta en agua.

Si examinamos las condiciones del suelo del hábitat natural de la margarita africana, podemos observar que se ha adaptado bien a los suelos más secos, de textura más suelta, a menudo arenosos o pedregosos. Estos suelos no suelen ser ricos en materia orgánica y los nutrientes se lixivian fácilmente de ellos. Esta adaptabilidad le permite contentarse también en el jardín con una fertilización menos intensiva; es más, un medio excesivamente rico en nutrientes puede incluso ir en detrimento de la floración, provocando un desarrollo excesivo del follaje.

Por lo tanto, una nutrición equilibrada no solo influye en el número y tamaño de las flores, sino también en la vitalidad general de la planta y su resistencia a enfermedades y plagas. Una fertilización incorrecta puede debilitar la planta, hacerla más susceptible a enfermedades fúngicas o provocar trastornos en la absorción de nutrientes. En los siguientes capítulos, detallaremos cuáles son esos elementos nutritivos clave que necesita la margarita africana y cómo podemos asegurar su nivel óptimo.

Requisitos nutricionales básicos de la margarita africana

Uno de los pilares del cultivo exitoso de la margarita africana es la comprensión y satisfacción de las necesidades nutricionales básicas de la planta. Como todas las plantas, para la margarita africana también son indispensables los macronutrientes, necesarios en las mayores cantidades para el crecimiento y desarrollo. Entre estos se encuentran el nitrógeno (N), el fósforo (P) y el potasio (K), cada uno de los cuales desempeña un papel específico y vital en los procesos vitales de la planta. Una proporción equilibrada de estos elementos es especialmente importante, ya que la margarita africana no aprecia las concentraciones excesivas de nutrientes, por lo que el énfasis está en un suministro armónico, no en dosis abundantes.

El nitrógeno es principalmente responsable del crecimiento de las partes vegetativas, es decir, de las hojas y el tallo, y juega un papel clave en la formación de la clorofila, que da a la planta su color verde y es esencial para la fotosíntesis. En el caso de la margarita africana, un suministro adecuado de nitrógeno asegura un follaje frondoso y saludable, que sirve de base para la posterior formación de flores. Sin embargo, se debe evitar la sobredosis de nitrógeno, ya que esto puede conducir a un desarrollo excesivo del follaje en detrimento de las flores, la planta puede volverse laxa y más susceptible a las enfermedades. Generalmente, la necesidad de nitrógeno es mayor en la fase inicial del crecimiento vegetativo, y posteriormente se recomienda reducir la cantidad.

El fósforo es de importancia fundamental para el desarrollo del sistema radicular, la formación de flores y semillas, así como para los procesos de transformación de energía. Para la margarita africana, el fósforo asegura un sistema radicular fuerte y extenso, que permite una absorción más eficiente de agua y nutrientes, especialmente en suelos más secos y sueltos. Además, el fósforo estimula la formación de capullos y contribuye al color vibrante y la durabilidad de las flores. En caso de deficiencia de fósforo, la planta se desarrolla débilmente, las hojas pueden volverse más oscuras, incluso con tonos violáceos, y la floración puede ser ausente o escasa.

El papel del potasio es múltiple: contribuye a la salud general de la planta, aumenta su tolerancia al estrés, por ejemplo, a la sequía o a las fluctuaciones de temperatura, y mejora su resistencia a las enfermedades. El potasio regula el balance hídrico de la planta, ayuda al transporte de nutrientes dentro de la planta y activa diversos procesos enzimáticos. En el caso de la margarita africana, un suministro adecuado de potasio contribuye a la formación de tallos sólidos, al color intenso de las flores y a un período de floración más largo. Como signo de deficiencia de potasio, los bordes de las hojas pueden volverse amarillos, luego marrones, y el estado general de la planta puede deteriorarse.

El papel de los micronutrientes y otros elementos importantes

Aunque los macronutrientes, como el nitrógeno, el fósforo y el potasio, son necesarios en las mayores cantidades para la margarita africana, los micronutrientes u oligoelementos son indispensables para mantener los procesos vitales saludables de la planta. Estos elementos se necesitan en concentraciones mucho menores, pero su deficiencia puede causar problemas tan graves como la deficiencia de macronutrientes. Entre los micronutrientes más importantes se encuentran el hierro (Fe), el manganeso (Mn), el zinc (Zn), el cobre (Cu), el boro (B) y el molibdeno (Mo), cada uno de los cuales participa en procesos enzimáticos y fisiológicos específicos.

El hierro tiene una importancia destacada en la síntesis de la clorofila, por lo que influye directamente en la eficiencia de la fotosíntesis y el color verde de la planta. En ausencia de hierro, en las hojas más jóvenes de la margarita africana aparece una clorosis característica, es decir, un amarillamiento, mientras que las nervaduras de las hojas pueden permanecer verdes. Este síntoma es especialmente frecuente en suelos calcáreos y alcalinos, donde la disponibilidad de hierro es limitada. Para la prevención y el tratamiento de la deficiencia de hierro, se puede recurrir al uso de enmiendas del suelo que proporcionen un medio más ácido o a la aplicación de fertilizantes foliares que contengan hierro quelatado.

Otros micronutrientes, como el manganeso, también juegan un papel importante en la fotosíntesis y en la activación de enzimas. El boro es esencial para la formación de las paredes celulares, el transporte de carbohidratos y para el cuajado de flores y frutos, por lo que su deficiencia puede causar problemas de floración en la margarita africana. El zinc es un componente de numerosas enzimas y también participa en la síntesis de hormonas de crecimiento. La deficiencia o el exceso tóxico de estos elementos ocurre con menos frecuencia, pero una vida equilibrada del suelo y el mantenimiento de un pH adecuado ayudan a evitar tales problemas.

Tampoco debemos olvidar los macronutrientes secundarios, como el calcio (Ca) y el magnesio (Mg), que también son vitales. El calcio fortalece las paredes celulares, participa en la división celular y en el transporte de nutrientes. El magnesio es el átomo central de la molécula de clorofila, por lo que está directamente relacionado con la fotosíntesis, y también es un activador de numerosas enzimas. Aunque estos elementos suelen estar presentes en cantidades suficientes en la mayoría de los suelos de jardín, en suelos arenosos, ácidos o en caso de cultivos intensivos, su suplementación puede volverse necesaria, por ejemplo, en forma de dolomita molida o sulfato de magnesio.

Preparación del suelo y absorción de nutrientes

La eficiencia de la absorción de nutrientes por parte de la margarita africana depende en gran medida de la calidad del suelo y de su adecuada preparación. El suelo ideal para esta planta tiene una buena capacidad de drenaje, una estructura suelta y un pH ligeramente ácido o neutro. Los suelos excesivamente compactos y arcillosos no son favorables, ya que el agua estancada puede provocar la pudrición de las raíces e impedir la disponibilidad de nutrientes. Por el contrario, los suelos demasiado arenosos, aunque aseguran un buen drenaje, también permiten que los nutrientes se filtren rápidamente, por lo que puede ser necesaria una fertilización suplementaria más frecuente.

La reacción química del suelo, es decir, el valor del pH, es un factor crítico para la disponibilidad de nutrientes. Para la margarita africana, el rango óptimo de pH es de aproximadamente 6.0 a 7.0. En este rango, la mayoría de los macro y micronutrientes están presentes en una forma fácilmente accesible para la planta. Si el suelo es demasiado ácido (pH bajo), ciertos elementos, como el aluminio y el manganeso, pueden disolverse en cantidades tóxicas, mientras que la disponibilidad de fósforo disminuye. En suelos alcalinos (pH alto), el hierro, el manganeso, el zinc y el boro pueden volverse difícilmente accesibles. Para conocer el valor del pH del suelo, es recomendable realizar un análisis del suelo y, si es necesario, modificarlo, por ejemplo, mediante la aplicación de cal (alcalinización) o la adición de azufre o turba ácida (acidificación).

La incorporación de materias orgánicas, como compost de buena calidad o estiércol bien maduro, al suelo antes de la siembra es extremadamente beneficiosa para la margarita africana. Las materias orgánicas mejoran la estructura del suelo, aumentan la capacidad de retención de agua en suelos arenosos y mejoran el drenaje en suelos arcillosos. Además, se descomponen lentamente, liberando gradualmente los nutrientes que contienen y alimentando a los microorganismos beneficiosos del suelo, que también contribuyen a la liberación de nutrientes y a su transformación en una forma absorbible para las plantas. Las materias orgánicas, por su efecto tampón, también ayudan a estabilizar el pH del suelo.

El riego correcto está estrechamente relacionado con la absorción de nutrientes, ya que las plantas absorben los nutrientes de la solución del suelo, en forma disuelta en agua, a través de sus raíces. La margarita africana tiene necesidades moderadas de agua y tolera bien los períodos cortos de sequía, pero tanto la sequía prolongada como el riego excesivo pueden afectarla negativamente. El riego excesivo puede provocar un déficit de oxígeno en la zona radicular, lo que impide el funcionamiento de las raíces y la absorción de nutrientes, y favorece el desarrollo de enfermedades radiculares. Un suministro uniforme, pero no excesivo, de agua asegura la disponibilidad continua de nutrientes para la planta, sin dañar las raíces.

Estrategias y métodos de fertilización

El principio básico en la fertilización de la margarita africana es la moderación; esta planta tolera mejor las condiciones ligeramente más pobres en nutrientes que la fertilización excesiva. Debido a su hábitat original, se ha adaptado bien a los suelos más pobres, por lo que un aporte excesivo de nutrientes puede tener fácilmente efectos negativos. Tales efectos pueden ser, por ejemplo, el desarrollo de un follaje exuberante pero laxo y sensible a enfermedades, en detrimento de la floración, o la quema de las raíces debido a la alta concentración de sales en los fertilizantes minerales. Por lo tanto, al elaborar la estrategia de fertilización, siempre se deben tener en cuenta las necesidades de la planta y el contenido actual de nutrientes del suelo.

Al elegir el fertilizante adecuado, podemos optar por varias posibilidades, incluyendo fertilizantes orgánicos y anorgánicos (minerales), así como formulaciones de liberación lenta y líquidas. Los fertilizantes orgánicos, como el té de compost, el estiércol de vacuno maduro granulado, la harina de huesos o la emulsión de pescado, liberan lentamente sus nutrientes, mejoran la estructura del suelo y apoyan la vida del suelo, lo que es beneficioso a largo plazo para la margarita africana. Los fertilizantes minerales actúan más rápidamente, pero deben aplicarse con más precaución debido al riesgo de quemaduras. Los fertilizantes minerales de liberación lenta pueden representar un buen compromiso, ya que aseguran un suministro uniforme de nutrientes durante un período más largo.

El momento y la frecuencia de la fertilización también son cruciales. En el caso de la margarita africana, suele ser suficiente una fertilización básica al inicio de la temporada, en el momento de la siembra, por ejemplo, incorporando al suelo compost bien maduro o un fertilizante mineral equilibrado de liberación lenta. Durante el período de vegetación, especialmente en la fase intensa de floración, es posible una fertilización suplementaria cada 2-4 semanas, principalmente con fertilizantes líquidos que estimulen la floración, con un contenido más alto de fósforo y potasio, pero más bajo de nitrógeno. Es importante que a finales del verano y principios del otoño ya no administremos fertilizantes ricos en nitrógeno, para no estimular el crecimiento de brotes frescos, lo que podría hacer que la planta sea sensible a las heladas, en caso de que tengamos la intención de invernarla (aunque generalmente se cultiva como planta anual).

En cuanto a las recomendaciones específicas de fertilizantes, para la margarita africana suelen ser adecuados los fertilizantes generales para flores con una proporción NPK equilibrada (p. ej., 10-10-10) para la fertilización básica, o preparados con un contenido ligeramente más alto de fósforo (P) y potasio (K) (p. ej., 5-10-10 o 10-20-10) para estimular la floración. Sigue siempre las instrucciones de dosificación indicadas en el envase del fertilizante, ya que la sobredosis puede causar daños graves. Al aplicar soluciones nutritivas líquidas, asegúrate de que el suelo de la planta esté húmedo para evitar quemaduras en las raíces, y nunca viertas la solución concentrada directamente sobre las hojas.

Síntomas comunes de deficiencia de nutrientes y signos de fertilización excesiva

La deficiencia de nitrógeno es uno de los problemas nutricionales más comunes que pueden afectar a la margarita africana, especialmente en suelos arenosos y fácilmente lixiviables. El síntoma más característico de la deficiencia es el crecimiento general débil de la planta y la decoloración de las hojas, especialmente las más viejas e inferiores, que se vuelven de color verde pálido y luego amarillo. En casos severos, el amarillamiento puede extenderse a toda la planta, y la floración puede ser escasa o completamente ausente. Es importante distinguir la deficiencia de nitrógeno de otros problemas, como el riego excesivo, que también puede causar amarillamiento, pero en este caso las hojas están más bien lánguidas. Para corregir la deficiencia de nitrógeno, se puede administrar un fertilizante nitrogenado de acción rápida o una solución nutritiva orgánica (p. ej., purín de ortiga).

La deficiencia de fósforo se manifiesta inicialmente con síntomas menos visibles, pero a largo plazo puede retrasar considerablemente el desarrollo de la margarita africana. Entre los signos más característicos se encuentran el desarrollo débil de las raíces, el crecimiento lento, así como la coloración de las hojas en verde oscuro, verde azulado o incluso tonos violáceos, especialmente en el envés de las hojas y en los bordes. La floración se retrasa, el número de flores disminuye y la formación de semillas también puede ser débil. La absorción de fósforo depende en gran medida del pH, por lo que la verificación del pH del suelo y, si es necesario, su corrección, es el primer paso. Para la suplementación con fósforo, se puede utilizar harina de huesos, superfosfato o un fertilizante estimulante de la floración rico en fósforo.

Los síntomas de la deficiencia de potasio aparecen con mayor frecuencia primero en las hojas más viejas, generalmente como un amarillamiento de los bordes de las hojas, seguido de un pardeamiento y secado (necrosis). El tallo de la planta puede debilitarse y la resistencia general disminuye a las enfermedades y a los factores de estrés ambiental, como la sequía. El color de las flores puede ser más pálido y el período de floración puede acortarse. La deficiencia de potasio puede remediarse mediante la administración de sulfato de potasio, nitrato de potasio o un fertilizante complejo con alto contenido de potasio. Sin embargo, es importante una suplementación equilibrada, ya que un aporte excesivo de potasio puede inhibir la absorción de magnesio y calcio.

La fertilización excesiva puede ser al menos tan perjudicial para la margarita africana como la deficiencia de nutrientes. Una concentración excesiva de fertilizantes en el suelo puede «quemar» las raíces, lo que conduce al marchitamiento de la planta, incluso con el suelo húmedo. Los síntomas característicos son manchas marrones y quemadas en los bordes y puntas de las hojas, un crecimiento débil y alargado de los brotes (especialmente en caso de exceso de nitrógeno), así como una disminución o ausencia total de floración a pesar de un follaje frondoso. En la superficie del suelo también puede aparecer una eflorescencia salina blanca. Si se sospecha una fertilización excesiva, lo más importante es lavar a fondo el suelo con agua limpia para que el exceso de sales se elimine de la zona radicular. En el futuro, se debe reducir la cantidad y frecuencia de la administración de fertilizantes.

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