Share

Poda y recorte del almendro de flor

Daria · 14.04.2025.

El almendro de flor, también conocido como ciruelo de flor, es uno de los adornos más encantadores y espectaculares de los jardines de primavera con sus exuberantes y dobles flores rosadas. Sin embargo, para asegurar que mantenga su mejor forma y florezca profusamente año tras año, es esencial una poda profesional y regular. Muchos dudan en realizar esta tarea, pero con la técnica y el momento adecuados, no solo preservamos la salud de la planta, sino que también garantizamos el esplendor floral del próximo año. La poda es una especie de intervención rejuvenecedora que estimula a la planta a producir nuevos brotes, en los que se desarrollarán las flores de la primavera siguiente. La clave de esta intervención es comprender por qué y cómo realizamos los cortes en sintonía con el ciclo de vida de la planta.

El objetivo principal de la poda es fomentar la renovación continua, ya que el almendro de flor produce sus flores en los brotes del año anterior. De ello se deduce que, al podar, incitamos a la planta a desarrollar tantos tallos nuevos y fuertes como sea posible durante el resto de la temporada de crecimiento. Estos brotes frescos maduran durante el verano y el otoño, y es en ellos donde se diferenciarán los capullos de los que surgirán las flores de la próxima primavera. Sin poda, el arbusto se vuelve larguirucho, el número de flores disminuye y el hábito de la planta adquiere una apariencia envejecida y desordenada. Por lo tanto, un recorte profesional es una inversión directa en la riqueza de la floración del año siguiente.

El momento correcto es de vital importancia para el almendro de flor, y es aquí donde la mayoría de los jardineros cometen errores. La poda siempre debe realizarse inmediatamente después de la floración, tan pronto como hayan caído los últimos pétalos. Esto suele ocurrir a finales de la primavera o principios del verano. Si esperamos demasiado y posponemos la poda hasta mediados o finales del verano, acortamos el período durante el cual la planta necesita desarrollar nuevos brotes portadores de flores. El error más fatal es podar en invierno o principios de primavera, ya que esto elimina todos los capullos listos para florecer, y la planta no florecerá ese año.

Además de maximizar el potencial de floración, la poda también desempeña un importante papel fitosanitario. El almendro de flor es susceptible al tizón por Monilinia, que provoca la muerte de flores y brotes. Durante la poda, eliminamos las partes enfermas, dañadas o secas, evitando la propagación de patógenos. Además, al aclarar la copa, mejoramos la circulación del aire dentro de la planta, lo que reduce la humedad entre las hojas, creando así condiciones menos favorables para las infecciones fúngicas. Una copa bien mantenida y aireada es mucho más resistente a las enfermedades.

Herramientas y preparativos necesarios

Para una poda profesional, es fundamental el uso de herramientas de calidad y en buen estado. La herramienta más importante es un par de tijeras de podar afiladas, con las que podemos eliminar los brotes más delgados de un año. Para las ramas más gruesas y de varios años, se necesitarán unas tijeras de podar de dos manos (podadoras), que permiten una mayor fuerza gracias a sus mangos más largos. Para eliminar las ramas más viejas y gruesas, especialmente durante el rejuvenecimiento de las plantas en forma de arbusto, una sierra de mano, como una sierra japonesa, puede ser la mejor opción. Un requisito fundamental es que la cuchilla de cada herramienta esté limpia y afilada como una navaja, porque las herramientas desafiladas aplastan los tejidos de la planta, lo que dificulta la cicatrización de las heridas y abre el camino a los patógenos.

La limpieza y desinfección de las herramientas son cruciales para prevenir la propagación de enfermedades de las plantas, especialmente la Monilinia. Antes de comenzar el trabajo, y particularmente al pasar de una planta a otra, las superficies de corte de las herramientas deben desinfectarse a fondo. Para este propósito, son perfectamente adecuados el alcohol de farmacia, una solución de lejía (en una proporción de una parte de lejía por nueve partes de agua) o desinfectantes hortícolas especiales. Si se ha eliminado una rama claramente enferma, repita la desinfección antes del siguiente corte para evitar transferir la infección a las partes sanas de la planta.

La seguridad personal no debe olvidarse durante la poda. Un par de guantes de jardinería de buena calidad y resistentes protegerán sus manos de arañazos, ampollas y savias de plantas. Cuando trabaje por encima de la cabeza o corte en una estructura de ramas densa, también se recomienda el uso de gafas de seguridad para proteger sus ojos de ramas que puedan rebotar o de escombros que caigan. Asegúrese siempre de tener una base estable y no se estire peligrosamente para alcanzar ramas de difícil acceso; en su lugar, use una escalera de tamaño adecuado.

Antes de realizar el primer corte, tómese unos minutos para inspeccionar a fondo la planta. Retroceda unos metros y observe la forma y estructura completas del almendro de flor. Busque ramas muertas, enfermas, dañadas o que se crucen y rocen, ya que estas deben eliminarse primero, independientemente de si la planta tiene forma de árbol estándar o de arbusto. Esta evaluación inicial ayuda a planificar los cortes posteriores y a crear la forma de copa deseada, armoniosa y aireada. Podar sin un plan, de forma impulsiva, puede resultar fácilmente en una planta desproporcionada y demasiado raleada.

Técnicas de poda para formas estándar y de arbusto

La poda de un almendro de flor estándar, que está injertado en un tallo alto, es una intervención radical pero necesaria destinada a mantener una copa compacta, esférica o semiesférica. Después de la floración, todos los brotes que han florecido deben ser podados drásticamente. La técnica correcta es acortar cada brote que ha producido flores hasta su base, dejando solo 2-3 yemas, lo que significa un trozo de unos 5-10 centímetros. Este recorte aparentemente drástico estimula a la planta a producir un gran número de brotes nuevos y vigorosos a partir de las yemas restantes durante el verano, que luego se cubrirán de flores en toda su longitud al año siguiente.

Una parte esencial de la poda de la forma estándar es la eliminación de cualquier chupón que aparezca en el tronco o en la zona del portainjerto por debajo de la unión del injerto. Estos brotes surgen del portainjerto, la planta que proporciona el sistema radicular y el tronco, no de la copa noble. Si no se eliminan regularmente, la planta puede volverse silvestre y los chupones drenarán la energía de la copa injertada, en detrimento de la floración. Los chupones siempre deben cortarse lo más cerca posible del tronco, justo en su base, no solo pellizcarlos. Esta operación se puede realizar en cualquier momento del año, tan pronto como se noten estos brotes no deseados.

La poda del almendro de flor en forma de arbusto, de aspecto más natural, requiere un enfoque diferente; aquí, el objetivo es el rejuvenecimiento continuo y la creación de una estructura aireada. La poda debe comenzar eliminando por completo desde la base un tercio de las ramas más viejas, gruesas y senescentes. Córtelas cerca del nivel del suelo con una sierra, dejando espacio para que surjan nuevos brotes jóvenes desde abajo. Este corte de aclareo evita que el centro del arbusto se quede desnudo y asegura que la planta siempre tenga un equilibrio saludable de tallos de diferentes edades, lo que resulta en una floración uniforme.

Una vez que el arbusto ha sido raleado, es necesario recortar los brotes restantes más jóvenes que ya han florecido. Estos brotes no necesitan ser podados tan drásticamente como los de la forma estándar. Como regla general, elimine aproximadamente de la mitad a dos tercios de su longitud, cortando hasta una yema orientada hacia afuera. Este corte fomenta la ramificación y el desarrollo de un sistema de ramas más denso, pero aún aireado. Además, elimine cualquier rama débil, delgada, que crezca hacia adentro o que se cruce para que la luz y el aire puedan llegar a todas las partes del arbusto sin impedimentos.

Cuidados posteriores a la poda y cómo evitar errores comunes

Después de la poda, la planta necesita un apoyo adicional para una regeneración rápida y para iniciar un crecimiento intensivo de los brotes. Riegue abundantemente la base del almendro de flor después de la intervención, especialmente si el clima es seco y cálido. Una aplicación de un fertilizante equilibrado de liberación lenta o una capa de compost maduro esparcida alrededor de la base proporcionará los macro y micronutrientes necesarios para el desarrollo vigoroso de nuevos brotes. Este cuidado posterior ayuda a la planta a recuperarse del estrés de la poda y a reunir energía para la abundante floración del próximo año.

El tratamiento de las heridas de poda más grandes suele ser objeto de debate entre los jardineros. Según la visión moderna, para la mayoría de los cortes limpios hechos con herramientas afiladas, el uso de selladores de heridas es innecesario, ya que los propios mecanismos de defensa de la planta son suficientes para cerrar la herida. Sin embargo, para heridas extremadamente grandes hechas con una sierra, que superen los 3-4 centímetros de diámetro, puede ser aconsejable aplicar una fina capa de pasta cicatrizante o cera para heridas. Esto puede prevenir la entrada de insectos barrenadores de la madera y reducir la posibilidad de que se establezcan ciertos patógenos, aunque la protección más importante es siempre un corte limpio y una buena circulación de aire.

Uno de los errores más comunes y decepcionantes es el momento incorrecto. Nunca pode un almendro de flor en otoño, invierno o principios de primavera antes de que florezca, ya que esto eliminará todos los capullos de flores, dejando la planta desnuda ese año. Un error igualmente grave es esperar demasiado después de la floración. Si la poda se realiza solo a mediados o finales del verano, la planta no tendrá tiempo suficiente para producir brotes nuevos suficientemente fuertes y maduros que florecerán al final de la temporada. La regla es simple: el momento de la poda es dentro de una o dos semanas después de que termine la floración.

El otro error común es la precaución excesiva, o una poda demasiado tímida. Muchos jardineros temen podar la planta con la suficiente dureza, especialmente la forma estándar, por miedo a dañarla. Esto da como resultado un sistema de ramas débil, larguirucho y desnudo, en el que las flores se vuelven más pequeñas y escasas, y la copa pierde su forma compacta. Es importante entender que el almendro de flor tolera y, de hecho, requiere una poda fuerte. La planta recompensará una poda valiente y profesional cada año con un crecimiento vigoroso y una exhibición de flores increíblemente exuberante.

También te podría gustar