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La invernada del gladiolo de Abisinia

Daria · 28.03.2025.

El gladiolo de Abisinia, también conocido como gladiolo estrella, gladiolo perfumado o Acidanthera, es una planta originaria de África Oriental, famosa por su encantadora belleza y su embriagador aroma. Sus elegantes flores blancas con un centro de color violeta oscuro confieren a cada jardín una atmósfera exótica. Dada su procedencia tropical, la invernada al aire libre en nuestras condiciones climáticas representa un serio desafío y, en la mayoría de los casos, conduce a la muerte de la planta. Por lo tanto, es de crucial importancia que los cormos sensibles a las heladas se extraigan en otoño y se almacenen en condiciones adecuadas hasta la siguiente siembra primaveral, para asegurar la floración y la supervivencia de la planta año tras año.

Introducción al gladiolo de Abisinia y la importancia de la invernada

El gladiolo de Abisinia (Gladiolus murielae) es una planta perenne cormosa perteneciente a la familia Iridaceae. Impresiona por su aspecto grácil, sus flores estrelladas y péndulas, y un aroma característico y dulzón. El período de floración generalmente cae en la segunda mitad del verano, en agosto y septiembre; en este momento, muchas otras plantas ya han terminado de florecer, por lo que puede ser un valioso adorno en el jardín de finales de verano. Las flores aparecen individualmente o en pequeños grupos en tallos largos y también son excelentes como flores cortadas, llenando la casa con su perfume especial. Las hojas son estrechas, en forma de espada, de color verde claro, y realzan aún más el aspecto general de la planta.

En el hábitat natural de la planta, las regiones montañosas de Etiopía, los inviernos son suaves y los veranos cálidos. Por esta razón, no tolera nuestros inviernos continentales templados, especialmente las heladas intensas y un suelo constantemente húmedo y frío. La congelación de los cormos o su pudrición en suelo frío y húmedo está casi garantizada si se dejan al aire libre. Una invernada exitosa no es, por lo tanto, solo una opción, sino una necesidad si se desea continuar disfrutando de esta planta especial la temporada siguiente. Una invernada cuidadosa asegura la conservación de las reservas de energía de los cormos, para que puedan brotar con vigor en primavera.

Si se descuida la invernada, el escenario más probable es la pérdida total de la planta. Incluso durante inviernos más suaves, si el suelo no se congela en profundidad, los cormos pueden comenzar a pudrirse debido al efecto combinado de la humedad excesiva y el frío, o al menos debilitarse tanto que no puedan florecer al año siguiente. Durante la invernada, no solo se protege la planta de los daños de las heladas, sino que también se tiene la oportunidad de inspeccionar los cormos y eliminar cualquier ejemplar enfermo o dañado. De esta manera, se previene la propagación de enfermedades y se asegura que solo cormos sanos y vigorosos regresen al suelo en primavera.

Es importante señalar que, aunque el gladiolo de Abisinia pertenece al género Gladiolus, sus exigencias y su aspecto difieren ligeramente de los gladiolos híbridos comunes de flores grandes. Sin embargo, el procedimiento de invernada presenta muchas similitudes con el de otras plantas cormosas sensibles a las heladas, como las dalias o las begonias. La clave del éxito radica en el momento adecuado de la extracción, la preparación cuidadosa de los cormos y la garantía de condiciones ideales de almacenamiento. Estos pasos se detallarán más adelante, para que todos puedan dominar esta importante técnica de jardinería.

Momento óptimo para la extracción de los cormos

La extracción de los cormos del gladiolo de Abisinia debe realizarse antes de las primeras heladas fuertes. Esto ocurre generalmente a finales de octubre o principios de noviembre, pero es esencial monitorear las condiciones meteorológicas actuales. No se recomienda comenzar este trabajo demasiado pronto, ya que la planta, incluso después de la floración, continúa almacenando nutrientes importantes en los cormos a través de las hojas, preparándose para el crecimiento del año siguiente. Mientras el follaje esté verde, este proceso continúa activamente y contribuye al aumento del tamaño y la vitalidad de los cormos.

El momento más ideal para la extracción es cuando las hojas de la planta comienzan a amarillear y secarse, pero antes de que se produzcan las primeras heladas fuertes en el suelo. El amarilleo de las hojas señala que el período vegetativo está llegando a su fin y que los cormos han entrado en dormancia, preparándose para el período de reposo. Si se espera demasiado tiempo y el suelo ya está congelado, los cormos pueden dañarse, comprometiendo el éxito de la invernada. Una helada ligera y superficial generalmente no causa todavía daños a las partes subterráneas, pero temperaturas negativas persistentes pueden ser fatales.

Para la extracción, se debe elegir un día seco y soleado, cuando el suelo no esté demasiado húmedo. Esto facilita el trabajo y reduce el riesgo de dañar los cormos. Es más difícil extraer los cormos de suelo húmedo y fangoso sin dañarlos, y también la eliminación de la tierra adherida es más laboriosa. En condiciones más secas, los cormos son más fáciles de limpiar y se secan más rápidamente, lo cual es crucial para prevenir la pudrición.

Hay que asegurarse de conocer la ubicación exacta de las plantas, especialmente si se cultivan entre otras plantas en un macizo mixto. Puede ser útil marcar los tallos del gladiolo de Abisinia durante el verano, por ejemplo, con una pequeña estaca o una etiqueta. Esto es particularmente práctico si el follaje ya está completamente seco y es difícil de identificar. Una preparación cuidadosa y el momento adecuado contribuyen en gran medida al éxito de la invernada y a una floración abundante el año siguiente.

Preparación de los cormos para el almacenamiento

Después de haber extraído con cuidado los cormos del suelo utilizando una horca o una pala, procurando no dañarlos, el siguiente paso importante es una preparación meticulosa para el almacenamiento invernal. Primero, se deben eliminar los restos de tierra más grandes de los cormos, pero sin lavarlos con agua, ya que el exceso de humedad puede provocar pudrición. Se cortan los tallos a unos 5-10 centímetros por encima del cormo. Este trozo de tallo facilita la manipulación posterior e impide la entrada de patógenos en el cormo a través de la superficie de corte.

Los cormos limpios deben luego secarse durante algunos días, o incluso una o dos semanas, en un lugar aireado, seco, pero protegido de las heladas. Un lugar ideal para esto puede ser un cobertizo, un garaje o una terraza bien ventilada donde el aire pueda circular libremente a su alrededor. El propósito del secado es que las capas externas se sequen adecuadamente, reduciendo así el riesgo de moho y pudrición durante el almacenamiento. Se distribuyen los cormos en una sola capa sobre papel de periódico, una rejilla o en una caja poco profunda para que todas las partes estén expuestas al aire.

Después del período de secado, se deben inspeccionar cuidadosamente todos los cormos. Hay que retirar los que estén dañados, blandos, mohosos o que presenten signos de enfermedad. Tales ejemplares, de hecho, durante el almacenamiento pueden infectar a los sanos. En esta fase, es frecuente observar cormos más pequeños, llamados cormelos, formados alrededor del cormo principal. Estos pueden separarse delicadamente del cormo madre, almacenarse por separado y, plantados en primavera, se desarrollarán en plantas capaces de florecer en unos pocos años.

Algunos jardineros tratan los cormos con polvo fungicida antes del almacenamiento para prevenir enfermedades. Esto puede estar particularmente justificado si en el pasado ha habido problemas de moho u otras infecciones fúngicas. El polvo fungicida se debe aplicar en una capa delgada sobre los cormos, por ejemplo, agitándolos suavemente con el polvo en una bolsa de papel. Este paso no es obligatorio, pero puede aumentar la seguridad de la invernada, especialmente en condiciones de almacenamiento más húmedas.

Garantizar condiciones ideales de almacenamiento

Para los cormos de gladiolo de Abisinia cuidadosamente preparados y secados, el siguiente paso crucial es la elección de un lugar y un método de almacenamiento adecuados. La temperatura ideal de almacenamiento está entre 5 y 10 grados Celsius. En un ambiente más cálido, los cormos pueden comenzar a brotar prematuramente, mientras que temperaturas inferiores a cero pueden dañarlos o destruirlos. Es importante que la temperatura durante el almacenamiento sea relativamente constante, evitando grandes fluctuaciones.

El lugar de almacenamiento debe ser oscuro, seco y bien ventilado. La luz puede estimular la brotación precoz y la humedad excesiva favorece el moho y la pudrición. Un lugar excelente para el almacenamiento puede ser un sótano sin calefacción, una despensa fresca, un garaje protegido de las heladas o un cobertizo aislado. Es importante asegurar la circulación del aire en el local, por lo que no se deben llenar en exceso los recipientes de almacenamiento y se debe ventilar de vez en cuando si la temperatura exterior lo permite.

Los cormos se pueden almacenar en diversos materiales. Bolsas de papel, cajas de cartón o cajones llenos de virutas de madera, turba, arena, o posiblemente perlita o vermiculita son soluciones comunes. Lo esencial es que el material de almacenamiento tenga una estructura suelta y sea capaz de absorber el exceso de humedad, pero al mismo tiempo no seque excesivamente los cormos. Se deben colocar los cormos en una sola capa en el material de almacenamiento de modo que, idealmente, no se toquen, reduciendo así el riesgo de propagación de eventuales infecciones.

Durante el almacenamiento, al menos una vez al mes, es aconsejable comprobar el estado de los cormos. Hay que sacarlos del recipiente de almacenamiento e inspeccionar si hay ejemplares blandos, mohosos o arrugados entre ellos. Estos deben eliminarse inmediatamente para proteger los otros cormos sanos. Si el material de almacenamiento parece demasiado húmedo, se debe reemplazar por uno más seco. Un control regular ayuda a detectar y resolver oportunamente cualquier problema, garantizando el buen estado de los cormos para la primavera.

Problemas comunes durante la invernada y su prevención

A pesar de la preparación más cuidadosa, durante la invernada de los cormos del gladiolo de Abisinia pueden surgir problemas. Uno de los problemas más comunes es el moho, generalmente causado por una humedad excesiva y una ventilación inadecuada. Para prevenir esto, es fundamental secar bien los cormos antes del almacenamiento y garantizar un lugar de almacenamiento seco y bien ventilado. Si se detecta moho, se deben retirar inmediatamente los cormos afectados, secar nuevamente los demás si es necesario y reemplazar el material de almacenamiento.

Otro problema común es la desecación y el arrugamiento de los cormos. Esto puede suceder si el lugar de almacenamiento es demasiado cálido y seco, o si el material de almacenamiento absorbe demasiada humedad. Aunque la sequedad es preferible a la humedad, una pérdida excesiva de agua puede debilitar los cormos. Para evitar esto, se debe elegir un lugar de almacenamiento más fresco y un material de almacenamiento (p. ej., arena ligeramente húmeda, turba) que ayude a mantener la humedad ideal de los cormos sin estar demasiado mojado. También en este caso, un control ocasional ayuda a evaluar la situación.

Más raramente, pero también pueden producirse daños causados por roedores, especialmente si el lugar de almacenamiento (p. ej., cobertizo, sótano) es fácilmente accesible para ellos. Los ratones y topillos gustan de consumir los cormos ricos en nutrientes. Para prevenir esto, se deben utilizar recipientes de almacenamiento a prueba de roedores, por ejemplo, cajas con malla metálica o cajas de plástico bien cerradas con pequeños orificios de ventilación. La colocación de trampas para roedores también puede ayudar a resolver el problema, pero lo más importante es la prevención, es decir, hacer que el lugar de almacenamiento sea a prueba de roedores.

Puede ocurrir que los cormos comiencen a brotar prematuramente durante el almacenamiento. Esto generalmente es causado por una temperatura de almacenamiento demasiado alta o por la exposición a la luz. Si se observa esto, se debe intentar trasladar los cormos a un lugar más fresco y oscuro. No se recomienda romper los brotes precoces; en su lugar, se debe intentar ralentizar el proceso modificando las condiciones hasta la siembra primaveral. Tales cormos aún pueden salvarse, pero hay que asegurarse de que los brotes no se dañen antes de la plantación.

Preparación primaveral y plantación de los cormos

Después del largo reposo invernal, con la aproximación de la primavera, llega el momento de preparar los cormos del gladiolo de Abisinia para la nueva siembra. Generalmente a finales de abril o principios de mayo, después de que hayan pasado las heladas tardías, es tiempo de plantar, cuando el suelo se ha calentado lo suficiente. Unas semanas antes de la siembra prevista, es aconsejable trasladar los cormos a un lugar más luminoso y ligeramente más cálido (alrededor de 15-18 grados Celsius) para estimular su despertar y la formación de brotes. Esta llamada pregerminación puede acelerar la floración posterior.

Durante la pregerminación, los cormos se pueden colocar en una sola capa en una bandeja poco profunda, posiblemente sobre un poco de arena húmeda o turba, pero hay que asegurarse de que no queden encharcados. También en esta fase, es importante un control regular para poder retirar cualquier ejemplar que se haya ablandado o enmohecido. En los cormos sanos, pronto aparecerán pequeñas puntas de brotes, señalando que están listos para la siembra. Si también se han invernado cormelos, estos también se pueden preparar de manera similar.

Para la siembra, se debe elegir un lugar soleado, cálido y protegido del viento en el jardín. El gladiolo de Abisinia prefiere un suelo bien drenado y rico en nutrientes. Antes de plantar, es aconsejable remover el suelo y enriquecerlo con compost o estiércol bien maduro. Se deben plantar los cormos a unos 8-10 centímetros de profundidad y a una distancia de 10-15 centímetros entre sí, con la punta hacia arriba. Tienen un aspecto más hermoso si se plantan en grupo, por lo que es aconsejable plantar al menos 5-7 cormos juntos.

Después de la siembra, se debe regar abundantemente el suelo. Durante la temporada de crecimiento, es necesario un riego regular, especialmente durante los períodos más secos, pero se deben evitar los encharcamientos. Para promover la floración, es aconsejable fertilizar las plantas varias veces durante el verano con un fertilizante líquido rico en potasio. Con los cuidados adecuados, el gladiolo de Abisinia nos recompensará nuevamente con sus espléndidas flores y su embriagador aroma en la segunda mitad del verano, confirmando el esfuerzo dedicado a su invernada.

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