La dimorfoteca, también conocida como margarita africana o margarita del Cabo, es una planta de impresionante belleza originaria de Sudáfrica, que conquista jardines y balcones por igual con sus flores de vivos colores, similares a las margaritas. Debido a su naturaleza amante del sol, se siente mejor en lugares soleados y cálidos, recompensando el cuidado con una abundante floración en los meses de verano. En su país de origen, crece como planta perenne, sin embargo, en nuestras condiciones climáticas, donde los inviernos pueden ser gélidos, requiere una atención especial si deseamos disfrutar de ella también la próxima temporada. La cuestión de la invernada surge, por lo tanto, en muchos aficionados a la jardinería, ya que esta maravillosa planta, debido a su sensibilidad a las heladas, muy probablemente no sobreviviría a los meses fríos si se dejara al aire libre.
La dimorfoteca es extremadamente sensible a las heladas; incluso unos pocos grados bajo cero pueden causarle daños graves o incluso su muerte. En su hábitat natural, en partes de Sudáfrica, los inviernos son suaves y sin heladas, por lo que la planta sobrevive este período sin problemas. En cambio, los inviernos templados de nuestras zonas representan un desafío importante para ella. Muchos, por lo tanto, la tratan como una planta anual, se despiden de ella en otoño y compran nuevas plántulas en primavera, aunque, asegurando las condiciones adecuadas, se puede invernar.
Una invernada exitosa tiene numerosas ventajas. Por un lado, la primavera siguiente podemos comenzar la temporada con plantas más fuertes y desarrolladas, que se espera que florezcan antes y más abundantemente que los ejemplares jóvenes recién comprados. Por otro lado, si hemos logrado obtener una variante de color o una variedad particularmente hermosa, podemos conservar así su material genético para los años venideros. No menos importante, también puede ser una solución rentable, ya que no tenemos que gastar en plantas nuevas cada año.
Es importante ser consciente de que, aunque la invernada de la dimorfoteca es posible, el éxito no siempre está garantizado, y las necesidades específicas de la planta deben tenerse en cuenta al máximo. Muchos creen erróneamente que es suficiente simplemente llevarla a un lugar protegido de las heladas, pero la realidad es más matizada. La clave del éxito radica en la preparación adecuada, la provisión de las condiciones correctas de invernada y la readaptación gradual en primavera, temas que se tratarán en detalle a continuación.
Selección del lugar ideal para la invernada
Uno de los puntos cruciales para el éxito de la invernada es la selección cuidadosa del lugar adecuado. Debemos tener en cuenta tres factores principales: la luz, la temperatura y la ventilación. Cada uno de estos factores es igualmente importante para la supervivencia saludable de las plantas. Un lugar elegido incorrectamente, por ejemplo, un sótano demasiado oscuro o demasiado cálido, puede llevar fácilmente al debilitamiento o incluso a la muerte de las plantas, por lo que se debe prestar especial atención a este paso.
En cuanto a la temperatura, lo ideal es un espacio fresco pero protegido de las heladas. Óptimamente, la temperatura debería oscilar entre 5 y 10 grados Celsius durante la invernada. En un ambiente más cálido, la planta puede comenzar a crecer prematuramente, lo que puede resultar en brotes débiles y alargados, mientras que las temperaturas cercanas al punto de congelación o por debajo de él pueden dañar los tejidos. También es importante una relativa constancia de la temperatura, ya que las grandes fluctuaciones suponen un estrés para la planta.
La necesidad de luz durante la invernada disminuye, pero la dimorfoteca no debe mantenerse en completa oscuridad. Una ventana de sótano luminosa, una galería sin calefacción o la parte sur de un invernadero pueden ser adecuados. Si no se dispone de suficiente luz natural, se puede complementar la cantidad de luz que falta con lámparas para plantas, con unas pocas horas de iluminación al día. El objetivo es que la planta permanezca en estado de reposo vegetativo, pero que no sufra una falta total de luz.
La ventilación adecuada y la humedad del aire también son cruciales para prevenir enfermedades fúngicas. En espacios demasiado húmedos y sin ventilación, el moho u otros patógenos pueden aparecer fácilmente. Mediante una ventilación ocasional, aseguramos el suministro de aire fresco, pero evitamos las corrientes de aire frío. Tampoco es bueno que el aire sea demasiado seco, ya que esto puede favorecer la proliferación de plagas, como los ácaros.
Preparación de las plantas para la invernada
La preparación de las plantas para la invernada debe comenzarse a tiempo, antes de la llegada de las primeras heladas serias. Generalmente, esto significa el período desde finales de septiembre hasta mediados de octubre, dependiendo de las condiciones climáticas del año en curso. Observamos el estado de las plantas y el pronóstico del tiempo para poder actuar en el momento adecuado. La esencia de la preparación es acostumbrar gradualmente las plantas a las condiciones cambiadas y llevarlas al lugar de invernada en el mejor estado posible.
Uno de los primeros y más importantes pasos es la poda. Se recomienda podar la dimorfoteca antes de la invernada, aproximadamente a la mitad o incluso a dos tercios de su altura. De esta manera, reducimos la superficie de evaporación, hacemos la planta más compacta, lo que facilita su almacenamiento y reduce el riesgo de aparición de enfermedades. Es imprescindible eliminar todas las hojas y brotes secos, enfermos o dañados, para que solo queden las partes sanas.
Antes de llevar las plantas al lugar de invernada, las examinamos minuciosamente en busca de plagas y enfermedades. Prestamos especial atención al envés de las hojas y a la base de los brotes, donde las plagas suelen esconderse. Si observamos una infestación, por ejemplo, de pulgones o cochinillas, tratamos la planta antes de meterla en el interior con un producto fitosanitario adecuado, preferiblemente biológico. De esta manera, evitamos que las plagas se propaguen en el lugar de invernada e infesten otras plantas.
Si las dimorfotecas estaban plantadas en el jardín, las desenterramos con cuidado, procurando dañar lo menos posible el sistema radicular. Elegimos una maceta adecuada al tamaño del cepellón, que tenga orificios de drenaje en la base. Utilizamos tierra fresca para flores con buena capacidad de drenaje, por ejemplo, una mezcla de tierra universal para flores y arena. En el caso de las plantas en maceta, verificamos la calidad de la tierra y, si es necesario, reponemos o reemplazamos la capa superior.
Cuidados durante la invernada
Durante la invernada, el cuidado de las plantas difiere significativamente del habitual en el período de vegetación, principalmente debido a la reducida necesidad de agua y nutrientes. Quizás el error más común que podemos cometer es el riego excesivo. En un ambiente fresco, los procesos vitales de las plantas se ralentizan, por lo que su absorción de agua también se reduce al mínimo. Regamos solo cuando la capa superior de la tierra está casi completamente seca, e incluso entonces solo con moderación, proporcionando la cantidad justa de agua para mantener la tierra ligeramente húmeda.
La suplementación con nutrientes, es decir, la fertilización, es generalmente innecesaria durante la invernada, e incluso puede ser perjudicial. Dado que la planta está en estado de reposo, no puede utilizar los nutrientes, que pueden acumularse en el suelo y dañar las raíces. Pueden ser una excepción los casos en que la invernada se realiza en condiciones muy suaves y luminosas, y la planta muestra un crecimiento mínimo; en este caso, podemos administrarle muy raramente una solución nutritiva muy diluida, pero en general esto no es necesario hasta la primavera.
A pesar de que las plantas están en reposo, su revisión regular es esencial durante todo el período de invernada. Las examinamos de vez en cuando para detectar a tiempo posibles plagas, como las cochinillas algodonosas o los ácaros, que pueden ser más frecuentes en espacios con aire seco. Prestamos atención también a los signos de enfermedades fúngicas, por ejemplo, el moho gris, que pueden ser consecuencia de una humedad excesiva o una mala ventilación, y tomamos las medidas adecuadas si es necesario.
El cuidado siempre debe adaptarse a las condiciones actuales y al estado de la planta. Si, por ejemplo, la temperatura del lugar de invernada aumenta temporalmente, la planta podría necesitar un poco más de agua. Observamos el estado de las hojas: el marchitamiento puede ser un signo de falta de agua, pero también de riego excesivo. La invernada es un proceso dinámico, en el que la observación cuidadosa y la reacción rápida y adecuada son cruciales para el éxito.
El despertar primaveral y la readaptación
Con el final del invierno, a medida que los días se alargan y la temperatura comienza a subir, llega el momento de «despertar» a las dimorfotecas. Generalmente podemos comenzar este proceso desde mediados hasta finales de marzo, pero siempre tenemos en cuenta las condiciones meteorológicas actuales y el cese del peligro de heladas. Buscamos en la planta signos de nueva vida, por ejemplo, pequeños brotes frescos, que indican que está lista para comenzar la temporada de crecimiento. Es importante no apresurar este proceso, ya que un despertar demasiado temprano puede tener consecuencias negativas.
El primer paso del despertar es aumentar gradualmente la cantidad y frecuencia del riego, a medida que la planta se vuelve más activa. Paralelamente, si es posible, podemos trasladarla a un lugar un poco más cálido, pero aún luminoso. Evitamos los cambios bruscos y drásticos, ya que pueden causar un shock a la planta. La paciencia también es crucial aquí; damos tiempo a la planta para que se adapte lentamente a las condiciones cambiadas y reactive sus procesos vitales.
Cuando ya no hay peligro de heladas nocturnas y la temperatura diurna supera constantemente los 10-15 grados Celsius, podemos comenzar a aclimatar las plantas al exterior, lo que se conoce como endurecimiento. Este es un proceso extremadamente importante, durante el cual acostumbramos gradualmente las plantas a las condiciones exteriores: luz más intensa, viento y fluctuaciones de temperatura. Inicialmente, las sacamos solo por unas pocas horas a un lugar protegido y semisombreado, luego aumentamos gradualmente el tiempo que pasan al aire libre y la cantidad de sol directo, durante aproximadamente una o dos semanas.
Después de una aclimatación exitosa, generalmente desde mediados de mayo, cuando el peligro de heladas ha pasado definitivamente, podemos plantar las dimorfotecas en su lugar definitivo en el jardín o sacarlas al balcón o terraza. Si es necesario, las trasplantamos a una maceta más grande con tierra fresca para flores, para que tengan suficiente espacio y nutrientes para crecer. Al plantar en el jardín, elegimos un lugar soleado con buen drenaje y preparamos el suelo incorporando un poco de compost o estiércol maduro.
Errores comunes y solución de problemas durante la invernada
Uno de los errores más comunes cometidos durante la invernada y, al mismo tiempo, la principal causa de muerte de las plantas es el riego excesivo. En condiciones frescas y de reposo, la absorción de agua de las plantas disminuye drásticamente, y el agua estancada puede provocar la pudrición de las raíces. Los síntomas de esto son el amarilleo y marchitamiento de las hojas, incluso con un sustrato húmedo. Como solución, suspendemos inmediatamente el riego, dejamos que la tierra se seque y, posteriormente, reponemos el agua solo con mucho cuidado. Un sustrato de plantación con buen drenaje y los orificios en la base de la maceta son de fundamental importancia.
Otro problema común es la cantidad insuficiente de luz, especialmente su falta, lo que conduce al ahilamiento de las plantas, o etiolación. En este caso, los brotes se vuelven delgados, débiles y las hojas pequeñas y pálidas. Aunque la necesidad de luz disminuye durante la invernada, en completa oscuridad la planta se debilita. Si observamos esto, intentamos trasladar la planta a un lugar más luminoso o utilizamos iluminación suplementaria con una lámpara para plantas. Los brotes etiolados, desafortunadamente, ya no se fortalecerán, pero podemos eliminarlos durante la poda de primavera.
Especialmente en las plantas invernadas en espacios con calefacción y aire seco, a menudo pueden aparecer plagas, como los ácaros o las cochinillas algodonosas. Su presencia puede ser indicada por finas telarañas en las hojas, deformaciones o una capa pegajosa. Para la prevención, aseguramos una humedad del aire adecuada (por ejemplo, colocando las macetas sobre bandejas llenas de grava) y examinamos regularmente las plantas. Si observamos una infestación, en casos más leves puede ser suficiente limpiar las plagas con un paño húmedo, y en casos más graves utilizamos un aerosol de agua jabonosa o un insecticida adecuado.
Ocasionalmente, puede suceder que la planta invernada parezca muerta, sus hojas hayan caído y sus brotes parezcan secos. Sin embargo, antes de renunciar definitivamente a ella, vale la pena hacer una prueba sencilla: raspamos suavemente la corteza del tallo o de un brote más grueso con la uña. Si debajo encontramos tejido verde y vivo, entonces la planta todavía está viva y, con el cuidado adecuado, puede brotar de nuevo en primavera. En este caso, tengamos paciencia y continuemos con el riego mínimo hasta que muestre signos de vida.