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Enfermedades y plagas de la margarita africana

Daria · 27.01.2025.

La margarita africana, también conocida como dimorfoteca o margarita del Cabo, es una planta anual o perenne de corta vida originaria de Sudáfrica, de una belleza impresionante, apreciada por los jardineros por sus flores de colores vivos, similares a las margaritas. Aunque en general se considera una planta ornamental relativamente resistente, lamentablemente no está completamente exenta de diversas enfermedades y plagas que ocasionalmente pueden causar serios quebraderos de cabeza a su cuidador. Sin embargo, con los conocimientos adecuados, estos problemas se pueden prevenir y tratar eficazmente, asegurando así el desarrollo saludable de nuestras plantas y una floración abundante. En este artículo, presentamos en detalle los patógenos y plagas más comunes que afectan a la margarita africana, y abordamos los posibles métodos de control, para que todos puedan disfrutar durante mucho tiempo de estas flores soleadas que irradian alegría.

Aparición y características de las enfermedades fúngicas

Las margaritas africanas son atacadas con mayor frecuencia por diversas infecciones fúngicas, especialmente en condiciones climáticas húmedas y cálidas, o si las plantas están plantadas demasiado juntas, lo que dificulta una adecuada circulación del aire. Estas enfermedades pueden causar síntomas variados en hojas, tallos e incluso en las flores, afectando significativamente el valor estético y la vitalidad de la planta. La detección temprana y la intervención rápida son cruciales para un control exitoso, ya que una infección extendida es mucho más difícil de manejar. Es importante recordar que la prevención es siempre más sencilla y eficaz que la lucha contra una enfermedad ya establecida.

Entre las enfermedades fúngicas más comunes se encuentra el oídio, que forma un característico recubrimiento polvoriento blanco en el haz y el envés de las hojas, así como en los brotes jóvenes. Este recubrimiento inhibe la fotosíntesis, las hojas pueden deformarse, amarillear y luego caer prematuramente, y en casos severos puede llevar al debilitamiento de toda la planta. Otro problema frecuente es el mildiu, que causa más bien una eflorescencia grisácea-blanquecina o violácea en el envés de las hojas, mientras que en el haz de la hoja aparecen manchas amarillentas y difusas. El mildiu también prefiere el ambiente húmedo y puede propagarse rápidamente en el cultivo.

La podredumbre de las plántulas es un complejo de enfermedades fúngicas que amenaza específicamente a las plantas jóvenes, germinadas o recién trasplantadas, y es causada, entre otros, por hongos de los géneros Pythium, Fusarium y Rhizoctonia. Como resultado de la infección, el tallo de las plantas jóvenes cerca de la superficie del suelo se adelgaza, se ablanda, y luego la planta simplemente se vuelca y muere. Para prevenir esto, es crucial el uso de un sustrato de siembra de buena calidad y estéril, evitar el riego excesivo y asegurar una ventilación adecuada. El moho gris (Botrytis cinerea) también puede ser un huésped frecuente, especialmente en tiempo fresco y húmedo, y se asienta principalmente en las partes dañadas de la planta y en las flores marchitas, donde forma un moho gris y aterciopelado.

La base del control de las enfermedades fúngicas es la prevención, que incluye asegurar condiciones de cultivo adecuadas, como una ubicación soleada, un suelo bien drenado, respetar la distancia óptima de siembra entre las plantas para una buena circulación del aire y evitar la fertilización excesiva con nitrógeno. También es importante la correcta programación del riego; en la medida de lo posible, regar por la mañana para que el follaje pueda secarse durante el día y evitar mojar innecesariamente las hojas. Si a pesar de todo aparece la infección, ante los primeros síntomas observados, las partes enfermas de la planta deben eliminarse inmediatamente y destruirse para evitar una mayor propagación. En casos más severos, puede ser necesaria la aplicación de fungicidas adecuados, pero siempre se deben tener en cuenta los aspectos ambientales y las instrucciones de uso del producto.

Peligros de las enfermedades de la raíz y del cuello de la raíz

Las enfermedades de la raíz y del cuello de la raíz representan un problema insidioso para la margarita africana, ya que sus síntomas a menudo se vuelven evidentes solo cuando la infección ya está en una etapa avanzada. Estas enfermedades suelen ser causadas por hongos del suelo que penetran en la planta a través del sistema radicular o la parte inferior del tallo. El riego excesivo, el suelo mal drenado y compactado, y el agua estancada favorecen en gran medida la proliferación de estos patógenos y el desarrollo de la infección. La prevención es también aquí de suma importancia, ya que un sistema radicular gravemente dañado se regenera con dificultad.

Entre los hongos más comunes que causan la podredumbre de la raíz se encuentran especies de Phytophthora, Pythium y Rhizoctonia. En la etapa inicial de la infección, el crecimiento de la planta se ralentiza, las hojas comienzan a amarillear, se marchitan, incluso si el suelo parece húmedo. Esto sucede porque las raíces dañadas no pueden absorber suficiente agua y nutrientes. Si se saca la planta con cuidado de la maceta o del suelo, las raíces pueden estar marrones, blandas, desmenuzables, en lugar de raíces sanas, blancas y vigorosas. En casos severos, también el cuello de la raíz puede pudrirse, lo que lleva a la rápida muerte de la planta.

La fusariosis, causada por hongos del género Fusarium, también puede representar una seria amenaza. Este patógeno infecta a través de las raíces y luego se propaga por los tejidos conductores de la planta, obstruyéndolos e impidiendo el flujo de agua y nutrientes. Como resultado, un lado de la planta o ciertos brotes comienzan a marchitarse repentinamente, a amarillear y luego a secarse, mientras que el resto de la planta puede parecer temporalmente sano. A medida que la enfermedad progresa, toda la planta muere. Una característica de la infección por fusariosis puede ser una decoloración marrón visible en la sección transversal del tallo, a lo largo de los haces vasculares.

Para prevenir las enfermedades de la raíz y del cuello de la raíz, es esencial el uso de un suelo de buena calidad, con estructura suelta y buena capacidad de drenaje. En el caso del cultivo en macetas, se deben asegurar orificios de drenaje en la base de la maceta y utilizar una capa de drenaje. Se debe evitar el riego excesivo, dejando siempre que la capa superior del suelo se seque ligeramente entre dos riegos. Es importante la aplicación de la rotación de cultivos en los bancales del jardín para reducir la cantidad de patógenos acumulados en el suelo. Si se observan signos de infección, las plantas afectadas, lamentablemente, a menudo deben eliminarse y destruirse para evitar una mayor propagación, y el suelo circundante debería desinfectarse o reemplazarse.

Ataque de pulgones y otras plagas chupadoras

Las margaritas africanas pueden ser atacadas no solo por enfermedades fúngicas, sino también por diversas plagas chupadoras que causan daños al succionar la savia de las plantas. De estas, los pulgones son los más comunes y conocidos, pero otros insectos pequeños también pueden representar un problema serio. Las plagas chupadoras no solo debilitan la planta con su daño directo, sino que a menudo también pueden transmitir virus, y la melaza que excretan, sobre la cual se asienta la fumagina, puede empeorar aún más el estado de la planta y su apariencia estética. La inspección regular ayuda a detectar a tiempo la aparición de plagas.

Los pulgones son insectos pequeños, generalmente de color verde, negro o amarillento, que aparecen en colonias en los brotes jóvenes, en el envés de las hojas y en los capullos florales. Con su aparato bucal picador-chupador, succionan la savia de las plantas, lo que conduce a la deformación de las hojas, amarillamiento y detención del crecimiento de los brotes. Además, excretan melaza, una sustancia pegajosa y azucarada que atrae a las hormigas y sirve como medio de cultivo para la fumagina, un hongo que forma una capa negra sobre las hojas, inhibiendo la fotosíntesis. Los pulgones se reproducen rápidamente, por lo que es importante una intervención temprana.

Los ácaros rojos también pueden ser huéspedes frecuentes, especialmente en tiempo cálido y seco. Estos diminutos arácnidos viven en el envés de las hojas y tejen una fina telaraña. Como resultado de su succión, aparecen en las hojas pequeños puntos amarillentos o blanquecinos, posteriormente las hojas adquieren un tono bronceado, se secan y caen. En caso de una infestación fuerte, toda la planta puede quedar cubierta por una telaraña. La presencia de ácaros rojos es difícil de detectar debido a su tamaño, por lo que es recomendable examinar regularmente el envés de las hojas, incluso con una lupa.

Los trips son insectos pequeños, de cuerpo delgado y alados, que también succionan la savia de las plantas, pero además, con su aparato bucal raspador, dañan los tejidos de las hojas. Como resultado de sus daños, aparecen en las hojas manchas o rayas plateadas o blanquecinas, los pétalos de las flores pueden deformarse y decolorarse. Los excrementos de los trips son visibles como pequeños puntos negros en las hojas. Estas plagas también pueden transmitir virus. Su control puede ser difícil debido a su modo de vida oculto y su rápida reproducción, por lo que se recomienda priorizar las medidas preventivas y los métodos de control biológico.

Plagas masticadoras y otros huéspedes ocasionales

Aunque la margarita africana no se encuentra entre los principales objetivos de las plagas masticadoras, ocasionalmente diversas orugas, caracoles o incluso saltamontes pueden dañar las hojas y las flores. Estas plagas suelen roer agujeros de forma irregular, excavaciones en las partes de la planta, lo que puede causar problemas estéticos y, en casos más severos, puede inhibir el desarrollo de la planta. El alcance del daño generalmente no es tan significativo como en el caso de las plagas chupadoras o las enfermedades fúngicas, pero merece atención.

Las orugas de diferentes especies de mariposas pueden aparecer ocasionalmente en la margarita africana y causar daños al roer las hojas, más raramente los pétalos de las flores. El alcance del daño depende del número y el estado de desarrollo de las orugas. En caso de un número reducido de individuos, las orugas pueden recogerse manualmente y eliminarse. En caso de una infestación mayor, se pueden utilizar insecticidas biológicos, como preparados a base de Bacillus thuringiensis, que actúan selectivamente sobre las orugas, protegiendo al mismo tiempo a los insectos beneficiosos. Es importante la inspección regular para detectar a tiempo los daños.

Las babosas y los caracoles pueden causar problemas especialmente en períodos húmedos y lluviosos o en las zonas más sombreadas y húmedas del jardín. Son activos por la noche y dejan tras de sí agujeros roídos irregularmente en las hojas y los brotes jóvenes, así como un rastro característico de mucosidad. El control se puede realizar de varias maneras: el polvo de cal, el serrín o las cáscaras de huevo trituradas, esparcidas alrededor de las plantas, pueden formar una barrera física. Diversas trampas para caracoles (por ejemplo, la trampa de cerveza) también pueden ser eficaces, y en el mercado existen gránulos ecológicos para el control de caracoles.

Ocasionalmente, otras plagas masticadoras, como algunos escarabajos o saltamontes, también pueden probar las hojas de la margarita africana. Sus daños suelen ser esporádicos y no significativos, por lo que raramente requieren medidas especiales de control. Lo más importante es mantener la biodiversidad del jardín, lo que favorece la presencia de enemigos naturales, como insectos depredadores y aves, que ayudan a mantener bajo control las poblaciones de estas plagas. El control químico solo debe aplicarse en casos justificados, como última solución.

Enfermedades virales y sus síntomas

Aunque en la margarita africana las enfermedades virales son menos frecuentes que las infecciones fúngicas o los problemas causados por las plagas chupadoras, se puede esperar su aparición. Los virus son patógenos microscópicos que, al penetrar en las células de la planta, subordinan su metabolismo a su propia reproducción. Actualmente no existen tratamientos fitosanitarios específicos contra las infecciones virales, por lo que el énfasis principal debe ponerse en la prevención y en impedir la propagación. Los virus a menudo se transmiten de una planta a otra a través de plagas chupadoras, como pulgones o trips.

Los síntomas de las infecciones virales pueden ser extremadamente variados y a menudo difíciles de distinguir de las alteraciones causadas por otras enfermedades o deficiencias nutricionales. Un síntoma frecuente es la decoloración en mosaico de las hojas, que consiste en manchas o rayas amarillentas o verde claro sobre el tejido foliar verde normal. También puede producirse la deformación de las hojas, el enrollamiento, el abarquillamiento, así como el enanismo de las plantas y un desarrollo raquítico. El color de las flores puede cambiar, pueden volverse moteadas o los pétalos de las flores pueden deformarse. Es importante mencionar que la intensidad de los síntomas depende del tipo de virus, de la variedad de la planta y de los factores ambientales.

El diagnóstico de las infecciones virales es a menudo incierto sin análisis de laboratorio, ya que los síntomas pueden indicar también otros problemas. Si surge la sospecha, es recomendable aislar la planta de las demás para evitar una posible propagación. La estrategia de prevención más importante es el control eficaz de los vectores virales, es decir, de los insectos que transmiten los virus. Esto incluye la inspección regular de pulgones, trips y otras plagas chupadoras y, si es necesario, su reducción. También hay que asegurarse de que las herramientas utilizadas para la poda y la división de matas estén siempre limpias y desinfectadas.

Si se observan signos claros de infección viral en una planta y su estado se deteriora significativamente, la solución más segura, lamentablemente, es la eliminación completa y la destrucción de la planta enferma (¡no compostarla!), para proteger a las demás plantas aún sanas de la infección. Es importante utilizar únicamente semillas y plántulas sanas, procedentes de fuentes fiables, ya que algunos virus pueden transmitirse también a través del material de siembra. La elección de variedades resistentes también puede reducir el riesgo de enfermedades virales, aunque en el caso de la margarita africana existe poca información disponible sobre variedades específicamente resistentes a los virus.

Estrategias generales de prevención y manejo integrado de plagas

Para mantener la salud de la margarita africana, el método más eficaz es centrarse en la prevención y aplicar los principios del manejo integrado de plagas. Este enfoque implica el uso coordinado de diferentes métodos de control, dando prioridad a las soluciones respetuosas con el medio ambiente y limitando el uso de pesticidas químicos solo a los casos absolutamente necesarios. Las plantas sanas y en buen estado son menos susceptibles a las enfermedades y a los ataques de plagas, por lo que asegurar unas condiciones de cultivo adecuadas es fundamental.

El primer paso en la prevención es la elección del lugar de plantación adecuado. La margarita africana es una planta amante del sol, por lo que se le deben asegurar al menos 6-8 horas de sol directo al día. El suelo debe estar bien drenado, con una estructura suelta, para evitar la asfixia de las raíces y el agua estancada, que favorece a los hongos que causan la podredumbre de la raíz. También es importante respetar la distancia adecuada entre plantas, lo que asegura una buena circulación del aire, de modo que las hojas se sequen más rápido después de la lluvia o el riego, reduciendo las posibilidades de aparición de infecciones fúngicas.

Los hábitos de riego también juegan un papel importante en la prevención de enfermedades. Se debe evitar el riego excesivo y, en la medida de lo posible, regar en las primeras horas de la mañana, para que el follaje tenga tiempo de secarse durante el día. El agua de riego debe dirigirse directamente al suelo, no a las hojas. Un suministro equilibrado de nutrientes también contribuye a aumentar la resistencia de las plantas, pero se debe evitar la fertilización excesiva con nitrógeno, ya que esto conduce a tejidos laxos, que hacen a la planta más susceptible a las enfermedades y a las plagas chupadoras.

El manejo integrado de plagas incluye la inspección regular de las plantas para detectar a tiempo los primeros signos de enfermedades o plagas. La eliminación y destrucción inmediata de las partes infectadas o dañadas de la planta pueden prevenir la propagación del problema. Los métodos de control biológico, como la introducción o atracción de insectos beneficiosos (mariquitas, crisopas) al jardín, pueden ayudar a la regulación natural de las poblaciones de plagas. Solo en última instancia, y solo de forma selectiva, se recurrirá a los productos fitosanitarios que menos afecten al medio ambiente, respetando siempre las instrucciones de uso y las normativas medioambientales.

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