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Cuidado de las gerberas

Daria · 17.01.2025.

La gerbera, esta planta originaria de Sudáfrica que presume de flores de vivos colores, es merecidamente popular tanto entre los aficionados a la jardinería como entre los floristas. Su aspecto radiante, con capítulos florales que brillan en casi todas las tonalidades del arcoíris, aporta alegría tanto a nuestros hogares como a nuestros jardines. Sin embargo, para que esta belleza proporcione una alegría duradera, es esencial el conocimiento y la aplicación de los cuidados adecuados. En este artículo exploraremos a fondo todos los entresijos del cultivo de la gerbera para que cualquiera pueda cuidar con éxito esta fascinante planta y maravillarse con sus incomparables flores.

Variedades de gerbera y breve historia

El mundo de las gerberas es increíblemente diverso; nos encontramos con innumerables variedades cultivadas que difieren en tamaño, forma de la flor y color. Existen versiones muy pequeñas, enanas, que lucen maravillosas cultivadas en macetas, y variedades más grandes que también se defienden como flor cortada. Las flores pueden ser simples, semidobles o dobles, y el espectro de colores abarca desde el blanco, pasando por el amarillo, naranja, rosa, hasta el rojo intenso y el morado. Es importante mencionar que los mejoradores están constantemente creando nuevos híbridos con propiedades aún más especiales, por lo que la selección se amplía año tras año.

El género Gerbera fue nombrado originalmente en honor a Traugott Gerber, un botánico y naturalista alemán que vivió y trabajó en el siglo XVIII. El momento exacto del descubrimiento de la planta y su introducción en Europa es algo incierto, pero a finales del siglo XIX ya era conocida en los círculos hortícolas. Sin embargo, alcanzó la verdadera popularidad en el siglo XX, cuando el trabajo de mejora genética se aceleró y aparecieron más variedades resistentes a enfermedades, más adecuadas para el cultivo y visualmente más atractivas. Hoy en día, la gerbera se ha convertido en una de las plantas ornamentales más queridas y cultivadas del mundo, gracias a su versatilidad y valor estético.

La gran mayoría de las gerberas disponibles comercialmente son híbridos (Gerbera x hybrida) resultantes de cruces entre Gerbera jamesonii y otras especies silvestres. Estos híbridos combinan los mejores rasgos de las especies parentales, como flores grandes y de colores vivos, un largo período de floración y una mejor resistencia a las enfermedades. Durante la mejora, se presta especial atención a la fortaleza del tallo floral, lo cual es particularmente importante para su uso como flor cortada. Así, las variedades modernas de gerbera de hoy en día son mucho más duraderas y fáciles de manejar que sus ancestros silvestres.

Al elegir una gerbera, vale la pena considerar el propósito para el que queremos usarla. Si va a ser una planta de maceta que adorne nuestro hogar, las variedades de crecimiento compacto con floración abundante pueden ser ideales. Si queremos admirar su belleza como flor cortada, entonces buscamos variedades con tallos largos y fuertes y flores duraderas. Conocer las diferencias entre variedades nos ayuda a elegir la planta más adecuada para nuestras necesidades, una que nos brindará alegría durante mucho tiempo.

Requisitos de luz y ubicación ideal

La gerbera es una planta con altos requerimientos de luz que recompensa la luz solar abundante. Para florecer profusamente y desarrollarse de forma saludable, necesita al menos seis horas de luz solar directa al día. Por lo tanto, para el cultivo en interiores, se debe elegir el alféizar más luminoso, como una ventana orientada al sur o al oeste. Si no recibe suficiente luz natural, los brotes de la planta pueden volverse larguiruchos, sus hojas más pálidas y la floración puede estar ausente o ser escasa. También se puede considerar la iluminación artificial para plantas durante los meses de invierno, que son más pobres en luz.

Para el cultivo al aire libre, también se debe buscar un lugar soleado, pero ligeramente protegido del sol abrasador del mediodía, especialmente en los calurosos días de verano. Aunque ama el calor y la luz, el sol excesivamente fuerte y quemante puede dañar sus hojas y flores. Una ubicación donde reciba pleno sol por la mañana y algo de sombra por la tarde puede ser ideal para ella. Una buena circulación de aire también es importante, pero se deben evitar los lugares con corrientes de aire, ya que a la gerbera no le gustan.

La ubicación adecuada no se trata solo de las condiciones de luz, sino de la totalidad de los factores ambientales. Hay que asegurarse de que la planta no esté expuesta a fluctuaciones bruscas de temperatura. Por ejemplo, no se debe colocar en la vecindad inmediata de un radiador o en un lugar donde las ventanas o puertas se abran con frecuencia durante los meses fríos. Un ambiente estable y equilibrado contribuye al desarrollo saludable y a la floración abundante de las gerberas.

Si se saca la gerbera al jardín o terraza en verano, hay que aclimatarla gradualmente a las condiciones cambiantes. Durante los primeros días, colócala en un lugar más sombreado solo durante unas pocas horas, luego aumenta gradualmente el tiempo que pasa al sol día tras día. Esto ayuda a prevenir quemaduras en las hojas y el estrés de la planta. Sigue el mismo procedimiento en otoño al traerla de nuevo al interior cuando llegue el clima más fresco.

El arte del riego

El riego de las gerberas es un elemento crucial para un cuidado exitoso; se debe encontrar un equilibrio entre el exceso de riego y permitir que se sequen. A la planta le gusta el suelo húmedo pero no encharcado. Antes de regar, siempre se debe comprobar el contenido de humedad de la capa superior del suelo. Si al tocarla con el dedo se siente seca a una profundidad de aproximadamente 1-2 cm, es hora de regar. Es importante que el agua penetre completamente en el cepellón y que el exceso se drene a través de los orificios de drenaje en la base de la maceta.

Para el riego, es preferible usar agua a temperatura ambiente y blanda, como agua de lluvia o agua del grifo que se haya dejado reposar. El agua demasiado fría puede causar un shock a las raíces. Hay que asegurarse de que, al regar, el agua caiga directamente sobre el suelo y no sobre las hojas de la planta o en el centro de la roseta de hojas, ya que esto puede llevar al desarrollo de enfermedades fúngicas. El agua que se estanca en el centro de las hojas es particularmente propicia para la pudrición de la corona, uno de los problemas más comunes de la gerbera.

Durante la temporada de crecimiento, desde la primavera hasta el otoño, cuando la planta está creciendo activamente y floreciendo, necesita un riego más frecuente. Con el calor del verano, incluso podría ser necesario un riego diario, especialmente si la planta está en un lugar soleado. En invierno, durante el período de dormancia, se debe reducir la frecuencia y la cantidad de riego. Deja que el suelo se seque un poco más entre riegos, pero asegúrate de que el cepellón nunca se seque por completo.

El riego excesivo es uno de los mayores enemigos de la gerbera, ya que puede provocar la pudrición de las raíces. Los signos de esto pueden incluir hojas amarillentas y marchitas, una corona blanda y de color marrón, y un suelo con olor desagradable. Si se observan tales síntomas, se debe reducir inmediatamente el riego y, si es necesario, trasplantar la planta a un suelo fresco y bien drenado, eliminando cualquier parte de la raíz podrida. Para la prevención, siempre hay que asegurarse de que haya orificios de drenaje en la base de la maceta y vaciar regularmente cualquier exceso de agua del platillo debajo de la maceta.

Requisitos del suelo y elección del medio de cultivo

Para la gerbera, es esencial un suelo de buena calidad con una estructura suelta y una excelente capacidad de drenaje. Sus raíces son sensibles al agua estancada, por lo que se debe proporcionar un medio que no se compacte y permita el drenaje rápido del exceso de agua. Un suelo ligeramente ácido o neutro, con un pH entre 5.5 y 6.5, es ideal para ella. No le gusta el suelo excesivamente calcáreo; en tal medio, pueden ocurrir problemas de absorción de nutrientes.

Las mezclas de tierra comerciales de buena calidad desarrolladas para plantas con flores generalmente satisfacen las necesidades de las gerberas. Estas pueden mejorarse aún más añadiendo un poco de arena, perlita o guijarros de arcilla de grano pequeño para lograr un drenaje y una aireación del suelo aún mejores. Es importante que el medio de cultivo elegido sea rico en nutrientes pero no contenga demasiada materia orgánica fresca y sin descomponer, lo que podría fomentar la proliferación de patógenos.

Si se desea preparar una mezcla de suelo propia, una buena base puede ser la turba de jardín, el estiércol compostado o el compost maduro mezclado con arena. Una proporción posible es: dos partes de turba, una parte de compost y una parte de arena o perlita. La clave es que el resultado final sea un medio aireado, de estructura desmenuzable, que retenga bien la humedad pero no se encharque. Al plantar, hay que asegurarse de que la corona de la planta (roseta de hojas) no quede por debajo de la superficie del suelo, ya que esto también puede provocar pudrición.

Al elegir una maceta de plantación, también se debe tener en cuenta un buen drenaje. Definitivamente, se debe elegir una maceta que tenga varios orificios de drenaje en la base. Usar una maceta de barro puede ser más ventajoso que una de plástico, ya que su material más poroso ayuda a la aireación del suelo y a la evaporación del exceso de humedad. El tamaño de la maceta debe ser proporcional al tamaño de la planta; no se debe plantar en una maceta demasiado grande, ya que esto también puede provocar una humedad excesiva del suelo.

Suministro de nutrientes y fertilización

La gerbera, especialmente durante su período de floración, es una planta bastante exigente en cuanto a nutrientes. Para una floración abundante y duradera, necesita un suministro regular de nutrientes. Durante la temporada de crecimiento, desde la primavera hasta el otoño, es aconsejable administrarle un fertilizante líquido equilibrado desarrollado para plantas con flores cada dos o tres semanas, junto con el riego. Se debe elegir un fertilizante que también contenga micronutrientes, especialmente hierro y manganeso, ya que su deficiencia puede causar amarillamiento de las hojas.

Es importante aplicar siempre el fertilizante sobre suelo húmedo, nunca administrar fertilizante a un suelo completamente seco, ya que esto puede dañar las raíces. No se debe exceder la concentración recomendada por el fabricante; de hecho, es mejor preparar una solución ligeramente más diluida para evitar el peligro de una fertilización excesiva. El consumo excesivo de nutrientes puede ser al menos tan perjudicial como una deficiencia; puede causar quemaduras en las hojas, daño a las raíces e inhibir la formación de flores.

Durante los meses de invierno, cuando el crecimiento de la planta se ralentiza y está en su período de dormancia, se debe suspender la fertilización o aplicar nutrientes como máximo una vez al mes, en una forma muy diluida. El consumo excesivo de nutrientes durante el período de dormancia puede alterar el ciclo natural de la planta y debilitarla. En primavera, cuando se reanuda el crecimiento, se debe reiniciar gradualmente la fertilización regular.

Alternativamente, también se pueden usar gránulos de fertilizante de liberación lenta que, mezclados en el medio de cultivo, proporcionan los nutrientes necesarios gradualmente durante un período más largo. Esto puede ser particularmente útil si se tiende a olvidar la fertilización regular. Sin embargo, también en este caso, se debe prestar atención a la dosis correcta y elegir un producto específicamente diseñado para plantas con flores en maceta. Los fertilizantes orgánicos, como el té de compost, también pueden tener un buen efecto en las gerberas, pero estos también deben usarse con moderación.

Temperatura óptima y humedad

La gerbera prefiere un ambiente cálido, pero no excesivamente caluroso. La temperatura diurna ideal para ella está entre 20-25°C (68-77°F), y por la noche, puede ser ligeramente más fresca, 15-18°C (59-64°F). Es importante evitar las fluctuaciones bruscas de temperatura, ya que estas pueden causar estrés a la planta y afectar negativamente la floración. Las temperaturas inferiores a 10°C (50°F) ya pueden ser perjudiciales para ella, por lo que durante los meses más fríos, definitivamente debe mantenerse en un lugar libre de heladas.

En cuanto a la humedad, la gerbera prefiere un ambiente moderadamente húmedo, siendo ideal una humedad relativa de alrededor del 40-60%. El aire excesivamente seco, especialmente durante la temporada de calefacción en interiores, puede causar problemas; los bordes de las hojas pueden volverse marrones y la planta puede volverse más susceptible a las plagas, como los ácaros araña. Existen varios métodos para aumentar la humedad, como colocar una bandeja llena de agua y guijarros junto a la planta, o una nebulización regular pero cuidadosa.

Al nebulizar, hay que asegurarse de usar un pulverizador fino de agua y no rociar directamente sobre las flores o en el centro de la roseta de hojas para evitar el crecimiento de hongos. Nebulizar por la mañana es lo más beneficioso para que las hojas tengan tiempo de secarse por la noche. Las plantas mantenidas en grupos también pueden ayudar a aumentar la humedad del microclima local, ya que las plantas transpiran.

En invierno, en habitaciones con calefacción, es particularmente importante prestar atención a proporcionar una humedad adecuada. Si el aire es muy seco, también se puede considerar la compra de un humidificador eléctrico, especialmente si se tienen varias plantas amantes de la humedad. Proporcionar un ambiente estable y libre de corrientes de aire con la temperatura y humedad adecuadas para la gerbera contribuye a su desarrollo saludable y al mantenimiento de un esplendor floral continuo.

Poda y eliminación de flores marchitas

La poda de las gerberas generalmente no requiere procedimientos complicados, limitándose principalmente a la eliminación de flores marchitas y hojas viejas, dañadas o enfermas. La eliminación regular de los tallos florales marchitos, también conocida como «deadheading», es extremadamente importante. Esto no solo es beneficioso estéticamente, sino que también estimula a la planta a desarrollar nuevas flores al evitar que desperdicie energía en la producción de semillas. Se debe quitar el tallo floral marchito desde la base con un suave movimiento de torsión o con unas tijeras afiladas y limpias.

También es aconsejable eliminar regularmente las hojas inferiores, amarillentas o secas. Estas hojas ya no realizan la fotosíntesis de manera eficiente y pueden proporcionar un caldo de cultivo para enfermedades fúngicas o plagas. Al quitar las hojas, también hay que asegurarse de que la superficie del corte esté limpia y de no dañar las partes sanas de la planta. Siempre se deben usar tijeras de podar esterilizadas o un cuchillo para prevenir la transmisión de patógenos.

A veces, una gerbera puede volverse demasiado densa, con las hojas demasiado apiñadas. En tales casos, se puede realizar un aclareo eliminando algunas hojas internas para mejorar la circulación del aire en el centro de la planta. Esto ayuda a prevenir el desarrollo de enfermedades fúngicas y asegura que la luz llegue a todas las hojas. Sin embargo, esta operación debe realizarse con cuidado; no se deben quitar demasiadas hojas a la vez, ya que esto puede debilitar la planta.

Siempre se deben eliminar los restos de plantas resultantes de la poda de la maceta y sus alrededores, ya que las partes de plantas en descomposición también pueden atraer plagas y enfermedades. La limpieza regular y la eliminación de partes muertas contribuyen a mantener la salud de la gerbera y su apariencia estética. Este cuidado se recompensa con la floración continua y la vitalidad de la planta.

Métodos de propagación de la gerbera

Las gerberas se propagan más comúnmente por semilla y por división, aunque en el caso de las variedades híbridas, las plantas cultivadas a partir de semillas no siempre conservan las características parentales. La propagación por semillas es más apropiada para variedades de línea pura o aquellas destinadas específicamente a la propagación por semillas, o es utilizada por los mejoradores al crear nuevos híbridos. La capacidad de germinación de las semillas frescas de gerbera es relativamente buena, pero se deteriora rápidamente, por lo que es aconsejable sembrarlas lo antes posible. Se debe usar una mezcla de siembra suelta y bien drenada para la siembra.

Las semillas deben cubrirse solo superficialmente con tierra, o presionarse ligeramente sobre la superficie del suelo, ya que germinan con luz. La germinación requiere una temperatura de alrededor de 20-25°C (68-77°F) y un medio continuamente húmedo. Después de que emerjan las plántulas, se les debe proporcionar suficiente luz y, cuando sean lo suficientemente fuertes, trasplantarlas con cuidado a macetas separadas. Las gerberas cultivadas a partir de semillas generalmente comienzan a florecer a partir del segundo año. Este método requiere paciencia, pero puede ser emocionante cultivar tus propias plantas desde el principio.

La división es un método mucho más común y sencillo de propagación de la gerbera, especialmente para las plantas de maceta. El momento más adecuado para esto es la primavera, cuando la planta entra en su fase de crecimiento activo, o junto con el trasplante. Se debe levantar con cuidado la planta de su maceta y sacudir el exceso de tierra de las raíces. Con un cuchillo afilado y estéril o con la mano, se debe separar con cuidado el cepellón en varias partes, asegurándose de que cada parte tenga suficientes raíces y al menos uno o dos puntos de crecimiento (brotes).

Las nuevas divisiones obtenidas se deben plantar en tierra para macetas fresca y de buena calidad y, durante las primeras semanas, mantenerlas en un ambiente ligeramente más húmedo, protegidas de la luz solar directa, hasta que se fortalezcan. Hay que tener cuidado con el riego; no se deben regar en exceso las divisiones recién plantadas. La división no solo es adecuada para la propagación, sino también para rejuvenecer los cepellones viejos y demasiado crecidos. Este método puede asegurar que tu gerbera favorita continúe adornando tu hogar año tras año, renovada.

Plagas y enfermedades comunes

Desafortunadamente, las gerberas, como muchas otras plantas ornamentales, pueden ser atacadas por diversas plagas y enfermedades. Entre las plagas más comunes se encuentran los pulgones, los ácaros araña, los trips y las moscas blancas. Los pulgones suelen infestar los brotes jóvenes y los capullos, debilitando la planta al succionar su savia y pudiendo causar deformidades. Los ácaros araña aparecen principalmente en ambientes secos y cálidos, formando finas telarañas en el envés de las hojas y causando amarillamiento y bronceado del follaje.

Los trips son pequeños insectos voladores que también dañan las hojas y las flores, dejando manchas plateadas y distorsiones. Las moscas blancas se asientan en el envés de las hojas y excretan melaza, lo que puede provocar infecciones fúngicas secundarias, como la fumagina. Las plagas se pueden controlar con insecticidas, pero para infestaciones más leves, también pueden ser eficaces métodos más naturales como el lavado con una solución de jabón potásico o el uso de aceite de neem. La inspección regular es importante para detectar los problemas a tiempo.

Entre las enfermedades, las más significativas son las infecciones fúngicas como el moho gris (Botrytis), el oídio y la pudrición de la corona. El moho gris aparece en condiciones de humedad y crea una capa gris y polvorienta en las partes de la planta, especialmente en las flores marchitas y las hojas dañadas. El oídio causa una capa blanquecina y harinosa en las hojas. La pudrición de la corona, como se mencionó anteriormente, es consecuencia del riego excesivo y el mal drenaje y puede provocar la muerte de la planta.

Para prevenir enfermedades, es importante asegurar unas condiciones de cultivo adecuadas: buena circulación de aire, evitar el riego excesivo, mantener las hojas secas y eliminar las partes muertas de la planta. En caso de infecciones fúngicas, puede ser necesaria la aplicación de fungicidas. Siempre se deben leer atentamente las instrucciones de uso de los productos fitosanitarios y seguir las regulaciones. Las plantas sanas y fuertes son menos susceptibles a las plagas y enfermedades, por lo que se debe poner énfasis en la prevención.

La necesidad y el proceso de trasplante

Las gerberas generalmente se benefician del trasplante cada año o dos, dependiendo de lo rápido que crezcan y llenen su maceta. El mejor momento para el trasplante es en primavera, cuando la planta comienza un nuevo ciclo de crecimiento. Las señales que indican que la planta ha superado su maceta incluyen raíces que emergen de los orificios de drenaje en la base de la maceta, el cepellón que se seca muy rápidamente o un crecimiento más lento a pesar de recibir los cuidados adecuados.

Para el trasplante, se debe elegir una maceta que sea un tamaño más grande que la anterior. Es importante no plantarla en un recipiente demasiado grande, ya que esto puede provocar una humedad excesiva del suelo y la pudrición de las raíces. Se debe usar tierra para macetas fresca, de alta calidad y de estructura suelta, diseñada específicamente para plantas con flores en maceta, o mezclar tu propia mezcla de suelo como se describió anteriormente. Hay que asegurarse de que la nueva maceta también tenga orificios de drenaje adecuados en la base.

El proceso de trasplante implica retirar con cuidado la gerbera de su maceta vieja. Si las raíces están muy enredadas, se deben aflojar suavemente. Se debe examinar el sistema radicular y eliminar cualquier parte de la raíz muerta, dañada o podrida con una herramienta limpia y afilada. Se debe colocar una capa de tierra fresca en el fondo de la nueva maceta, luego colocar la planta de manera que la corona de la raíz (donde las raíces se encuentran con el tallo) esté a la misma altura que en la maceta anterior, o ligeramente más alta, pero nunca por debajo de la superficie del suelo.

Se debe llenar la maceta con tierra fresca alrededor de las raíces, apisonando ligeramente para eliminar las bolsas de aire, pero no con demasiada firmeza, para que el suelo permanezca suelto. Después del trasplante, se debe regar bien la planta para que el suelo se humedezca bien y las raíces entren en contacto con el nuevo medio. Durante las primeras semanas, se debe mantener la gerbera recién trasplantada en un lugar ligeramente más sombreado y evitar la fertilización hasta que las raíces se hayan establecido y comience un nuevo crecimiento.

Hibernación y dormancia de las gerberas

La gerbera es una planta originaria de Sudáfrica, por lo que en nuestro clima, generalmente no es resistente al invierno al aire libre. Si se mantiene como planta de maceta y se saca al jardín o terraza en verano, definitivamente debe llevarse a un lugar libre de heladas antes de las primeras heladas. Para la hibernación, es ideal una habitación luminosa y fresca donde la temperatura esté entre 7-15°C (45-59°F). Esto podría ser una galería sin calefacción, un sótano luminoso o una ventana en una habitación más fresca.

Durante la hibernación, la gerbera está en su período de dormancia, por lo que su crecimiento se ralentiza o se detiene por completo. Durante este tiempo, el riego debe reducirse significativamente. Solo debe recibir suficiente agua para evitar que su cepellón se seque por completo. Se debe permitir que la capa superior del suelo se seque completamente entre riegos. La fertilización debe suspenderse por completo durante la hibernación. Es importante asegurar una buena ventilación en el lugar de hibernación para prevenir el desarrollo de enfermedades fúngicas.

El período de dormancia es esencial para que la gerbera vuelva a florecer profusamente la temporada siguiente. Este período permite que la planta recupere fuerzas. Si se hiberna en un lugar demasiado cálido y oscuro, la planta puede volverse larguirucha y débil, y la floración del año siguiente puede estar ausente o ser escasa. En primavera, cuando haya pasado el peligro de heladas y la temperatura aumente de manera constante, se debe acostumbrar gradualmente la planta a condiciones más cálidas y soleadas.

Algunas variedades de gerbera, especialmente aquellas mejoradas específicamente para la siembra en jardín, pueden tolerar cierto grado de helada si se cubren con una gruesa capa de mantillo (por ejemplo, hojas, paja). Sin embargo, esto es arriesgado en nuestro clima, y para la mayoría de las gerberas híbridas disponibles comercialmente, la hibernación libre de heladas es la solución más segura. Si no estás seguro de la resistencia al invierno de una variedad en particular, elige siempre la opción más segura de hibernación libre de heladas.

La gerbera como flor cortada y su cuidado

La gerbera no solo es popular como planta de maceta, sino también extremadamente popular como flor cortada, gracias a sus colores vibrantes y su apariencia alegre. Para disfrutarla en un jarrón durante mucho tiempo, vale la pena seguir algunas prácticas sencillas. Al comprar gerberas como flores cortadas, hay que asegurarse de que el tallo esté firme e intacto, y que el capítulo floral esté fresco, de colores vivos y libre de daños. Los pétalos no deben estar marchitos ni marrones.

Antes de colocar las flores en el jarrón, se deben cortar 1-2 cm del extremo de sus tallos en diagonal con un cuchillo afilado o unas tijeras de floristería. Si es posible, esta operación debe realizarse bajo el agua para evitar que entren burbujas de aire en el tallo, lo que dificultaría la absorción de agua. Se deben quitar las hojas inferiores que quedarían por debajo de la línea de flotación en el jarrón, ya que estas comenzarán a descomponerse, contaminarán el agua y provocarán el crecimiento bacteriano.

Siempre se debe lavar bien el jarrón y usar agua fresca y fría. Se puede añadir conservante para flores al agua, que proporciona nutrientes a las flores e inhibe el crecimiento bacteriano. Si no se tiene conservante para flores a mano, también puede ayudar un poco una pizca de azúcar y unas gotas de lejía o una tableta de aspirina. Se debe cambiar el agua a diario o cada dos días, y en este momento, recortar un poco los extremos de los tallos de nuevo.

No se deben colocar las gerberas bajo la luz solar directa, cerca de una fuente de calor o junto a frutas maduras, ya que el gas etileno emitido por las frutas acelera el marchitamiento de las flores. También se deben evitar las corrientes de aire. Con el cuidado adecuado, las gerberas cortadas pueden permanecer frescas en un jarrón hasta una o dos semanas, aportando alegría y color a tu hogar. Los tallos de algunas variedades son propensos a ablandarse en el agua; para evitar esto, colócalas solo en unos pocos centímetros de agua.

Necesidades especiales y desafíos en el cuidado

Durante el cuidado de la gerbera, pueden surgir ciertas necesidades especiales y desafíos a los que vale la pena prestar atención para tener éxito. Uno de ellos es la ya mencionada sensibilidad a la pudrición de la corona. Para evitar esto, además de las técnicas de riego correctas y un suelo bien drenado, es importante que al plantar, la corona de la planta (roseta de hojas) no se coloque profundamente en el suelo, sino que esté nivelada o ligeramente por encima de la superficie del suelo. Esto asegura una aireación adecuada de la corona.

El amarillamiento de las hojas puede ser un problema común, que puede tener varias causas. La deficiencia de nutrientes, especialmente la deficiencia de hierro o manganeso, puede causar clorosis, donde las nervaduras de las hojas permanecen verdes, pero el limbo de la hoja entre ellas se vuelve amarillo. Esto se puede remediar con un fertilizante adecuado que también contenga micronutrientes. El riego excesivo o insuficiente también puede provocar amarillamiento, por lo que es importante revisar los hábitos de riego. Además, las condiciones de luz inadecuadas o las temperaturas excesivamente bajas pueden contribuir al problema.

La ausencia de floración o una floración escasa también pueden ser frustrantes. La causa más común de esto es la falta de luz. Para una floración abundante, la gerbera necesita mucha luz. Además, un suministro inadecuado de nutrientes, especialmente la deficiencia de fósforo, o un consumo excesivo de nitrógeno (que estimula el crecimiento excesivo del follaje a expensas de la floración) también pueden causar el problema. Asegurar un período de dormancia adecuado en invierno también es importante para la floración del año siguiente.

A veces, los tallos florales de la gerbera pueden ser débiles y doblarse. Esto puede indicar una deficiencia de calcio o simplemente ser una característica de la variedad. Ciertas variedades tienen tallos más fuertes que otras. Un suministro adecuado de nutrientes y unas condiciones de cultivo estables pueden ayudar a fortalecer los tallos. A pesar de los desafíos, el cuidado de la gerbera es una tarea gratificante, ya que con la atención y el cuidado adecuados, nos regala flores maravillosas.

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