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Control de la mariposa cardera – Cómo hacerlo eficazmente

Daria · 26.05.2025.

La mariposa cardera, también conocida como vanesa de los cardos, es una de las mariposas migratorias más conocidas y extendidas, que recorre anualmente enormes distancias desde África hacia el norte de Europa. Aunque las mariposas adultas desempeñan un papel importante en la polinización, sus orugas pueden causar ocasionalmente daños significativos a los cultivos agrícolas, especialmente en plantaciones de girasol, soja y diversas hortalizas. El control eficaz se basa en un conocimiento preciso de la biología y el ciclo de vida de la plaga, lo que permite programar medidas preventivas e intervenciones selectivas. Una estrategia de control exitosa es un sistema complejo y de múltiples componentes que incluye métodos agrotécnicos, opciones de control biológico y, si es necesario, intervenciones químicas.

El estilo de vida de la mariposa cardera está estrechamente ligado a su ciclo migratorio, cuya comprensión es crucial para su control. Las mariposas llegan a Europa Central en primavera, generalmente en abril y mayo, desde las regiones meridionales del Mediterráneo. Las hembras ponen sus huevos individualmente en el envés de las hojas de las plantas hospedadoras, de los que las larvas, u orugas, eclosionan en pocos días. El período de desarrollo de las orugas dura de 2 a 4 semanas, dependiendo de la temperatura, durante el cual se alimentan continuamente y pasan por varias mudas. Es en esta etapa cuando causan el mayor daño económico al reducir la superficie de asimilación de la planta al masticar las hojas.

El alcance del daño depende en gran medida de la densidad de la población y de la etapa de desarrollo de las orugas. Las orugas jóvenes inicialmente solo causan un ligero raspado en las hojas, pero en etapas de desarrollo posteriores, provocan una pérdida significativa de hojas al festonearlas. En casos de infestación grave, puede producirse una defoliación completa, lo que puede llevar a la destrucción total de la planta, especialmente en rodales jóvenes y subdesarrollados. Las orugas crean una red característica a su alrededor, en la que se esconden de los depredadores y de las condiciones climáticas adversas, y esta red también puede reducir la eficacia de los pesticidas.

La gradación, o proliferación masiva, de la mariposa cardera no ocurre todos los años, sino que sigue un patrón cíclico. El éxito de la migración y el tamaño de la población de la generación posterior dependen en gran medida de las condiciones climáticas predominantes en las zonas de origen y a lo largo de la ruta migratoria. Un clima primaveral cálido y seco favorece su proliferación, mientras que un clima fresco y lluvioso inhibe su desarrollo y migración. Por lo tanto, antes de tomar decisiones de control, es esencial monitorear continuamente el enjambre de la mariposa y la aparición de orugas.

Prevención y control agrotécnico

La forma más eficaz y respetuosa con el medio ambiente de combatir la mariposa cardera es mediante la prevención, basada en diversos procedimientos agrotécnicos. El objetivo de las estrategias preventivas es crear un entorno para las plantas cultivadas que sea menos atractivo para la plaga para la puesta de huevos y que, al mismo tiempo, inhiba el desarrollo de las orugas. Estos métodos pueden ser eficaces no solo contra la mariposa cardera, sino también contra otras plagas y patógenos, contribuyendo al mantenimiento de un rodal de plantas estable y saludable. Una agrotecnia correctamente seleccionada y programada reduce la necesidad de intervenciones químicas.

Uno de los pasos preventivos más importantes es mantener el área libre de malezas, especialmente al principio de la temporada de crecimiento. Las principales plantas hospedadoras de la oruga de la mariposa cardera son las malezas compuestas, como el cardo cundidor, varias especies de cardos y la ambrosía. Si estas malezas están presentes en grandes cantidades en el campo o a lo largo de sus bordes, proporcionan un lugar ideal para la puesta de huevos y una fuente de alimento inicial para las mariposas. El control de malezas, ya sea mecánico o químico, reduce significativamente el riesgo inicial de infestación, ya que las mariposas no pueden encontrar lugares adecuados para poner sus huevos.

La rotación de cultivos también desempeña un papel crucial en la prevención. Aunque la mariposa cardera es polífaga, lo que significa que se alimenta de una amplia variedad de plantas, prefiere ciertos cultivos como el girasol y la soja. Cultivar estas plantas en la misma zona año tras año promueve la acumulación local de la población de la plaga. Un ciclo de rotación de cultivos adecuado rompe el ciclo de vida de la plaga y reduce la presión de infestación para el año siguiente, haciendo que el rodal de plantas sea más resistente al ataque.

Otro elemento agrotécnico importante es garantizar la condición óptima del rodal de plantas. Las plantas sanas, bien nutridas y con un suministro de agua adecuado son mucho más resistentes a los ataques de plagas y pueden regenerarse más rápidamente después de un posible daño. Un suministro equilibrado de nutrientes, el laboreo del suelo y el riego contribuyen a mantener la vitalidad de las plantas. Un rodal fuerte y vigoroso puede tolerar mejor la alimentación de las orugas y aún puede producir un rendimiento adecuado a pesar de cierta pérdida de superficie foliar.

Opciones de control biológico y biotecnológico

El control biológico se basa en el uso de enemigos naturales y sustancias activas de origen biológico, y está ganando cada vez más terreno en el manejo integrado de plagas moderno. Estos métodos son selectivos, lo que significa que se dirigen a la plaga mientras respetan a los organismos beneficiosos como los insectos polinizadores y los enemigos naturales. Para la mariposa cardera, existen varias opciones de control biológico que pueden proporcionar una alternativa o un complemento eficaz al control químico de plagas. La clave del éxito aquí también es la programación adecuada.

Las orugas de la mariposa cardera tienen numerosos enemigos naturales, incluidos insectos depredadores, avispas parasitoides y diversas especies de aves. Las larvas de organismos beneficiosos como las mariquitas, las crisopas y los sírfidos consumen las orugas jóvenes, mientras que las avispas parasitoides ponen sus huevos en los huevos o las orugas, destruyendo al huésped desde dentro. Preservar y apoyar las poblaciones de estos depredadores y parasitoides es crucial; esto se puede lograr creando franjas que mejoren la biodiversidad, bordes floreados y utilizando pesticidas selectivos.

Una de las herramientas más comunes del control biotecnológico es la aplicación de preparados a base de la bacteria Bacillus thuringiensis (Bt). Esta bacteria produce proteínas específicas, las llamadas toxinas cristalinas, que se activan en el sistema digestivo de las orugas de lepidópteros, causando la muerte celular. Después de consumir una parte de la planta que contiene Bt, la oruga deja de alimentarse poco después y muere. La gran ventaja de los preparados de Bt es su selectividad, ya que solo afectan a las orugas de mariposas y polillas, lo que los hace completamente inofensivos para las abejas, las mariquitas y otros insectos beneficiosos.

Para que el control biológico sea eficaz, el momento de la aplicación es crítico. Los preparados de Bacillus thuringiensis deben aplicarse contra las orugas jóvenes que se alimentan activamente, ya que necesitan ingerir el ingrediente activo. Su eficacia disminuye contra las larvas más viejas. Generalmente se recomienda el tratamiento a primera hora de la tarde, ya que la bacteria Bt es sensible a la radiación UV. Un control biológico exitoso se basa en un pronóstico exhaustivo y un seguimiento preciso de la eclosión de las orugas para garantizar que la intervención ocurra en la etapa de desarrollo más sensible.

Control químico: ¿cuándo y con qué?

Aunque se recomienda priorizar los métodos preventivos y biológicos, en algunos casos, especialmente durante brotes masivos (gradación), el control químico puede volverse inevitable. La decisión de intervenir químicamente siempre debe ir precedida de una cuidadosa consideración, teniendo en cuenta el umbral económico, la etapa de desarrollo de las orugas y la presencia de organismos beneficiosos. El objetivo es lograr un control eficaz con el menor impacto posible en el medio ambiente y los organismos no objetivo. Los insecticidas utilizados incorrectamente pueden hacer más daño que bien.

Para evaluar la necesidad de control, es esencial comprender el umbral económico. Este se refiere al número de orugas por planta o por metro cuadrado, por encima del cual la pérdida de rendimiento esperada supera el costo del control. Este valor puede variar según el cultivo y la etapa de desarrollo de la planta. Por ejemplo, en el girasol, el umbral suele ser de 1-2 orugas por planta. La exploración regular del campo y el recuento de orugas ayudan a tomar una decisión responsable, evitando pulverizaciones innecesarias.

Elegir el pesticida adecuado es crucial. Existen numerosos insecticidas con diferentes modos de acción disponibles contra las orugas de la mariposa cardera. Los ingredientes activos de tipo piretroide tienen un efecto de derribo rápido pero no son selectivos, lo que los hace peligrosos para los insectos beneficiosos. También existen preparados más específicos que inhiben la muda de las orugas o la síntesis de quitina, que son más respetuosos con el medio ambiente. Elija siempre un producto autorizado para el cultivo específico, preferiblemente uno que pueda aplicarse con tecnología que respete a las abejas, y siga estrictamente las instrucciones de uso.

El momento del control químico también es un factor crítico. El tratamiento debe dirigirse contra las etapas larvales jóvenes, ya que son las más sensibles a los pesticidas. Las orugas más viejas, especialmente aquellas que ya han creado una densa red a su alrededor, son mucho más resistentes y más difíciles de alcanzar con el aerosol. La pulverización debe realizarse por la tarde o a primera hora de la mañana, durante los períodos sin actividad de las abejas, para minimizar el impacto negativo en los insectos polinizadores. Una técnica de pulverización adecuada y asegurar una buena cobertura también aumentan el éxito del tratamiento.

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